domingo, 16 de noviembre de 2014

CULTURA DEL ENCUENTRO

Te ofrezco varios textos que nos ayuden a profundizar y vivir mejor la Palabra del mes:

CULTURA DEL ENCUENTRO
Ser llamados por Jesús, llamados para evangelizar y, tercero, llamados a promover la cultura del encuentro. En muchos ambientes, y en general en este humanismo economicista que se nos impuso en el mundo, se ha abierto paso una cultura de la exclusión, una «cultura del descarte». No hay lugar para el anciano ni para el hijo no deseado; no hay tiempo para detenerse con aquel pobre en la calle. A veces parece que, para algunos, las relaciones humanas estén reguladas por dos «dogmas»: eficiencia y pragmatismo. …tengan el valor de ir contracorriente de esa cultura. ¡Tener el coraje! Acuérdense… El encuentro y la acogida de todos, la solidaridad, es una palabra que la están escondiendo en
esta cultura, casi una mala palabra, la solidaridad y la fraternidad, son elementos que hacen nuestra civilización verdaderamente humana.
Ser servidores de la comunión y de la cultura del encuentro. Los quisiera casi obsesionados en este sentido. Y hacerlo sin ser presuntuosos, imponiendo «nuestra verdad», más bien guiados por la certeza humilde y feliz de quien ha sido encontrado, alcanzado y transformado por la Verdad que es Cristo, y no puede dejar de proclamarla.
Queridos hermanos y hermanas, estamos llamados por Dios, con nombre y apellido, cada uno de nosotros, llamados a anunciar el Evangelio y a promover con alegría la cultura del encuentro. La Virgen María es nuestro modelo. En su vida ha dado el «ejemplo de aquel amor de madre que debe animar a todos los que colaboran en la misión apostólica de la Iglesia para engendrar a los hombres a una vida nueva» (LG 65).
Le pedimos que nos enseñe a encontrarnos cada día con Jesús. Y, cuando nos hacemos los distraídos, que tenemos muchas cosas, y el sagrario queda abandonado, que nos lleve de la mano. Pidámoselo. Mira, Madre, cuando ande medio así, por otro lado, llévame de la mano. Que nos empuje a salir al encuentro de tantos hermanos y hermanas que están en la periferia, que tienen sed de Dios y no hay quien se lo anuncie. Que no nos eche de casa, pero que nos empuje a salir de casa. Y así que seamos discípulos del Señor. Que Ella nos conceda a todos esta gracia.
PAPA FRANCISCO, Homilía en la JMJ con obispos, sacerdotes, religiosos y seminaristas, Catedral de San Sebastián, Río de Janeiro, Sábado 27 julio 2013



LA IGLESIA ES EL CUERPO DE CRISTO
Cuando se quiere poner de relieve cómo los elementos que componen una realidad están estrechamente unidos unos con otros y forman juntos una sola cosa, se usa a menudo la imagen del cuerpo. A partir del apóstol Pablo, esta expresión se aplicó a la Iglesia y se reconoció como su rasgo distintivo más profundo y más hermoso…
la Iglesia, es una obra maestra, la obra maestra del Espíritu, quien infunde en cada uno la vida nueva del Resucitado y
nos coloca uno al lado del otro, uno al servicio y en apoyo del otro, haciendo así de todos nosotros un cuerpo, edificado en la comunión y en el amor.
La Iglesia, sin embargo, no es solamente un cuerpo edificado en el Espíritu: la Iglesia es el cuerpo de Cristo. Y no se trata sencillamente de un modo de decir: ¡lo somos de verdad! …En el sacramento del Bautismo, en efecto, Cristo nos hace suyos, acogiéndonos en el corazón del misterio de la cruz, el misterio supremo de su amor por nosotros, para hacernos luego resucitar con Él, como nuevas criaturas…  … y nos une íntimamente entre nosotros, como miembros del mismo cuerpo, del cual Él es la cabeza.
Lo que brota de ello, entonces, es una profunda comunión de amor.
… somos su cuerpo, ese cuerpo que nada ni nadie puede ya arrancar de Él y que Él recubre con toda su pasión y todo su amor, precisamente como un esposo con su esposa. Este pensamiento, sin
embargo, debe hacer brotar en nosotros el deseo de corresponder al Señor Jesús y compartir su amor entre nosotros, como miembros vivos de su mismo cuerpo…
…el apóstol Pablo dio a los corintios algunos consejos concretos que son válidos también para nosotros: no ser celosos, sino apreciar en nuestras comunidades los dones y la cualidades de nuestros hermanos… Todo esto divide, hace daño,… es un corazón que nunca es feliz, es un corazón que divide a la comunidad... Y cuando surgen en mí los celos —porque surgen en todos, todos somos pecadores—, debo decir al Señor: «Gracias, Señor, porque has dado esto a aquella persona». Apreciar las cualidades, estar cerca y participar en el sufrimiento de los últimos y de los más necesitados; expresar la propia gratitud a todos. El corazón que sabe decir gracias es un corazón bueno, es un corazón noble, es un corazón que está contento. Os pregunto: ¿Todos nosotros sabemos decir gracias, siempre? No siempre porque la envidia y los celos nos frenan un poco. Y, por último, el consejo que el apóstol Pablo da a los corintios y que también nosotros debemos darnos unos a otros: no considerarse nadie superior a los demás. ¡Cuánta gente se siente superior a los demás! También nosotros, muchas veces decimos como el fariseo
de la parábola: «Te doy gracias Señor porque no soy como aquel, soy superior». Pero esto no es bueno, no hay que hacerlo nunca. Y cuando estás por hacerlo, recuerda tus pecados, los que nadie conoce, avergüénzate ante Dios y dile: «Pero tú Señor, tú sabes quién es superior, yo cierro la boca». Esto hace bien. Y siempre en la caridad considerarse miembros unos de otros, que viven y se entregan en beneficio de todos.
… invocamos también nosotros al Espíritu Santo, para que su gracia y la abundancia de sus dones nos ayuden a vivir de verdad como cuerpo de Cristo, unidos, como familia, pero una familia que es el cuerpo de Cristo, y como signo visible y hermoso del amor de Cristo.
PAPA FRANCISCO, Audiencia general, Plaza de San Pedro
Miércoles 22 de octubre de 2014



CADA UNO, TEMPLO VIVO DE SU AMOR
el templo de Dios no es solamente un edificio hecho de ladrillos, es su cuerpo hecho de piedras vivas. En la fuerza del Bautismo, cada cristiano, forma parte del "edificio de Dios". Es más, se convierte en la Iglesia de Dios… …cada uno de nosotros ser coherente con el don de la fe y cumplir un camino de testimonio
cristiano… realizar en nuestra vida esta coherencia cotidiana. ¡Este es un cristiano!, no tanto por lo que dice, sino por lo que hace…
… una fe que obra a través de la caridad. Van juntas ¿eh? También hoy la Iglesia es llamada a ser en el mundo la comunidad que, arraigada en Cristo por medio del Bautismo, profesa con humildad y valentía la fe en Él, testimoniándola en la caridad. … La caridad es la expresión de la fe. Y también la fe es la explicación y fundamento de la caridad.
… meditar sobre la comunión de todas las Iglesias, es decir, esta comunidad cristiana, por analogía nos estimula a comprometernos para que la humanidad pueda superar las fronteras de la enemistad y de la indiferencia, a construir puentes de comprensión y de diálogo, para hacer del mundo entero una familia de pueblos reconciliados entre ellos, fraternos y solidarios. De esta nueva humanidad, la Iglesia misma es signo de anticipación, cuando vive y difunde con su testimonio el Evangelio, mensaje de esperanza y de reconciliación para todos los hombres.
Invocamos la intercesión de María Santísima, para que nos ayude a convertirnos, como ella, en "casa de Dios", templo vivo de su amor.
PAPA FRANCISCO, Ángelus, Plaza de San Pedro,
domingo 9 noviembre 2014



LA UNIDAD: DON Y RESPONSABILIDAD
este encuentro anual que os reúne no sólo de países diversos, sino de distintas Iglesias y Comunidades eclesiales, es una expresión, un fruto de lo que produce el amor a la Palabra de Dios y la voluntad de conformar la existencia con el Evangelio: estas actitudes suscitadas y acompañadas por la gracia del Espíritu Santo hacen germinar muchas iniciativas, hacen florecer sólidas amistades y momentos fuertes de fraternidad y de compartir. Os animo a atesorar esta rica experiencia y a proseguir con
ánimo…
buscar con renovado empeño, con constancia y paciencia las vías que conducen hacia la unidad, “para que el mundo crea” (cfr. Jn 17, 21), y para que nosotros en primer lugar podamos estar colmados de confianza y ánimo. Y entre estas vías hay uno que es un camino maestro, y es precisamente la Eucaristía como misterio de comunión. Desde su Primera Carta a los Corintios –en la que el tema de la división es prioritario- el apóstol Pablo indica claramente la Cena del Señor como momento central en la vida de la comunidad, “momento de la verdad”: allí se verifica en su máxima medida el encuentro entre la gracia de Cristo y nuestra responsabilidad; allí, en la Eucaristía, nosotros sentimos claramente que la unidad es don, y que al mismo tiempo es responsabilidad, responsabilidad grave (cfr. 1 Cor 11, 17-33).
… deseo que vuestro encuentro produzca frutos abundantes de crecimiento
(traducción mía)
PAPA FRANCISCO, Discurso a los participantes del Encuentro Ecuménico
de Obispos amigos del Movimiento de los Focolares,  7 noviembre 2014










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