Entre las muchas que me habéis mandado, aquí copio alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de
vivir las Palabras de estos meses (“…el
que beba del agua que Yo quiero darle, nunca más volverá a tener sed…”, “en tu Palabra, echaré las redes” y “quien me ama, guardará mi palabra… y haremos
morada en él”):
1.- “…En el pueblo me encontré con una mujer, una madre
afligida porque su hija se había ido a vivir con un muchacho. Le aconsejé lo
mejor que supe: que perdone para ir a la iglesia, rezar, encargar oraciones.
Pero me contestó que si hacía así, iba a estar en boca de todos, y empezarían
con habladurías de qué tipo de pecados hizo en su juventud si necesita el
perdón de Dios…
Le dije que debería hablar con un psiquiatra o un psicólogo, pues sufría
insomnio. Pero pensé que necesitaba un psicólogo cristiano y me atreví a
recomendarle que charlara con una amiga del grupo de Palabra de Vida, que
estudió psicología. No sólo le dijo que tenía que perdonar, sino además amar.
La madre se quedó al final convencida de que, en primer lugar, es necesario
resolver los problemas espirituales: después de tantos años, fue a confesarse y
comulgar y manifestó su decisión de no alejarse de estos sacramentos”.
2.- “…en el aparcamiento conocí a algunas señoras y me enteré
de que una de ellas tenía una hija que sufre de cirrosis. Nos hicimos amigas.
Más de una vez luego me llamó para contarme sus problemas. Vi que no era
suficiente darle consejo y consuelo, sino que necesitaba una ayuda concreta: a
su hija tenían que hacerle unas pruebas costosas y no tenía dinero. Así que
empezamos a buscar a conocidos y amigos para reunir la cantidad. Así, la hija
pudo hacerse las pruebas y nació una hermosa relación también con ella.
Experimentó que hay bondad en el mundo, que hay gente que se preocupa por los
demás. Así que, se abre y nos habla de su sufrimiento.
El amor que recibió, la cambió:
"en la ya larga estancia en el hospital, -dijo-, antes me comporté mal con
las enfermeras, hablaba irrespetuosamente. Ahora, desde hace algún tiempo,
comencé a respetar y comportarme".
Mientras tanto, murió, pero con el
alma en paz, gracias –según aclaró– al sufrimiento aceptado con amor que
conoció en el último período de su vida. Su madre y yo…”
3.- “…Gracias
por tus envíos, que tanto nos aprovechan.
Nosotros, bien. Se acaba de ir al
Cielo mi hermana mayor: ha sido su muerte una caricia del Señor. Estaba muy
enferma y quiso que la llevaran a la Misa de Ordenación de unos seminaristas de
quien había sido profesora. En el momento de la Comunión la subieron al altar
con su sillita de ruedas, recibió al Señor, y "dejó de respirar",
según palabras de su sobrino, que tanto la quiso.
Este hecho, tan inesperado fue
presenciado por una numerosa concurrencia; quedaron todos edificados, viendo
cómo el Señor había llamado a su sierva fiel, de una forma tan dulce. Ayúdanos
a darle gracias a Dios...”
4.- “…personalmente me quedaría con esta parte de la PdV: “¿Cómo llegar hasta el punto en que el Padre
mismo nos ame y la Trinidad habite en nosotros? Poniendo en práctica con todo
nuestro corazón, con radicalidad y perseverancia el amor recíproco entre
nosotros”.
Durante
este mes, está mi abuelo en nuestra casa, 92 años, (ha vivido la guerra, la
post-guerra y demás carencias; su padre murió meses antes de nacer él: un sinfín
de dolor y una vida muy marcada por la falta de afecto). Desgasta muchísimo
tenerlo en casa y no es nada cariñoso, pero nos hemos propuesto callarnos a las
tonterías que diga, en definitiva, Amarlo porque él es mi prójimo más cercano
y, la verdad, uno va viendo cómo se apaga la vida, pero también que si se hace
bien, como Dios lo pide, te queda esa Paz que Él promete (“y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él”)… ”
5.- “…confié en Dios y quise servir con amor a alguien, un conocido del pueblo,
que tenía una tarea pendiente en la ciudad, aunque no sabía yo cómo hacerlo.
Parecía complicado, yo no estaba familiarizado con el problema, pero recordé
que si estoy dispuesto a hacer un acto concreto de amor, Dios me muestra lo que
debo hacer.
Me
iluminó primero para empezar por dar una llamada, desde allí me dirigieron a
una web en la que pude especificar por escrito el problema en cuestión. Y el
problema se resolvió, en efecto, muy rápidamente...”
6.- “…creo que llega el momento de no combatir con las
armas de la justicia, sino con la armadura de la paciencia, de la comprensión.
Un día, los vecinos hicieron un agujero y traspasaron hasta nuestro lado.
Nunca fui a quejarme. Y cuando, después de unos días, ese vecino vino a pedirme
en mi consulta un ultrasonido, lo hice con mucho gusto, sin mención de ese
agujero.
Otro vecino siempre se queja de que aparco el coche delante y no le agrada.
Un día, cuando estaba de guardia en el hospital, ese vecino fue a mi consulta.
¡Claro que el primer impulso de decirle algo se puso en marcha, pero nuestro
trabajo no es el de juez para poner las cosas en su lugar, sino amar! Así que
traté de servirlo con amor y con la mejor voluntad…”
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