TRATARNOS
COMO HIJOS DE DIOS
Alguna de mis
EXPERIENCIAS viviendo la Palabra del mes ("les dio poder de ser
hijos de Dios"):
1.-
Estas semanas estoy fijándome, casi "contemplando", cómo los padres y
las madres miran y cuidan a sus niños. Y trato de trasponerlo para darme cuenta
que con esa ilusión me mira nuestro Padre Dios y mira a cada uno de los que me
encuentro.
Estoy tratando de rezar más conscientemente, con más espíritu y confianza de
hijo, el Padrenuestro.
Y cuando no logro dormir o me desvelo, (cosa relativamente frecuente), en vez
de repetir suavemente desde mi interior "Jesús" (la cabecera de mi
cama está en la habitación de arriba casi "encima" del Sagrario),
estos días repito con cariño, despacio, constantemente, (como poniéndome al
lado de Jesús), "Padre" o "Abbá".
Recuerdo que, de pequeño, mis padres habían puesto en la cabecera de mi litera
un cuadrito en el que se veía una mano muy grande y, en su palma, un niños
"con los pelos de punta, despeinado", (muchas veces me lo recuerda mi
madre) jugando tranquilamente: "Dios es mi Padre; a Él me abandono, nada temo ya", ponía
el cuadro.
2.-
Nos llegaron las facturas de los móviles a casa. Algunas quintuplicaban el
gasto (lo cual nos rompe el presupuesto del mes).
Llamé al comercial para expresar nuestra perplejidad. Aunque yo estaba calmado
y fui amable, reconozco, (aunque no me miré al espejo), que no tenía la sonrisa
con la que intento tratar a cada persona, aunque sea a través del hilo
telefónico.
Al final mi factura era simplemente duplicada (yo no había sabido interpretarlo
así) y las otras eran fallos inconscientes de mis compañeros, con lo cual el
gasto sí era ese, para nuestro descontento.
Al colgar el teléfono, me di cuenta que yo no me había comportado plenamente
como hijo de Dios (que es Amor) y que había tratado al comercial con seriedad y
respeto, pero sin el cariño que se merece un hijo de Dios. Así que, cuando
respondió él al correo que por indicación suya mandé precisando las cosas, le
pedí disculpas: "…perdóname si el viernes estuve un poco serio al
teléfono…". "Sin problema, Paco; aquí estamos para
ayudaros", me contestó. Y le volví a escribir: "Gracias. Si
alguna vez que estés cerca de Las Matas quieres pasarte a tomar un café y
conocer nuestra casa…", Y dijo: "…Como vivo en un pueblo no
lejos, un día os visitare para conocer ese barrio…". Quedé tranquilo y
contento: aunque era nada más que la segunda vez que me ponía en contacto con
él, me pareció que esto sí era más acorde con ser hijos de Dios.
Paco, un saludo desde Granada. Acabamos de descubrir tu blog y ha sido un buen regalo de Navidad. Me ha gusto lo que cuentas del cuadrito de la cabecera de la cama y lo que cuentas me ayudará más de una mañana a centrar bien el día.
ResponderEliminarPaco Huertas.
Gracias, Paco, por tu comunicación. Acabo de echar un vistazo a tu blog, y fíjate, me ha encantado la anécdota de las facturas de teléfono. A mí me ha ocurrido muchas veces tener una sensación similar: he atendido con corrección a personas que demandaban cualquier asunto relacionado con mis servicios, pero luego me he dado cuenta de que sólo les había prestado atención… Y entonces el vacío se adueña de mi ser…
ResponderEliminarEn fin, ¡qué tontería! Pero tu meditación posterior me hace pensar, y aunque mi “pasta” probablemente sea diferente, ya es mucho ese meditar.