VIDA DE LA PALABRA últimas semanas de JUNIO
Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria, con la Gracia de Dios, la Palabra de Vida de junio («Dadles vosotros de comer», Lc 9, 13) y la de mayo («Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero», Jn 21, 17):
1.- El otro día,
después del horario de atención a la gente, me quedé un buen rato en el
despacho parroquial buscando en internet una serie de cosas que necesitaba una
persona: la PdV, además, me ayudaba a buscar entre distintas opciones la que le
podía resultar mejor y más bonita, aunque eso me llevara más tiempo. No resultaba
fácil, pues no se podía descargar y, entonces, había que ampliar cada una de
las páginas, hacer un “pantallazo”, recortarlo y luego ir pegando una a una en
un Word en blanco. Estaba yo contento pensando lo útil que le podría ser a esa
persona.
1b.- Sin haber acabado, entra un joven.
La verdad es que, de primeras, me dio fastidio: ni era hora ya de despacho, se me
había echado encima la hora de ponerme a preparar la comida y, (¡mea culpa!; aunque me arrepentí al
instante y en mi interior pedí perdón al Señor), le juzgué, pensando que venía
a pedir.
Efectivamente, buscaba ayuda, pero de otro tipo. Le habían
dicho en la asociación que le tutela que aquí podía encontrarla. Ciertamente en
Caritas damos alimentos perdurables, pero él no necesitaba eso; también tenemos
un pequeño servicio de orientación psico-social, pero solo es un día a mitad de
semana y estábamos, además, ya en sábado.
Lo escuché a fondo, pues me “martilleaban” las palabras de Jesús “dadles vosotros de comer” y, sobre todo, el comentario de la PdV: “Ante las necesidades de los demás no valen excusas («no nos compete»; «yo no puedo hacer nada»…).”. Y ciertamente así era, pero… “no valen esas excusas; si puedo dar mi tiempo, mi cercanía, mi comprensión, mi implicarme aunque parezca que no vamos a ninguna salida…”.
Tiene cumplida su mayoría de edad, pero
tiene algunas deficiencias, tipo casi autismo y similares, (me mostró, además, documentos
de ello). Se le notaba pacífico y muy bueno. Era adoptado (procedente de un
país en el que yo sé que los niños salen muy tarados de los orfanatos) y, según
cuenta él, aquí sus padres adoptivos lo maltratan ya desde niño, aunque desde
hace unos años solo psicológicamente, y se valen de su minusvalía para obtener
beneficios de trabajar menos, etc.
Estuvimos hablando mucho tiempo y se le notaba, (dentro de
su casi inexpresividad), agradecido y contento. Llamamos a todos los sitios que
se nos ocurrieron en busca de información y ayuda. Algunos no contestaban (era
sábado), otros muy amablemente nos daban unas indicaciones que no le eran factibles…
En
fin, como él tenía posibilidad de estar al menos el fin de semana en casa de un
antiguo compañero de instituto, decidió marcharse hacia allí, visto que no
podíamos avanzar nada y en espera de la cita que ayer tendría en Asuntos
Sociales.
Me conmovió mucho interiormente cuando, con humilde
sencillez, me pidió: “¿le puedo estrechar la mano?”.
2.- Después de
varias semanas intensas, la pasada por fin pude tener un poco de descanso.
Además de ver a mi madre, también estuve antes con mi hermana y visité al
sacerdote de allí, buen amigo, que está sufriendo diversas incomprensiones de
la gente: con él fueron horas bonitas de comunión y fraternidad, en que se
notaba la presencia de “Jesús en medio” allí “donde dos o más, unidos…”.
Y, al final, después de cenar, al
despedirnos en la puerta de su parroquia, se acercó un hombre que no conocíamos,
pero que sin embargo había visto a mi compañero muchas veces, pero nunca se le
había acercado, ni entraba a la parroquia: quizá en ese momento le “atrajo” la
unidad entre nosotros. Y le preguntó horarios y, con nuestra atención y
escucha, no tardó en contarnos ampliamente toda su problemática vida como
pidiendo humildemente orientación y consejo; yo procuraba dejar todo el espacio
a mi compañero, haciéndole unidad con escucha atenta vacío de mí, pues era
quien le podía hacer un seguimiento después, aunque también comenté cuando
notaba que me impulsaba desde dentro el Espíritu Santo. Se marchó confortado ese
hombre y nosotros nos despedimos felices por la comunión entre nosotros y por
esta irradiación.
2b.- Al día
siguiente, comiendo con mi hermana, su marido (¡super-cocinero!) y uno de sus
hijos, (más un amiguete de él), fue bonito al acabar, cuando todos se fueron
retirando, quedarme con mi sobrino que seguía comiendo más despacio, aunque yo
tenía que coger el coche en seguida para el viaje y hubiera querido echarme la
siesta, no quise dejarlo solo en la mesa.
Él comenzó a hacer preguntas sobre sus
dudas de fe, típicas de joven universitario, creyendo que lo sabe todo, pero,
sin embargo, él no cerrado a buscar. Aunque no tenía yo la cabeza, para jaleos,
me pareció precioso, (soy, además, ¡su padrino de bautismo!). Estuvimos
charlando largamente y se notaba que su amigo, desde la otra punta de la habitación
tumbado en la alfombra, no perdía ripio.
Emprendí viaje más tarde de lo
previsto, contento de ejercer como tío y como padrino. Se abrió una vía de
diálogo que nos prometimos continuar. Ya siempre pedía por él y por todos mis
ahijados, pero todos estos días lo tengo súper-presente a todas horas.
Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando
de llevar a la práctica diaria la de Palabra de Vida de junio («Dadles vosotros de comer», Lc 9, 13), la de mayo («Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te
quiero», Jn 21, 17) y la de abril («Mirad que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis?»,
Is 43, 19):
1.- “…Muchísimas
gracias, Paco. He disfrutado leyendo lo que mandas sobre la Eucaristía y las experiencias.
Dios te pague. Me hacen mucho bien...
En estos días,
meditando en la Eucaristía, tengo muy presente lo que decía Chiara. Me
impresionó desde la primera vez que la oí: lo que es más fuerte... y Cristo lo
es, por eso en la comunión no asimilamos como el alimento normal, sino que nos
asimila Él… Algo así: tú sabes... Doy gracias a Dios por la fuerza de Su Presencia
dentro de mí en estos días. Me ha venido la impresión íntima de la Mariápolis
sobre la Eucaristía... Doy gracias a Dios por su cercanía, su donación...
Mi experiencia de
la Palabra de Vida va por asimilar la pequeñez del Pan... dejarme comer por
quien me necesite…”.
2.- “…perdona, Paco, que no te haya contestado antes.
Andamos algo atareados con temas médicos. Últimamente a mí me han dado otra
tanda de radioterapia, que me ha dejado bastante KO, y, por si no fuera
suficiente, desde mayo a mi marido lo han ingresado dos veces por fuertes
problemas de salud. Trato de tener presente que todo es Amor de Dios y seguir
“jugando” en cada momento, (como decían S. Luis Gonzaga y Luminosa)…”.
3.- “…Paco, llevas incansablemente más de 8 años enviándome la
Palabra de Vida puntualmente una vez al mes y cada 15 días los recordatorios.
En primer lugar, muchísimas gracias por tu envío que nunca falla. Si te soy muy
sincero, la Palabra de Vida me ayuda muchísimas veces cuando la leo y le busco
el sentido en lo que me esté pasando en ese momento de mi día a día, parece
como que es Él quien me habla y me guía verdaderamente. La verdad que me ayuda
muchísimo.
En
segundo lugar, ya no es necesario que me envíes la versión de la PdV en viñetas
para los peques porque, gracias a Dios, han ido creciendo y ya nos dan capones
con la barbilla, tanto a mí como a su madre...
Lo
que haré a partir de ahora es compartirles la Palabra de Vida que me envías
cada mes ya como adultos.
En
nuestra parroquia, tanto nosotros como nuestros hijos, estamos en grupos de
escuelas de agradecimiento y trabajamos semanalmente con "propósitos"
que nos ponemos y tratamos de cumplir semanalmente y luego ponerlos en común
con los otros miembros del grupo.
Lo
dicho, muchas gracias por todos estos años enviándome la PdV sin fallar ni un
mes y un abrazo muy fuerte!!!”.
4.- “…Gracias como siempre, Paco, por compartir siempre
fielmente. Me ayuda mucho conocer estas experiencias: reconozco que en muchas
ocasiones no respondo con esa misma fidelidad, pero lo que cuenta es saber que
vamos juntos en esta aventura. Yo en estos momentos estoy viviendo una experiencia
con un hijo que me lleva a tratar de confiar en él y el Dios. No es fácil porque
por su personalidad (y es adulto) siempre he estado sobrevolando y controlando
también su vida en muchas ocasiones.
Después
de consultar con una profesional, llego a la conclusión de que tengo que "fiarme"
y tratar de vivir de otro modo nuestra relación. Después de tanto tiempo
haciendo de otro modo, resulta complicado.
Por
otra parte, estoy acompañando a mi cuñada en su duelo (ha fallecido su marido
hace 5 meses), y acudimos todas las mañanas juntas a la Eucaristía, y te puedo
asegurar que logro experimentar una paz que no es mía.
…acuérdate
de rezar por este camino que recorre mi hijo y para que no pierda yo la paz ni
la confianza…”.
5.- “…casi siempre voy a trabajar en tren. El pasado
viernes, a la salida del trabajo, iba con los ojos cerrados, relajado, sentado
en la posición más cercana a la puerta. El tren era uno de los
"nuevos", compuesto únicamente por dos largos vagones. Al ir a salir
y cerrarse las puertas, un fuerte ruido, como de alguien cayendo al suelo, me
hizo abrir los ojos de par en par: una señora, desde el andén, tenía el brazo
extendido, bloqueando el cierre de la puerta... con el consiguiente riesgo de
que el tren se pusiera en funcionamiento y la arrastrara.
En centésimas de segundo, un pensamiento: "soy el más cercano
a la puerta; la señora necesita ayuda y puedo prestársela". De un salto me
posicioné frente la puerta y, (sin ningún género de duda estimo que la
Providencia me guio los pasos), en vez de hacer otra cosa, pulsé el botón de
apertura de puertas. Se abrieron. La señora entró en el tren y di gracias
a Dios por haberme guiado de manera tan efectiva, volví a relajarme... Nadie
más se había movido en el tren. Me gustó mucho la rapidez con la que decidí
ayudar, y la relacioné con todo lo vivido y aprendido. Creo firmemente que
todas las oraciones, participaciones, acciones positivas realizadas no sólo son
buenas per se, sino que también nos
ayudan a ser mejores cada día, y ello tiene su reflejo en que, poco a poco,
vamos siendo mejores…”.
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