Aquí tienes unos textos y experiencias que nos ayuden a seguir viviéndola bien encarnando la Palabra del mes («Aspirad a las cosas de arriba, no a las de la tierra»):
CONFIAR EN DIOS
Debo confiar en Dios por encima de todo y más allá de todo. Antes de
cualquier acción, debo repetir en mi corazón: “que se haga Tu voluntad y no la
mía”.
Esta es la mayor garantía de que todo será hecho de la mejor manera.
Confiemos en Dios delante de cualquier imprevisto que ocurra hoy. Y ante
cada acción repitamos en nuestro interior: “Por Ti, Jesús”. En las decisiones
grandes o pequeñas que vayamos a tomar, ante todo, confiemos en Dios. Después,
hagamos nuestra parte buscando la perfección del amor.
APOLONIO CARVALHO NASCIMENTO, Comentario al pasapalabra diario, 15 de
abril
LA ESPERANZA NO DEFRAUDA
La paz
que nos ofrece y nos garantiza el Señor no hay que entenderla como la ausencia
de preocupaciones, de desilusiones, de necesidades, de motivos de sufrimiento.
Si fuera así, en el caso en el que conseguimos estar en paz, ese momento
terminaría pronto y caeríamos inevitablemente en el desconsuelo. La paz que surge de la fe es sin
embargo un don: es la
gracia de experimentar que Dios
nos ama y que está siempre a nuestro lado, no nos deja solos ni siquiera un
momento de nuestra vida. Y esto, como afirma el apóstol, genera la
paciencia, porque sabemos que, también en los momentos más duros e impactantes, la misericordia y la
bondad del Señor son más grandes que cualquier cosa y nada nos separará de sus
manos y de la comunión con Él.
Por esto la esperanza cristiana es sólida, es por
esto que no decepciona. Nunca
decepciona. ¡La esperanza no decepciona! No está fundada sobre eso que
nosotros podemos hacer o ser, y tampoco sobre lo que nosotros podemos creer. Su
fundamento, es decir, el
fundamento de la esperanza cristiana, es de lo que más fiel y seguro
pueda estar, es decir
el amor que Dios mismo siente por cada uno de nosotros. Es fácil decir: Dios nos ama. Todos
lo decimos. Pero pensad un poco: cada uno de nosotros es capaz de decir, ¿estoy seguro de que Dios me ama? No es
tan fácil decirlo. Pero es verdad. Es un buen ejercicio este,
decirse a sí mismo: Dios me ama. Esta es la raíz de nuestra seguridad, la raíz
de la esperanza. Y el Señor ha derramado abundantemente en nuestros corazones
al Espíritu –que es el Amor de Dios- como artífice, como garante, precisamente
para que pueda alimentar dentro de nosotros la fe y mantener viva esta
esperanza. Y esta seguridad: Dios me ama. “¿Pero en este momento feo?” - Dios
me ama. “¿Y a mío que he hecho esta cosa fea y mala?” - Dios me ama. Esa seguridad no nos la quita nadie. Y
debemos repetirlo como oración: Dios me ama. Estoy seguro de
que Dios me ama. Estoy segura de que Dios me ama. Ahora comprendemos por qué el
apóstol Pablo nos exhorta a presumir siempre de todo esto. Yo presumo del amor de Dios, porque me
ama. La esperanza que se nos ha donado no nos separa de los otros, ni
tampoco nos lleva a desacreditarlos o marginarlos. Se trata más bien de un don
extraordinario del cual estamos
llamados a hacernos “canales”, con humildad y sencillez, para todos. Y
entonces nuestro presumir más
grande será el de tener como Padre un Dios que no hace preferencias, que no
excluye a nadie, pero que abre su casa a todos los seres humanos, empezando por
los últimos y los alejados, porque como
sus hijos aprendemos a consolarnos y a apoyarnos los unos a los otros. Y no
os olvidéis: la esperanza no decepciona.
PAPA FRANCISCO, AUDIENCIA GENERAL de los miércoles, 15
de febrero de 2017
MIRAR AL OTRO CON OJOS NUEVOS
Porque nadie es simplemente lo que parece a primera vista, solo un corazón
que ama es capaz de penetrar en el alma y las heridas de los demás. Y ese amor
hay que encenderlo cada día en el Corazón paterno y materno de Dios.
P. MANOLO MORALES, O.S.A., Comentario al pasapalabra diario, 16 de
abril
IMPLICARNOS EN PROCURAR LA CONCORDIA
Solo en ese
espacio -la concordia- Dios vive y trabaja con nosotros; solo así progresan las
familias y la sociedad y la vida. La discordia y el enfrentamiento sirven solo
al orgullo y a la ambición de poder. Y eso no es vida sino destrucción.
P. MANOLO MORALES, O.S.A., Comentario al pasapalabra diario, 13 de
abril
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