VIDA DE LA PALABRA primeras semanas ABRIL
Alguna de mis
EXPERIENCIAS tratando de
llevar a la práctica diaria, con la Gracia de Dios, la Palabra de Vida de abril
(«Aspirad a las cosas de arriba, no a las de la tierra»,
Col 3, 2) y de marzo («Vivid
como hijos de la luz; pues el fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia
y verdad», Ef 5, 8-9):
1.- En la Semana I de Pascua,
como todos los años, hemos tenido un pequeño
encuentro-convivencia-descanso-formación-espiritualidad-fraternidad un grupito
de sacerdotes. Este año hemos sido 30 en el Centro Mariápolis y realmente de
nuevo se percibía la presencia del Resucitado allí “donde dos o más unidos…” ,
que ha sido nuestro Maestro y nuestro descanso.
A ello contribuyeron mil
pequeños detalles de cada uno hacia todos.
Os cuento solo uno de los
míos, pequeño: el segundo día llegarían 2 filipinos a primera hora de la tarde;
otro sacerdote me sugirió que podría venirme a la parroquia a descansar un
poquito la siesta y, si llegaban sobre esa hora, después los recogía yo a ellos
en la estación de cercanías de Las Matas. Me pareció buena idea, en vez de
quedarme allí dormitando en un sillón.
Acabada la siesta, antes de
volver al Centro, miré el whatsapp a ver si me ponía ese sacerdote, (que estaba
en contacto con los que viajaban), a qué hora llegaban. Como no me decía nada, me
fui al Centro, pues no quería perderme la siguiente charla. Y justo en el
momento de llegar allí, me ve y me dice: “te
acabo de escribir para que recogieras a los filipinos”. Mi manos libres del
coche no puede recibir ni leer whatsapp. Por un instante, me fastidió: “precisamente
para evitar esto he mirado el whatsapp antes de arrancar el coche; si no he
tenido ninguna llamada al móvil; y ahora justo que acabo de llegar, tengo que
volver de nuevo al sitio de donde acabo de venir, (son pocos minutos, y poca
gasolina; pero…); me voy a perder el principio de la conferencia”. Aparté todos
esos pensamientos, (“buscad las cosas de arriba…”, dice la PdV), y fuimos ambos
en mi coche alegre y serenamente a buscarlos en la estación; y a hacerles una
acogida cálida, (aunque yo era la primera vez que los veía), y entrarles las
maletas.
Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de abril («Aspirad a las cosas de arriba, no a las de la tierra», Col 3, 2), la de marzo («Vivid como hijos de la luz; pues el fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad», Ef 5, 8-9) y la de febrero («Tú eres el Dios que me ve», cf. Gn 16, 13):
1.- “… el otro día, llevando en el coche
a mis hijos al colegio, que está en otro pueblo, vemos que una señora va
corriendo como desencajada hacia el autobús y este se le marcha sin esperarla.
Me pongo en su lugar y, a la vez, recordando que somos hijos de la luz”, le
digo a los niños: “chicos, estrechaos, que vamos a recoger a esa señora; aunque
no la conocemos de nada seguramente va al pueblo por donde tenemos que pasar”.
Teníamos cuatro coches por delante y, cuando llegamos, así hicimos. Ella no
cabía en sí de sorpresa y agradecimiento…”.
2.- “… a punto de coger el AVE con una
amiga, vemos que una señora muy alterada nos pide ayuda: tiene que tomar
también un tren, pero ha dejado su móvil en el coche que la ha traído. Aunque
voy con prisa, le aseguro que esos 10 minutos que nos quedan, intentaremos
ayudarla. Llamamos con mi móvil a la empresa de transporte para que localizaran
el vehículo, pero nadie contesta. En ese momento se da cuenta que ¡también ha
olvidado su cartera con toda su documentación! La desesperación es ya total. Empezamos
entonces a llamar con mi móvil al de ella, a ver si el conductor que la
transporta a ella una de esas veces se diera cuenta y, al ver el mismo número
muchas veces, nos contestara.
Yo me tengo que despedir, pues subo a mi AVE y ella
dentro de un rato al suyo, pero se me ocurre que me diga su correo-e. para
intentar comunicarnos por ordenador si por casualidad el conductor del vehículo
me llamara. En ocasiones similares, como es muy temprano, yo aprovecho las
horas de viaje para dormir, pero esta vez me dedico a llamar de vez en cuando
al teléfono de la señora, hasta que al final, ¡por fin!, lo coge el conductor.
Pero no sabemos bien qué ni cómo hacer.
Le escribo a ella un correo-e.: el conductor se ofrecía a
llevar la cartera al edificio donde la recogió a ella, pero después de media
hora ella todavía no me contestaba.
El conductor me vuelve a llamar varias veces, la última diciendo
que, además de toda la documentación, en la cartera hay diferentes llaves; él
acaba ya su horario de trabajo y tiene que dejar el coche; se ofrece a llevar
todo a la dirección donde la recogió y preguntar si allí hay un portero al que
él le pudiera dejar todo. Yo se lo escribo por correo-e. a la señora, pero
tampoco contestó nunca.
Horas después me llamó el conductor para decirme que si
había una portería, donde depositó todo y el portero avisó la señora, y ya estaba
al tanto, (aunque ella nunca me llamó para decirlo)…”.
3.- “…comparto estos pequeños gestos de
presencia de amor de Dios en mi día a día...
"Tú
eres el Dios que me ve..."
Hoy cuando he llegado a casa, al entrar en mi habitación,
me he acercado a la mesilla y he cogido la foto de mi madre y la he dado, como
siempre, un beso...: "Cuánto te echo de menos mamá... ¡¡Cuánto amor nos
hemos dado!!... Tú a mí y yo a ti..."
Y eso me ha calmado el alma... Ese "cuánto amor nos
hemos dado... ", me ayuda a seguir.
Hoy he dado mucho amor...:
He ido, de nuevo a ver a mi tía y madrina a la residencia
de mayores.
Y voy
con la intención de darle besos y cantar a su lado canciones populares y
canciones de la iglesia... Y rezando un poquito con ella... Aunque no habla, yo
sé que escucha y quizás comprenda y entienda... Las oraciones y la música, al
ser conocidas, la harán conectar con el mundo... A los besos que le doy a veces
responde con una carita con agrado...
Le digo cosas: "qué bonita
estás, estás preciosa... Qué guapa... Te queremos mucho...". Y la lleno de
besitos su linda mejilla. A veces me mira... Se está apagando poco a poco. Beso
a Jesús en ella... Y le doy todo el amor que puedo...
Verdaderamente este es un valle de lágrimas. Menos mal
que tenemos a la Virgen María, que nos cuida y nos acerca a Jesús...
"Mientras recorres la vida, tú nunca sola estás, contigo por el camino,
Santa María va... ¡Ven con nosotros a caminar, Santa María ven...!".
Entró una auxiliar en la habitación
el otro día un poco asombrada y dijo:
"Pensaba
que era ella quien cantaba...".
He escrito a mis hermanos para contarles cómo estaba
nuestra tía. Y han agradecido la información y se han preocupado…
Recuerdo a Madre Teresa que decía: "¿Y ahora qué vas
a hacer con todo el amor que te sobra?"
“Eres el Dios que me ve...” Y el Dios a quien amo y a
quien encuentro en lo bello y en lo feo... En lo que no me gusta de algunas
personas... Ahí me estas esperando... Esperas ahí mi amor también... Y quiero
dártelo a raudales... ¡Jesús, confío en Ti!…”.
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