lunes, 28 de febrero de 2022

INTEGRAR A TODOS

VIDA DE LA PALABRA                últimas semanas de FEBRERO

 


Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria, con la Gracia de Dios, la Palabra de febrero («Al que venga a Mí no lo echaré fuera», Jn 6, 37) y la de enero («Vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarlo», Mt 2, 2):

1.-        Cuando por primera vez viene a la Parroquia una familia con algún niño pequeño, (p. ej., para solicitar el Bautismo), la acogida que les hago es teniendo muy presentes a los niños.

A menudo, aprovecho, además, para enseñarles el templo parroquial y lo hago casi como un juego, o bien aprovechando para explicar las vidrieras, o, sobre todo, para explicar lo principal de cualquier iglesia: la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía, dentro del Sagrario.

            Les digo: “en esta iglesia hay un tesoro y, para encontrarlo, tenemos una pista: una lucecita roja. ¡A ver quién la encuentra primero!”. Y me pongo a mirar para arriba y para los lados. En seguida, el niño o la niña también. “¿Es esa?”: “¡no; esa es verde! Esa es de las salidas de emergencia”. Hasta que pronto descubre la lamparilla del Sagrario: “¿es aquella luz pequeñita al lado de esa puerta?”. “¡Genial!: ¡has descubierto la primera pista! Vamos hasta allí y hay que encontrar la otra pista: otro lucecita igual”.

Y una vez llegados a la entrada de la Capilla del Santísimo (que es acristalada) ya ve la lamparilla contigua al Sagrario: “¡estupendo! ¡Has descubierto el Tesoro!: ¿ves ese cofre? ¡Pues está dentro! Pero no se llama “cofre”, sino “sagrario” y… el Tesoro… se llama… ¿Quién es quien más nos quiere, (mucho más incluso que papá y mamá que nos quieren muchísimo)?”. Alguno dice…: “Jesús” o “Dios”. Si no, se lo digo yo. “¡Fantástico! Hemos descubierto el mejor Tesoro del mundo: el pan redondito, blanquito, aplastadito… no es pan, sino que es Jesús, Dios”.

“Así que, como Él nos quiere tanto, que hasta se queda con nosotros en todas las iglesias, vamos a hablar un poquito con Él. Pero para eso no hacen falta palabras: hablamos sin decir nada, le hablamos con el corazón; vamos a mirar con mucha atención al Sagrario, porque dentro está Jesús, y le decimos algo con nuestro pensamiento”. “¿Y qué le digo?”, me pregunta alguno a veces. Pues…: “te quiero mucho, Jesús”, “quiero que seas mi mejor Amigo”, “ayúdame a ser cada día más bueno”. “O le cuentas lo que has hecho hoy: Él ya lo sabe, porque nos mira siempre en todas partes con mucha ilusión y mucho cariño, pero le gusta que se lo cuentes tú mismo”.

            Nos quedamos padres, niño(s) y yo en silencio. Y, a los pocos segundos, en seguida dicen contentos: “¡ya!”. “¡Muy bien! Y… ¿nos quieres contar lo que le has dicho… o es un secreto entre Jesús y tú? Algunos nos cuentan candorosamente frases sencillitas, pero que emocionan el alma por su espontaneidad y sinceridad.

            Y luego les digo: “Jesús nos ha escuchado. Pero ahora nos toca a nosotros escuchar a Jesús. Él nos habla a través de la Biblia, del Evangelio, ¡que es la Palabra de Dios! Pero también nos habla al corazón. No lo vamos a oír con palabras, (bueno, a lo mejor alguno sí), pero lo normal es que sintamos paz en el corazón, o alegría, o como un calorcillo dentro, o ganas de ser más buenos…: ¡eso es señal de que nos está hablando Jesús, aunque no oigamos palabras o no entendamos bien qué nos dice! Así que, vamos a mirar de nuevo con mucha atención al Sagrario, porque dentro está Jesús, y vamos a quedarnos callados con mucho amor un ratito”.

            Con la última familia que hice esto, hará unos 10 días, como siempre, le pregunto al niño, (¡después de casi 2 minutos en silencio y sin movernos, (que para un niño de 6 años es mucho!): “¿te ha dicho algo Jesús?”. Dice: “sí”. Sus padres con los ojos como platos. “¿Y qué te ha dicho Él?”. “Que muchas gracias por lo que le he dicho”.

 

 

Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de febrero («Al que venga a Mí no lo echaré fuera», Jn 6, 37), la de enero («Vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarlo», Mt 2, 2) y la de diciembre («¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!», Lc 1, 45):

 

1.-        “…te cuento una de mis experiencias: fue justo anoche; estaban mis hijos discutiendo y no se entendían entre sí. Si yo mediaba, casi se alzaban más la voz. Pedí ayuda a Dios para que esa energía tan negativa no se hiciera con mis hijos y conmigo y, justo en un momento de tregua, entró tu mensaje de resaltar lo positivo en los demás. Me centré en eso, mientras seguía rezando para apaciguar la situación. Al final se disculparon, por lo menos conmigo, y sé que con un poco de tiempo retomarán su buena relación.

Muchas gracias por tu mensaje: lo tomé como una respuesta a mi petición de ayuda a Dios….

 

2.-        “gracias por tus experiencias: son siempre una oportunidad dentro del buzón de correo-e. lleno de ofertas, reclamaciones, quejas… para reenfocar el estilo.

            Estaba enfadado con mi entidad bancaria, porque llevo pendiente de solucionar trámites administrativos con los saldos gananciales y que pasen a sus herederos (nuestros hijos) desde hace más de un mes. Los del banco, no me contestaron al correo que envíe en su momento y 25 días más tarde me piden una documentación que ya fue entregada anteriormente. Cuando hablo con ellos me dicen que están desbordados, (que vienen de otra entidad que les ha absorbido), y que hay procedimientos que necesitan confirmar.

Mi posición, (como administrado), y así se lo decía al gestor de ese banco el viernes tarde, es: “a mí no me cuentes historias; yo espero gestión y resultados”.

Hoy le he contestado al gestor, en cambio, reenviando la documentación y dándole un nuevo plazo, pero la respuesta escrita, aunque firme en los requerimientos, ha sido moderada y sin acritud. Esto ha sido fruto de tu mensaje.

 

3.-        “esta es mi experiencia que estoy tratando de asimilar:

El miércoles tenía cita con el oncólogo: pensaba era una cita de control, pero tuve un encuentro especial con Jesús y sin dudar le he dicho “sí”. La cita era para los resultados de la resonancia efectuada y... ¡Hay que estar siempre preparada y con la lámpara encendida...!: según parece tengo 2 metástasis en la columna, zona dorsal y lumbar, (está por confirmar con un PET), y el tratamiento ya me ha dicho será radioterapia. Estoy algo chocada todavía, pero me siento en Sus manos: tiene prisa en que haga una carrera en el 'santos juntos'; en especial llega cuando estoy algo baja de moral, así que me dice Él: “Yo no te olvido”. Ofrezco todo por la Obra de María, por la Iglesia y, cómo no, por nuestra comunidad local.

Esta es mi parte, que parece me la quiere grabar a fuego: tengo que ser ese imán que atrae el cielo a la tierra; pero lo tengo claro: sin la unidad, sin “Jesús en medio”, no puedo nada. Esta es mi experiencia, que es repetir el “sí” a Jesús Abandonado en cada momento, hasta que “la maleta” esté llena y el designio realizado. Pero este también es un camino sinodal.

Como verás, Paco, no sé lo que Dios quiere de mí. A este punto, me preocupa mi marido: pide mucho por él, ya que también Dios le está pidiendo mucho. Y es un cuidador excelente, un tesoro y se merece un céntuplo.

Tengo grabada la frase que me dijo M., fruto de su experiencia similar a la mía: 'en el momento presente, tienes la gracia'. Y ahí estoy, y no puedo salir de ahí; si no, no lo soportaría: es un golpe que hace falta asimilar, pero decir “sí” a cada momento; y luego Él me dará la fuerza... Si no... Mejor no pienso… y rezo la oración de San Francisco.

 

 

 

Si quieres leer más experiencias similares, 

de gente de todo el mundo,

puedes encontrarlas “pinchando” AQUÍ o AQUÍ

o también AQUÍ


No hay comentarios:

Publicar un comentario