jueves, 16 de diciembre de 2021

NI UN SEGUNDO ANTES, PERO TAMPOCO UNO DESPUÉS

 VIDA DE LA PALABRA                              primeras semanas de DICIEMBRE

Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de diciembre («¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!», Lc 1, 45) y la de noviembre («Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios», Mt 5, 9):

 1.-        El jueves tenía yo programadas varias cosas, entre ellas, hablar con una persona. La noche anterior me escribe para posponer la charla. Pensé: “Jesús, me estás diciendo que he cargado demasiado mi agenda para mañana; ¡gracias por cuidarme!”.

         Cuando llegó la mañana, empezaron a presentarse multitud de cosas. P.ej., ya a las 7:40, (después de dos meses de espera), se presentaron a podar y terciar las “famosas” ramas del parque (las que estaban desgastando y provocando desperfectos en la fachada y techo de la casa parroquial); al ratito, llega también el que arregla las puertas mecánicas (que debiera haber venido dos días antes); etc.

         Mientras tanto, yo quería “encajar” todos esos imprevistos con mis cosas “previstas” y me estaba agobiando y estresando porque cada vez parecía más imposible. Y me vino la PdV: “dichosa la que ha creído…”. Pues, ¡en ese momento yo no estaba dichoso precisamente! ¡¡No puede ser!! Y siempre el Señor me ha ido arreglando mi agenda: ¿es que no me estoy fiando? Hasta que me di cuenta: los trámites que yo tenía previstos, no era imprescindible realizarlos ese día. Y en ese momento me entró la paz: ya no tenía “mil cosas”: solo las del momento presente que Dios me ponía delante. Y me entró la dicha, recordando y comprobando, una vez más, lo que siempre os digo: “ni un minuto antes, ¡pero tampoco uno después!; Dios provee en el instante adecuado”. No obstante, a pesar de eso, seguramente llegaría yo tarde a la reunión con los sacerdotes del arciprestazgo, pero con paz y dicha. ¡Y así fue! Y, (para que me fie más aún del Señor, cuando Él “me arregla” la agenda), iba diez minutos tarde, un poco avergonzado, pero… ¡fui el primero en llegar!

 

 

Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de de diciembre («¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!», Lc 1, 45),  la de noviembre («Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios», Mt 5, 9) y la de octubre («Sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que lo aman», Rm 8, 28):

 

1.-        “como te puedes imaginar, mi mujer y yo, hemos hablado mucho (durante los últimos 6 meses), sobre todas las "salidas" posibles a esta crisis de salud.

Por caminos propios y en procesos paralelos y casi simultáneos, nos encontramos que habíamos llegado a la misma conclusión; "total aceptación y conformidad" con lo que el Señor hubiera dispuesto para nosotros.

A partir de ese momento, la "gestión" de la crisis, ha estado totalmente exenta de cualquier tipo de "tensión negativa".

De manera que todo el tratamiento lo hemos pasado preocupados, pero con una tranquilidad y una paz interior realmente llamativas. En lugar de reprochar el mal trato, damos gracias a Dios por permitirnos ayudarle a llevar la Cruz y, además, descubrir que no pesa...

Si Dios quiere, saldremos de ésta. Confiamos, plenamente, en la Misericordia Divina y en la competencia médica. No sé expresarlo de otra manera.

 

2.-         “… me di cuenta que el cliente se había marchado sin pagar los 150 €. Aunque a veces esto ha sucedido a otras y los jefes entienden que no tenemos la culpa, me puse muy nerviosa, pues me gusta hacer con total responsabilidad todas las cosas, también mi trabajo.

            Entonces le recé a mi ángel de la guarda y le pedí que le hablara al ángel de la guarda de ese señor para que pagara lo que debía.

            Cuál sería mi sorpresa cuando veo a ese hombre a la mañana siguiente. Me batía el corazón. Me daba reparo decirle algo, pero me acerqué y traté de sacar mi mayor amabilidad: “perdone: no sé si se dio cuenta ayer, pero estuvo aquí y quizá distraídamente se marchó sin pagarme”. “¡Imposible!, pero vamos a comprobarlo porque guardo siempre los tickets”. Miró y nada. Miró los cargos de su tarjeta… y entonces me pidió perdón por su despiste y pagó.

            Yo estaba emocionada por dentro y no paraba de darle gracias a Dios y a los ángeles de la guarda. Tanto se me notaba, que una compañera me preguntó qué me pasaba y no tuve más remedio que contarle, aunque ella no es muy creyente… Acabó exclamando que nunca había visto algo así, que era un milagro….

 

3.-        “llevo desde agosto “alejada” y “enfadada”. Derivaron a mi hija pequeña al neurólogo y al médico rehabilitador porque no caminaba y nos dijeron que algo pasaba… primero que si la niña no iba a caminar nunca, que si caminaba iba a ser como “una niña retrasada”, que podría tener una enfermedad en el músculo, que si era autista…. En fin…

Hay personas que en los momentos malos se aferran mucho más a la fe y yo decidí alejarme, no era capaz ni de pensar en algo más que: “¿por qué me tiene Dios que castigar de esa manera? Que me mande algo malo a mí, pero a mis hijas, no”. Total que han sido unos meses duros de mucha fisioterapia y de mucha lucha interna conmigo misma, porque yo quería refugiarme en la fe, como hacen muchas personas cuando algo malo les pasa, pero es q no podía…

Hace pocas semanas mi pequeñita dio sus primeros pasitos y fue unos de los mejores días de mi vida porque por fin puedo ver luz al final del túnel. Han sido 3 meses muuuuuuy largos para mí y a día de hoy solo puedo darle gracias a Dios porque mi hija está sana y va a caminar. Estoy volviendo a retomar las lecturas diarias de la Biblia y estoy muy ilusionada con el Adviento y la Navidad.

Justo hoy leí un texto en instagram sobre el Adviento y que describe  a la perfección cómo me he sentido yo estos meses. Probablemente estos meses me han hecho valorar mucho más cosas insignificantes que damos por hecho en el día a día. Me ha hecho pararme y darme cuenta de lo que de verdad importa.

Y en el fondo sé que Dios ha estado conmigo en todo momento. Porque aunque yo no le tuviera tan presente en el día a día, ni rezase, ni fuese a Misa, había momentos en los que me paraba y decía: “no puedo más, a esto no le veo salida”; y yo sé que estaba Él ahí, me sostenía y me decía que ya faltaba menos; no sé cómo explicarlo bien.

Justo ayer mi hija mayorcilla, (que va a un cole religioso), empezó a tararear una canción y me quedé alucinada, porque fue una canción que ¡¡¡canté como solista el día de mi primera Comunión!!!! Me hizo muchísima ilusión recordarla y que ella se la supiera. Fue como una señal.

 

4.-        “me gustó el consejo que dijiste a los niños: "repetid la respuesta para aprenderla, pero no como papagayos, sino con el corazón". Es algo en lo que he pensado mucho ya siendo mayor: tantas cosas aprendidas de memoria que luego recitaba sin pensar realmente en lo que decía.

Y ¡qué distinto resulta todo cuando realmente las cosas se dicen desde el corazón!

Hace 3 meses, al ir a confesarme, me pusiste de penitencia recitar un Padrenuestro, pero pensando en una hija que se dirige a su padre. Recuerdo que  pensé: "que penitencia tan fácil; en un momento la hago".

            Tres meses han pasado y aún no he sido capaz de cumplirla: cuando me puse a decir el Padrenuestro, recordé las indicaciones y no pude pasar de la palabra “Padre”. Pensar, sentir, que realmente le estaba hablando a mi Padre; “nuestro”, cierto, pero en ese instante de relación hija-padre, pensar  que ciertamente era mi Padre y que no estaba allí lejano, en el cielo, sino también en la tierra, cerquita,  conmigo, que su compañía era real, me hizo emocionarme y no pude continuar rezando.

Tu consejo a los niños me hizo recordar las palabras escuchadas en este tiempo de Adviento: "allanad el camino". Y ahora me pregunto si para allanarlo no tendré que hacer precisamente eso: "quitar los papagayos de mi vida y dejar solo sitio al corazón".

 


 

 

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