VIDA DE LA PALABRA últimas semanas de OCTUBRE
Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de octubre («Sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que lo aman», Rm 8, 28) y la de septiembre («Si uno quiere ser el primero, sea el último de todos y el servidor de todos», Mc 9, 35):
1.- Son varias las sorpresas que
saltan cada día y a las que hay que hacer frente, muchas veces sin saber de
dónde llueven. Te cuento solo alguna de las muchas:
Hace unos días me llaman de la
institución principal que nos daba los alimentos a la parroquia y que luego
nosotros entregábamos a los necesitados: ¡nos suspenden las entregas porque
desde febrero no se han atendido las instrucciones que habían dado! Después de
“pelearlo”, vi que lo tenían más que decidido. Así que, continuando con la
misma amabilidad y respeto, les mostré mi desacuerdo y no tuve más remedio que
acatar con humildad su decisión.
Añadieron que, dado que estoy apenas estrenado aquí, nos
concederán una oportunidad y, si en 3 meses pusiéramos al día todo tal como nos
indiquen en la inspección de la semana próxima, empezarían de nuevo entonces a
surtirnos.
“Todo sirve para el bien de los que aman”. ¿También esto?
Yo pensaba sobre todo en la gente necesitada. ¡También esto! Con fe en la
Providencia divina y en la ayuda de S. José, que “entiende de todo”.
Con ilusión estamos tratando de tener ya todo más que
listo para esa próxima revisión. Conscientes también que a veces un parón no
interrumpe la marcha, sino que sirve para recobrar más aliento e impulso.
¡Dios seguro que sacará un bien mucho más grande de todo
ello, si no dejamos de amar a todos y de sonreír ante todo!
1b.- Varias personas que desempeñaban
diferentes tareas importantes en la parroquia, llevaban ya tiempo pensando por
edad o por desplazamiento que quizá era el momento de dejar sus diversos
cometidos; para no abandonarme “en la estacada”, se ofrecían, no obstante, a
continuar unas semanas, mientras íbamos encontrando otras personas que pudieran
desarrollar esa tarea o ponían de plazo hasta Reyes.
Recordando el “todo sirve para el bien
de los que aman…”, se transformaba en acogida y comprensión el “jarro de agua
fría” en mi interior que suponía cada uno de sus anuncios. En primer lugar, dando
sinceros agradecimientos a cada uno por esos servicios desarrollados
desinteresadamente tantos años a favor de la Parroquia. En segundo lugar, de
entender yo que ellos tienen que discernir (por edad o distancia o situaciones
familiares o…) lo que es Voluntad de Dios para ellos; y alegrarme con ellos, si
lo tienen claro, de que den gloria a Dios de otra manera o en otro sitio; no
obstante tengo de par en par abiertas las puertas y el corazón a que continúen
indefinidamente. Y, en tercer lugar, de nuevo fiarme de la Providencia y de S.
José, (¡como ya han empezado a hacer en varias tareas!), que moverán el corazón
de otras personas que pudieran entregarse a esos servicios (¡y a otros muchos
que me voy dando cuenta!) en la parroquia. “Todo sirve para el bien”.
2.- Una semana cada cuatro, nos toca
a nosotros dos estar pendientes todo el día del teléfono para atender el
tanatorio de Las Rozas.
Mi primera intervención allí fue una Misa “de cuerpo
presente” a las 15:00. Dado que se alargó una reunión que tenía yo previamente
esa mañana, me fui allí sin comer.
Saludé con la mayor amabilidad a los
empleados y a 4 familiares. Cuál sería mi sorpresa que en la Misa solo estaban
ellos 4. Ni se pusieron de pie; ni contestaron, (solo una de ellas, mayor, de
vez en cuando elevaba un tímido “amén” casi imperceptible): eso me desconcertó
y desconcentró mucho al principio.
“Todo sirve para el bien de los que aman a Dios”. Pensé
en la difunta de casi 102 años, quizá mujer con mucha fe. Y, (aunque la
circunstancia, la pasividad y frialdad invitaban a todo lo contrario), viví la
Misa “a tope” por el Señor en primer lugar, con ilusión, ¡y también por ella,
que era mi prójimo a quien amar! Como si hubiera celebrado yo solo, concentrado
teniendo por testigo a “toda la corte celestial”. O como si hubiera estado en
una iglesia repleta y con gente entregada participativamente.
Esto último sí lo pude vivir así, justo
una semana después (casi a la misma hora), con un gran amigo del movimiento,
que acaba de dejarnos. El corazón se llenaba de gozo dando todos gracias a Dios
ante este gran hombre, y pidiendo con intensidad de fe vivida por su eterno
descanso, casi como una fiesta anticipo de la del cielo a la que está llamado.
Alguna de vuestras
EXPERIENCIAS tratando de
llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de octubre («Sabemos que en
todas las cosas interviene Dios para bien de los que lo aman»,
Rm 8, 28), la de
septiembre («Si uno quiere ser el primero,
sea el último de todos y el servidor de todos», Mc 9, 35) y la de agosto
(«Quien
se haga pequeño como este niño, ese es el mayor en el Reino de los Cielos»,
Mt 18,
4):
1.- “…como siempre, te leo con mucha
ilusión por hacerme entender muchos de mis sentimientos y darme estrategias
para estar más cerca de Dios y comprender lo que nos tiene preparados a cada
uno de nosotros.
Estamos pasando un mal momento, el peor que he vivido. Mi
madre está ya muy mal, y me desconsuela verla luchar tanto y ver en sus ojos
esa pena y rabia de no ganar la batalla. Y en cuanto muestra esos sentimientos,
enseguida pide perdón a Dios. ¡Qué fortaleza! Todos los días le pido poder
disfrutar un poquito más de ella y que siempre se sienta acompañada por Él, que
me ayude a decir y hacer con ella lo que más necesite mi madre en cada momento,
y que no sienta miedo.
Sé que rezas por ella y por todos
nosotros, pero te agradecería si pudieras mandarme alguna oración de consuelo,
porque a veces me cuesta todo muchísimo…”.
2.- “…habiendo regresado de
África, comparto una primera impresión: viendo esos días a los niños jugando en
el recreo o bien atentos a sus profes en el aula, recordaba los comienzos,
cuando el cole era un proyecto, un diseño sobre un plano.
La última vez que fui, hace 6 años, estaba todo en
obras; había mucho movimiento de tierras, maquinas, andamios, obreros
trabajando por todas partes.
Al regresar ahora y ver que aquello que antaño fue
una idea ahora era una realidad, recordaba el lema y la oración del Domund y me
daba cuenta que, en verdad, “el desánimo y el cansancio no tienen la última
palabra”.
En este trayecto no nos han faltado horas de
desánimo, ocasiones, incluso, de pensar en tirar la toalla y no continuar con
el proyecto ante muchas dificultades.
Pero ante el "no merece la pena seguir"
que en esas ocasiones retumbaba en nuestros oídos, escuchábamos también las
palabras dirigidas a Josué en el Antiguo Testamento: "¡ánimo, sé fuerte y valiente! ¡No temas, ni te acobardes!”.
Y desde luego que mi marido lo ha sido: fuerte,
valiente y no se ha dejado acobardar por nada ni nadie y con ese entusiasmo,
con el empuje del Padre y del Espíritu Santo, siguió adelante.
Por ello ahora he podido ver la
felicidad reflejada en la cara de los niños. He podido escuchar sus risas y sus
voces cantando al unísono. He podido sentir un rayo de esperanza. He podido
constatar que, en verdad, con esfuerzo, trabajo, dedicación, oración, las cosas
pueden ser diferentes.
He visto, como dice la mencionada oración, “mucho
amor en movimiento”: en los niños, en los profes, en el equipo directivo, en
las personas que nos llevaban y traían, en...
Pero sobre todo he visto mucho amor en movimiento
en mi marido a quien ni siquiera el haber pasado por la uci hace poco le ha
hecho detenerse y ha seguido traspasando fronteras para seguir trabajando por
un futuro mejor para jóvenes y niños de las zonas más desfavorecidas…”.
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