VIDA DE LA PALABRA primeras semanas de ABRIL
Alguna de mis
EXPERIENCIAS tratando de
llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de abril («Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros
también debéis lavaros los pies unos a otros», Jn
13, 14) y la de marzo («Sed compasivos, como vuestro Padre es
compasivo», Lc 6, 36):
1.- Estuve en una Escuela de
Acompañamiento Espiritual en el Centro Mariápolis de CastelGandolfo, con 501
personas de 66 países (14 traducciones simultáneas). Resultaron unos días
riquísimos por la profundidad y sencillez de los temas, pero también por la
variedad de los ponentes y de los oyentes, puesto que éramos de todas las vocaciones,
culturas y procedencias.
Desde el principio, renovando
el pacto de unidad, se sentía cómo el Espíritu Santo “aleteaba” entre todo lo
que se decía y entre toda la gente, también en los pasillos y en la fila del
comedor, que se convertía para cada uno en una oportunidad preciosa de “lavar
los pies” al tratar de entender a los que tenías alrededor, (por extraña que
fuese la lengua), y tratar de comunicar algo de lo que te había quedado dentro
o algo de la experiencia que traías. Resultaba espontáneo entre todos, p.ej.,
ceder el puesto con una sonrisa, invitar a que se sentara con tu grupo a uno
que venía solo, prepararle a otro la bandeja… y un largo etcétera.
Yo me tuve que volver día y
medio antes a la parroquia, pero aun así percibí que, a través de todos y de
todo, venía yo con el alma repleta de haber gozado de la presencia de Jesús en
medio de dos o más unidos en Su Nombre, y entonces Él mismo también había sido
Maestro (invisible, pero directamente) en el “arte” del acompañamiento
espiritual.
1b.- Y siguiendo en la tónica de
servir por amor, un detalle ingenuo, pero de vivir la PdV: en el viaje de
vuelta, la persona que estaba sentada a mi lado iba corrigiendo un trabajo y
cuando ya quedaba poca luz para leer, sin decirle nada, le encendí la lucecita
de encima de su asiento. En su concentración, ¡ni se percató!
Y al bajar, noté que otra
persona tenía mala cara y estornudos, y agradeció mucho que yo le prestara
atención, animara y ofreciera ayuda y sonrisa.
2.- Más a menudo de lo que yo me
pienso, no hago bien las cosas. P.ej.: con diferencia de pocos días, dos veces encontré
taponado por varios vehículos el portón por donde entramos los coches en la
parroquia. Y se me puso muy mal humor por dentro, dado que, además, yo en ambos
momentos llevaba el tiempo más que ajustado: un día, no pude entrar el coche
para descargar la compra (y tuve que hacerlo desde más lejos, con el lumbago de
esos días), y el otro, no pude sacarlo para ir a la bendición de un local en
otra ciudad. Ciertamente, no me comporté incorrectamente, pero cuando vi a los
respectivos dueños, no los miré con una sonrisa como a todo el mundo: ante
unos, sin decir palabra, me fui; ante los otros, incluso me quejé como quien
habla solo en voz alta. Todo ello, sin ser descortés, por supuesto.
Luego me quedé mal: había
perdido dos oportunidades de dar testimonio de paz, paciencia y perdón. Además,
fueron solo 10 ó 12 minutos más en cada una de las ocasiones. Es más, a los
pocos instantes me entró verdadero arrepentimiento por haber quizá
escandalizado a esas personas y a otros que fueron testigos indirectos. Así
que, a los que conocía de estos, luego les escribí un WhatsApp pidiendo perdón
por si no los atendí bien en mi preocupación de buscar a los conductores y por
si, además, les provoqué escándalo con mi mal ejemplo. A los directamente
afectados, no los conozco, así que, he rezado especialmente por ellos. También
porque, todos los días desde hace bastantes meses, una de mis peticiones es:
“te pido, Señor, por todas las personas a las que alguna vez o de alguna
manera, yo no he respetado; te pido por todos aquellos que se han sentido
escandalizados o heridos. Sánales Tú esas posibles heridas, que no se hayan
quedado mal, que no se alejen de Ti y (si es que se dieron cuenta) que me hayan
perdonado en el fondo y se les haya olvidado el asunto”.
2b.- Uno de los días que mediaban
entre los dos incidentes anteriores, estuve hablando con unas personas. Era uno
de esos días que tenía yo una tarea tras otra milimetrada desde temprano hasta
bien tarde; logré encontrarles hueco. Yo creí que me había comportado de una
manera acogedora, sencilla y normal: de hecho, me dio mucha alegría volver a
ver a unos y conocer a otros. Pero al día siguiente vino de nuevo a hablar
conmigo la persona a la que yo más conocía de esos cuatro: “¿qué te pasaba ayer?”. Al principio, no
entendí nada la pregunta. Por lo visto es que el día anterior yo no me había
expresado con la alegría y el entusiasmo que se esperaba y se había quedado muy
mal (y quizá también los otros, aunque apenas los conocía yo).
Así que, le agradecí enormemente
el gesto de amistad verdadera de regresar para decírmelo a la cara; le pedí
perdón y que me dijera cómo podía reparar la situación. Me aconsejó que no me
comprometiera a demasiadas actividades: “es
preferible que me hubieras dicho que no nos recibías y que dediques un poco de
tiempo para ti y tus cosas”.
Quizá la astenia primaveral y
el antihistamínico que yo llevaba tomando una semana me hacían estar “a medio
gas”; sí que me había yo notado algún día, desde el cambio de hora, un poco
somnoliento el cerebro; ¡pero pensé que los demás no lo advertían! Así que,
procuro estos días, para “lavar los pies”, poner un plus de atención,
amabilidad y alegría.
Alguna de vuestras
EXPERIENCIAS tratando de
llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de abril («Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros
también debéis lavaros los pies unos a otros», Jn
13, 14), la de marzo («Sed compasivos, como vuestro Padre es
compasivo», Lc 6, 36) y
la de febrero («Busca la paz y anda tras ella», Sal 34, 15):
1.- “…ahora que estoy más espabilada te cuento!
Mi hijo y su novia aceptan ir al curso para novios en el Centro Mariápolis el
último finde de abril, así que los matricularé hoy 😊
Y, segundo, contarte que le han cambiado las
condiciones de trabajo a mi marido (que era lo que él estaba deseando y que lo tenía
deprimido): así que ha sido un regalo del Espíritu Santo. Era algo que parecía imposible...
Te resumo un poco…: él trabaja con un sistema de ventas que era imposible tener
comisión y de la noche a la mañana se lo han cambiado a algo posible. Así que,
si trabaja bien, puede tener un aumento consistente en ingresos al año, que era
justo lo que él llevaba dos años pidiendo, que es lo que vale su trabajo y que
está infravalorado. Así que, milagro total porque justo una semana antes de los
Ejercicios de Cuaresma había tenido una conversación con su jefe que terminó en
mal plan…”
2.- “…deseo mucha felicidad y fuerza para tu Semana
Santa; yo estoy, dentro de lo que cabe, bien: me han dado dos sesiones de
radiocirugía en la cabeza (me falta una para este lunes). Muy duro, pero sigo
adelante; cuando estuve ayer viernes en la máquina metida 40 minutos, estuve
todo el tiempo rezando; ya los últimos minutos no podía más: era un dolor
fuertísimo en la cabeza, detrás, donde me abrieron la cabeza, ya que no me
puedo mover nada (tengo una máscara puesta y una máquina que me aprisiona la
cabeza para no moverme nada). Pero te digo que hay un Dios muy grande y una
madre a mi lado que me ayudó a salir ya cuando yo tiré la toalla, que no podía
más: mi fe me ayudó a aguantar ese rato tan malo y aquí estoy contándoselo. Solo
usted me entiende porque, aunque yo no sea practicante, tengo mucha fe y sé que
tengo algo muy grande conmigo a mi lado y por eso puedo seguir. Espero su madre
este mejorcita; rezaré por usted para esta Semana Santa mucha fuerza y paz…”
Si quieres leer
más experiencias similares,
de gente de
todo el mundo,
N.B.: tú también puedes compartir las experiencias
que, por gracia de Dios, hayas podido realizar
poniendo en práctica el Evangelio;
“pincha” aquí abajo en “comentarios” y escríbela;
o, dado que en algunos navegadores eso no funciona,
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