lunes, 15 de abril de 2019

LAVAR LOS PIES PIDIENDO PERDÓN

VIDA DE LA PALABRA                         primeras semanas de ABRIL



Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de abril («Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros», Jn 13, 14) y la de marzo («Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo», Lc 6, 36):

1.-      Estuve en una Escuela de Acompañamiento Espiritual en el Centro Mariápolis de CastelGandolfo, con 501 personas de 66 países (14 traducciones simultáneas). Resultaron unos días riquísimos por la profundidad y sencillez de los temas, pero también por la variedad de los ponentes y de los oyentes, puesto que éramos de todas las vocaciones, culturas y procedencias.
Desde el principio, renovando el pacto de unidad, se sentía cómo el Espíritu Santo “aleteaba” entre todo lo que se decía y entre toda la gente, también en los pasillos y en la fila del comedor, que se convertía para cada uno en una oportunidad preciosa de “lavar los pies” al tratar de entender a los que tenías alrededor, (por extraña que fuese la lengua), y tratar de comunicar algo de lo que te había quedado dentro o algo de la experiencia que traías. Resultaba espontáneo entre todos, p.ej., ceder el puesto con una sonrisa, invitar a que se sentara con tu grupo a uno que venía solo, prepararle a otro la bandeja… y un largo etcétera.
Yo me tuve que volver día y medio antes a la parroquia, pero aun así percibí que, a través de todos y de todo, venía yo con el alma repleta de haber gozado de la presencia de Jesús en medio de dos o más unidos en Su Nombre, y entonces Él mismo también había sido Maestro (invisible, pero directamente) en el “arte” del acompañamiento espiritual.
1b.-    Y siguiendo en la tónica de servir por amor, un detalle ingenuo, pero de vivir la PdV: en el viaje de vuelta, la persona que estaba sentada a mi lado iba corrigiendo un trabajo y cuando ya quedaba poca luz para leer, sin decirle nada, le encendí la lucecita de encima de su asiento. En su concentración, ¡ni se percató!
Y al bajar, noté que otra persona tenía mala cara y estornudos, y agradeció mucho que yo le prestara atención, animara y ofreciera ayuda y sonrisa.

2.-      Más a menudo de lo que yo me pienso, no hago bien las cosas. P.ej.: con diferencia de pocos días, dos veces encontré taponado por varios vehículos el portón por donde entramos los coches en la parroquia. Y se me puso muy mal humor por dentro, dado que, además, yo en ambos momentos llevaba el tiempo más que ajustado: un día, no pude entrar el coche para descargar la compra (y tuve que hacerlo desde más lejos, con el lumbago de esos días), y el otro, no pude sacarlo para ir a la bendición de un local en otra ciudad. Ciertamente, no me comporté incorrectamente, pero cuando vi a los respectivos dueños, no los miré con una sonrisa como a todo el mundo: ante unos, sin decir palabra, me fui; ante los otros, incluso me quejé como quien habla solo en voz alta. Todo ello, sin ser descortés, por supuesto.
          Luego me quedé mal: había perdido dos oportunidades de dar testimonio de paz, paciencia y perdón. Además, fueron solo 10 ó 12 minutos más en cada una de las ocasiones. Es más, a los pocos instantes me entró verdadero arrepentimiento por haber quizá escandalizado a esas personas y a otros que fueron testigos indirectos. Así que, a los que conocía de estos, luego les escribí un WhatsApp pidiendo perdón por si no los atendí bien en mi preocupación de buscar a los conductores y por si, además, les provoqué escándalo con mi mal ejemplo. A los directamente afectados, no los conozco, así que, he rezado especialmente por ellos. También porque, todos los días desde hace bastantes meses, una de mis peticiones es: “te pido, Señor, por todas las personas a las que alguna vez o de alguna manera, yo no he respetado; te pido por todos aquellos que se han sentido escandalizados o heridos. Sánales Tú esas posibles heridas, que no se hayan quedado mal, que no se alejen de Ti y (si es que se dieron cuenta) que me hayan perdonado en el fondo y se les haya olvidado el asunto”.
2b.-    Uno de los días que mediaban entre los dos incidentes anteriores, estuve hablando con unas personas. Era uno de esos días que tenía yo una tarea tras otra milimetrada desde temprano hasta bien tarde; logré encontrarles hueco. Yo creí que me había comportado de una manera acogedora, sencilla y normal: de hecho, me dio mucha alegría volver a ver a unos y conocer a otros. Pero al día siguiente vino de nuevo a hablar conmigo la persona a la que yo más conocía de esos cuatro: “¿qué te pasaba ayer?”. Al principio, no entendí nada la pregunta. Por lo visto es que el día anterior yo no me había expresado con la alegría y el entusiasmo que se esperaba y se había quedado muy mal (y quizá también los otros, aunque apenas los conocía yo).
Así que, le agradecí enormemente el gesto de amistad verdadera de regresar para decírmelo a la cara; le pedí perdón y que me dijera cómo podía reparar la situación. Me aconsejó que no me comprometiera a demasiadas actividades: “es preferible que me hubieras dicho que no nos recibías y que dediques un poco de tiempo para ti y tus cosas”.
Quizá la astenia primaveral y el antihistamínico que yo llevaba tomando una semana me hacían estar “a medio gas”; sí que me había yo notado algún día, desde el cambio de hora, un poco somnoliento el cerebro; ¡pero pensé que los demás no lo advertían! Así que, procuro estos días, para “lavar los pies”, poner un plus de atención, amabilidad y alegría.



Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de abril («Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros», Jn 13, 14), la de marzo («Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo», Lc 6, 36) y la de febrero («Busca la paz y anda tras ella», Sal 34, 15):

1.-        “…ahora que estoy más espabilada te cuento! Mi hijo y su novia aceptan ir al curso para novios en el Centro Mariápolis el último finde de abril, así que los matricularé hoy 😊
Y, segundo, contarte que le han cambiado las condiciones de trabajo a mi marido (que era lo que él estaba deseando y que lo tenía deprimido): así que ha sido un regalo del Espíritu Santo. Era algo que parecía imposible... Te resumo un poco…: él trabaja con un sistema de ventas que era imposible tener comisión y de la noche a la mañana se lo han cambiado a algo posible. Así que, si trabaja bien, puede tener un aumento consistente en ingresos al año, que era justo lo que él llevaba dos años pidiendo, que es lo que vale su trabajo y que está infravalorado. Así que, milagro total porque justo una semana antes de los Ejercicios de Cuaresma había tenido una conversación con su jefe que terminó en mal plan…

2.-        “deseo mucha felicidad y fuerza para tu Semana Santa; yo estoy, dentro de lo que cabe, bien: me han dado dos sesiones de radiocirugía en la cabeza (me falta una para este lunes). Muy duro, pero sigo adelante; cuando estuve ayer viernes en la máquina metida 40 minutos, estuve todo el tiempo rezando; ya los últimos minutos no podía más: era un dolor fuertísimo en la cabeza, detrás, donde me abrieron la cabeza, ya que no me puedo mover nada (tengo una máscara puesta y una máquina que me aprisiona la cabeza para no moverme nada). Pero te digo que hay un Dios muy grande y una madre a mi lado que me ayudó a salir ya cuando yo tiré la toalla, que no podía más: mi fe me ayudó a aguantar ese rato tan malo y aquí estoy contándoselo. Solo usted me entiende porque, aunque yo no sea practicante, tengo mucha fe y sé que tengo algo muy grande conmigo a mi lado y por eso puedo seguir. Espero su madre este mejorcita; rezaré por usted para esta Semana Santa mucha fuerza y paz




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