SEMANA SANTA 2019
Cruz intacta de Catedral Notre Dame de París tras incendio abril 2019 |
Ante nuestros ojos ya, los misterios centrales de
la fe en el sacro triduo, el Triduo Pascual, que desgrana el amor más grande para que aprendamos
a vivirlo todo el año plenamente como hijos de Dios:
Jueves
Santo: lavar los
pies (libremente siervos por amor),
mandamiento nuevo (reciprocidad del amor es lo
típico del cristianismo),
unidad (“que todos sean uno”, testamento de
Jesús, su “perla”)
y alimento para todo ello (Eucaristía, “amor de
los amores”)
y sacerdocio, que la hace posible.
¿Cuesta?
Viernes
Santo, paso
imprescindible para Domingo de Resurrección:
Jesús abandonado (“Dios mío, ¿por qué…?”:
abismo de dolor, abismo de amor: ¡por mí!).
Lanzarse a seguir amando a todos y al Padre,
transformando el dolor en amor del más grande.
“Despojaos del hombre viejo,
y revestíos a imagen del hombre nuevo”.
Renovar el ser hijos en el Hijo:
promesas bautismales en la Vigilia Pascual.
“Se nota que habéis pasado de la muerte a la Vida
porque amáis…”.
“Donde dos o más, allí” está el Resucitado en
medio.
¡Él vive hoy!
¡¡Que lo experimentes!!
Adelantándome al domingo de Resurrección te
deseo, pues,
¡¡feliz Pascua
de Resurrección para ti
y para cada uno
de los que tienes cerca!!
EL TRIDUO PASCUAL
Estamos pasando las horas
más preciosas del año; preciosas para la Iglesia que revive con la liturgia la
Pasión, la muerte y la resurrección de Jesús.
Preciosas para todos… que
tenemos una espiritualidad centrada en la unidad y en Jesús Abandonado.
Hoy es el Jueves Santo,
nuestra fiesta. Jesús hoy, como hace muchos años, dio a sus discípulos el
Mandamiento nuevo, aquel mandamiento que es la ley fundamental y la base de
cualquier otra norma para cada uno de nosotros. Como hoy, Jesús rezó por la
unidad: "Que todos sean uno". Como hoy, instituyó la Eucaristía que
lo hace presente entre nosotros y tiene como efecto, precisamente, nuestra
unidad con Él y entre nosotros. Y como hoy, instituyó el sacerdocio que hace
posible la Eucaristía. Todo, todo esto en un solo día.
¿Qué más queremos? Es
nuestra fiesta y a menudo esta fiesta la hemos vivido con tal emoción en el
corazón que en ningún otro día del año sentimos otra igual.
Hoy es el momento de decir
gracias a Jesús, un “gracias” profundo que brote de lo más íntimo de todos
nuestros corazones y llegue al Cielo.
¿Qué sería nuestra vida sin
el Mandamiento nuevo, sin la Eucaristía, sin el Ideal de la unidad?
Pero mañana he aquí otro día
sin igual: Viernes Santo, Jesús Abandonado. No hay mejor día que mañana a las
tres (de la tarde n.d.t.) para volver a hacer solemnemente nuestra consagración
a Él, renovando nuestro propósito de gastar la vida que tenemos, amándolo
siempre, enseguida, con alegría.
Que cuando besemos al
Crucificado, Jesús reciba de nuestros corazones, esparcidos por todo el mundo,
esta promesa solemne. Será el mejor modo para celebrar el Viernes Santo con Él,
y Él nos ayudará a hacernos santos para su gloria, para la alegría de María y
como un don recíproco.
Después, tras el Sábado
santo, llegará el Domingo de Pascua. Él es el Resucitado, Él es la Resurrección
y la Vida también para nosotros. Digámosle, quizás, por primera vez, gracias
por la vida que tendremos después y no terminará. Prometámosle pensar a menudo,
hacer nuestros mejores proyectos no sólo para esta vida sino para aquella más
importante.
Digámosle que también mañana
queremos ser su gloria, su alegría, y deseamos gastar ésta (vida) para que de
muchos, de muchísimos, reciba todavía alegría y gloria.
Entonces Feliz Pascua a
todos y a cada uno. Os deseo que sea la más hermosa de vuestra vida.
Que todo florezca como en
esta espléndida primavera.
CHIARA LUBICH, El Triduo Pascual, Lago de Costanza (Suiza), 16 de abril 1981
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