VIDA DE LA PALABRA últimas semanas de Noviembre
Algunas de mis EXPERIENCIAS tratando
de practicar tratando de llevar a la vida diaria la Palabra de noviembre («…para
que todos sean uno», Jn 17,
21) y la de octubre («En esto conocerán todos que sois discípulos míos:
si os amáis unos a otros», Jn 13, 35):
1.- A primeros de noviembre nos ofrecieron para José la plaza que desde hace
muchos meses teníamos solicitada en la Residencia del clero en Madrid. ¡Ahora
que ya se iba adaptando a esta otra en Colonia Torrelodones!
Para discernir qué sería lo mejor para él, han sido
días de mucho dialogar entre nosotros, con él, con su familia, con todos los
demás sacerdotes amigos de otras ciudades, con la comunidad del movimiento de
los focolares… Todo ello ha colaborado a nuestro “ser uno” entre todos nosotros.
Al final, veíamos que quizá lo más conveniente para
él era trasladarlo; para mí era de nuevo un “pellizco” en la garganta y el
corazón: hasta ahora, tan cerca, (en cuanto yo
tenía media hora), lo visitaba 4
ó 5 veces por semana, (y en la nueva, ya veremos si podré una vez por semana);
además, se ha creado una relación tan bonita de José y nuestra con respecto a
los demás residentes, directiva, trabajadores de esta Residencia… que a ellos y a mí se nos hizo un
nudo en la garganta cuando les anuncié el cambio: verdaderamente José se los ha
ganado a todos con su alegría, su aceptación de todo, su fe, su carcajada…
Me
vino la tentación de pensar… si hubiera habido paciencia mes y medio, en vez de
ingresarlo tan rápidamente, lo hubiéramos llevado ya directamente a esta y nos
habríamos ahorrado trámites, quebraderos de cabeza, dinero, etc. Pero… en
seguida me di cuenta y reaccioné: si hubiéramos hecho eso, nunca habríamos
conocido (y menos entablado amistad) con personas tan buenas como los
directivos, residentes y trabajadores de esta Residencia; ¡y eso es un tesoro!;
más aún: ¡¡eso es un granito de arena para el anhelo por el que Jesús vino al
mundo: “que todos sean uno”!!
Y todo ello, aparte del bien, (así nos lo han
asegurado los sacerdotes de la Parroquia de la que depende esa Residencia), que
José (muchas veces con su sola presencia) ha hecho a los otros residentes y a
los que allí trabajan o van de voluntarios o pasan de visita.
Desde ayer ya está en la del clero, en la C/ San
Bernardo. José me dijo cuando lo decidimos: “no importa si
no nos vemos tanto; tenemos a Jesús en medio, estamos siempre
unidos”. Han sido 12 años viviendo en comunidad, tratando de merecer la
promesa de Jesús “donde dos o más están
unidos en mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos”. Mientras lo llevaba
en el coche, me decía: “hay que estar
dispuesto cambiar; y estar contento en
cada sitio; yo estoy contento”. Ahora… desde la distancia (y con varias
llamadas al día para asegurarla, como hemos venido haciendo estos 2 meses).
Ayer mismo empezaban las dificultades: desde ahí no
lo llevan a citas médicas a su actual hospital, hay que pedir sus medicinas al
pueblo donde está la anterior Residencia… Se me caía el
alma a los pies: ¡más tareas, aparte de tantísimas pendientes! Pero recordando
la PdV, aproveché para unas llamadas y pedir si alguien podía: sirvió esa
dificultad para renovar la unidad con algunos.
Algunas de vuestras EXPERIENCIAS tratando
de practicar tratando de llevar a la vida diaria la Palabra de noviembre («…para
que todos sean uno», Jn 17,
21), la de octubre («En esto conocerán todos que sois discípulos
míos: si os amáis unos a otros»,
Jn 13, 35) y la de septiembre («Amarás
a tu prójimo como a ti mismo», (Mc
12, 31):
1.- “…Ya tenemos el
piso!! La firma el otro día fue muy bien, aunque apareció un rostro de Jesús
Abandonado: lo que tardaron en llegar (horas) los del Banco a la notaría. Menos
mal que entre nosotros ha surgido una amistad muy bonita y estuvimos charlando
muy a gusto con los anteriores dueños. Habíamos pensado después comer todos
juntos pero desde las 13:30 nos dieron las 17:45... Así que lo hemos dejado
para otra ocasión.
Fue la dueña (es viuda) con sus
tres hijos y hemos quedado en vernos y, por supuesto, cuando ya estemos en casa,
vendrán...
Nos despedimos dándonos fuertes y
largos abrazos entre todos y nos decían que deseaban que fuésemos muy felices
en la casa.
El de la agencia inmobiliaria decía
que nunca había tenido una venta igual, que había un clima precioso, familiar
entre nosotros.
La dueña estaba buscando piso más
pequeño por la zona y la última vez que nos vimos le dije que rezaría. Al verme
me dijo que ya había encontrado y que se acordó mucho de mí: que estaba segura
que había influido mi oración. Es cierto que le pedí al Señor y a la Virgen que
ella, como nosotros, encontrara un lugar donde se sintiese muy a gusto…”
2.- “…reconozco
que, desde el viernes de los atentados en París, tengo el corazón encogido, una
idea me tiene aterrada: pensar en que yo pudiese ser la siguiente víctima.
Me aterroriza pensar que me
pille la muerte de sopetón y no estar preparada para ello.
Me
siento mal, la verdad. Tiempo dediqué a preparar mi boda, no digamos con la
ilusión que esperé la llegada de mi hijo, meses estuve pensando en su primera
comunión y, sin embargo, hasta ahora, ni un minuto me he parado a pensar en ese
acontecimiento que algún día me ocurrirá.
Recientemente
hice un viaje a África, con mucha antelación tuve que ponerme las vacunas,
preparar la documentación….
No ha llegado Navidad, pero ya
estamos planeando dónde iremos; no digamos nada si es el verano lo que se
acercase: la de tiempo que invertimos en buscar, planear, preparar maletas…
A
todos los viajes que hacemos le dedicamos tiempo y atención, a todos menos a
uno; el más importante que vamos a realizar: la vuelta a casa con el Padre.
¿Estoy preparada para ello? No,
me doy cuenta que no. Hace meses que no me confieso, así que ni siquiera tengo
el corazón en paz y esa idea me agobia. Pensar en que mi partida hacia Él pueda
ser en cualquier instante , llegar allí, a su presencia y sentirme tan mal que
no me atreva ni siquiera a mirarle a los ojos.
No. Así
que he hecho el propósito de confesarme en breve (resérvame hueco en tu horario
para el viernes) y, desde ese instante , estar y vivir en paz conmigo misma,
con Dios y con los que me rodean. Y cuando no lo esté, acudir al sacerdote más
cercano para volver a confesarme y empezar de nuevo. Así cuando llegue ese
instante de encontrarme con mi Padre sea en un mes, en diez años o cincuenta
pueda ir corriendo hacia Él y darle un abrazo y un beso…”
3.- “…normalmente
antes de irme a la capilla paso a los salones de los abuelos a ver cómo están y
si alguno tiene necesidad, aunque sea solo de agua, ya que es la hora de cambio
de turnos y a veces los ancianos se levantan queriendo coger algo y se caen o
se pierden entre los pasillos.
Hay una auxiliar que siempre cuando paso me
pregunta dónde voy: “a visitar a Jesús”. Pues ese día pasé y la chica me
preguntó lo de siempre... que si me iba a la capilla y la dije que sí. Me dijo
que me iba a acompañar en la visita a Jesús.
Fuimos a la capilla: nada más entrar noté
cómo entraba con respeto sabiendo que ahí vive Dios. Llegamos cerca del altar y
me preguntó:"¿puedo subir?". Subió, tocó el altar y se santiguó; se
dio vuelta y me preguntó que si el Señor estaba en el Sagrario y le dije que
sí. De la misma manera tocó el Sagrario con mucho respeto y se santiguó. Luego
bajó y me preguntó qué íbamos a rezar. Pensando en ella, le pregunté que si se
acordaba del Padre Nuestro, Ave María y el Gloria; y lo rezamos.
Al terminar mis oraciones con ella, la chica se
emocionó, puso su cabeza sobre mi hombro y lloró amargamente, y yo también,
porque seguro que Dios le habló al corazón y yo, viendo su situación, la
humildad que tenía de sentirse nada ante Dios, lloré también.
Salimos de la capilla y me dijo que todos los
días me va a acompañar a rezar o a estar un ratito con el Señor. Ella no va a
misa desde que la bautizaron, no se ha confesado y, lo reconoce, tiene fe pero
no lo practica.
Sigo rezando con y por ella ya que su
experiencia me ha dejado una marca en mi corazón…”
Si quieres leer más experiencias
similares,
de gente de todo el mundo,
N.B.: tú también
puedes compartir las experiencias que, por gracia de Dios, hayas podido
realizar poniendo en práctica el Evangelio; “pincha” aquí abajo en
“comentarios” y escríbela; o, dado que en algunos navegadores eso no funciona,
mándamela por correo-e.
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