miércoles, 2 de diciembre de 2015

SER UNO ENTRE NOSOTROS

VIDA DE LA PALABRA                                        últimas semanas de Noviembre
Algunas de mis EXPERIENCIAS tratando de practicar tratando de llevar a la vida diaria la Palabra de noviembre («…para que todos sean uno», Jn 17, 21) y la de octubre («En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os amáis unos a otros», Jn 13, 35):
1.-        A primeros de noviembre nos ofrecieron para José la plaza que desde hace muchos meses teníamos solicitada en la Residencia del clero en Madrid. ¡Ahora que ya se iba adaptando a esta otra en Colonia Torrelodones!
Para discernir qué sería lo mejor para él, han sido días de mucho dialogar entre nosotros, con él, con su familia, con todos los demás sacerdotes amigos de otras ciudades, con la comunidad del movimiento de los focolares… Todo ello ha colaborado a nuestro “ser uno” entre todos nosotros.
Al final, veíamos que quizá lo más conveniente para él era trasladarlo; para mí era de nuevo un “pellizco” en la garganta y el corazón: hasta ahora, tan cerca, (en cuanto yo
tenía media hora), lo visitaba 4 ó 5 veces por semana, (y en la nueva, ya veremos si podré una vez por semana); además, se ha creado una relación tan bonita de José y nuestra con respecto a los demás residentes, directiva, trabajadores de esta  Residencia… que a ellos y a mí se nos hizo un nudo en la garganta cuando les anuncié el cambio: verdaderamente José se los ha ganado a todos con su alegría, su aceptación de todo, su fe, su carcajada…
            Me vino la tentación de pensar… si hubiera habido paciencia mes y medio, en vez de ingresarlo tan rápidamente, lo hubiéramos llevado ya directamente a esta y nos habríamos ahorrado trámites, quebraderos de cabeza, dinero, etc. Pero… en seguida me di cuenta y reaccioné: si hubiéramos hecho eso, nunca habríamos conocido (y menos entablado amistad) con personas tan buenas como los directivos, residentes y trabajadores de esta Residencia; ¡y eso es un tesoro!; más aún: ¡¡eso es un granito de arena para el anhelo por el que Jesús vino al mundo: “que todos sean uno”!!
Y todo ello, aparte del bien, (así nos lo han asegurado los sacerdotes de la Parroquia de la que depende esa Residencia), que José (muchas veces con su sola presencia) ha hecho a los otros residentes y a los que allí trabajan o van de voluntarios o pasan de visita.
Desde ayer ya está en la del clero, en la C/ San Bernardo. José me dijo cuando lo decidimos: “no importa si
no nos vemos tanto; tenemos a Jesús en medio, estamos siempre unidos”. Han sido 12 años viviendo en comunidad, tratando de merecer la promesa de Jesús “donde dos o más están unidos en mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos”. Mientras lo llevaba en el coche, me decía: “hay que estar dispuesto  cambiar; y estar contento en cada sitio; yo estoy contento”. Ahora… desde la distancia (y con varias llamadas al día para asegurarla, como hemos venido haciendo estos 2 meses).
Ayer mismo empezaban las dificultades: desde ahí no lo llevan a citas médicas a su actual hospital, hay que pedir sus medicinas al pueblo donde está la anterior Residencia… Se me caía el alma a los pies: ¡más tareas, aparte de tantísimas pendientes! Pero recordando la PdV, aproveché para unas llamadas y pedir si alguien podía: sirvió esa dificultad para renovar la unidad con algunos.


Algunas de vuestras EXPERIENCIAS tratando de practicar tratando de llevar a la vida diaria la Palabra de noviembre («…para que todos sean uno», Jn 17, 21), la de octubre («En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os amáis unos a otros», Jn 13, 35) y la de septiembre («Amarás a tu prójimo como a ti mismo», (Mc 12, 31):
1.-        “Ya tenemos el piso!! La firma el otro día fue muy bien, aunque apareció un rostro de Jesús Abandonado: lo que tardaron en llegar (horas) los del Banco a la notaría. Menos mal que entre nosotros ha surgido una amistad muy bonita y estuvimos charlando muy a gusto con los anteriores dueños. Habíamos pensado después comer todos juntos pero desde las 13:30 nos dieron las 17:45... Así que lo hemos dejado para otra ocasión.
Fue la dueña (es viuda) con sus tres hijos y hemos quedado en vernos y, por supuesto, cuando ya estemos en casa, vendrán...
Nos despedimos dándonos fuertes y largos abrazos entre todos y nos decían que deseaban que fuésemos muy felices en la casa.
El de la agencia inmobiliaria decía que nunca había tenido una venta igual, que había un clima precioso, familiar entre nosotros.
La dueña estaba buscando piso más pequeño por la zona y la última vez que nos vimos le dije que rezaría. Al verme me dijo que ya había encontrado y que se acordó mucho de mí: que estaba segura que había influido mi oración. Es cierto que le pedí al Señor y a la Virgen que ella, como nosotros, encontrara un lugar donde se sintiese muy a gusto

2.-        “reconozco que, desde el viernes de los atentados en París, tengo el corazón encogido, una idea me tiene aterrada: pensar en que yo pudiese ser la siguiente víctima.
Me aterroriza pensar que me pille la muerte de sopetón y no estar preparada para ello.
         Me siento mal, la verdad. Tiempo dediqué a preparar mi boda, no digamos con la ilusión que esperé la llegada de mi hijo, meses estuve pensando en su primera comunión y, sin embargo, hasta ahora, ni un minuto me he parado a pensar en ese acontecimiento que algún día me ocurrirá.
         Recientemente hice un viaje a África, con mucha antelación tuve que ponerme las vacunas, preparar la documentación….
No ha llegado Navidad, pero ya estamos planeando dónde iremos; no digamos nada si es el verano lo que se acercase: la de tiempo que invertimos en buscar, planear, preparar maletas…
         A todos los viajes que hacemos le dedicamos tiempo y atención, a todos menos a uno; el más importante que vamos a realizar: la vuelta a casa con el Padre.
¿Estoy preparada para ello? No, me doy cuenta que no. Hace meses que no me confieso, así que ni siquiera tengo el corazón en paz y esa idea me agobia. Pensar en que mi partida hacia Él pueda ser en cualquier instante , llegar allí, a su presencia y sentirme tan mal que no me atreva ni siquiera a mirarle a los ojos.
         No. Así que he hecho el propósito de confesarme en breve (resérvame hueco en tu horario para el viernes) y, desde ese instante , estar y vivir en paz conmigo misma, con Dios y con los que me rodean. Y cuando no lo esté, acudir al sacerdote más cercano para volver a confesarme y empezar de nuevo. Así cuando llegue ese instante de encontrarme con mi Padre sea en un mes, en diez años o cincuenta pueda ir corriendo hacia Él y darle un abrazo y un beso

3.-        “normalmente antes de irme a la capilla paso a los salones de los abuelos a ver cómo están y si alguno tiene necesidad, aunque sea solo de agua, ya que es la hora de cambio de turnos y a veces los ancianos se levantan queriendo coger algo y se caen o se pierden entre los pasillos.
Hay una auxiliar que siempre cuando paso me pregunta dónde voy: “a visitar a Jesús”. Pues ese día pasé y la chica me preguntó lo de siempre... que si me iba a la capilla y la dije que sí. Me dijo que me iba a acompañar en la visita a Jesús.
Fuimos a la capilla: nada más entrar noté cómo entraba con respeto sabiendo que ahí vive Dios. Llegamos cerca del altar y me preguntó:"¿puedo subir?". Subió, tocó el altar y se santiguó; se dio vuelta y me preguntó que si el Señor estaba en el Sagrario y le dije que sí. De la misma manera tocó el Sagrario con mucho respeto y se santiguó. Luego bajó y me preguntó qué íbamos a rezar. Pensando en ella, le pregunté que si se acordaba del Padre Nuestro, Ave María y el Gloria; y lo rezamos.
Al terminar mis oraciones con ella, la chica se emocionó, puso su cabeza sobre mi hombro y lloró amargamente, y yo también, porque seguro que Dios le habló al corazón y yo, viendo su situación, la humildad que tenía de sentirse nada ante Dios, lloré también.
Salimos de la capilla y me dijo que todos los días me va a acompañar a rezar o a estar un ratito con el Señor. Ella no va a misa desde que la bautizaron, no se ha confesado y, lo reconoce, tiene fe pero no lo practica.
Sigo rezando con y por ella ya que su experiencia me ha dejado una marca en mi corazón


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