VIDA DE LA PALABRA últimas semanas de JULIO
Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria, con la Gracia de Dios, la Palabra de Vida de julio («El Señor es mi pastor, nada me falta», Sal 23, 1) y la de junio («El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano en la tierra; duerma o se levante, de noche o de día, el grano brota y crece», Mc 4, 26-27):
1.- La Palabra de Vida de julio me está acompañando
continuamente, también en situaciones que quizá me hubieran podido alterar. “El
Señor es mi pastor, nada me falta…”, y unos versículos más adelante: “aunque
camine por cañadas oscuras… nada temo, porque Tú vas conmigo”; y sigue: “tu
vara y tu cayado me sosiegan”.
Y, es verdad que me sosegaba.
P.ej., cuando aparcando (porque el otro vehículo estaba medio
subido en la acera), calculé mal y a mi coche le hice una gran rozadura triple,
(la carrocería del otro era más fuerte y ni se le notó);
o cuando en el momento que
me iba a devolver mi iPad la persona a la que se lo había prestado durante varios
días, se le escurrió de las manos y se le cayó y la pantalla golpeó de plano en
seco contra el suelo: lo primero que pensé es que la otra persona no se
sintiera mal y no se preocupara, y luego me repetía interiormente a mí mismo el
salmo y solo un buen rato después ya miré qué le había pasado al iPad y…
efectivamente… pantalla cuarteada; pero daba gracias a Dios que, –es solo un
aparato–, me había venido sirviendo todos estos años y la otra persona no se
quedó sufriendo.
“Nada me falta…” si tengo al Señor; si tengo su paz: “tu vara y tu
cayado me sosiegan”.
Lo mismo también ante algunas personas que no habían interpretado
bien alguna cosa que yo o la parroquia habíamos solicitado o afirmado. O ante
varias gestiones para la parroquia que ya creíamos que estaban solucionadas y
ha habido que preparar nuevamente documentaciones y papeles, etc. Y yo
interiormente continuaba: “Tú eres mi Pastor, ¡nada me falta!”. “Tú vas conmigo
y eso basta”. “Nada temo, porque Tú vas conmigo”; “tu vara y tu cayado me
sosiegan”.
Y algunas veces comprobar que luego el Señor iba poniendo circunstancias
u horarios bien encajados, situaciones providenciales, etc.
Y siendo así
las cosas, luego, en las conversaciones o cuando alguien me contaba una
preocupación o un problema me salía también espontáneamente muy de dentro el recitar
en voz alta esos versículos, (o, si tenía confianza, incluso cantárselos), y a
todos, por lo visto, les ayudaba.
2.- La Mariápolis, (este año en Oviedo), ha sido
preciosa para las casi 400 personas que hemos participado.
Distendida y sencilla, particularmente le ha sorprendido y encantado
a los muchos que participaban por primera vez. El “clima” de confianza y de
familia, (tratando de vivir la acogida, el servicio, el crear relaciones y el
actuar juntos a favor de los demás), ha ido calando desde el principio. Se
notaba, casi se palpaba, la presencia del Resucitado allí “donde dos o más
están unidos” en Su Nombre, tratando cada uno de ponerse en el lugar de los
demás.
Las excursiones y talleres, donde nos diversificábamos con
libertad según preferencias, luego se convertían en oportunidades de
enriquecernos mutuamente compartiendo lo vivido con los que habían participado
en una actividad distinta a la propia.
Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando
de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de julio («El Señor es mi pastor, nada me falta», Sal 23, 1), la de junio («El
Reino de Dios es como un hombre que echa el grano en la tierra; duerma o se
levante, de noche o de día, el grano brota y crece», Mc 4, 26-27) y la de mayo («Quien no ama no ha conocido a Dios, porque
Dios es Amor», 1 Jn 4, 8):
1.- “…la Mariápolis en
Oviedo me ha encantado. Incluso el mismo viaje de ida en blablacar, como yo
estaba tan emocionada de donde iba por primera vez, dio pie para que nos
pusiéramos a hablar y compartiéramos no solo galletas y café sino vivencias y…
charlamos, reímos y lloramos, tanto el conductor como la chica como yo.
Gracias también por las personas que
me buscaste para regresar en coche: las 4 trabamos buena amistad y se notaba
que continuábamos viviendo con serenidad y alegría el mismo ambiente de Jesús
en medio que se había construido en la Mariápolis.
Mi primera Mariápolis ha resultado
una experiencia preciosa, donde he encontrado una verdadera nueva familia, ya
que, además, por diversas circunstancias, no he podido viajar para ver a los
míos, (ya desde hace 7 años). Tengo gana de repetir y de participar en otros
encuentros similares que organicen… Me siento repleta, llena del Espíritu
Santo, que también se notaba en el coche de vuelta…
1b.- El segundo día de la Mariápolis se me
perdió el móvil… Y rápidamente varios trataron de ayudarme a recuperarlo. Pero
yo estaba tranquila… mi única preocupación era si alguien se lo llevó, que
intentara sacar dinero mandando mensajes a mis familiares o amigos… Yo confiaba
en mi San José; y tú, a la mañana siguiente, empezaste también a rezarle a San
Antonio.
La verdad es que, con tantos y tan graves
problemas que he tenido y tengo, esto es una minucia. Yo estaba con paz y
quería vivir bien cada minuto de la Mariápolis: ese segundo día, además, yo fui
a la peregrinación a la Virgen de Covadonga y lo viví con intensidad, tratando
de no acordarme… Durante el Rosario que empezamos a rezar espontáneamente en la
cueva de la Santina, lloré y pedí por tantos cosas. Regresaba feliz a seguir
viviendo la Mariápolis.
En el tercer día de Mariápolis, uno de los
que me ayudaba a buscar el móvil, preguntó en la recepción del Palacio de
Congresos… ¡y estaba allí!: me pidieron señas de identificación y me lo dieron.
Yo sabía que el Señor y mi San José no me fallarían, aunque me pusieran muy a
prueba…”.
2.- “…hoy, se fue la
persona que vino a mi casa: al principio me había comentado que estaría cinco
días y cuando vino dijo que hasta el domingo; me vinieron dudas: “por qué habré
dicho que sí, con el trabajo que tengo…”. Pero enseguida, pensé: “si fuera al
revés, a mí también me hubiera gustado que me lo hiciera a mí”
Lo intenté: procuré enseñarle la ciudad por
las mañanas. También varias tardes, pero le advertía que todo lo cierran pronto.
Antes de las cinco o cinco y media no salía de la habitación. Como era fuera de
la ciudad, al llegar estaba ya todo cerrado, hasta la Misa. Pero a mí me venían
tantas cosas: enseguida trataba de olvidarlo y vivir bien el momento presente.
Ella me preguntaba muchas cosas. Sí teníamos en común el ideal de la unidad y nos
contábamos las experiencias.
Ella me daba las gracias por acogerla porque
no tenía dónde ir, no tenía mucho dinero… A mí se me movió el corazón. No tenía
ropa, hacía mucho fresco y la di un plumas, ropa buena que me regalan para mi
fundación sudamericana. Me dio las gracias y se emocionó. “No tienes que dar
las gracias: tú hubieras hecho lo mismo”.
Se ha ido muy contenta. Yo feliz, pero pesarosa por haber pensado al
principio que iba a estar mucho tiempo…”.
3.- “… lo
que has comentado hoy en tu programa de
los jueves "Una luz en tu vida", en Radio María, sobre los casados
solos civilmente y respetando-amando el sacramento de la Eucaristía
precisamente no tomándola hasta haber recibido su matrimonio católico, me ha
emocionado profundamente...
…soy
ese médico jubilado que hace cinco años le diagnosticaron cáncer de próstata y
que inmediatamente se fue a Lourdes, y le han hecho dos biopsias y dos
resonancias y no me encuentran nada, sin haber tenido ningún tratamiento ni intervención
quirúrgica…”.
4.- “…fui a comprar a una frutería muy alejada de mi casa. Y, sin darme
cuenta, se me quedó allí el “abono transporte”. Yo no sabía si estaba allí o se
me había cayó en algún otro lugar, así que, como tenía que pasar no lejos de la
oficina donde se puede sacar un duplicado, (mostrando DNI, ¡previo pago de 6
€!), entré, pues hasta las 22:00 estaba abierto. Pero la señora que estaba
allí, aunque quedaban más de 10 minutos, se empeñó en que no me lo hacía, que
ya tenía las cuentas del día cerradas y que no iba a rehacerlas solo por eso,
por más que yo le insistiera. No se atenía a mis razones: hubiera tenido yo que
volver al día siguiente y, además, no está cerca de mi casa y tendría que pagar
billete, (lo cual, además, da rabia teniendo el mes pagado).
Me
marché muy contrariada, ¡enfadada! Pero viendo el ticket de la fruta, parece
que el Señor me iluminó: vi que ponía el teléfono del comercio: llamé, me
contestaron, ¡y me dijeron que ahí tenían mi abono-transporte!
El
Señor permitió la obcecación de esta señora para ahorrarme esos 6 €, una
minucia, (bueno, siempre me vienen muy bien), pero comprobé que en estas
pequeñas tonterías Dios también está muy cerca de mí, ¡Cuánto ni más en las
importantes, aunque yo no me percate o Él pareciera como que se oculta! Pero
estas cosas pequeñas, me ayudan a descubrir, que ¡siempre está a mi lado! “El
Señor es mi Pastor, nada me falta”, de siempre es uno de los salmos que más me gustan…”.
5.- “…estoy bien, sigo aquí en este mundo, con usted y sus PdV muy contenta. Acabo de hacerme la revisión y, aunque no me han dicho los resultados, los he visto por la carpeta salud y parece que estoy sin cambios porque Dios es muy Grande y está a mi lado. Parece mentira que, cuando le conocí a usted en el hospital de Villalba y me atendió, los médicos me daban pocos meses de vida; y de eso hace ya varios años. Espero que usted y su familia estén bien, yo con mucha fe y viendo que Dios me ayuda…”.
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