VIDA DE LA PALABRA primeras semanas de MARZO
Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de marzo («Muéstrame tus caminos, Señor, enséñame tus sendas», Sal 25, 4) y la de febrero («Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso», Lc 6, 36):
1.- El día 1, precisamente la nueva PdV venía como anillo al
dedo para la Asamblea de 5 días en la que participé: muéstrame tus caminos, Señor,
enséñame tus sendas. Muchas vece me la repetí esos días interiormente
durante las horas on-line conectados con sacerdotes de tantos lugares del mundo
para tratar de tener a Jesús en medio de nosotros por medio del amor recíproco,
(la mayoría nos conocemos desde hace muchos años) y así que Él nos diera luz y
nos guiara para distinguir a quién tenía Él elegido como nuestro Responsable
Central a nivel mundial y para dejarle a Él trazar las líneas maestras de un
“mapa de navegación” para los próximos 6 años tratando de ser dóciles al
Espíritu Santo en el servicio a las diócesis y al movimiento.
Han sido
días preciosos: se palpaba una presencia fortísima del Espíritu Santo detrás de
cada palabra o cada gesto; nos sentíamos envueltos de la nube del Tabor, más
allá de que en los diálogos a veces había posiciones contrapuestas, pero el
renovar cada mañana la disposición a dar la vida unos por otros, nos hacía a
todos expresión de un solo cuerpo; me venían casi las lágrimas muchos momentos,
también cuando yo notaba algo dentro (que pensaba decir, o que no sabía bien
cómo expresar, o que se me había olvidado en mis distintas intervenciones) y a
los pocos minutos otro hermano decía el mismo concepto (¡a veces casi con las
mismas palabras que yo sentía!) desde otra parte del mundo. Hemos reelegido al
sacerdote portugués, pero todos nos hemos comprometido en una implicación como
si cada uno tuviéramos esa responsabilidad.
2.- En uno de los espacios libres de esos días, me puse el
chándal y el gorro para dar un buen paseo, despejarme y aprovechar parte de él
para rezar el rosario. Salí por la parte de atrás de la Parroquia, para evitar
compromisos. Y justo veo a un feligrés con quien no había yo hablado desde
antes de la pandemia.
Pensé casi
ni mirar para pasar desapercibido y quizá con la mascarilla ni me reconociera,
pero… ¿de verdad puedo hacer eso?: “¡muéstrame tus caminos, Señor…!”, así que
al final saludé y entonces me terminó de reconocer: precisamente venía para
tratar una serie de cuestiones; en vez de decirle que pasara a hablar con el
otro compañero, me paré a escucharlo detenidamente, aunque mi cabeza estaba un
poco cargada.
Estuvimos un
largo rato. Al final como que me insinúa que echa de menos los ratos amigables
de confesión, así que le ofrecí que en ese instante, si quería, le confesaba
charlando “largo y tendido”, pero caminando alrededor de la manzana. Le encantó
y fue un rato bonito, (naturalmente, busque luego otro momento para el
rosario).
Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de marzo («Muéstrame tus caminos, Señor, enséñame tus sendas», Sal 25, 4), la de febrero («Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso», Lc 6, 36) y la de enero («Permaneced en mi amor: daréis mucho fruto», cf. Jn 15, 5-9):
1.- “…poco antes de comer
he salido a tirar la basura. Cuando he llegado al portal, ¡mecachis!, se ha
puesto a granizar. Como no tenía que andar casi nada, no me he molestado en
subir a coger un paraguas.
Al entrar de nuevo en casa, he
mirado el reloj y me he dado cuenta que en unos 5 minutos llegaría mi marido:
¿llevaría él paraguas? Yo no lo sabía, pero, por si acaso, he cogido un
paraguas y he bajado a buscarle para que no se mojase. Seguía granizando, pero
en mi corazón sentía que lucía un sol radiante…”.
2.- “…muchas gracias de nuevo por
compartir conmigo la Palabra. Me ha gustado en especial la parte de caminar con Dios y hacer de nuestra vida
un santo viaje.
Me hizo recordar la experiencia mientras realizaba el
camino hacia Compostela: muchos se preguntaban cómo podía andar sola, mientras
yo me sentía más acompañada y protegida que nunca. Pude sentir Su compañía, pude
hablarle y escucharle y, al finalizarlo, solo podía sentirme llena de amor y
gozo en su presencia.
Creo que a veces por ir tan de prisa perdemos de vista el
camino que es lo realmente importante. Pero Él siempre sigue allí a nuestro
lado…”.
3.- “…YO LLEVO UNA TEMPORADA EN
QUE TENGO QUE DECIR MUCHAS VECES "POR TI, JESÚS": SITUACIONES
PROVOCADAS POR LA CONVIVENCIA Y DISTINTAS FORMAS DE PENSAR... SÓLO INTENTO
DESCUBRIRLE A ÉL CUANDO ME LLEGAN MOMENTOS EN QUE PIENSO QUE, INTENTANDO
RECONSTRUIR UNIDAD... NO ES FÁCIL Y ENTONCES LE ACOJO A ÉL EN ESE DOLOR DE LA
RUPTURA, DE LA FALTA DE CONEXIÓN... INCLUSO ME PROVOCA DOLOR FÍSICO, COMO UNA
CONGOJA... PERO SE LO OFREZCO A ÉL…”.
4.- “…nosotros seguimos caminando, con la
pandemia, tratando de hacer nuevo cada día, viviendo con alegría y también
aceptando estos momentos que vivimos, pero damos gracias a Dios, porque él nos
acompaña todos los momentos, ánimo…”.
5.- “…¡qué alegría hablar con usted!,
sigo bien con Dios a mi lado y mi madre y sus PdV.
Estoy bien, como estaba: ya me he hecho todas las pruebas
y voy a finales al oncólogo, si Dios quiere. Cuando me ven entrar a consulta no
se lo creen. Me dicen que soy un milagro de los que hay y yo les digo: “no, es
que no me he dado quimio, puesto que ustedes no me dieron ninguna ventaja ni
garantía de mejora: me desahuciaron… y aquí estaré hasta que Dios quiera”.
Sí me tomo lo que me mandaron, pero pregunto todo. Para
mí ir al oncólogo es como ir al médico de los juanetes. No les tengo miedo:
llevo 17 años desde mi primer cáncer de mama y entrado 13 veces al quirófano.
Como usted comprenderá, yo también opino cuando estoy con ellos. Sólo pido que
Dios siga estando a mi lado y me dé cordura, porque cariño me da tanto con mi
madre que todas las noches yo me acuesto muy tranquila y con mucha paz hasta
que Él me lleve a su lado.
Por lo demás, salgo poco a pasear o comprar. Oigo Misa
todos los domingos desde casa. También he subido a Misa algunos días y he
hablado con el padre, un gran amigo hermano, como usted.
Aquí hay mucho covid… me imagino que como Villalba, que
también se oye… Tenga mucho cuidado, padre, cuídese mucho, que usted trajina
mucho con sus ovejas descarriadas y va al hospital con los enfermos…”.
Si quieres leer
más experiencias similares,
de gente de
todo el mundo,
puedes
encontrarlas “pinchando” AQUÍ o AQUÍ
o también AQUÍ
No hay comentarios:
Publicar un comentario