sábado, 31 de octubre de 2020

DIOS LEVANTA DEL POLVO AL DESVALIDO

VIDA DE LA PALABRA                    últimas semanas OCTUBRE

 


Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de octubre («Todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado», Lc 14, 11) y la de septiembre («Dad y se os dará; una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos», Lc 6, 38):

1.-        Tras la mañana visitando enfermos en el hospital, como siempre miré mi whatsapp personal por si había algún compañero que diera un aviso, (para que eventualmente atendiera algún feligrés suyo que pudiera estar ingresado)… y no…: pero no leí los mensajes (eran muchos). Ya vuelto a casa, mientras terminaba de prepararme la comida (era tarde), los leí: ¡había un mensaje de final de la mañana de una persona que me pedía el favor de visitar en la UCI a una familiar de una conocida!: ¡paz y paciencia conmigo mismo (por no haber leído todos los whatsapp)! Le pregunté si era muy urgente, (para no ir en el momento, sino al día siguiente en mi horario normal).

Al rato me di cuenta que me dejé olvidado el otro móvil (al que llaman para urgencias en el hospital y siempre tiene que estar encendido).

Pensaba si merecía la pena gastar gasolina y tiempo para buscarlo, pues últimamente tampoco llaman tanto a deshora (y, total, por la mañana de nuevo me tocaba ir allí). Reconocer esos descuidos aquí en la Parroquia y luego en el hospital mortificaba mi amor propio. Dos cosillas, pues, que me contrariaban…, pero… “el que se humille…”, dice la PdV.

Así que, entresaqué un rato de tiempo y, cuando ya estaba con el coche arrancado para ir al hospital, alguien me dice al saber a lo que voy: “confíalos todos al ángel de la guarda y verás que no habrá llamado nadie ni llamarán para una urgencia”. ¡Si me lo hubiera dicho 10 minutos antes!: pero estar ya en el coche yo y arrancando, vi que era un signo de la Voluntad de Dios. Fui.

Recogí el “famoso” móvil, administré la santa Unción en la UCI a esa anciana (¡estaba intubada y ya bocabajo!), que no sé siquiera si llegó a darse cuenta. Pero mi conciencia estaba en paz: contento de haber vencido mi orgullo y la comodidad y las apreturas de tiempo. Y el “será ensalzado” no fue solo eso: días después, me enteré que esa enferma, sorprendentemente, ¡había dejado la UCI para subir a planta!

 

 

Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de octubre («Todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado», Lc 14, 11), la de septiembre («Dad y se os dará; una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos», Lc 6, 38) y la de agosto («¿Quién nos separará del amor de Cristo?», Rm 8, 35):

 

1.-        “pues aquí sigo, y dando gracias al Señor porque mis expectativas de vida son muy cortas: me ha crecido mucho otra vez el tumor de la cabeza; estoy en manos de Dios: me han dado como máximo cuatro meses de vida. Yo me encuentro relativamente bien: todo cortisoles para la inflamación del cerebro que me produce el tumor y más medicamentos; no quise quimio, porque no me aseguran que llega bien a la cabeza y, ante eso, prefiero estar aquí con los míos, que enferma y sola en el hospital. Mi familia está destrozada; yo no lloro delante de ellos: rezo mucho todo el día para darme ánimos y que mi familia me vea bien. Como decías en la PdV de julio, el Señor es mi único bien: “Tú eres mi único Bien” y lo repito muchas veces a lo largo del día.

Es muy duro. Me pondré muy malita o me quedaré en coma hasta el final: le pido al Señor que cuando me lleve con Él sea rápido; yo me voy tranquila, es más: estoy muy tranquila porque el que manda es el Señor, aunque aquí en la tierra los médicos ayuden a los enfermos, no pueden mandar o adelantar la muerte a los enfermos: muy ideal este refuerzo de la PdV a mitad de este mes que acabo de leer sobre la eutanasia y demás.

Bueno, padre, espero que tu familia y tu madre estén bien. Yo mientras siga aquí, te seguiré escribiendo. Muchas gracias por tus PdV que me reconfortan y me ayudan mucho a llevar mi espera…

sí: puedes publicar en el próximo envío lo que quieras. A mí me ayudan mucho las PdV… soy muy feliz con tus palabras y me gusta mucho leer. Siempre tengo una PdV para leer en el correo: cuando estoy de bajón, las leo y me calman mucho.

 

2.-        “leía en la palabra de vida "... y el que se humille, será ensalzado". En vez de humille, leí humilde y poco después recibía un audio que hablaba sobre la humildad, que entre otras cosas decía: "vayan con humildad y ninguna confianza en sí... Si no conocemos todo lo que recibimos de Dios, no despertamos a amar". 

Justo después recibo un whatsapp…: "gracias por lo que me has enviado, me ha hecho pensar". Al leerlo pensé para mí: "¡uff!, ¡qué cosa tan bonita me dice!". Y en ese instante sentí que Alguien me decía: "no te lo dice a ti: me lo dice a Mí". Comprendí lo que quería decir humildad. Lo había asociado siempre a sencillez, intentar pasar desapercibido... y tal vez por eso siempre me sentía como frenada a hacer cosas, pero al sentir que esas palabras no iban dirigidas a mí, sino a Dios, me di cuenta que en el fondo al que le estaba frenando era a Él. Ahora lo entendía, no tenía que ver la humildad con la sencillez sino con la confianza. 

Es importante conocer lo que recibimos de Dios porque sabiendo que es Suyo, no nuestro, que nosotros somos medio, no fin, cambia toda la percepción de las cosas y nuestra actitud y disposición hacia ellas. Poniendo nuestra confianza total en Dios, no en nosotros, lo cambia todo.

 

3.-        “hace tiempo que algunos sobrinos querían reunirse con todos los primos, porque entre ellos no se llevaban bien, (cuando eran pequeños siempre estaban juntos). Yo intentaba poner paz entre ellos, pero la madre de algunos metía cizaña. No sabía cómo hacerlo, pasó tiempo.

Por WhatsApp y por teléfono invité a cena en mi casa: dos días antes me tenían que decir, para poner silla y plato. Una de las madres me decía que yo estaba loca y que no iba a venir. Respondí: “no es obligación, el que quiera que venga”.  Contestaron rápidamente. Total 28, (aunque al final dos no pudieron por ir a urgencias). Yo, feliz: no me importó el trabajo, (fue antes de confinarnos).            Cuando terminamos de cenar, los jóvenes se fueron juntos a la terraza; los hermanos y los que no fumaban se quedaron sentados un rato. Yo estaba con uno y otro grupo a ratos. Con los jóvenes, (que me toman mucho el pelo: algunos de ellos, de Misa, nada), me llevo genial. Al final disfrutaron muchísimo y me decían: “hay que repetir”.

Al día siguiente fui donde una sobrina y había un matrimonio. Me presenta y dicen: “¿esta es “la lianta” de ayer?; les has hecho felices a todos; tienen que repetir, pues ha sido un día feliz”.

Yo le daba las gracias al Señor, porque yo había hecho mi parte, pero el resto lo hizo Él. Le doy gracias porque Él me ayuda a que se reconcilien no solo los míos, sino otras personas.

 

4.-        “estaba bajando la basura cuando recibo una llamada de una compañera de Cáritas, agobiada porque necesitaban a una persona que les ayudase al día siguiente: “¿qué tal vas de informática?”. Me pasa con otra persona y así rápidamente me cuenta el tema y me habla de streaming, de cables, conexiones, programa piloto, búsqueda de empleo... “Bueno, ¿y yo qué tengo que hacer de todo ello?”. “¡TODO!; yo estaría en Madrid y tú desde allí tendrías que montarlo todo, vigilar la conexión, estar en contacto conmigo para decirme los fallos, atender a la gente...”. 

            “¿Todo? ¿Sería yo capaz de hacerlo?”. Por un momento iba a decirle que no, que le agradecía que contase conmigo, pero que eso era algo nuevo para mí. En medio de esos pensamientos negativos, de repente tuve la sensación de que esa persona que me estaba llamando era un medio y que tras ella era en realidad el Padre quien me pedía ayuda y de inmediato mi actitud cambió: dejé de ponerme excusas y acepté la propuesta sin saber realmente a qué me estaba comprometiendo. Me vino a la cabeza la palabra “humildad”, en la que he pensado mucho estos días, pues yo la asociaba a eso… a decir, a reconocer los fallos, el decir “no sé de informática”, “no puedo”, no, no, no... pero esa negatividad hacia mí la transformé en confianza hacia el Padre.  Cierto, no sabía, pero, ¿no me había dicho la persona del teléfono que me iba a enseñar, que no me preocupase si algo fallaba? 

Dije “sí”, acudí, aprendí. Cierto, hubo fallos, pero nada que no se pudiera ir resolviendo sobre la marcha. Volví encantada de la experiencia.

 

5.-        “el otoño lo llevo muy bien: al servicio del Señor en mi trabajo, en mi familia y con mis amigos. Plenamente consciente de que el Señor lleva el timón de mi barco y que no hay miedo sea cual sea la situación que se me plantee. Muy ilusionada… para aprender más sobre Jesús y cómo darle a conocer, más en este mes misionero que una vez más me aviva el deseo de salir de mi zona de confort.

Tengo una reunión de grupo con chicas de la parroquia y entre todas, (aparte de mi grupito… con los que rezo y comparto mi alma), nos animamos a seguir rezando, evangelizando y seguir caminando hacia la casa del Padre. Sigo en el camino gracias a la Gracia y a la gran misericordia de nuestro Padre. Y otra cosa bonita te voy a compartir: mañana mi niña rezará con 1 millón de niños a las 7 de la tarde el Rosario para La Paz con Radio María (desde nuestra casita😊).

 

 

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