viernes, 17 de enero de 2020

PEDIR EL DON DE LA UNIDAD

Te ofrezco unos textos que nos ayuden a reimpulsarnos en vivir mejor la Palabra de Vida de este mes (y la semana de oración por la unidad de los cristianos que cada año se desarrolla del 18 al 25 de enero con diversos actos en todas las ciudades del hemisferio norte):

NO CANSARSE NUNCA DE PEDIR EL DON DE LA UNIDAD

Queridos hermanos y hermanas, nuestra oración por la unidad de los cristianos participa en la oración que Jesús dirigió al Padre antes de la pasión, «para que todos sean uno» (Jn 17,21). No nos cansemos nunca de pedir a Dios este don. Con la esperanza paciente y confiada de que el Padre concederá a todos los creyentes el bien de la plena comunión visible, sigamos adelante en nuestro camino de reconciliación y de diálogo, animados por el testimonio heroico de tantos hermanos y hermanas que, tanto ayer como hoy, están unidos en el sufrimiento por el nombre Jesús. Aprovechemos todas las oportunidades que la Providencia nos ofrece para rezar juntos, anunciar juntos, amar y servir juntos, especialmente a los más pobres y abandonados.

PAPA FRANCISCO, Homilía en las vísperas de la fiesta de la solemnidad de la Conversión de San Pablo, 25 enero 2017




AMAR CON EL CORAZÓN DE JESÚS

…tratando de pensar con la mente de Jesús y de amar con su corazón. Cada instante en el que tratamos de vivir el Evangelio, bebemos una gota de esa agua viva.
Cada gesto de amor para con nuestro prójimo es un sorbo de esa agua.
Es así porque esa agua tan viva y preciosa tiene algo especial: brota en nuestro corazón toda vez que lo abrimos al amor hacia todos. Es un manantial –el de Dios– que da agua en la medida en que su vena profunda sirve para saciar la sed de los demás, a través de pequeños o grandes actos de amor.
Hemos comprendido que, para no sufrir la sed, tenemos que donar el agua viva que en nosotros mismos obtenemos de Él. Bastará una palabra, a veces, una sonrisa, un simple ademán de solidaridad… para darnos de nuevo un sentimiento de plenitud, de satisfacción profunda, un surtidor de alegría

CHIARA LUBICH, Comentario a Jn 4




DEJAR LO SEGURO PARA LANZARSE HACIA EL “MISTERIO”

Para Newman el cambio era conversión, es decir, una transformación interior. La vida cristiana, en realidad, es un camino, una peregrinación. La historia bíblica es todo un camino, marcado por inicios y nuevos comienzos; como para Abrahán; como para cuantos, dos mil años atrás, en Galilea, se pusieron en camino para seguir a Jesús: «Sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron» (Lc 5,11). Desde entonces, la historia del pueblo de Dios —la historia de la Iglesia— está marcada siempre por partidas, desplazamientos, cambios. El camino, obviamente, no es puramente geográfico, sino sobre todo simbólico: es una invitación a descubrir el movimiento del corazón que, paradójicamente, necesita partir para poder permanecer, cambiar para poder ser fiel.
Todo esto tiene una particular importancia en nuestro tiempo, porque no estamos viviendo simplemente una época de cambios, sino un cambio de época. Por tanto, estamos en uno de esos momentos en que los cambios no son más lineales, sino de profunda transformación; constituyen elecciones que transforman velozmente el modo de vivir, de interactuar, de comunicar y elaborar el pensamiento, de relacionarse entre las generaciones humanas, y de comprender y vivir la fe y la ciencia. A menudo sucede que se vive el cambio limitándose a usar un nuevo vestuario, y después en realidad se queda como era antes. Recuerdo la expresión enigmática, que se lee en una famosa novela italiana: “Si queremos que todo siga como está, es preciso que todo cambie”.
La actitud sana es, más bien, la de dejarse interrogar por los desafíos del tiempo presente y comprenderlos con las virtudes del discernimiento, de la parresía y de la hypomoné. El cambio, en este caso, asumiría otro aspecto: de elemento de contorno, de contexto o de pretexto, de paisaje externo… se volvería cada vez más humano, y también más cristiano. Sería siempre un cambio externo, pero realizado a partir del centro mismo del hombre

PAPA FRANCISCO, Discurso a la curia Romana, 21 diciembre 2019



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