sábado, 16 de marzo de 2019

COMPASIVOS CON ENTRAÑAS DE MADRE

Te ofrezco unos textos que nos ayuden a profundizar y renovar la intensidad de vivir la Palabra «sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo»:



TENER UN CORAZÓN DE MADRE

[…] También a nosotros se nos pide que, aprendiendo de Él, tengamos un amor de padre, un amor de madre, un amor de misericordia con todos los que se cruzan en nuestro camino durante el día, especialmente con quien se equivoca.
Por otra parte, a los que están llamados a vivir una espiritualidad de comunión, es decir, la espiritualidad cristiana, el Nuevo Testamento le pide más todavía: “perdonaos mutuamente” (Cf Col 3, 13: 2). [...] El amor recíproco exige casi un pacto entre nosotros: estar siempre dispuestos a perdonarnos unos a otros. Sólo así podremos contribuir a la realización de la fraternidad universal [...].

CHIARA LUBICH, Comentario a Mt 5, julio 2002
www.centrochiaralubich.org – Commento alla Parola di vita: Perdona l’offesa al tuo prossimo e allora



LLENAR NUESTRO CORAZÓN DE MISERICORDIA

[…] Si somos misericordiosos, podremos ser verdaderamente constructores de paz y de unidad. Desde el momento que todos somos frágiles, limitados y expuestos al error, es evidente que la paz y la unidad entre nosotros dependerán en primer lugar de saber comprendernos y perdonarnos mutuamente. De hecho, debemos reconocer que la misericordia no es nuestro fuerte; es el aspecto en el que caemos más a menudo. Nuestra naturaleza, herida por el pecado, se inclina más a juzgar que a comprender a nuestro prójimo, más a rechazarlo que a acogerlo, más a poner en evidencia los defectos y las debilidades que a cubrirlas y a ocultarlas, más a recordar las injusticias y las ofensas recibidas que a perdonar y a olvidar.
Pero si Jesús nos pide que seamos misericordiosos, quiere decir que Él nos asegura su Gracia para que lo logremos […]

CHIARA LUBICH, Comentario a la Palabra de vida
www.centrochiaralubich.org – Commento alla Parola di vita: Benevoli e misericordiosi



RECONSTRUIR LAS RELACIONES CONTAMINADAS O ROTAS

No ganamos nada con romper las relaciones: pensando en castigar al otro, terminamos por herirnos a nosotros mismos. Nada de eso vale la pena.
Las rupturas no nos hacen felices. La separación a veces es necesaria, pero el romper nunca, porque esto ocurre dentro de nosotros.
En Mateo 5,23-24, Jesús dijo que antes de presentar nuestra ofrenda al altar, debemos ir a reconciliarnos con el hermano, pues eso agrada a Dios y le da valor a nuestra ofrenda.
Comencemos por reconstruir lo que se rompió dentro de nuestro corazón, después vamos al encuentro del hermano y reconstruyamos la relación, pues de eso depende también la calidad de nuestra unión con Dios.

APOLONIO CARVALHO, Comentario al pasapalabra diario 16 marzo 2019



DIOS EXISTE Y NO ERES TÚ: ¡RELÁJATE!

«Dios existe y no eres tú; ¡relájate!»… incisivas palabras [que] nos puedan ayudar a todos a acoger la llamada a la conversión que Jesús de Nazaret realizó al comienzo de su vida pública, y que la Iglesia reitera al inicio de la Cuaresma: «convertíos y creed en el Evangelio».
Estamos ante una invitación a descubrir a Dios como el sentido último de cuanto existe y acontece. No… convicción teorética, sino… comprender que la existencia de Dios funda el sentido de la totalidad de la vida... 
… puesto que Dios existe y es creador y señor de todas las cosas, está presente y actúa en el mundo, en nuestras vidas, en sus vidas… En realidad, la frontera entre la creencia y la increencia no es abstracta, sino existencial. Lo determinante no es creer que Dios existe, sino que yo existo para Dios, y que soy su hijo amado, irreemplazable para Él…
¡Es agotador pretender ser dioses! Es extenuante pretender tener el control último sobre nuestra propia vida, olvidando la existencia de una providencia que nos cuida y nos conduce. La falta de un sentido último de la vida se traduce en una dispersión agotadora, provocada por la falta de unidad interior. Quizás por esto, Jesús nos hizo aquella inolvidable invitación en el Evangelio: «venid a mí los que estáis cansados y agobiados, y Yo os aliviaré» (Mt 11, 28).
Se trata de que nos percatemos de que solo Dios es Dios, y de que nosotros no lo somos. Y si nosotros no somos Dios, el resto de las cosas por las que tanto nos preocupamos, tampoco lo son. Una grandísima parte de nuestros sufrimientos, preocupaciones y agobios nacen de haber puesto nuestro ego en el centro del universo. La confianza en Dios es fuente de paz, mientras que la desconfianza es estresante

MONS. J.-I. MUNILLA, Carta de Cuaresma 2019





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