VIDA DE LA PALABRA últimas semanas de FEBRERO
Alguna de mis
EXPERIENCIAS tratando de
llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de febrero («Busca
la paz y anda tras ella», Sal 34,
15) y la de enero («Justicia,
solo justicia has de buscar», Dt 16,
20):
1.- La semana pasada se juntaron algunos de esos días
“simpáticos”: sin parar. Dos de ellos, haciendo la ronda de visitas en el
hospital, por los pasillos varias personas se me acercaban (pocos días es así) para
que visitara también a su familiar; una me preguntó: “¿confiesas solo a los enfermos, o también a los familiares?”. Con
pena tuve que decirle que ese día iba más que a correprisa, por la abundancia
de enfermos y de otras tareas; le expliqué que los días siguientes le tocaba a
un compañero: “pues me espero al miércoles que entres de turno de nuevo”.
A primera hora de la tarde, logré sacar un
ratillo para una rápida compra semanal y, al llegar a casa, pude leer los
WhatsApp de la mañana: varias personas querían haberme llamado por teléfono;
les contesté entonces que podían en esos minutos. Así que, me puse los auriculares
y, mientras colocaba mi compra en el frigo, recibí llamadas; en un momento
dado, se me cayó un tarro de puré y salpicó toda la cocina: me acordé de la
PdV… ¡paz!; tranquilicé por el ruido a quien estaba al otro lado del teléfono; y
una sonrisa interior para el Señor: “hay que ver que hoy tengo menos tiempo que
nunca, y voy a emplear un buen rato en limpiar salpicaduras de puré por
encimeras, frigorífico, puertas de armario…; y como ya no tiene remedio, ¡paz y
paciencia!, ¡¡busca la paz y camina tras ella!!”.
Por la tarde, parece que
iba a tener unos minutos y me propuse ir a rezar… pero… asomo por la puerta del
despacho que da al templo… y alguien se levanta de su banco y se me acerca
corriendo…: “¿me puede confesar?”.
Luego fui al Centro
Mariápolis y, nada más entrar, mientras estoy quitándome abrigo, gorra y
bufanda en la sala de los percheros… allí mismo entra alguien con toda
confianza pidiéndome confesar. Y ahí en el ropero la confesé. Es un ministerio
que me encanta, así que, no me era difícil vivir con paz esos momentos y más
aún siendo una buena amiga; al acabar, me dirigí a la sacristía y en seguida
entra alguien a preguntar algo para la reunión de después y, a la vez, por
detrás, otro me comunicaba algo a tener en cuenta durante la Misa. “¡Busca la paz y anda tras ella!”, me iba
repitiendo yo interiormente.
En la Misa estaban unos
amigos que hacía mucho que no veía (unos son de Cataluña, otros viven allí) y
me propuse saludarlos a todos después…, pero… nada más acabar, abro la puerta
para salir y otra persona me pide que la confiese.
Luego el ratito de cena-reunión fue precioso.
Acabé el día realmente agotado y feliz: ¡con y en paz!
2.- Fui el sábado a Madrid. Al acabar, voy a por mi
coche y… mi puerta rayada (con una llave quizá). Inmediatamente me acordé de la
PdV: “¡busca la paz y corre tras ella!”; además, también en el “taller de
oración” esta semana habíamos aprendido que “si la cosa tiene remedio, ¡lucha
con todos tus medios para arreglarla!; y si no tiene solución, no sirve de nada
amargarse: ¡abandónate en Dios con silencio y paz!”. Entré en el coche y me
sentía realmente contento por dentro, (en otras ocasiones similares, hace
tiempo, la verdad es que me pasé luego días molesto interiormente). Recé una
oración por quien hubiera hecho el rallajo. Estaba yo muy en paz. Incluso,
aunque el gps empezó tarde a funcionar y di más vuelta de lo debido, estaba en
ese clima de la PdV, “busca la paz y corre tras ella”, y tampoco me alteré
gracias a Dios. Y luego llegué a tiempo a la parroquia.
Alguna de vuestras
EXPERIENCIAS tratando de
llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de febrero («Busca la paz y anda tras ella», Sal 34, 15), la de enero («Justicia, solo justicia has de buscar»,
Dt 16, 20) y la de diciembre («Estad siempre alegres en el Señor», Flp 4,
4):
1.- “…es un regalo participar de todos estos testimonios y del
Espíritu a través de ellos...
…por supuesto, me encantaría compartir lo que está siendo
mi búsqueda de la paz con el resto de las personas de tu grupo. Es curioso cómo
puedes sentirte en comunión viviendo algo en común con gente que ni conoces,
pero que sabes que están en la misma clave que uno mismo...
"Busca la paz y anda tras ella": un post it en el ordenador de mi trabajo,
otro en la nevera de mi casa, con el transcurrir de los días, otro en mi
corazón. Me siento como Dori, (la pececita que olvida permanentemente lo que
acaba de vivir), como si pensar en "busca la paz y anda tras ella"
fuera una sorpresa permanente, cada vez que, en el fragor de la vida cotidiana
veo un post it y me vuelve a
sorprender, vuelvo a vivir el regalo de Dios cada vez que me pongo las gafas de
la búsqueda de la paz.
La mayor sorpresa ha sido cómo ese recuerdo de la
búsqueda de la paz que sólo da Dios, ha cambiado un millón de momentos en mi
día a día y en el día a día de mi familia.
1b.- Ante un momento de cansancio con mi hija
pequeñita, recuerdo la búsqueda de la paz y la abrazo, y mi hija sonríe y me dice
"mamá, eres mi corazoncito".
Ante una discrepancia con mi marido, respiro de nuevo la
búsqueda de la paz, Dios entra en mi corazón, y suavizo mi mirada y le escucho,
y mi marido me dice, "eres mi
brújula, cariño", y le digo, "ya
sabes que yo soy sólo un instrumento, mi amor".
Y esta mañana me sigo sorprendiendo cuando me siento en
mi lugar de trabajo, y vuelvo a leer en mi post
it "busca la paz y anda tras ella", y vuelvo a sorprenderme y a
sentirme instrumento, a sentirme pequeña y grande al mismo tiempo.
Un millón de gracias, Paco…”
2.- “…de nosotros te diré que, aun con nuestros
problemas y edad, no nos podemos quejar: viviendo muy unidos, como nunca lo
hemos estado y dando continuamente gracias a Dios porque cada vez sentimos más
el amor que nos tiene. Deseando se consolide la salud de tu madre, para ti un
fuerte abrazo de los dos.”
3.- “…amigo
Paco: terminados los exámenes, he dedicado tiempo a leer tu PdV despacio; viene
cargada de tantos sentimientos de gente y los tuyos propios… Espero que tu
madre esté más estable y con ello vosotros también más tranquilos…
Hace unos meses vino una chica jovencita por aquí, era extranjera, pero
hablaba castellano fenomenal; quería hacer voluntariado: bien!! Al ser
jovencita, mi instinto me llevó a ofrecerla actividades: terapia ocupacional,
acompañamiento… y me dice: “noooo: trabajo más duro”; “pero, ¿sin
cobrar?”, pregunté. “Sí, sí”, contestó. Terminó en cocina. Su motivación no
podía venir de otro modo que de la mano de Dios.
Conforme la he ido conociendo, algo dentro de mi interior cambió: sentí una
señal de esas del día a día, que no las hacemos caso; no un gran milagro, pero
sí, algo distinto: sentí observándola que Dios la acompaña, ella está lejos de
su país, Canadá, sola y no necesita más: solo el Señor, buscarlo y descubrirlo.
Qué cambio en mí…! Si Dios está conmigo, no hay problema; si yo solo miro a
Dios, qué me importa agradar a la gente, qué me importa qué dicen de mí, qué me
importa tener muchos amigos superficiales; si yo solo le miro a Él e
intento agradarle, no tengo que pensar en nada más. Agradándole a Él, agradaré
a los demás sin darme cuenta o no… esos instantes de paz, aún los percibo.
3b.- No es fácil agradar a Dios y tener ese corazón puro, con tantos caprichos
materiales, estrés, malos humos, soberbia… Le pedí al Señor que tenía que
hablar con una compañera, la cual no se había portado nada bien laboralmente
hablando y mi carácter a veces me incita a ser demasiado clara. Le pedí en la
capilla que no, que me ayudara a ver que es una persona, escuchando cosas que a
mí no me gustaría escuchar, que me ayudara a no estar por encima. No he hablado
con ella aún, pero seguro que el Señor me allanará el camino para no
olvidar que todos somos personas iguales, no importa la posición sentimos
lo mismo. Espero, Paco, que nunca se me olvide. Gracias por compartir conmigo
tus experiencias…”
4.- “…la PdV “busca la paz y corre tras ella” en muchos
momentos me he tenido que abrazar a ella y, simplemente dando prioridad, y a lo
que no merece la pena, ofrecerlo y procurar la paz. Créeme, Paco: tus
experiencias son las que más me ayudan. ¡Qué ganas de verte y poder hablar un
rato! Todo llegará…”
5.- “…sí, vamos mejorando todos, gracias a Dios!
Ayer me entró un ataque de migraña y fue un poco duro, la verdad; pero se lo
ofrecí al Señor: me acordé del sufrimiento en la cruz, de todo el dolor q tuvo
que soportar y no me podía quejar. Sentía a la Virgen a mi lado y al lado de
mis hijos y finalmente dormí en paz, tarde... pero en paz. Soñé con una Misa y
me he despertado feliz. Sigo rezando por tu madre y por ti…”
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que, por gracia de Dios, hayas podido realizar
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