miércoles, 14 de febrero de 2018

EL AGUA VIVA BROTA DE LA CARIDAD

Te ofrezco algunos textos que nos ayuden a profundizar la Palabra de Vida de febrero («Al que tenga sed, yo le daré de la fuente del agua de la vida gratuitamente», Ap 21, 6):
 



QUE NO SE APAGUE LA CARIDAD

…Invito especialmente a los miembros de la Iglesia a emprender con celo el camino de la Cuaresma, sostenidos por la limosna, el ayuno y la oración. Si en muchos corazones a veces da la impresión de que la caridad se ha apagado, en el corazón de Dios no se apaga. Él siempre nos da una nueva oportunidad para que podamos empezar a amar de nuevo.
Una ocasión propicia será la iniciativa «24 horas para el Señor», que este año nos invita nuevamente a celebrar el Sacramento de la Reconciliación en un contexto de adoración eucarística…
En la noche de Pascua reviviremos el sugestivo rito de encender el cirio pascual: la luz que proviene del «fuego nuevo» poco a poco disipará la oscuridad e iluminará... «Que la luz de Cristo, resucitado y glorioso, disipe las tinieblas de nuestro corazón y de nuestro espíritu», para que todos podamos vivir la misma experiencia de los discípulos de Emaús: después de escuchar la Palabra del Señor y de alimentarnos con el Pan eucarístico nuestro corazón volverá a arder de fe, esperanza y caridad.

PAPA FRANCISCO, Mensaje para la Cuaresma 2018





PARA QUE EL MUNDO SEA DE CRISTO

Si todos los hombres, o al menos un exiguo grupo de hombres, fuera verdaderos servidores de Dios en el prójimo, pronto el mundo sería de Cristo.
Lo importante es tener una única idea del prójimo: es el hermano que nos pasa al lado en el momento presente de nuestra vida. Estar dispuestos siempre a servirlo, porque en él se sirve a Dios mismo.
            Tener un único Padre: Dios.
            Tener un sólo hermano: Jesús.
            El ojo sencillo entrevé en cada hombre un "Cristo en potencia".
            Ponerse al servicio de todos estos "otros Cristo", para que Cristo venga y crezca en ellos.

CHIARA LUBICH, Servire da cristiani





TENER UN CORAZÓN MAGNÁNIMO HACIA TODOS

Una de las características más bonitas del amor es la magnanimidad.
Es un exceso de bondad que embriaga el corazón con una alegría divina, dado que la magnanimidad es un atributo de Dios mismo. En ese sentido, Él no se deja vencer en generosidad, está siempre delante de nosotros, pero podemos tener su amor por nosotros como modelo para amar a los otros.
Por esta razón, ser generosos en bondad nos deja felices. Tanto a nosotros que fuimos generosos, cuanto a aquellos que disfrutaron de nuestra bondad.
La magnanimidad regula las relaciones a través de una donación sin límites.
            Quien tiene un corazón magnánimo, no dona cosas, se dona a sí mismo en los gestos más simples, pero con la intensidad del amor de Dios en su corazón.

APOLONIO CARVALHO NASCIMENTO



PEDIRLE A DIOS EL DON DE LA UNIDAD

Porque nosotros no sabemos hacer la unidad, Jesús ha rezado al Padre por la unidad, pero no la ha mandado.
Nosotros podemos hacer nuestra parte, que es la parte ascética, amarnos: pero la parte mística de la unidad, la presencia de Cristo en medio de nosotros, tiene que venir del Cielo.
Y nosotros, en nuestra práctica, hemos visto que la unidad es efecto de la Eucaristía.
          Es ahí donde somos verdaderamente deificados, nos transformamos todos en Dios (por participación), nos hacemos uno en Él.
Joya, perla preciosa del Evangelio es el amor recíproco. (…)

CHIARA LUBICH, L’amore reciproco





SEGUIR DANDO

Así como cada planta sólo absorbe de la tierra el agua que le es necesaria, también nosotros tratemos de tener sólo lo que hace falta. Además, es mejor que cada tanto nos demos cuenta de que falta algo: mejor ser un poco pobres, que un poco ricos.
“Si todos nos conformáramos con lo necesario –decía San Basilio-, y diéramos lo superfluo al necesitado, no habría más ricos ni pobres”.
Hagamos la prueba, comencemos a vivir así. Ciertamente Jesús no dejará de hacernos llegar el céntuplo; tendremos la posibilidad de seguir dando. Al final, nos dirá que todo lo que hemos dado, a cualquiera, se lo hemos dado a Él.

CHIARA LUBICH, Parola di Vita Dicembre 2003




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