VIDA DE LA PALABRA primeras semanas de FEBRERO
Alguna de mis EXPERIENCIAS de
otros meses y que nunca llegué a mandarte; esta, en concreto, de otoño pasado,
tratando de llevar a la vida diaria la Palabra de esos meses:
1.- Estaba preparándome la
comida y me suena el móvil: “estoy con el
joven del que te he hablado; ¿puedes bajar?”. Ahí están: sentados en el
primer banco de la iglesia. Ella me saluda y se va. Me siento al lado de él,
(aunque el olor “echa para atrás”): 21 años, muchos tatuajes, piercing... y una
mirada triste marcada por la decepción. Me cuenta su historia. ¿Drama o
tragedia?: ¡ambas cosas! A los 18 años se marchó de aquí a trabajar en un
barecillo a otra provincia; allí conoció a su padre y se dedicó a mantenerle,
acogiéndolo en su habitación. Un día, al ir a trabajar, ¡un candado en el bar!:
cerrado para siempre. Al poco, volviendo a “casa”, su padre se había largado
con el dinero y las pocas cosas que el hijo tenía. Solo: sin nadie y sin nada
en el mundo. Va a la capital y… siete meses en la calle y… Decide volver aquí y
le acogen en una casa en la que uno de los hijos había sido amigo en la niñez.
Estaba
enfadado con Dios, si es que existía. Le explico y le pido que mire fijamente
al gran crucificado que tenemos delante: nos quedamos ambos largo rato así, en
silencio. Y le digo que ahora se deje mirar por Él. ¿Dónde estaba Dios?: con
él, en él, sufriendo, (recordemos…: “a Mí me lo hiciste”). Entre la
conversación, varias veces las miradas de nuevo al Cristo: le explico el
misterio de Jesús Abandonado. Con lágrimas, decide confesarse, como
agradecimiento a la fe de la familia de la Parroquia que lo tiene acogido en su
casa. Tras las lágrimas, la absolución: ¡la libertad para empezar de nuevo! Pero…,
¿desde dónde? Le indico que pasado mañana se pase por Caritas, le recomiendo
que se arregle un poco y que empiece sin dilación a buscar un trabajo sin
descanso (no tiene curriculum alguno,
pero le insisto en que confíe). Y, sobre todo, que todo ello, a partir de
ahora, muy cerca del Amigo que le ha brindado una casa (aunque sea temporal) y
comida, y escucha y comprensión. Que no deje de hablar de tú a Tú con Él.
Aunque
me daba la tentación de no decirle nada (luego tendría yo que lavar mi
chaqueta), le pregunto si le puedo dar un abrazo de hermano en nombre del
Señor, que está ahí bien cerquita en el Sagrario. Accede con lágrimas.
Semanas
después, un WhatsApp: “Buenos.dias paco quería
hablar contigo.hoy si.me.pudieras decir una.hora para poder charlar un rato te
lo.agradeceria”. Viene para agradecer a Dios. Aparte de la atención en
Caritas, mientras ahí estaban todavía arreglando su documentación,
incomprensiblemente había encontrado trabajo pocos días después; pero a los 15
días, la hija de la dueña se queda sin su empleo y lo despiden a él para
entrarla a ella: “era lógico; pero… ese
último día conocí a una compañera de trabajo; y días después empezamos a salir;
en plan bueno, serio: es católica; me ha presentado a su familia…; …la semana
que viene empiezo otro trabajo de dos meses…”. Está leyendo cada mañana el
“Evangelio de cada día”... Con todas las incertezas, pero se le ve resuelto,
con esperanza e ilusión. “La estampa de
Chiara Lubich que me regalaste, la tengo en la cabecera y la hojita (=la PdV)”.
Quedamos
en charlar periódicamente.
Me
escribe luego, viendo la incompatibilidad de su nuevo horario para venir a
alguno de los grupos de preparación al sacramento de la Confirmación: “… siii cuando acabe me.meteré a darle.caña
para confirmarme. Y sí.me.estoy leyendo.cada dia el nuevo testamento”.
No dejo
de admirarme por esa familia numerosa que lo tiene acogido estos meses y de dar
gracias a Dios por ello. “Hacerse uno”, (ponerse en el lugar del otro). “Servir
por amor”.
Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando
de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de febrero («Al que tenga sed, yo le daré de la fuente
del agua de la vida gratuitamente», Ap 21, 6) y la de enero («Tu
diestra, Señor, es magnífica en poder», Ex 15, 6):
1.- “¡Me ha encantado esta PdV! Siempre me han gustado las imágenes con agua,
contemplar las olas del mar o una sencilla fuente en la ciudad. El agua me
serena y me lleva a Dios y ¡qué cierto es que Él sacia nuestra sed de
fraternidad, dándonos gratuitamente el agua de la Vida!
En estos días estoy tratando de intensificar los
actos de amor a los demás, pequeños, pero que brotan de la fuente que la
Palabra pone dentro de mí. A veces es contestar o enviar un mensaje parándome
en lo que escribo para que sea amor hacia la persona que lo recibe, otras veces
es comprar la fruta particular que le gusta a quien va a venir a comer a casa o
llamar por teléfono a alguien que está solo y necesita hablar un buen rato. Es
muy bonito constatar cómo esta agua sigue saciando a otros y construyendo
momentos de armonía y paz.
1b.- Te cuento sólo dos ocasiones, no
me da para más el tiempo:
Tengo que renovar el carnet de conducir y voy a un
Centro donde puede hacerse. Se nota el ambiente un poco tenso, el médico que
realiza las pruebas me
habla con brusquedad, pero trato de ser paciente,
contestar con calma e incluso añadir alguna broma. Al final, mientras la chica
redacta el certificado, el médico pasa por la oficina, se entretiene allí y
todos terminamos riendo de forma amigable.
1c.- Un día tengo mucho trabajo de
limpieza en casa después de una pequeña obra en la cocina. Pero decido hacer
antes de empezar un rato de oración y elijo una lectura al azar. Habla de
compartir cosas superfluas que tengamos en casa. Pienso que no es el día adecuado
para ponerme a pensar en eso, pero dejo que esa “agua” entre en mí. En medio de
la limpieza, buscando unos trapos viejos, veo en el ropero que tenía varías
cosas guardadas que no son necesarias (ya ni me acordaba) y que inmediatamente
preparé para donarlas con la alegría de experimentar que Dios seguía
interviniendo.
¡Gracias una vez más, Paco, y buen comienzo de
Cuaresma!”.
2.- “…el Señor no nos deja de sorprender... qué regalo
inmenso…!; no me lo podía creer, padre!!
Hoy, miércoles de ceniza, fue un día intenso de clases y de pacientes...
el último de ellos necesitaba ser escuchado... y…, la verdad, es que después había
prometido llevar a nuestra amiga que está cuidando a su marido en el hospital
unas mandarinas y un sándwich de cena… Y, gracias a la Virgen que te puso
ahí…,
hoy pude recibir la ceniza y comulgar: te llamaron para una urgencia ya tarde,
y cuando terminaste y te ibas, te tropezamos mi amiga y yo, aunque yo apenas te
conozco. Y al manifestar mi pesar, (aunque era tan tarde y la capilla ya estaba
cerrada), ofreciste imponerme la ceniza, ¡y luego encima darme la Comunión!
Me ha llenado el alma, padre... y me vuelvo a dar cuenta que hay que seguir
ayudando por amor, incluso sacrificando muchas cosas... porque el Señor siempre
buscará ese momento que necesitas, después de darte en el día a los demás.
Gracias por toda tu ayuda ahí en ese hospital, padre... Parece mentira
poder tener esa Capillita... Descansa, padre... Cuánto Amor nos da el Señor!!…”
Si quieres leer más experiencias similares,
de gente de todo el
mundo,
o también AQUÍ
N.B.: tú también
puedes compartir las experiencias
que, por gracia de
Dios, hayas podido realizar
poniendo en práctica
el Evangelio;
“pincha” aquí abajo
en “comentarios” y escríbela;
o, dado que en
algunos navegadores eso no funciona,
No hay comentarios:
Publicar un comentario