AMAR
CON ALEGRÍA.
También nosotros cuando está Jesús
Abandonado, cuando tenemos un dolor, debemos decir: “eres Tú, eres el Esposo de mi
alma”. Ya sea que… estés casado o no en la tierra, es lo mismo, el alma es
otra cosa, y tú le dices: "Te
quiero, te amo, te abrazo". Y hacer como Él: “en tus manos...”. Darle la vuelta a la cosa. Y luego –hay que estar
atentos a esto– vivir el momento presente después con todo el corazón. Y si tú
lo vives, ¿qué sucede? Que te viene la paz dentro, viene la alegría dentro, y
aquel peso del dolor ya no está, ya no está. ¿Por qué ya no está? Porque en el
lugar de Jesús Abandonado que vivía en ti, ha florecido el Resucitado, y el
Resucitado es su Espíritu que emana sus dones, por lo cual sientes dentro de ti
alegría, paz, fuerza, todo...; lo de antes, en cambio, ha desaparecido... Por
lo tanto, mi consejo es: abrázalo bien, vive el momento presente después y ve adelante.
CHIARA LUBICH, Abbracciare
Gesù Abbandonato, Genova, 16 dicembre 2001
INFUNDIR
ESPERANZA.
La novedad del anuncio de Jesús se advierte
con claridad desde las primeras palabras, cuando proclama dichoso no a quien es
rico, poderoso o influyente, sino al que es pobre, humilde, pequeño, puro de
corazón; al que llora y es oprimido. Es una inversión del modo corriente de
pensar, especialmente en nuestra sociedad, que muchas veces exalta el
consumismo, el hedonismo, el prestigio... Es la “buena nueva” traída por Jesús,
que da alegría y esperanza a los últimos, que infunde confianza en el amor de
Dios y que se muestra cerca de quien atraviesa pruebas y dolor. Este anuncio de
felicidad y de salvación se puede ver ya sintetizado en la primera de las ocho
bienaventuranzas, que asegura el Reino de los Cielos a los pobres de espíritu.
CHIARA LUBICH, Commento
a Mt 5, 3
ELEGIR
LO QUE LE GUSTA A DIOS
Aquí… podemos hallar la sencillez del vivir
evangélico. ¡También es ésta la enseñanza de los más grandes místicos que,
incluso experimentando fenómenos espirituales extraordinarios, sabían bien que
la perfección no consiste en hacer milagros o en el obrar de modo
extraordinario, sino -como por ejemplo escribe san Pablo de la Cruz- "en
estar perfectísimamente unidos a la santa voluntad de Dios, y quien está más
unido y transformado en este divino beneplácito, es el más humilde, el más
pobre en espíritu, el más perfecto, el más santo". [...] ¡Haciendo lo que
a Él le gusta! Santidad y voluntad de Dios son por lo tanto sinónimos, aunque
el término “voluntad de Dios” debe ser comprendido en toda su profundidad. Hace
falta redescubrirla [ndt la Voluntad de Dios] como aquello que realmente es: el
encuentro entre Dios y el hombre, la manifestación que Dios hace de mismo y la
plena conformación del hombre, en todo su ser, al Dios que se comunica
revelándose.
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