sábado, 31 de diciembre de 2016

FELIZ AÑO NUEVO 2017

¡ FELIZ AÑO NUEVO 2017 !


deseo a ti y a los tuyos
que tengáis una muy buena salida y entrada de año
y un próspero 2017
colmado de la bendición del Señor:


“Al comienzo de este nuevo año
formulo mis más sinceros deseos de paz
para los pueblos y para las naciones del mundo…
Deseo la paz a cada hombre, mujer, niño y niña,
a la vez que rezo
para que la imagen y semejanza de Dios en cada persona
nos permita reconocernos unos a otros
como dones sagrados
dotados de una inmensa dignidad.
Especialmente en las situaciones de conflicto,
respetemos su «dignidad más profunda»
y hagamos de la no violencia activa
nuestro estilo de vida…”

MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
PARA LA CELEBRACIÓN DE LA XLVII JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ 1 DE ENERO DE 2017

LA NO VIOLENCIA: UN ESTILO DE POLÍTICA PARA LA PAZ



PALABRA DE VIDA                                        enero 2017 

«Porque el amor de Cristo nos apremia»
(2 Co 14)

«Ayer fui a cenar fuera con mi madre y una amiga suya. Pedí como guarnición un plato de guisantes, que decidí dejarme para comerme el postre, que me apetecía más. Pero mamá dijo que no. Estaba a punto de ponerme de morros, pero recordé que Jesús estaba justo al lado de mamá, así que me puse a sonreír».
«Hoy he vuelto a casa cansado y, mientras veía la tele, mi hermano me ha quitado el mando de las manos. Me he enfadado mucho, pero luego me he calmado y le he dejado ver la tele».
«Hoy mi padre me ha dicho una cosa y yo le he respondido mal. Le he mirado y he visto que no estaba contento. Entonces le he pedido perdón y él me ha perdonado».
Son experiencias de la Palabra de vida contadas por niños de 5º de Primaria de un colegio de Roma. Puede que no haya una relación directa entre esas experiencias y la Palabra que vivían en ese momento, pero este es precisamente el fruto de vivir el Evangelio: que incita a amar. Independientemente de la Palabra que nos propongamos vivir, los efectos son siempre los mismos: nos cambia la vida, nos pone en el corazón el acicate a estar atentos a las necesidades del otro, hace que nos pongamos al servicio de los hermanos y las hermanas. No puede ser de otro modo: acoger y vivir la Palabra hace que nazca en nosotros Jesús y nos lleva a actuar como Él. Es lo que deja entender Pablo cuando escribe a los corintios.
Lo que apremiaba al apóstol a anunciar el Evangelio y a trabajar por la unidad de sus comunidades era la profunda experiencia que había hecho con Jesús. Se había sentido amado y salvado por Él; había penetrado tanto en su vida, que nada ni nadie podría separarlo nunca de Él; ya no vivía Pablo, porque Jesús vivía en él. Pensar que el Señor lo había amado hasta dar la vida lo volvía loco, no lo dejaba tranquilo, y lo incitaba con una fuerza irresistible a hacer lo mismo con el mismo amor.
¿Nos apremia también a nosotros el amor de Cristo con la misma vehemencia?
Si de verdad hemos experimentado su amor, no podemos dejar de amar a nuestra vez y entrar con valentía donde hay división, conflicto u odio para llevar concordia, paz y unidad. El amor nos permite proyectar el corazón por encima del obstáculo para ponernos en contacto directo con las personas, comprenderlas, compartir con ellas y buscar juntos la solución. No se trata de algo optativo. La unidad hay que conseguirla a toda costa, sin dejarnos frenar por una falsa prudencia, por dificultades o posibles enfrentamientos.
Esto se demuestra especialmente urgente en el campo ecuménico. Esta Palabra ha sido elegida en este mes en que se celebra la «Semana de oración por la unidad de los cristianos» de distintas Iglesias y comunidades, para que nos sintamos todos estimulados por el amor de Cristo a ir los unos hacia los otros y así recomponer la unidad.
Afirmaba Chiara Lubich el 23 de junio de 1997 en la apertura de la II Asamblea Ecuménica Europea en Graz (Austria): «Será un auténtico cristiano de la reconciliación solo quien sepa amar a los demás con la misma caridad de Dios, esa caridad que nos hace ver a Cristo en cada uno, que está destinada a todos –Jesús murió por todo el género humano–, que toma siempre la iniciativa, que es el primero en amar; esa caridad que lleva a amar a todos como a uno mismo, que nos hace uno con los hermanos y las hermanas en los dolores y en las ale­grías. Y también las Iglesias deberían amar con este amor».
Vivamos también nosotros la radicalidad del amor con la sencillez y la seriedad de los niños de ese colegio de Roma.





N.B.: Aquí puedes encontrar también la Palabra de Vida 
 y en MP3 para escuchar en el móvil.

en más de 30 idiomas.






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