miércoles, 30 de noviembre de 2016

HACER TODO ENTRE LOS DOS: DIOS Y YO

VIDA DE LA PALABRA                    últimas semanas de NOVIEMBRE

Algunas de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la vida diaria la Palabra de vida de noviembre, («Todo lo puedo en Aquel que me conforta», Flp 4, 13) y la de octubre («Perdona a tu prójimo el agravio, y, en cuanto lo pidas, te serán perdonados tus pecados», Si 28, 2):

1.-        Para lo que te cuento ahora me ha venido muy bien la Palabra de Vida, tanto de octubre (“…perdonar…”), como la de noviembre (“todo lo puedo en Aquel que me conforta”). ¡Ambas a la vez! Y como premisa antes de leer, si te viene la tentación de que se “encienda la sangre”, ya sabes: no juzgar a nada ni a nadie, no prejuzgar, perdonar… misericordia.
            A primeros de mes, sin avisos previos, una carta: ¡han embargado la cuenta bancaria de José! No entiendo los términos, pero aparece el nombre de una persona que en el pasado trabajó con nosotros entre otras cosas cuidándolo a él. Esos días eran los de más ocupaciones y no tengo tiempo ni de pensar: ¡y hay que sacarlo de donde sea para intentar poner remedio! Aparto de mi mente “juicios” que me quieren venir hacia esa persona y hacia las instituciones emisoras del comunicado.
Le pregunto a una catequista que tiene una gestoría y después de averiguaciones y viajes a Madrid, logra averiguar algo: aquella persona, varios años atrás había tenido muchas y cuantiosas multas impagadas, con lo cual el Ayuntamiento de Madrid, se enteró en febrero del año pasado que trabajaba para José (a esa persona la teníamos bien contratada, con la seguridad social, etc., etc.) y para cobrarse, le embarga la cuenta al pobre José (que tiene ahí escasamente su pensión, con la cual ahora paga la Residencia de sacerdotes mayores donde está desde hace justo un año ya).
            Estando yo con Pedro, otro sacerdote de nuestro focolar, de pronto le llega de la entidad bancaria un aviso de cobro en su cuenta del coste de la Residencia de José: ahí me vino tentación de prejuicio hacia ese banco. Una cantidad que le podía dejar “temblando” sus escasos ahorros. Yo pensé, que como él es titular también de la cuenta de José, (yo solo soy “firma autorizada”; es más, no tengo ninguna cuenta personal), se lo cobraban a él. Esto último fue solo una falsa alarma: por primera vez en los 20 ó 30 años que tienen conjunta la cuenta, se les ocurre mandarle aviso también a él, ¡y precisamente en esos días! Menos mal que traté de evitar prejuicios.
            Al final, busqué papeles y documentos (un verdadero jaleo habiendo tenido el traslado por medio este verano) y la catequista elaboró un recurso con el cual creo que todo se solucionará.

2.-        Algunos días se junta mucha tarea entre parroquia, hospital, personas que quieren consultar o confesar y, ocasionalmente, Centro Mariápolis. Días antes de uno de los fines de semana que me quedaba solo, hablando por teléfono con un sacerdote de mi focolar, yo le expresaba mi inquietud. Y me contesta: “¿pero no nos has contando tantas veces que el Señor “lleva tu agenda” y todo te lo organiza bien “ni un minuto antes, pero tampoco uno después”, como sueles decir?”. Era verdad: ¡cuántas! Y hubiera caído en la cuenta horas después. Pero hasta el Señor me ponía a este hermano que me lo recordara antes.
Cuando días después se presentó ocasión similar, con el agravante de varias llamadas al móvil 24 h de atención del hospital, (¡hubiera tenido yo que estar en varias cosas a la vez!): “Todo lo puedo en Aquel que me conforta”. Estuve tranquilo y, ¡efectivamente!, cada cosa se iba reajustando y pude atender bien a todo el mundo en unos sitios y otros.

3.-        Doy la comunión a una recién operada y me dice: “¿usted es de los de Chiara Lubich?”.
Sí…, ¿por…?”, balbuceo sin salir de mi asombro.
Le oí mencionarla en una homilía en la parroquia. Yo fui monja hace años y nos predicaba un sacerdote que hablaba muy bien y nos contaba sobre ella”.
“¿Ah, sí? ¿Y de qué orden eras?".
Al decírmelo ella, me llené de alegría y añado: “pues… fíjate que a lo mejor incluso era yo mismo, pues esa congregación antes me llamaba muy a menudo en los distintos sitios para que fuera a darles retiros”.
Total que… hablando, hablando… ¡sí que era yo! Y añade ella: “ya decía yo que su cara me quería sonar cuando lo veía en la parroquia; después de aquello, la Madre Maestra de novicias, nos leía todos los meses la Palabra de Vida a todas y nos invitaba a ponerla en práctica. Después busqué cómo seguir recibiendo esas hojas, pero no lo logré”.
Pues déjame tu correo y ahora, después de 22 años, te la mando yo”, concluí.
Salí con el corazón lleno de gozo de ver lo que Dios trabaja y graba en el corazón de las personas valiéndose de pequeñeces.



Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de noviembre, («Todo lo puedo en Aquel que me conforta», Flp 4, 13), la de octubre («Perdona a tu prójimo el agravio, y, en cuanto lo pidas, te serán perdonados tus pecados», Si 28, 2) y la de septiembre («Todo es vuestro; y vosotros de Cristo y Cristo de Dios», 1 Co 3, 22-23):

1.-        “Dios te pague, Paco por tu fidelidad con Dios y con los hermanos. Siento lo que dices de tu madre y rezo por lo mejor.
Mi vida de jubilada no tiene horarios que te obligan... Pero hay servicios y actitudes que ponen el amor en movimiento: desde que empiezo el día quiero servir con amor y se me presentan infinidad de ocasiones tanto dentro como fuera de casa.
Si voy a la cocina y observo que faltan cucharillas del café, friego para que se las encuentren o los vasos o poner otro cartón de leche…
Al ir a misa me encuentro gente a la ida y vuelta y me propongo saludar con amabilidad y alegría... Y la gente responde. No manifiesto prisa y acompaño a una persona que lo necesita o escucho a otra...
En el WhatsApp contesto siempre a las personas que considero más débiles o necesitadas con palabras de aliento... O llamo por teléfono para interesarme por la salud... Y prometo rezar y lo hago por muchas intenciones.
Experimento que, cuando he dado de mi tiempo, Dios me suple en otras cosas que pensaba hacer y no he podido. Pensaba en la canción del Gen Rosso que decía 'todo es un juego de amor... '. ¡Qué gozo pensar que tengo oportunidad de amar y servir a muchos hermanos…!

2.-        “estos días he tenido una experiencia curiosa: estaba desanimada; mucho, la verdad: de esas situaciones en las que uno nota que toca fondo y la primera reacción que tiene es abandonar, querer dejarlo todo.
Sin embargo, aunque era tentador, no quería dejarme vencer por el desánimo, así que me propuse hacer justo lo contrario: si no tenía ganas de rezar, en vez de dejarlo, rezar el doble. Si no me apetecía leer, poner más atención en lo que leía, aunque sintiera que nada de lo leído me aportaba nada. Si me costaba centrarme en el trabajo, trabajar aún más. Si no tenía ganas, ni estaba motivada a pensar en el adviento, hacerlo igualmente.
No, nada de lo que, hasta ahora hacía con ilusión me apetecía en esos momentos. Lo veía todo lejano y ajeno a mí.
Sin embargo, hoy al levantarme, tenía la sensación de que entre todas esas cenizas una llamita surgía. Débil, ciertamente, pero daba la suficiente luz como para recobrar el ánimo y la ilusión

3.-        “… soy ciega. Profesora de adultos que pierden la vista a partir de los 18 años; les enseño a leer y escribir en braille y a muchas cosas útiles cotidianas, por ejemplo, a jugar a las cartas, a hacer sudokus, si es que jugaban y creen que por no ver ya no podrán jamás. Su satisfacción es tal que vuelven un poco a vivir. Me encuentro a estas personas en el peor momento de su vida. Casi inmediatamente, cuando no se han liberado del miedo, de los prejuicios y del "no puedo”, les digo que la trampa más grande que tiene la calle es quedarse en casa y, que lo peor de la ceguera no es en sí la pérdida de visión, sino la dependencia que conlleva, por eso mi afán en hacerles lo menos dependientes que puedan. Y les enseño todo lo que sé y creo que les ayuda. Yo soy ciega desde los 7 años. Mis recuerdos son los de un niño, pero tengo muchos muy claros: el cielo, su color, el sol, la luna, el mar, las piedras, las hormigas, mis pinturas y la M de: María de los Ángeles, ¡tan elegante! También recuerdo los colores de la bandera española, que presidía la clase.
…uno de mis alumnos que hoy tiene 91 años… vino a mi clase hace 5 años, … con todo el interés de un hombre inteligente que ha de seguir adelante. A todo su interés por aprender, se unió el mío para enseñarle todo lo que yo creo que debe saber del braille… aprendió rápidamente: se desmonta con él, el mito de que las personas mayores no pueden aprender... Pero este hombre traía una historia. Desde hace 21 años, cuida a su mujer que está totalmente impedida en una cama: no habla, no parece que reciba las caricias y los mimos, aunque él no deja de hacérselas. Por un ictus, perdió toda capacidad de comunicación. Él la lava, le da de comer, le pone al aire para que se le curen las escaras y habla, habla mucho con ella. Le pone música y por la noche, sí, cada noche la cambia de postura, habla con ella. Su mimo, su entrega, su tono de voz, es algo que no puedo transmitir. Me emociona y me hace creer en la bondad y el amor. Dice: "que no muera yo antes que ella”… Tiene un aspecto magnífico: siempre limpia, con una piel sana y tersa a sus 90 años. Si algo hay que represente el amor, la entrega y la generosidad, reside en este hombre



Si quieres leer más experiencias similares, 
de gente de todo el mundo,
puedes encontrarlas “pinchando” AQUÍ
y otras también AQUÍ


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que, por gracia de Dios, hayas podido realizar
poniendo en práctica el Evangelio;
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miércoles, 16 de noviembre de 2016

DIOS ES NUESTRA FORTALEZA

Te copio unos textos que nos ayuden a profundizar y vivir más la Palabra de noviembre (“todo lo puedo en Aquel que me conforta”). Si quieres que te mande la Palabra de vida cada mes también en presentación power point, dímelo.

EL DON DE FORTALEZA

…el Señor viene siempre a sostenernos en nuestra debilidad … Con el don de fortaleza… el Espíritu Santo libera el terreno de nuestro corazón, lo libera de la tibieza, de las incertidumbres y de todos los temores que pueden frenarlo, de modo que la Palabra del Señor se ponga en práctica, de manera auténtica y gozosa…
Hay también momentos difíciles y situaciones extremas en las que el don de fortaleza se manifiesta de modo extraordinario, ejemplar. Es el caso de quienes deben afrontar experiencias particularmente duras y dolorosas, que revolucionan su vida y la de sus seres queridos. La Iglesia resplandece por el testimonio de numerosos hermanos y hermanas que no dudaron en entregar la propia vida, con tal de permanecer fieles al Señor y a su Evangelio… pensemos en esos hombres, en esas mujeres que tienen una vida difícil, que luchan por sacar adelante la familia… son santos, santos en la cotidianidad, santos ocultos en medio de nosotros… ¡Son muchos! Demos gracias al Señor por estos cristianos que viven una santidad oculta: es el Espíritu Santo que tienen dentro quien les conduce. Y nos hará bien pensar en esta gente: si ellos hacen todo esto, si ellos pueden hacerlo, ¿por qué yo no?...
… Este don debe constituir la nota de fondo de nuestro ser cristianos, en el ritmo ordinario de nuestra vida cotidiana. Como he dicho, todos los días de la vida cotidiana debemos ser fuertes, necesitamos esta fortaleza para llevar adelante nuestra vida, nuestra familia, nuestra fe. El apóstol Pablo dijo una frase que nos hará bien escuchar: «Todo lo puedo en Aquel que me conforta» (Flp 4, 13). Cuando afrontamos la vida ordinaria, cuando llegan las dificultades, recordemos esto: «Todo lo puedo en Aquel que me da la fuerza». El Señor da la fuerza, siempre, no permite que nos falte. El Señor no nos prueba más de lo que nosotros podemos tolerar. Él está siempre con nosotros. «Todo lo puedo en Aquel que me conforta».
Queridos amigos, a veces podemos ser tentados de dejarnos llevar por la pereza o, peor aún, por el desaliento, sobre todo ante las fatigas y las pruebas de la vida. En estos casos, no nos desanimemos, invoquemos al Espíritu Santo, para que con el don de fortaleza dirija nuestro corazón y comunique nueva fuerza y entusiasmo a nuestra vida y a nuestro seguimiento de Jesús.

PAPA FRANCISCO, Audiencia general de los miércoles, 14 mayo 2014





ESTAR “DESARMADOS” PARA AMAR.

En el Evangelio, la cruz, contiene la cumbre y el resumen de lo vivido por Jesús: amor sin medida, desarmado amor, atrevido amor, que no se rinde, no engaña y no traiciona...  
... llevar la cruz significa llevar hasta el final el amor.
Jesús no quiere las cosas dejadas a medias, porque engendran tristeza: si tienes que construir una torre, te sientas antes y calcula bien si tienes los medios. Quiere de nosotros, respuestas libres y maduras, ponderadas e inteligentes...






DEJARSE "INCOMODAR"

“O el cristiano valora lo que el mundo desprecia,
o no es seguidor de Cristo.
O el cristiano no valora lo que el mundo aprecia,
o no es seguidor de Cristo.
O el cristiano vive la carrera de la propia existencia
con el ánimo preparado a comparecer más allá,
o no es seguidor de Cristo.
O el cristiano hace que resplandezca Cristo
en cada una de sus acciones de su vida terrena,
o no es seguidor de Cristo.
O el cristiano es palabra encarnada del Papa,
interpretación viva de los Obispos,
o no es seguidor de Cristo.
O el cristiano siente «con la Iglesia»
y lleva con ella los dolores, los traumas de los cismas,
la lucha abierta y continua contra el Enemigo,
o no es seguidor de Cristo.
O el cristiano revive a María,
y magnifica a la Madre junto con el Hijo,
o no es seguidor de Cristo.
O el cristiano se pulveriza a sí mismo y,
sobre sus cenizas, glorifica a Dios,
o no es seguidor de Cristo.
O el cristiano arrastra con celo divino
una multitud de gente tras Cristo,
o no es seguidor de Cristo.
O el cristiano conoce y soporta la crítica,
el odio, las persecuciones,
o no es seguidor de Cristo.
O el cristiano reacciona con fuerza y constantemente
a la riada de tibieza, de pereza, de pecado,
legado del mundo,
o no es seguidor de Cristo.
O el cristiano divide con la espada los afectos terrenos
y suscita la unidad en el plano divino,
o no es seguidor de Cristo.
O el cristiano desencadena la revolución de Cristo
y da testimonio de Él con la unidad más compacta
con sus hermanos,
o no es seguidor de Cristo.
Los santos: he aquí los verdaderos seguidores de Cristo.



martes, 15 de noviembre de 2016

CON ÉL, TODO

VIDA DE LA PALABRA                          primeras semanas de NOVIEMBRE 

Algunas de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la vida diaria la Palabra de vida de noviembre, («Todo lo puedo en Aquel que me conforta», Flp 4, 13) y la de octubre («Perdona a tu prójimo el agravio, y, en cuanto lo pidas, te serán perdonados tus pecados», Si 28, 2):

1.-        En el hospital cada vez voy teniendo más tarea. Bonita, después de la experiencia personal adquirida años pasados con mi padre y también con mi madre.
            A veces, después de haber estado varias horas allí visitando, al poco de llegar a casa, me llaman urgentemente para administrar el sacramento de la unción. Mi “perdonar” es ir con diligencia y amabilidad, y darme del todo tanto al enfermo (en esas ocasiones, ya está inconsciente, pero lo último que se pierde es el oído), como a los acompañantes.
En una de esas ocasiones, no estaba ningún familiar, (habían salido todos), solo una enfermera contratada de otro centro; con lo cual, quise quedarme un ratito más… y el Señor se lo llevó a los pocos minutos estando yo allí, tratando de hablarle y acompañarle como justo hacía un año habíamos hecho toda la familia con mi padre.
En otra de las ocasiones… (me ha pasado varias veces, que sólo dan el aviso “in extremis”), con amabilidad y cariño insinué a los familiares que yo había estado toda esa mañana por allí, incluso por ese
mismo pasillo aunque no tenía yo ninguna visita ahí… que ellos llevaban allí varios días… y que no pedir la Unción es privar a la enferma de la Gracia especial que Dios da no sólo para el momento decisivo, sino para la edad avanzada, para una operación importante, para una enfermedad grave: es el acompañamiento y cercanía que Jesús quiere dar. Para vivir “como Dios manda”, (y nunca mejor dicho), la ancianidad y una enfermedad importante. Intenté ser delicado para que no se quedaran mal…
Ellos me habían comentado momentos antes que el médico de paliativos era una persona excepcional, y que les había dicho todo claramente pero con una exquisitez que… debería haber no sólo “hojas de reclamaciones”, sino también de felicitaciones; y yo le sugerí que, aunque no la hubiera, pidieran un folio y expresaran su agradecimiento. Después de la pequeña “corrección fraterna” que intenté hacerles con toda delicadeza a pesar de mi “dolor” interior (por ver a un prójimo que hasta el último momento le dejan privado de los auxilios espirituales que tanto bien le pueden hacer también previamente tanto espiritual como corporalmente), me dijeron los familiares: “es verdad, después de administrarle el sacramento, ha movido piernas y ojos, cosa que hacía tiempo que no se producía; y tu presencia y tus palabras, primero con ella y con todos, y ahora aquí fuera con nosotros dos, también nos han venido muy bien a la familia; en esa ‘hoja de felicitaciones’, también te mencionaremos a ti”.

2.-        Hablando con una pareja que están viviendo juntos sin haberse casado todavía, fiándome del “todo lo puedo en Aquel que me conforta” les hablé de la verdadera grandeza y de la libertad que lleva a la felicidad auténtica, (es decir, que, porque te quieren, exijan lo mejor de mí mismo y decidas darlo, hacerlo), y me atreví a proponerles que, ya que no podían volver a las respectivas casas paternas (una en otro país), vivieran “como hermanos”, en absoluta continencia, (dándoles también la hoja de la PdV de este mes con su explicación: “todo lo puedo en Aquel me conforta”).
Me sorprendió la disponibilidad que mostraron: realmente “percibí” la Gracia sobre cada uno. Casi estaban anhelándolo, pero no se atrevían a decírselo mutuamente porque no pensara el otro que era menor cariño; todo lo contrario, ahora se daban cuenta que era una muestra de mayor amor: “habíamos elegido mal, el camino fácil: dejar de comulgar. Ahora nos damos cuenta que es mejor confesarnos, vivir simplemente como hermanos y poder comulgar al menos cada domingo. Queremos cada uno y los dos estar muy cerca de Dios. Y prepararnos bien, si de verdad Él nos llama para casarnos”.

3.-        Entre parroquia (donde vivo) y capellanía del hospital, (además, de seguir atendiendo, aunque ya no a diario, el Centro Mariápolis de Las Matas), bastantes jornadas son de 10 ó 12 horas (casi sin respiro para comer) empalmando, una cosa con otra, (pero con paz, ¡eh!); hace 2 viernes, de 9 de la mañana a 12:05 de la noche. Y contentísimo y feliz. Me ayuda la PdV: “todo lo puedo en Aquel que me conforta”.
            Por fin, pude irme esta semana 48 horas a mi pueblo. Pero
inesperadamente hubo que llevar a mi madre por cuestión del ojo, (tuvo un trombo en marzo), a urgencias del hospital de Albacete, (en el de nuestro pueblo, no hay oftalmólogo en urgencias): de 3:30 a 23:00, (casi todo el tiempo yo de pie, y con los abrigos en las manos). Ya no se puede hacer nada por ese ojo, pero por lo menos que no duela a rabiar: tendrán que practicarle una pequeña cirugía en breve, en cuanto le hagan la operación que tenía pendiente desde abril de las dos hernias.
Contento de poder acompañar a mi madre: ella, en medio del dolor, recordaba a Jesús Abandonado (diciendo de vez en cuando: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”), pero con una paz admirable.



Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de noviembre, («Todo lo puedo en Aquel que me conforta», Flp 4, 13), la de octubre («Perdona a tu prójimo el agravio, y, en cuanto lo pidas, te serán perdonados tus pecados», Si 28, 2) y la de septiembre («Todo es vuestro; y vosotros de Cristo y Cristo de Dios», 1 Co 3, 22-23):

1.-        “al párroco le hizo muchísima ilusión. El lunes pasado en la Adoración comentó lo del "grano de mostaza...". Dijo que le gustaría mucho ver uno. Recordé que en nuestro viaje a Tierra Santa cogí varios granitos. Los tenía
guardados con mucho cariño en el joyero, por su valor para mí...: más que las joyas que hay!, así que busqué una bolsita pequeñita que cerraba muy bien y puse dos. Anoche se lo di. No sabes qué ilusión le hizo!! Dijo: "vaya regalo que me has hecho!!” Y me dio dos besos... Algo no muy habitual en él

2.-        “la PdV de octubre me ha ayudado a acoger y amar concretamente a cada persona tal como es, sin pararme en lo que haya podido molestarme, también a sentir más en profundidad el perdón de Dios en mí.
2b.-     Te cuento brevemente algunas experiencias concretas:
            Fallece un familiar que vive en una ciudad un poco alejada, en un primer momento dudo en ir al entierro y recuerdo que “él no vino al de mi madre”, pero la PdV me ayuda a comprender su situación y en seguida organizo todo para ir al sepelio. Me detengo a rezar por él y lo comparto con otras personas, segura de que la oración en unidad con los hermanos es más potente ante el Padre. Me parece que ha crecido el amor recíproco con los demás familiares.

2c.-     Me entretengo en hacer una cosa más de lo necesario antes de ir a Misa: cuando voy de camino me siento mal, diciéndome que voy a llegar tarde y que debería haberlo acabado luego... Pido perdón a Jesús. Llego a la Iglesia y ¡justo en ese momento va el sacerdote hacia el altar! Experimento de cerca, como dice esta PdV, que ”…en cuanto lo pidas te serán perdonados tus pecados”.

2d.-     Llama una amiga por teléfono, estoy preocupada por otro tema y apenas la atiendo. Aunque no se ha enfadado, siento que algo entre nosotras puede quedar dañado y esa misma mañana le pido perdón.

2e.-      Conozco a un joven de otro país con muy pocas posibilidades económicas: se ofrece para dar clases de informática y como mis conocimientos son escasos, le pido que me dé algunas clases. No me agrada por la lentitud de sus explicaciones y tras un par de días pienso que mejor sería dejarlo, pero siento que Jesús me da la posibilidad de ayudarle y valorar su dignidad; continuaremos durante este curso.

2f.-      Una amiga enferma de forma inesperada y su carácter cambia completamente. Trato de ayudarla, pero tantas veces su reacción es negativa y nada agradecida. Aunque muchas veces siento una gran impotencia, estoy segura de que el amor siempre da frutos: sigo visitándola y ofreciéndole mi apoyo a ella y a su familia.

2g.-     Voy a hacer unas gestiones. La chica que me atiende, después de un largo tiempo allí, no termina de solucionar el asunto. Tengo que volver otro día y al final surge una conversación sobre las empleadas de hogar, (nada relacionado con el tema que nos ocupaba); me dice que le gustaría dar de alta a la que va a su casa, pero que no sabe lo que tendría que pagar…, le digo que yo sí la tengo asegurada y que es algo que debemos hacer. Al volver a casa busco la información y le llevo fotocopia al día siguiente. Se queda muy sorprendida y me da las gracias.

2h.-     Este año soy la presidenta de la comunidad de vecinos donde tengo un apartamento de verano. Hay una vecina que no abona la cuota hace unos años. En la última reunión se decide denunciarla. Siento que debo volver a hablar antes con ella, lo que no es nada fácil.
Me desplazo a esa ciudad por varios motivos de la presidencia y subo a su piso, es una de los dos propietarios que vive allí todo el año, pero no me abre la puerta. Con el otro vecino hay buenas relaciones, me ayuda en algunas gestiones y a la siguiente vez que me desplazo, vamos juntos a hablar con ella, nos abre y se vislumbra una solución…, esta experiencia continúa, pero ya doy gracias a Dios que me hace ver una vez más que siempre hay un camino positivo cuando se intenta amar e involucrar a otros en ese camino.
Gracias, Paco, por tu fidelidad en darnos un nuevo empuje a mitad de mes y por tus primeras experiencias

3.-        “no imaginas cómo me identifico en el capítulo del coche cada mañana: todos los días tengo una hora para ir y otra para volver al trabajo y el ejercicio de tranquilidad, paciencia y respeto que hay que hacer cada mañana es grande.
Doy fe, de que con la práctica se consigue, así que ¡ánimo!...
         Muchas gracias por tu tiempo y dedicación



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N.B.: tú también puedes compartir las experiencias
que, por gracia de Dios, hayas podido realizar
poniendo en práctica el Evangelio;
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o, dado que en algunos navegadores eso no funciona,
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martes, 1 de noviembre de 2016

TODO SE PUEDE EN DIOS

Comienza el último mes del año litúrgico, durante el cual, consideramos con fe y sin temor, con esperanza y respeto, las realidades que nos esperan al final: todos tenemos que morir, nos espera la misericordia de Dios que es Amor, seremos juzgados no por lo que tenemos sino por el amor que hayamos vivido en cada cosa, nos espera la dicha infinita del cielo si hemos vivido aquí “como” y “con” Aquel que más nos quiere, rezamos con fe y esperanza por aquellos que nos han precedido y quizá no hayan vivido en la plenitud que sólo Dios ofrece… Y todo ello nos anima a estar siempre preparados, pues nos espera el cielo (cuya fiesta celebramos el día 1): el gozo infinito de estar en Dios con aquellos, los santos, que han sido su reflejo aquí con su modo de obrar.
         Nos ayudará, pues, como cada mes, la Palabra de Vida:



 PALABRA DE VIDA           noviembre 2016

«Todo lo puedo en Aquel que me conforta»
(Flp 4, 13)

Hay momentos en que nos sentimos contentos, llenos de fuerza, y todo parece fácil y ligero. Otras veces nos asaltan dificultades que amargan nuestros días. Pueden ser los pequeños fallos al amar a las personas que tenemos al lado, la incapacidad de compartir con otros nuestro ideal de vida. O sobreviene una enfermedad, apuros económicos, desilusiones familiares, dudas y tribulaciones interiores, la pérdida del trabajo, situaciones de guerra…, situaciones que nos abruman y parecen no tener salida. Lo que más nos pesa en estas circunstancias es sentirnos obligados a afrontar solos las pruebas de la vida, sin el apoyo de alguien capaz de prestarnos una ayuda decisiva.
Pocas personas como el apóstol Pablo han vivido con tanta intensidad alegrías y dolores, éxitos e incomprensiones. Pero él supo perseguir con valentía su misión sin caer en el desánimo. ¿Era un superhéroe? No, se sentía débil, frágil e inepto, pero poseía un secreto, y así se lo comunica a sus amigos de Filipo: «Todo lo puedo en Aquel que me conforta». Había descubierto en su vida la presencia constante de Jesús. Incluso cuando todos lo abandonan, Pablo nunca se siente solo: Jesús permanece cerca de él. Y Él era quien le daba seguridad y lo empujaba a seguir adelante, a afrontar cualquier adversidad. Jesús había entrado plenamente en su vida y se había convertido en su fuerza.
El secreto de Pablo puede ser también el nuestro. Todo lo puedo cuando, incluso en medio del sufrimiento, reconozco y acojo la cercanía misteriosa de Jesús, que se identifica con ese dolor y carga con él. Todo lo puedo cuando vivo en comunión de amor con otros, porque entonces Él viene en medio de nosotros, tal como prometió (cf. Mt 18, 20) y me siento sostenido por la fuerza de la unidad. Todo lo puedo cuando acojo y pongo en práctica las palabras del Evangelio, pues me hacen atisbar el camino que estoy llamado a recorrer día a día, me enseñan cómo vivir, me dan confianza.
Tendré la fuerza para afrontar no solo mis pruebas personales o las de mi familia, sino también las del mundo que me rodea. Puede parecer una ingenuidad o una utopía, ¡con lo inmensos que son los problemas de la sociedad y de los pueblos! Y sin embargo, todo lo podemos con la presencia del Omnipotente; todo y solo el bien que Él, con su amor misericordioso, ha pensado para mí y para los demás a través de mí. Y si no se realiza inmediatamente, podemos seguir creyendo con esperanza en el proyecto de amor de Dios, que abraza la eternidad y se cumplirá de todos modos.
Bastará con trabajar «entre dos», como enseñaba Chiara Lubich: «Yo no puedo hacer nada en ese caso, por esa persona querida en peligro o enferma, por esa circunstancia intrincada... Pues bien, haré lo que Dios quiere de mí en este momento: estudiar bien, barrer bien, rezar bien, atender bien a mis niños… Y Dios se encargará de desenredar esa madeja, de consolar a quien sufre, de resolver ese imprevisto. Es un trabajo entre dos, en perfecta comunión, que requiere de nosotros una fe grande en el amor de Dios por sus hijos y, por nuestro modo de actuar, le da al mismo Dios la posibilidad de tener confianza en nosotros. Esta confianza recíproca obra milagros. Se verá que, donde no llegamos nosotros, llega verdaderamente Otro que actúa inmensamente mejor que nosotros».