SABER PARARSE CON EL PRÓJIMO
¿La abundancia de mensajes,
imágenes, sonidos ha llegado a hacernos impermeables? ¿Somos capaces de
escuchar todavía?
A veces, se escribe, porque nadie
te escucha: facebook y los diarios de los adolescentes lo confirman.
Escuchar es un esfuerzo: con
relación a sentir, escuchar es un acto de voluntad. Vienen ganas de decir que,
teniendo dos orejas y una boca, deberíamos escuchar el doble y hablar la mitad.
Tener alguien que te escuche es
importante. Un ser humano no puede guardarse todo dentro de sí.
Lo que ha sucedido hay que
entregarlo a los otros.
El pasado, si se revela, quita
peso, aligera.
Manifestarse es ayudarse y ayudar
al mismo tiempo.
Es derramar la memoria de la propia
vida, pasarla a los otros, como las tejas se van pasando el agua.
Así como una mano lava la otra,
confiarse libera la conciencia, a quien ofrece su propio presente o el propio
pasado y a quien lo recibe.
Escuchar bien es casi responder.
Escuchar, evidentemente, significa comprometernos con nosotros mismos y con los
otros. ¿De esto tenemos miedo?
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Amar y perdonar son el signo concreto y visible que la
fe ha transformado nuestro corazón.
Papa Francisco (@Pontifex_es)
DISCULPAR SIEMPRE
Saber disculparse.
Quizás demasiado a menudo infravaloramos los efectos de esta
actitud.
Quizás, sencillamente, no somos capaces de ello.
Quizás nadie lo ha hecho nunca con nosotros.
Quizás nos esperemos que lo hagan los demás.
Quizás llevemos dentro heridas
que sólo se cierran después de haber recibido excusas o quizás sólo después de
haberlas pedido.
«Disculparse no siempre significa
que te has equivocado y que el otro tiene razón. Significa sencillamente que te
preocupa más aquella relación que tu orgullo», escribe el actor y presentador
televisivo Fabio Volo.
¡Quizás… podemos probar!
Revista Città Nuova
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