VIDA DE LA PALABRA primeras semanas de JUNIO
Algunas de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la vida diaria la Palabra de junio(«Vivid en paz unos con otros», Mc 9, 50) y la de mayo («Pondrá su morada entre ellos y ellos serán su pueblo, y Él, “Dios-con-ellos”, será su Dios», Ap 21, 3):
1.- Después de once años y medio tomando el tren cercanías los laborables, todavía siguen ocurriendo cosas bonitas tratando de relacionarme con la gente. Te cuento una pequeña experiencia, quizá será de las… últimas, (bueno, siempre será la “penúltima”…), en este ámbito.
Me llega un WhatsApp de una persona después de mucho sin encontrarnos en el tren: “si pudieras llegar al tren anterior al tuyo habitual, nos vemos y charlamos”. Termino rápidamente y salgo caminando con ligereza, pues dudo si me dará tiempo. A mitad de mi trayecto, un matrimonio me para preguntándome por una calle: les explico, (¡hasta 4 veces!), con paz y una sonrisa hasta que finalmente logran entender, aunque en teoría era fácil.
Así que llego al andén cuando el tren está a punto de cerrar puertas, con lo cual conscientemente no me
entretengo en “picar” el billete, (de todas maneras para salir en mi destino acaban de poner máquinas que lo hacen).
entretengo en “picar” el billete, (de todas maneras para salir en mi destino acaban de poner máquinas que lo hacen).
Me encuentro con esta persona y a mitad de la bonita conversación…, ¡pasa el revisor del tren, (hay ocasiones que se pasan meses sin ver uno)!: antes de mostrarle mi billete, me excuso por no haberlo pasado por la máquina; él amablemente me explica, pero me tacha el billete y me dice que luego lo cambie en la taquilla-oficina al llegar, (me quedo con paz y sonriéndole, aunque me parece un absurdo, puesto que no hay más remedio que salir por el torno y este necesariamente “pica” el billete).
Al llegar, la oficina está cerrada. Por fin encuentro a la empleada: nos conocemos de vista todos estos años y nos saludamos, pero siempre un simple “hola y adiós” o comprar el billete con prisa. Caminamos y bajamos juntos hasta llegar a su oficina: “tantos años viéndonos, y nunca hemos charlado”. Para mí, es un examen de conciencia: se me había pasado precisamente una persona a la que veo tan a menudo y siempre me dice “hola” con amabilidad. Me excuso: “como estás en hora de trabajo… no quiero molestar…”, y es verdad, (sobre todo por las mañanas), pero también había tardes como hoy que ella no tenía que atender a nadie. Casi en seguida me dice: “tienes que buscar un rato para confesarme…”. “No te preocupes, yo te ayudaré; tú ves preparándote y el próximo día que no tengas mucho jaleo, por aquí mismo te confieso”.
Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de vida de junio («Vivid en paz unos con otros», Mc 9, 50), la de mayo («Pondrá su morada entre ellos y ellos serán su pueblo, y Él, “Dios-con-ellos”, será su Dios», Ap 21, 3) y la de abril («Cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a Mí me lo hicisteis», Mt 25, 40):
1.- “…el otro día iba con mucha prisa y por la carretera iban dos ancianos muy lentos y llovía: dejé mi prisa y los lleve a su casa. Me dio mucha alegría perder mi prisa y ayudar. Y puse todo lo que me preocupaba en manos de Dios y aceptar su voluntad, pues Él sabe organizar mi vida y mis cosas mejor…”
2.- “…me comenta mi marido que a la persona hospitalizada le daban hoy el alta y que esta tarde volverá a casa. Me dispongo, pues, a ver si estaba todo listo en su habitación y me acuerdo que no he planchado un pañuelo.
Pienso: “¿Voy a poner la plancha por un pañuelo? ¡Con la de
cosas que tengo que hacer! Total, es un pañuelo: lo doblo un poco bien y ni se notan las arruguitas”. Me quedo mirando al pañuelo y pienso… Dicho y hecho: ahí que voy a poner la plancha y con todo el cariño del mundo lo plancho, lo doblo y lo coloco en la habitación para cuando llegue el invitado…”
cosas que tengo que hacer! Total, es un pañuelo: lo doblo un poco bien y ni se notan las arruguitas”. Me quedo mirando al pañuelo y pienso… Dicho y hecho: ahí que voy a poner la plancha y con todo el cariño del mundo lo plancho, lo doblo y lo coloco en la habitación para cuando llegue el invitado…”
Si quieres leer más experiencias
similares,
de gente de todo el mundo,
N.B.: tú también
puedes compartir las experiencias
que, por gracia de
Dios, hayas podido realizar
poniendo en práctica
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