VIDA DE LA PALABRA últimas semanas de septiembre
Algunas de mis EXPERIENCIAS tratando
de practicar la Palabra de vida septiembre («Amarás a tu prójimo como a ti mismo», (Mc 12,
31), la de agosto («Vivid en el amor», (Ef 5, 2) y la de julio («Tened valor: yo he
vencido al mundo», Jn 16, 33):
1.- El lunes, (después de
casi un mes completo), tuvimos ya que llevarnos a mi padre del hospital, (desde
el jueves pasado nos insistían, pues se encuentra en una situación estable
aunque muy probablemente terminal). Estaba un pelín mejor, lo cual no sé si es
peor, pues se va a alargar mucho el proceso final. En el hospital nos han
atendido unos y otras con mucha amabilidad la mayoría (e incluso con una
sonrisa); pero también había algunas… que… En fin, ahí una de mis hermanas nos
dio la clave que hemos ido aplicando todos, (oportunidad de vivir la PdV): “Si me pongo a ‘mala leche’ con ella, me
gana... Pero si la colmo de amabilidad, la descuadro y gano yo...”.
Muchos me están
preguntando cómo lo lleva mi madre, (es verdad que, al final, los cuidadores
son los que más sufren; y sí, aparte de delgadísima, se le ha “disparado” el
azúcar y ya desde hace 10 días hay que pincharle insulina). Ella explica con
simplicidad cómo lo vive todo: “muy unida
a Dios; cantando y, a la vez, llorando muchas veces…”. Se pasa muchas horas
al lado de la cama de mi padre cogiéndole de la mano, susurrando oraciones y
canciones de Misa que él (con su magnífica voz de bajo) tanto ha cantado; sobre
todo le dice al oído decenas de veces el “Alma
de Cristo…”. El viernes y sábado, como no había “vecino” en la cama de al
lado en el hospital, de nuevo celebramos la Misa en su habitación con todos mis
hermanos: mi madre le tenía agarrada la mano todo el tiempo y, después de
comulgar
ella, (como siempre hacía este mes cada vez que volvía de Misa), le
daba un beso como gesto simbólico para “compartir” la comunión con Jesús
Eucaristía, ya que él desde hace un mes no puede tragar. Precisamente esos días
estaba más espabilado, (aunque sólo se comunicaba con los ojos los pocos ratos
que los tenía abiertos).
Al final hemos
decidido llevar a mi padre para los cuidados paliativos a la Residencia de
Mayores “Ntra. Sra. de la Caridad”, al lado del Santuario de la Patrona del
pueblo. Él ha trabajado (¡y sufrido, y dado la cara!) durante décadas muchísimo
por esa institución, con lo cual nos han facilitado todo. Hemos montado allí la
cama articulada que le teníamos en casa. Y estaremos continuamente las 24 horas
acompañándolo uno u otro igual que este mes de hospital, cada vez más
deteriorado, como dice el médico, por estar sin comer y sin su medicación, pero
por lo visto cada vez más consciente.
Pero… hoy… parecía
que externamente la mejoría era palpable, casi milagrosa, (después de un mes
sin comer, ha tomado medio yogur y una gelatina, ha hablado, ha estado mucho
tiempo con los ojos más abiertos que nunca…): no nos hacemos ilusiones, (puede
ser el preludio de que estuviese para “partir hacia la casa de Dios Padre”), ¡pero
también creemos en los verdaderos milagros!
Dios es Amor y es Quien
más nos quiere a todos, a cada uno. Eso no quita que, después de 4 años, vuelvo
a estar con la tensión arterial otra vez "altita" (bastante más que en aquella ocasión).
En fin, todo
oportunidades de darnos a mi padre y a cada persona, en un sitio u otro. Y de
darnos y ocuparnos también unos con otros los hermanos.
2.- El lunes también tuvimos que llevar a José a la
Residencia de ancianos de la Parroquia Torrelodones, (dado que en la del Clero
en Madrid no nos contestaban desde abril). Nos ha costado muchísimo la
decisión, pero es para que él pueda estar mejor y más atendido, (ahora en casa
estamos menos y Christian tiene esclerosis múltiple y,
como novedad, ayuda en
una Parroquia a 20 minutos en coche).
Con José han sido 12 años en unidad bajo el mismo techo, tratando de
mantener sobre todo la presencia de “Jesús en medio” por el amor recíproco allí
“donde dos o más…”. Los últimos diez años y medio, en Las Matas: hemos sido los
“primeros pobladores” de nuestra casa, el Centro
de espiritualidad de comunión “Cor Unum” para sacerdotes diocesanos y
seminaristas.
La verdad es que yo me he quedado con un "pellizco"... en el
alma... La Misa previa antes de ir a llevarlo… por poco si no puedo
celebrarla... Al llegar allí él iba preocupadillo: “acojo esta nueva Voluntad de Dios”. En cuanto ha visto a los
residentes, (¡la PdV también es cada mes su impulso!), ha empezado a
presentarse, ("yo soy José; ¿y tú...
te llamas...?") y a sonreír como él es; y más cuando le han puesto
delante la cena "de cuchara", (no tan "secas" como las que
hacemos nosotros).
Me está costando que se me quite ese “peso en el alma”. Pero lo
importante: ahora seguimos tratando de mantener esa misma presencia de “Jesús
en medio” en la distancia (y con las llamadas telefónicas y la visita todos los
días).
3.- Después
de estar de “canguro” con mis sobrinillos durante la operación de mi hermano,
(ellos contentísimos, ¡y yo más!), los dejé en el cole y me fui al tren. Naturalmente
no conocía a nadie (es otro itinerario y otro horario): me puse a rezar la
Liturgia de las Horas realmente concentrado sin oír nada. Luego, al terminar y
levantar un poco la cabeza, oigo detrás de mí: “…lo de la Creación desde la nada… aunque es compatible con la ciencia…
hace falta fe…”. Me volví discretamente: eran dos jóvenes. Dudé si darme la
vuelta del todo para integrarme en la conversación o seguir con otras oraciones:
dialogándolo con el Señor y recordando la PdV, me decidí y… cuando me volví… ¡ya
no estaban!
Me quedé tranquilo...: “lo que Tú quieras, Jesús; casi mejor, porque
me da mucho corte”. Después de esa parada, seguí oyendo cerca de la puerta
del vagón las mismas voces: ¡no se habían bajado, simplemente habían cambiado
de sitio! Así que…, me acerqué preguntando si eran quienes estaban en el otro
lugar y hablaban de tal tema: “si no os
importa y queréis, me siento aquí al lado y podemos seguir con esas cuestiones”.
Con gran sorpresa asintieron discretamente con la cabeza y en seguida y…: “yo
soy creyente, pero no mucho, y ella no cree”.
Fue una conversación respetuosa por los tres lados y verdaderamente
interesante sobre ese y otros puntos hasta que se bajaron y yo continué rezando,
esta vez, la hora intermedia.
4.- El
miércoles de la pasada semana estábamos en casa, (mientras tendíamos la
colada), hablando de la posibilidad de llevar a José a la Residencia y de que
eso supondría fiarnos más de la divina Providencia, pues ya no íbamos a contar
en casa con su pensión para llegar a final de mes. Nos dimos cuenta en ese
momento que la lavadora, aunque en agosto le compramos una puertecilla nueva
(que costó casi como un tercio de una lavadora entera) ¡y estaba ya casi
estropeada también! ¿Quizá habría que comprar una nueva?
Apenas pasaron un par de horas y, sin saber eso nadie, aparece en el
whastApp de nuestra comunidad un mensaje
que (como solemos hacer a menudo)
querían ofrecer para la comunión de
bienes algo que tenían de más: ¡y en el siguiente mensaje aparecían sendas
fotos de una lavadora y un frigorífico prácticamente nuevos!
Encargaron a alguien con furgoneta para
que nos la trajera: iba a ser a las 23:00 del día siguiente. Yo estaba agotado,
(por todo este mes, pero también porque el lunes José se había caído de la cama
a las 4:30 de la madrugada y ya al levantarlo, luego me quedé desvelado; y el
miércoles, un huésped nuestro tenía que ir tempranísimo a tomar el avión; y ese
día me desvelé desde las 2:30; en fin, que esa semana yo tenía falta de sueño),
y les dije a los 4 que iban a estar en casa que si podían estar atentos al
timbre. Me acosté y me dormí, sí… pero… sonó el teléfono a la 1 de la madrugada:
los de la furgoneta se habían retrasado y luego perdido. Los guíe por teléfono,
salí a recibirlos al portón y a ayudarles, tratando de sacar la mejor sonrisa a
pesar del sueño y agradeciéndoles varias veces hasta que se marcharon.
Con lo fácilmente que me desvelo, era tontería acostarse inmediatamente,
así que me pasé a la capillita de nuestra casa a hacer un largo rato de
adoración. Y a agradecer de corazón al Señor que siempre vela por nosotros y
por todos, hasta en las necesidades materiales.
Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de practicar la Palabra de vida septiembre («Amarás a tu prójimo como a ti mismo», (Mc 12, 31), la de agosto («Vivid en el amor», (Ef 5, 2) y la de julio («Tened valor: yo he vencido al mundo», Jn 16, 33):
1.- “…gracias por la Palabra
de vida que nos mandas. Yo la reenvío a varias personas, y a veces las
comentamos. Os haremos una visita, cuando Dios quiera.
Aprovecho para contarte… de mi
último viaje a mi país: conocí a una cristiana, en una tienda cerca de la
iglesia... Me fui allí a comprar un mantel a una amiga, entre corre y corre...
encontré unos minutos libres (que Dios me los regaló, está claro, para conocer
a María, que así se llamaba la mujer). Hablamos un rato y le pregunté por qué
no nos dejaban entrar en la iglesia a los demás. Me dijo que ella me podía
colar, como si yo fuera prima suya... pero, me decía "sería mejor
disfrazarte con una peluca rubia" (porque las de su etnia en mi país son
más bien rubias, y ella era muy rubia), y que así ella se arriesgaría menos...
Y por supuesto, me tenía que presentar como su “prima que había venido de visita”, ¡y nada de exmusulmana conversa!
Pues estuve tentada,
sobre todo porque la mujer se llamaba María y era muy amable, y me pregunté si
era una señal?! Sin embargo, al final dije que no, porque creo que… la mentirijilla
no es de Dios (la de ser su prima), y otra cosa es que, antes de viajar, me fui
a confesar… y me dijo: "de
penitencia: ¡cuídate!"... La verdad es que una penitencia para
meditar... ¡verdad?... Pero los sacerdotes de nuestra parroquia a veces son muy
originales ¡y hasta algo complicados al mandar penitencias! :-)
Así que recordé la
penitencia, y me convencí más en no entrar disfrazada en la iglesia. Dios
tendrá Su momento para cada cosa, y aquello, lo sentí yo así, no era momento… ¡Lo
llevo en mi corazón a todas partes, y con eso me conformé!…”
2.- “…cuando
mi suegro estaba en sus últimos momentos con un alzhéimer muy avanzado pude despedirme
de él y sentí en esos momentos que están más cerca de Dios y le di un mensaje
para Jesús; me sentí más cerca de Dios: fue un momento que siempre recordaré…”.
Si quieres leer más experiencias
similares,
de gente de todo el mundo,
N.B.: tú también
puedes compartir las experiencias que, por gracia de Dios, hayas podido
realizar poniendo en práctica el Evangelio; “pincha” aquí abajo en
“comentarios” y escríbela; o, dado que en algunos navegadores eso no funciona,
mándamela por correo-e.