martes, 16 de junio de 2015

UNA SOLA COSA ES NECESARIA

Te ofrezco unos textos para profundizar la Palabra de junio («Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria», Lc 10, 41-42):



UNA SOLA COSA ES NECESARIA

Jesús no condena la conducta de Marta. Ella, de hecho, sirve y Jesús vino para enseñar precisamente el servicio del que Él mismo dio buen ejemplo.
¿Qué significado se debe dar entonces a este pasaje del Evangelio?
Jesús se vale de esta circunstancia para explicar lo que es más necesario en la vida del hombre.
"...y son necesarias pocas cosas, o mejor, una sola". ¿Cuál? Escuchar la palabra de Jesús. Y… escuchar la palabra significa vivirla también.
María es el prototipo del cristiano, y por lo tanto, tu prototipo, que escucha y vive la palabra de Dios. Esta no es como a menudo se piensa símbolo de la vida contemplativa, en contraposición con la vida activa, con el trabajo que estaría personificado en Marta. María no contempla. Escucha y vive.
Jesús te quiere decir con estas palabras que lo que más vale es escuchar y llevar a la práctica su palabra. Todo lo demás, por muy importante que pueda ser para ti, encuentra su justo lugar en un segundo plano.
En primer lugar, Dios y su palabra y ante esto todas tus preocupaciones y tus deseos tienen que posponerse.
Y María poseía esta única cosa: era el deseo de aprender, su plena disponibilidad para escuchar la palabra, el querer de Dios. Su actitud así lo demuestra: "sentada a los pies de Jesús" dice el Evangelio, igual que un discípulo atento a su maestro.
Y esto es lo que tienes que hacer también tú: acoger la palabra y dejar que ella opere en ti una transformación. No sólo esto, sino permanecer fiel a ella, teniéndola en el corazón para que ésta modele tu vida, como la tierra contiene en su seno la semilla que crece y da fruto. Dar, por tanto, frutos de vida nueva, efectos de la palabra.
Y no sólo cuando es fácil, sino siempre, incluso cuando en tu existencia hay pruebas, dolores y es más difícil ser coherente con los propósitos hechos.
¡Animo, entonces!
Hasta ahora has vivido quizás de palabras humanas.
Has dado importancia a las mil cosas que te ofrece esta vida y no has comprendido que has nacido con otro fin.
El solo hecho de que seas un hombre te une a Cristo: Dios hecho hombre por ti.
Luego, el hecho de ser cristiano te pone frente a una responsabilidad muy precisa: anteponer a todo la escucha y el cumplimiento de la palabra de Jesús, tu Maestro.
Prueba a poner en práctica una a una sus sublimes, universales y únicas palabras. Advertirás un cambio radical en ti mismo, provocarás un verdadero giro en tu manera de pensar, de querer y de actuar. La vida te parecerá extremadamente rica y así será. Obrarás el mayor bien para ti y para los demás. La sociedad en torno a ti cambiará. La revolución del Evangelio se manifestará de gran eficacia para todas las necesidades y problemas urgentes del mundo de hoy. Y además... te salvarás a ti mismo y conquistarás la vida que no pasa.
¿Te parece poco?


CHIARA LUBICH, Comentario a Lc 10, 42,   julio 1980




VER LAS DIFERENCIAS COMO OPORTUNIDAD DE CRECIMIENTO

 “Tenemos necesidad de comunicarnos, de descubrir las riquezas de cada uno, de valorar lo que nos une y ver las diferencias como oportunidades de crecimiento en el respeto de
todos. Se necesita un diálogo paciente y confiado, para que las personas, las familias y las comunidades puedan transmitir los valores de su propia cultura y acoger lo que hay de bueno en la experiencia de los demás”.

PAPA FRANCISCO en Sarajevo 6 junio 2015




UNA CONCIENCIA DE SOLIDARIDAD UNIVERSAL

(…) la ecología, en el fondo, representa un desafío que se puede vencer solamente cambiando de mentalidad y formando las conciencias.
Se ha demostrado efectivamente con muchos estudios científicos serios que no faltarían los recursos técnicos ni los económicos para mejorar el ambiente. En cambio, lo que falta es ese suplemento de alma, ese amor nuevo por el hombre, que hace que todos nos sintamos responsables de todos, en el esfuerzo común de administrar los recursos de la tierra de un modo inteligente, justo, medido (…).
La distribución de los bienes en el mundo, la ayuda a las poblaciones más pobres, la solidaridad del norte con el sur y de los ricos con los pobres son la otra cara del problema ecológico. Si los inmensos recursos económicos destinados a las industrias bélicas y a una súper producción que requiere cada vez más súper-consumidores, sin hablar del derroche de los bienes en los países ricos, si estos enormes recursos sirvieran al menos en parte para ayudar a que los países más pobres encuentren una propia y digna
vía de desarrollo, ¡cómo sería más respirable el clima, cuántos bosques se podrían salvaguardar, cuántas zonas evitarían la desertificación y cuántas vidas humanas se salvarían!
(…) Sin embargo, sin una nueva conciencia de solidaridad universal nunca daremos un paso adelante. (…) Si el hombre no está en paz con Dios, la tierra misma no estará en paz. Las personas religiosas advierten el “sufrimiento” de la tierra cuando el hombre no la ha usado según el plan de Dios, sino sólo por egoísmo, por un deseo insaciable de poseer.
Este egoísmo y este deseo contaminan el ambiente aún más y antes que cualquier otra contaminación, que es sólo consecuencia de ellos.
(…) Ahora tales consecuencias desastrosas constriñen a ver la realidad todos juntos en la perspectiva de un mundo unido: si no afrontamos todos juntos este problema, no se resolverá.
(…) Si se descubre que todo lo creado es don de un Padre que nos ama, será mucho más fácil encontrar una relación armoniosa con la naturaleza.
Y si se descubre además que este don es para todos los miembros de la familia humana, y no sólo para algunos, se pondrá más atención y respeto por algo que pertenece a la humanidad entera presente y futura».

CHIARA LUBICH, Carta al líder budista Nikkyo Niwano, 1990



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