Bastantes me habéis pedido la homilía de ayer viernes.
Os la copio aquí, a continuación, aunque no son más que unos breves apuntes (por tanto, hay alguna cosilla que quizá omití y, sobre todo, hay muchas cosas que luego desarrollé más) y toda la fuerza que estas palabras tenían en ese momento, venía del Señor y de la Virgen, y del clima de escucha y amor recíproco (¡¡gracias a los que estuvisteis o la escuchasteis en la radio!!) que desde el principio se creó en la celebración:
NOVENA INMACULADA
Parroquia Ntra. Sra.
de la Asunción
Villacañas (TO.)
Viernes 5 de diciembre
de 2014
Prepara moniciones,
preces, ofrendas, lecturas…: Asociación de familiares y amigos de enfermos de
Alzheimer y otras enfermedades neurodegenerativas
Canta la “Misa
manchega”: Coros y Danzas de Villacañas
Is 29, 17-24: Aquel día verán los ojos de los ciegos.
Sal 26,1.4.13-14: El Señor es mi luz y mi salvación.
Mt 9,27-31: Curación de dos ciegos que creen en Jesús.
NOTAS-ESQUEMA PARA LA HOMILÍA:
1. “El Señor es mi luz y mi salvación”,
hemos repetido con fe en el salmo. Él es luz para nuestros pasos. Estamos en Adviento, tiempo de preparación para la
Navidad, para el nacimiento de Jesús, que quiere nacer y renacer en cada uno y
en todos. Es, pues, tiempo de espera y esperanza, ¡porque Dios es Amor y nos quiere con locura a todos y cada uno de
nosotros!
María, la Inmaculada Concepción, cuya novena
estamos celebrando, es figura señera en el Adviento. Y nos ayuda en esta
preparación y esperanza.
2. El 22 de agosto
hizo 21 años que me trasladaron de Villacañas. No he dejado de rezar por
vosotros todo este tiempo.
Me
alegró que, cuando D. Luis, vuestro párroco, me invitó para celebrar este día
de la novena, y me comunicó que el tema que correspondía hoy estaba relacionado
con los enfermos de alzheimer y otras enfermedades
neurodegenerativas. Porque mi padre, como muchos sabéis, desde hace 13 años
padece parkinson y estos últimos meses se ha agravado bastante, quizá mezclado también
con un inicio de alzheimer, aunque lleva ahora un par de semanas ligeramente
mejorcillo. Yo, y toda la familia, sabemos bien lo que supone estar cuidando a
uno de estos enfermos: es un desgaste tremendo y continuo.
Hará
un par de años, cuando mi padre empezaba a ir perdiendo algunas facultades
cognitivas, le pregunté: “Papá, ¿cómo
estás viviendo todo este tiempo?”. Él, siempre muy “diplomático”, contestó:
“¿cómo quieres que la viva?”. Volví a
insistir ya más directamente: “todos
estos años con el parkinson, ahora a veces un poco ‘despistadillo’… ¿cómo lo
estás viviendo desde la fe, desde la espiritualidad?”. “¡Ah!, ¡¡si no fuera por eso!!”, exclamó,
(diciéndolo todo con esa expresión). ¡Qué importante es la fe para los
enfermos! ¡Ayudémosles a mantenerla, a vivirla! Si no es con Dios, todo esto no
se puede llevar adelante. ¡Y qué importante también es la fe para sus
familiares y para todos los que les quieren y cuidan!
3. Yo le pido al
Señor a menudo que “no se pierda ni una
gota de ese dolor de mi padre y de todos los enfermos, de mi familia cuidándole
y de todas las familias; que cada una de esas gotas caiga dentro del cáliz; y que,
unidos a Cristo, sirvan para su plan de Redención”.
Jesús en la cruz, en el máximo de su dolor-amor, llegó a gritar “¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?”,
acogiendo en Sí mismo todos nuestros “por qué”, (los tuyos, los míos, los de
todos los enfermos…), y nos enseñó qué era lo que había que hacer para darles
sentido. ¡Seguir amando!: amar al Padre haciendo su Voluntad (“a tus manos, Padre, encomiendo mi espíritu”)
y a los demás, incluso a los que le crucificaban (“Padre, perdónalos…”). Nos mostró así el secreto de la vida: aun en
la noche más negra del dolor, continuar amando a Dios y a los hermanos.
Hace
unas semanas, mi hermano (hombre también de gran fe), escribía en su facebook:
“En la
batalla contra el parkinson de mi papá está claro cómo acaba la historia... Así
son las enfermedades neurodegenerativas. Pero eso no nos desanima para darlo
todo en esta lucha, para intentar todo lo que esté en nuestras manos.
Y lo mejor es que, a su esposa y a sus hijos, hay algo que
esta maldita enfermedad no nos va a quitar nunca: los maravillosos ratos que
disfrutamos en su compañía, cuando todavía es capaz de seguir una alegre
conversación y se le nota que está a gusto, y
sonríe o canturrea; cuando está contento simplemente disfrutando de estar
acompañado de la gente que bien sabe que le queremos... aunque la mayoría de
las veces ya no es capaz siquiera de reconocer quiénes somos exactamente cada
uno de nosotros y a lo más que llega es a saber simplemente que somos de los
suyos, de los que le queremos, de su familia, de los que estamos orgullosos de
poder seguir disfrutando en nuestras vidas de una de las personas más
maravillosas de este mundo”.
4. El motivo por el
cual vuestro párroco me ha invitado a celebrar uno de los días de esta novena
es que este año, como sabéis, he celebrado mis
bodas de plata sacerdotales.
Los
primeros cuatro años, aquí con vosotros y para vosotros. Luego, me trasladaron
al último pueblo de nuestra archidiócesis de Toledo, a Zarza Capilla, ya en
provincia de Badajoz.
Después el Cardenal D.
Marcelo me pidió que me ofreciera voluntario para ir a servir en la diócesis de
Guadix, en Andalucía. Pero antes me mandó a hacer la Escuela sacerdotal
internacional, (el Curso de Espiritualidad de Comunión para sacerdotes), en la
ciudadela de testimonio de Loppiano, una pequeña población cerca de Florencia
donde vive gente de todos los países y cuya única ley es vivir el Evangelio. Un
trocito de cielo aquí en la tierra, pero no porque fuera fácil: ya podéis
imaginar que las diferencias de idiomas, de costumbres, comidas y temperaturas eran
siempre una dificultad, pero lejos de convertirse en un problema, eran la
oportunidad para vivir el amor recíproco que nos enseña Jesús para que Él pueda
cumplir su promesa “donde dos o más están
unidos en mi Nombre, allí estoy Yo en medio de ellos”.
Regresando a España,
ya fui a la diócesis de Guadix, con otro sacerdote toledano; en principio, por
3 años, que se convirtieron en 7 por insistencia del obispo de allí y atendimos
juntos varios pueblecitos de sierra.
Después, el Cardenal
D. Francisco, me dio permiso para ir de nuevo a Loppiano, esta vez en el equipo
de formadores, pero… ¡a los pocos días cambió de opinión y me dijo!: “para irte a Italia, te cedo a la diócesis de
Albacete, ya que allí tienes tus orígenes”. Allí estuve en Yeste y 11 de
sus aldeas. Y después de un año, me llamaron para ir a Madrid, donde llevo ya
11 años. Han sido 25 años de ministerio que se han pasado en un suspiro: feliz
y contento. Algunos me preguntan: “¿y
cuál de estos años ha sido el mejor?”. Y con infinita gratitud tengo que responder:
“cada uno ha sido el mejor; sí: porque
Dios cada año nos regala el mejor año; cada día nos regala el mejor día”. A
mí y a todos y cada uno. Si volviera a nacer, sería sacerdote; a pesar de mis
deficiencias, pecados y limitaciones. Confiado en la Gracia de Dios.
5. Ahora vivo en
unidad con 4 sacerdotes en un Centro
de espiritualidad de comunión, (de nombre “Cor Unum”): uno de ellos, (acaba de cumplir 85 años), padece
también una enfermedad neurodegenerativa, esta desconocida; y, (a pesar de su
cada vez más patente limitación en las piernas y en el hablar), siempre está contento
y alegre, bromeando con todo el mundo. Otro de los sacerdotes, (este joven, con
35 años), tiene esclerosis múltiple, más allá de la cual está estudiando su
doctorado en teología con plena ilusión.
6. María, nos
muestra y nos da a Jesús. Ahora en Adviento, en la novena de la Inmaculada
Concepción, nos disponemos a la Navidad. Y Navidad puede ser no sólo el 25 de
diciembre, sino cada día, si no nos cansamos de amar a cada prójimo como Jesús nos
enseña, (y María también nos muestra), y si vivimos de modo recíproco ese amor. Entonces permanecerá siempre viva la esperanza.
Y así
podrá ser Navidad en uno mismo, y en medio de cada hogar, de cada barrio, de la
parroquia, del pueblo. Y así puede ser Navidad también hoy y todos los días.
Sólo y todo para gloria de Dios.
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Saludo final:
Agradezco a vuestro párroco, Luis, y a todos los sacerdotes la invitación para celebrar esta Misa y la acogida fraterna que siempre me dispensan.
Os agradezco a cada uno de vosotros, (incluidos todos los que han seguido la celebración por la radio parroquial), vuestra escucha tan atenta.
Agradezco también a la Asociación de amigos y familiares de enfermos de Alzheimer la cuidada preparación de la ceremonia, así como a los coros y danzas las canciones, ¡que no en vano soy también manchego!
En Las Matas (Madrid) tenéis todos vuestra
Casa y un amigo que os quiere.
Id por allí cuando os apetezca, como algunos hacéis de vez en cuando y como hicieron en julio vuestro párroco y un grupito, (y pasamos un día sencillo y estupendo). Le pedís mis señas y vais, escribís o llamáis siempre que queráis.