viernes, 16 de noviembre de 2012



Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de practicar la Palabra de este mes de noviembre:

1.-       He de confesar que este mes al principio me costó encontrar "el hilo" para vivir la Palabra. Luego he descubierto varios filones. P.ej., dice el comentario: "…su manifestación no sería ni espectacular ni externa. Sería una sencilla, extraordinaria “venida” de la Trinidad al corazón del fiel, que se hace realidad donde hay fe y amor…". Así que he tratado de "buscar" a Dios, esa presencia, en los demás, ¡y en mí! Y cuando no la percibía… ¡es que me faltaba "gasolina", me faltaba hacer actos concretos de "amor al prójimo" por Jesús!
         P.ej.: la otra tarde, caminando a casa de regreso desde la estación, una señora ucraniana mayor me pregunta por una calle. Hay poca gente que vaya andando y nadie le había sabido indicar; había recorrido a pie buena parte del barrio. Para evitar confusiones idiomáticas, (aunque en ese instante empezaba a chispear), me ofrecí a acompañarla, (desviándome de mi trayecto). Ella tenía temor luego de no saber regresar, así que le expliqué varias veces el camino más corto, con muchos gestos para que se lo aprendiera bien. Ella estaba contenta. Fue un ratito agradable de conversación. Cuando me despedí en la puerta de la casa donde ella iba a su entrevista de trabajo, la lluvia no podía apagar la alegría en mí de esa presencia de Dios, quien ante cosas tan mínimas, no deja de cumplir su promesa de presencia. ¡Es verdad!
         Y luego también, "contemplar" la "morada" de Dios en el alma de otros. P. ej. una gran amiga, con tremenda enfermedad desde hace 12 años, (gracias a la cual, los últimos 3 años está descubriendo a Dios), me escribía en un correo la pasad semana: hace ya algunas semanas le pedí al Cristo Crucificado que tenemos en la parroquia, que me diese entendimiento en cuanto me acontecía, que si en verdad en mi caminar debía haber un poco de sufrimiento, supiese no solo llevarlo sino darle ese matiz cristiano que Jesús intentó a toda costa enseñarnos. De una manera difícil de explicar, en un rato de Silencio y Oración ante el Crucificado se me reveló (por así decirlo) que sí, que debería haber un poco de sufrimiento para que siguiese brotando aquello que Dios depositó en mí en su momento.
            Mira, Paco, mi "estar" en Dios cada vez cobra más fuerza y te he de reconocer que solo a través del sufrimiento que he vivido en determinados momentos, he podido sentir Su Presencia... eso, hermano mío, es ÚNICO. Con ello no quiero decir que me guste sufrir ni mucho menos, pero sí Dios ha sabido darme su caricia, no sé tú, pero yo hoy puedo decir alto y claro que Dios ha acariciado mi alma y eso, hermano mío, lo es TODO....

2.-    Otro filón para vivir la Palabra ha sido el último párrafo del comentario de la PdV: "poniendo en práctica con todo nuestro corazón, con radicalidad y perseverancia el amor recíproco entre nosotros. En esto, principalmente, el cristiano encuentra también el camino".
            El otro día teníamos un encuentro importante con otros sacerdotes. Moví mi coche a la puerta de casa para llevar a José y… Ya no arrancó: se me averió el coche. En vez de "molestarme" (llegar tarde, luego taller, más gastos…) reaccioné inmediatamente (lo mismo que horas antes cuando me anunciaron que varios amigos tenían que darse la vuelta después de varias horas porque no podían llegar aquí por las inundaciones): "¡va a producir mucho fruto el encuentro! Si hay raíz (diferentes rostros de Jesús crucificado y abandonado), ¡seguro que resultará muy bien!". Así que, llamé a alguien para que recogiera a José y no dediqué ni un minuto en todo el día a pensar en el coche para que no me restara atención en ese amor recíproco que debíamos vivir con los demás sacerdotes en la reunión. De hecho, algunos luego me preguntaban: "¿y tu coche?" Yo ni me acordaba. El encuentro, por cierto, precioso; alguno lo describió así: "jornada bella y profunda, momento de unidad vivido en la luz ".
            Al día siguiente, sin más, me arrancó el coche. Pero tres días después, lo mismo: teníamos que recoger a un obispo y participar en Misa y posterior comida con sacerdotes de la archidiócesis (nos gusta ir por convivir y compartir con ellos)… ¡y no me arrancó el coche! Con paz, (aunque ya con horario justo), cogimos el de José, (su coche tiene más de 25 años) y nos transportó a todas partes y a tiempo: vivimos tranquilos un bonito día. (Por no dejar la incógnita: ya ayer vino la grúa a por mi vehículo. Y ya lo arreglaron).

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