Alguna de mis
EXPERIENCIAS tratando de practicar la Palabra de este mes de noviembre:
1.- He de confesar
que este mes al principio me costó encontrar "el hilo" para vivir la
Palabra. Luego he descubierto varios filones. P.ej., dice el comentario:
"…su
manifestación no sería ni espectacular ni externa. Sería una sencilla,
extraordinaria “venida” de la
Trinidad al corazón del fiel, que se hace realidad donde hay fe y amor…".
Así que he tratado de "buscar" a Dios, esa presencia, en los demás,
¡y en mí! Y cuando no la percibía… ¡es que me faltaba "gasolina", me
faltaba hacer actos concretos de "amor al prójimo" por Jesús!
P.ej.: la otra tarde, caminando a casa
de regreso desde la estación, una señora ucraniana mayor me pregunta por una
calle. Hay poca gente que vaya andando y nadie le había sabido indicar; había
recorrido a pie buena parte del barrio. Para evitar confusiones idiomáticas,
(aunque en ese instante empezaba a chispear), me ofrecí a acompañarla,
(desviándome de mi trayecto). Ella tenía temor luego de no saber regresar, así
que le expliqué varias veces el camino más corto, con muchos gestos para que se
lo aprendiera bien. Ella estaba contenta. Fue un ratito agradable de
conversación. Cuando me despedí en la puerta de la casa donde ella iba a su
entrevista de trabajo, la lluvia no podía apagar la alegría en mí de esa
presencia de Dios, quien ante cosas tan mínimas, no deja de cumplir su promesa
de presencia. ¡Es verdad!
Y luego también, "contemplar"
la "morada" de Dios en el alma de otros. P. ej. una gran amiga, con
tremenda enfermedad desde hace 12 años, (gracias a la cual, los últimos 3 años está
descubriendo a Dios), me escribía en un correo la pasad semana: “…hace ya algunas semanas le pedí al
Cristo Crucificado que tenemos en la parroquia, que me diese entendimiento en
cuanto me acontecía, que si en verdad en mi caminar debía haber un poco de
sufrimiento, supiese no solo llevarlo sino darle ese matiz cristiano que Jesús
intentó a toda costa enseñarnos. De una manera difícil de explicar, en un rato
de Silencio y Oración ante el Crucificado se me reveló (por así decirlo) que
sí, que debería haber un poco de sufrimiento para que siguiese brotando aquello
que Dios depositó en mí en su momento.
Mira,
Paco, mi "estar" en Dios cada vez cobra más fuerza y te he de
reconocer que solo a través del sufrimiento que he vivido en determinados
momentos, he podido sentir Su Presencia... eso, hermano mío, es ÚNICO. Con ello
no quiero decir que me guste sufrir ni mucho menos, pero sí Dios ha sabido
darme su caricia, no sé tú, pero yo hoy puedo decir alto y claro que Dios ha
acariciado mi alma y eso, hermano mío, lo es TODO....”
2.- Otro filón para vivir la
Palabra ha sido el último párrafo del comentario de la PdV: "…poniendo en práctica con todo nuestro corazón, con radicalidad y
perseverancia el amor recíproco entre nosotros. En esto, principalmente, el
cristiano encuentra también el camino…".
El otro día teníamos un
encuentro importante con otros sacerdotes. Moví mi coche a la puerta de casa
para llevar a José y… Ya no arrancó: se me averió el coche. En vez de "molestarme"
(llegar tarde, luego taller, más gastos…) reaccioné inmediatamente (lo mismo
que horas antes cuando me anunciaron que varios amigos tenían que darse la
vuelta después de varias horas porque no podían llegar aquí por las
inundaciones): "¡va a producir mucho fruto el encuentro! Si hay raíz
(diferentes rostros de Jesús crucificado y abandonado), ¡seguro que resultará
muy bien!". Así que, llamé a alguien para que recogiera a José y no
dediqué ni un minuto en todo el día a pensar en el coche para que no me restara
atención en ese amor recíproco que debíamos vivir con los demás sacerdotes en la
reunión. De hecho, algunos luego me preguntaban: "¿y tu coche?" Yo ni
me acordaba. El encuentro, por cierto, precioso; alguno lo describió así:
"jornada bella y profunda, momento de unidad vivido en la
luz ".
Al día siguiente, sin más,
me arrancó el coche. Pero tres días después, lo mismo: teníamos que recoger a
un obispo y participar en Misa y posterior comida con sacerdotes de la
archidiócesis (nos gusta ir por convivir y compartir con ellos)… ¡y no me
arrancó el coche! Con paz, (aunque ya con horario justo), cogimos el de José,
(su coche tiene más de 25 años) y nos transportó a todas partes y a tiempo: vivimos
tranquilos un bonito día. (Por no dejar la incógnita: ya ayer vino la grúa a
por mi vehículo. Y ya lo arreglaron).
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