VIDA DE LA PALABRA últimas semanas de FEBRERO
Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria, con la Gracia de Dios, la Palabra de Vida de febrero («Haced todo con amor», 1 Co 16, 14) y la de enero («Amarás al Señor tu Dios… y a tu prójimo como a ti mismo», Lc 10, 27):
1.- Hace unas semanas me sorprendió una foto de mi madre
que me mandó mi sobrina: ¡iba con un sombrero y gafas de carnaval! Ella, que,
(igual que mi padre), nunca habían querido participar en esos festejos, para no
perder la cercanía con la Cuaresma. ¡A sus 85 años, lo que hace una madre, -o
más bien lo que deja que le hagan-, para que sus nietos y bisnietos estén
contentos y divertidos y cerca de ella! San Pablo decía a los Corintios: “me hago todo a todos, para ganar, sea como
sea a algunos”.
Siempre
he tratado de hacerlo. Pero esta anécdota, (junto con la PdV, “haced todo por amor”), me ha ayudado en
muchos momentos de estas semanas a seguir poniéndome en el lugar de la persona
que tengo delante, para participar de sus alegrías y desafíos, de sus
problemas, dolores e ilusiones, haciéndolos todavía más míos, para así, cuando
yo voy delante del Señor, ponerlos también a ellos más conscientemente.
2.- Recién iniciada la Cuaresma tuve la oportunidad de
una peregrinación al Rocío. Las casi siete horas de bus las aproveché para
moverme e ir saludando unos minutos a cada viajero, para rezar varias partes
del Rosario (además del que rezamos en grupo) y para telefonear distendidamente
a varias personas con las que tenía pendiente una buena conversación.
Al
día siguiente, la caminata de 16 km. con la hermandad con la que iba. Aparte de
comentarios y saludos, aproveché para ir alabando a Dios por la naturaleza y el
cielo (y agradeciendo mucho porque llovió 3 y 4 días antes, con lo cual el
polvo estaba bastante asentado). Medité también varias partes del Rosario.
A
mitad de trayecto, empecé a notar molestias en el bajo estómago, delante de la
articulación de la pierna derecha, (quizá una cruralgia que padecí hace años).
Buena oportunidad de ofrecer no solo la caminata: ¡estamos en Cuaresma! Tras
una parada para rezar el Angelus y un buen tentempié, se me agudizó. Fue
entonces cuando comencé a percatarme, (quizá porque miraba más hacia abajo que
hacia el cielo y los árboles), que, aunque todo el trayecto estaba bastante
limpio, de vez en cuando aparecían algunos envoltorios y botellas de plástico.
Vi luego también una lata y me vino la idea de recogerla, pero pensé que si me
agachaba, el dolorcillo se incrementaría. Recordé que me había echado en el
bolsillo trasero de los vaqueros un guante de plástico para no sabía qué
eventualidad. “¿Quizá querías, Señor, que limpiara tu Creación?”. Estaba casi
decido por el “no”, pero cuando vi de nuevo otra lata, le dije: “por Ti,
Señor”. La recogí. Y luego una botella aplastada. Y luego otra. Lo iba tirando
en el cubo de basura de la trasera de la “carriola”, (una especie de remolque
tirado por tractor, que hacía de “coche escoba” para los que no podían
caminar): llené casi medio. Y, paradójicamente, ¡me desapareció el dolor! “¡Hay
que ver, Señor, qué grande que eres: yo te ayudo en la Creación limpiándola, y
Tú me quitas el dolorcillo!”. Algunos de los caminantes se extrañaba de mis
agacharme y levantarme y me preguntaba o medio se reían diciendo que “¡hay que
ver qué poco cuidado la gente!”. Otro, en cambio, sí recogió 3 ó 4 vasos o
botellas de plástico el ratio que iba a mi par hablando conmigo. Una señora
mayor, mi paisana, se le ocurrió: “no me puedo agachar, pero el año que viene
todos podemos traer unas pinzas largas o un bastón con pincho y guantes y una
bolsita y todos podríamos hacer algo ecológico en la peregrinación!”.
2b.- Todo ello no impidió que, con 4 ó 5 de las muchas
personas a las que me acerqué para cruzar unas palabras, tuviéramos una
profunda conversación en la que, además, me contaron su trayectoria de fe y me
hizo valorarlas más y admirarme de la historia de amor personal tan diferente
que Dios (y también su Madre, la Virgen) van teniendo con cada uno. Me
sorprendió también alguna que parecía que le molestara que le preguntara “¿qué
tal el camino?”: luego supe que 3 ó 4 personas habían hecho el ofrecimiento
penitencial de “silencio durante todo el camino”. Incluso, ya entrando en la
aldea del Rocío, una persona quiso recibir el sacramento de la Reconciliación y
me llenó de alegría poder ejercer el ministerio por fin.
Traté
de “hacerme uno” con la emoción de los peregrinos cuando estaban entrando en la
basílica del Rocío, para participar de sus sentimientos. Me sorprendió la
imagen de la Virgen, con anillos en cada dedo, y mucha gente con lágrimas
mirándola y supongo que musitando interiormente una plegaria.
2c.- Una vez allí, (aparte de nuestro grupo, cientos de
personas entrando y saliendo), logré encontrar la capilla del Santísimo
Sacramento: me edificó una ancianita rezando allí en medio de todo el ruido de peregrinos
y turistas. Después de ducharme, volví ante el Sagrario: de nuevo solo una
persona, un cordobés treintañero que, al verme, a los pocos instantes, me pidió
confesión: rato largo y profundo conversando. Me llenó de ilusión ver que el
Señor sigue tocando los corazones hoy día. El rezo del Rosario ya anochecido,
con velas y antorchas, cientos de personas pisando la arena de las calles, fue
también muy emotivo.
A la mañana siguiente, antes de celebrar la Misa, volví de nuevo a la
capilla del Sagrario: esta vez estuve yo solo. Ya luego la celebración
eucarística, muy bien cuidada, traté de vivirla en profunda unión con Dios,
como haría la Virgen, y, a la vez, tratando de dar voz a las vivencias de todos
esos días.
3.- Además de rezar y pedir, esta semana quería
descansar bien para estar fresco y despejado para acompañar bien los Ejercicios
Espirituales que comienzan esta tarde.
Estaba anteayer por la tarde con una persona e, imprevistamente, tuve
que llevarla a urgencias de su Centro de Salud y de allí nos derivaron a otro
Centro en Madrid. Lo hice con sumo gusto y paz, (aunque yo no “carburo” de
noche). Dentro de su malestar, decía de vez en cuando, “gracias”, “lo siento”;
yo le contestaba, “por lo primero, gracias sobre todo también a Dios; por lo
segundo, ¡ni lo digas, pues no tienes culpa!”. En el segundo Centro, a cada una
de las personas que nos iban atendiendo, les pregunté el nombre para luego ir
dándoles las gracias, mirando a los ojos y con una sonrisa y añadiendo su
nombre, a cada servicio que le hacían: levantaban la cabeza sorprendidos y con
cara como de agradecimiento.
Total, me acosté a las 2:05 a.m. Y ayer por la mañana, (al revés de
los últimos días, que me levantaba cansado), me desperté temprano y despejado.
Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de febrero («Haced todo con amor», 1 Co 16, 14), la de enero («Amarás al Señor tu Dios… y a tu prójimo como a ti mismo», Lc 10, 27) y la de diciembre («Estad siempre alegres. Orad constantemente. En todo dad gracias, pues esto es lo que Dios, en Cristo Jesús, quiere de vosotros», 1 Ts 5, 16-18):
1.- “… en esta época que he estado enfermo y hospitalizado agradezco al
personal hospitalario lo que han hecho conmigo y, se notaba claramente en
algunos de ellos que era la fe lo que, además de su profesionalidad, les movía.
Les estoy muy agradecido a cada uno, y así se lo mostraba cada vez con una
palabra o con un gesto y dando siempre las gracias. Lo mismo también con mi
madre, que andaba muy preocupada y yo le daba ánimo y trataba de ser optimista
por ella. Pequeñas cosas, que cuestan muy poco, pero que en un momento dado
pueden ayudar muchísimo, tanto las que yo he recibido como las que he tratado
de mostrar…”.
2.- Hace unos 6 meses: “…Paco, la enfermedad de mi marido ha vuelto y con
fuerza, se le ha reproducido por varias zonas del cerebro y es inoperable, ayer
empezó con la quimio, pero si Dios no hace un milagro bien grande esto tiene
mala pinta. Mi marido está muy animado, como siempre, gracias a Dios, estamos
muy sostenidos por Jesús y María, pero la verdad es que es muy duro todo esto.
Tenemos que tener mucha fe y seguir rezando sin cansarnos…”.
Hace
unas 5 meses: “…2 añitos ya, (gracias por acordarte y por la
felicitación), ¡está precioso nuestro séptimo hijo!, y 2 años, a la vez,
también del inicio de la enfermedad de mi marido...: se encuentra bien, gracias
a Dios, muy animado y abandonado a la voluntad de Dios; la quimio le sentó muy
bien: no tuvo muchos efectos secundarios; le llevé al neurocirujano que le
operó para pedir una segunda opinión y nos confirmó que estaba muy extendido… si
Dios no hace un milagro puede que ni siquiera termine el año. Así que
intensificamos oraciones y fe y abandono en Dios que cuida de nosotros cada día
y nos acompaña sin dejarnos un momento. Sigo rezando la estampa de Luminosa
cada noche y sigo viendo “señales de rosas”…”.
Hace unos 4 meses: “…mi marido, estable gracias a Dios. Sigue abandonado en
las manos de Dios y muy sostenido. Yo estando él bien, fenomenal, y también
sintiendo a Dios muy de cerca: un privilegio muy grande. Los niños, contentos y
entretenidos con el cole. Les explicamos todo con mucha naturalidad y pedimos a
la Sagrada Familia que les sostenga también. Así que, en las mejores manos…”.
Hace unos 3 meses: “…mi marido luchando como un campeón. Muy abandonado-confiado
y con mucha Paz. Yo también: en los momentos de miedo, me agarro fuertemente a
las manos de Jesús y María y ellos me ayudan y guían. Los niños entretenidos en
el cole, con exámenes y también rezando mucho por papá…
…Me he metido en un grupo para
orar exclusivamente por la santidad y las necesidades de todos los Sacerdotes…,
pero me acordaré especialmente de ti……”.
Hace 3 meses, domingo de Jesucristo Rey del Universo: “…pedimos entonces también por tu madre especialmente,
Paco.
Dios
también le da una Gracia especial a mi marido para ir a Misa y comulgar a
diario: hay días que no se encuentra bien y justo para la hora de la Misa saca
una fuerza especial para levantarse y poder ir y participar.
Mándale
un abrazo muy fuerte de nuestra parte a tu madre, por favor.
¡¡Y
viva Cristo Rey!!…”.
Hace 6 días: “…con
el corazón destrozado y el alma hecha pedazos os escribo para deciros que mi
marido, el amor de mi vida y maravilloso papá de nuestros 6 hijos y el que está
ya en el Cielo, partió anoche hacia la Casa del Padre. Pedimos, por favor, una
oración, ofrecer una misa por su alma, o ganar una indulgencia, para que llegue
al Cielo lo antes posible. Os agradecemos infinitamente todas las oraciones y
muestras de amor recibidas a lo largo de los dos años y medio de toda la
enfermedad y en estos momentos. Damos gracias a Dios por la vida de mi marido y
por habernos sostenido y acompañado en todo momento y confiamos en que lo
seguirá haciendo.”.
Hace 5 días: “…muchas
gracias de corazón a todos. En el velatorio he visto la mayor señal de rosas, desde
que empezó la enfermedad de mi marido: hemos recibido un montón de flores y, en
la mayoría, ¡rosas de todos los colores!: lo siento, decía Luminosa, como una
prueba del Cielo de que nuestras súplicas están siendo escuchadas y la gracia
va a ser concedida.
Mi
insistencia era la sanación de la enfermedad de mi marido, pero el verdadero
milagro realmente es que estoy segura de que este camino de enfermedad en unidad
con tantas personas maravillosas, junto a Luminosa, los Santos de nuestra
devoción, Nuestra Bendita Madre, nuestras queridas almas del purgatorio y
Nuestro Pastor y Salvador Jesús, que nos ha llevado de la mano en todo momento
y nos ha levantado en todas nuestras caídas, le va a abrir las puertas del
Cielo a mi marido ¡y ese es realmente el milagro que esperábamos y lo mejor que
le podía pasar a mi marido y nos podía pasar en nuestras vidas! ¡Bendito sea
Dios y que os bendiga a todos!…”.
Hace 4 días: “…muchas gracias de corazón, Paco: mi marido ya está en las Puertas del Cielo, estoy segura, y nuestro querido Jesús se las va a abrir para siempre y nos va a ayudar desde allí… Muchísimas gracias por todo. No es necesario que vengas tan lejos. Todas estas Misas que estás celebrando allí ofreciendo por él y oraciones llegan directas al Cielo y son lo más importante, gracias infinitas: mi marido tiene que estar tan feliz como yo lo estoy; ¡qué regalo tan maravilloso! ¡Millones de gracias, Paco!”…”.
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