VIDA DE LA PALABRA primeras semanas de OCTUBRE
Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria, con la Gracia de Dios, la Palabra de Vida de octubre («Pues lo del César devolvédselo al César, y lo de Dios a Dios», Mt 22, 21) y la de septiembre («Todos los días te bendeciré, alabaré tu nombre por siempre», Sal 145 [144], 2):
1.- Estaba yo escribiendo alguna de mis experiencias en
casa para contároslas en el pasado correo. Aproveché mientras el otro compañero
celebraba la Misa y luego yo debía ayudarle a distribuir la Comunión. Estaba
muy concentrado escribiendo y, de pronto, miré el reloj: pensé que ya se me
había pasado la hora. Con paz, pero sin perder un segundo, bajé los escalones
de tres en tres y llegué justo en el instante. Vi
la Providencia que me avisó, (una vez más), ni un segundo antes, pero tampoco
ni uno después. Así que, mientras me revestía para ayudarle, iba bendiciendo en
el fondo de mi corazón y alabando a Dios.
2.- En la Residencia donde llevo la Comunión a una
anciana una vez en semana, (y donde, además, en julio empezamos con voluntarios
de la parroquia un acompañamiento quincenal ofreciendo momentos de oración
comunitaria), una Trabajadora Social me pidió que dedicara un rato a escuchar a
otra anciana cuyo hermano acababa de fallecer y estaba muy afectada. Así que,
con mucho gusto, dediqué un rato dejando que pudiera expresar todo lo que ella
llevaba dentro y tratando de ofrecerle la esperanza cristiana. A la vez,
contemplaba yo sus arrugas y sus manos, tratando, (como una madre), de ser
cauce para que fuera la mirada de la Virgen, (que de alguna manera experimenté
el verano pasado en Lourdes), la que se trasluciera a través de mi mirar y
escuchar y hablar. Tanto ella, como la Trabajadora, como ello, quedamos bien
contentos y se nos notaba a cada uno en el rostro.
Alguna de vuestras
EXPERIENCIAS tratando de
llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de octubre («Pues lo del César devolvédselo
al César, y lo de Dios a Dios», Mt
22, 21), la de septiembre («Todos los días te bendeciré, alabaré tu
nombre por siempre», Sal 145
[144], 2) y la de agosto («Mujer,
grande es tu fe; que te suceda como deseas», Mt 15, 28):
1.- “…este verano he estado en la playa, y propuse al párroco del lugar dar un concierto en honor de la Virgen María, titular de la parroquia. También le propuse hacer una colecta al término del concierto y donar a Cáritas parroquial lo recogido.
Me
proporcionó un piano eléctrico de escasa calidad, pero que, junto a un amigo
que cantaba con una voz espléndida y mucha sensibilidad musical, permitió realizarlo con éxito.
El
instrumento estaba bastante estropeado, incluso algunos botones se despegaban
al pulsarlos. Vi que la organista parroquial no podría sacarle mucho partido
cuando comenzara a tocarlo después de las vacaciones, acompañando a la asamblea
en el canto litúrgico. Pensé si no sería oportuno donar uno de los dos pianos
que tengo en casa, pero sentía apego, y me resistía interiormente a ser
generoso.
Este
mes, al meditar la Palabra de Vida, me di cuenta de que el Señor me pedía que
hiciera esa donación, devolviendo al César lo suyo y dejando un mayor espacio a
Dios en mí. Ayer mañana vinieron a recogerlo en una furgoneta…”.
2.- “…ayer por la noche llegué a casa,
después de pasar unos días con mi hijo en Canarias... Siempre le doy gracias a
Dios por los pequeños/grandes detalles de la vida: dormir en una cama cómoda y
con las sábanas limpias, una buena ducha, disfrutar de ver amanecer. Pero desde
mi problema con la espalda y con la posibilidad de haberme quedado paralitica,
doy todavía más valor a todo. Allí, paseando por la playa…, sentada con mi hijo
comiendo en el Paseo Marítimo. Yo pienso que eso es la felicidad en este mundo.
Estar en paz con uno mismo y con Dios. Saber que Dios siempre está con nosotros:
eso es estupendo…”.
3.- “…te mando alguna experiencia de la Palabra de Vida de
Septiembre: “Todos los días te bendeciré, alabaré tu nombre por siempre” (Sal.
145).
Suelo
ir desde hace algún tiempo a una camisería a medida, debido a la morfología de
mi cuello y torso. Me tomaron las medidas oportunas y me avisaron para
recogerla. Al probármela comprobé que me estaba mal. Pero no me impacienté,
porque llevaba dentro la Palabra de
Vida. Me volvieron a llamar al cabo de bastantes días y no me estaba bien, pero
no me impacienté. Les señalé con moderación lo que no me gustaba y volví a
probármela al cabo de varias semanas, en que me avisaron; tampoco me estaba
bien, pero no dije nada y pedí que me la envolvieran para llevármela. Al ir a
pagar no me cobraron nada.
Todo
esto sucedió hace un año, aproximadamente. Y ahora, en Septiembre, volví a
necesitar otra camisa y me tomaron de nuevo las medidas. Cuando me avisaron fui
en la misma actitud que dice la P. de V.
Me la probé y sí me estaba bien. Fui entonces a pagar y me dijeron que
no me cobraban nada.
Ese día
sí que bendije a Dios con muchísimo gusto y gratitud.
3b.- Tengo un compañero de estudios que sufrió una caída, lesionándose
la médula. Se quedó inmovilizado de brazos y piernas, y lo llevaron al Hospital
Nacional para accidentados que hay en Toledo. Lleva ya varios meses allí
haciendo una intensa rehabilitación que le ha hecho mejorar bastante, pero le
pesa mucho estar solo y lejos de sus seres queridos.
Lo
llamo con frecuencia y le informo. Juntos rezamos e invocamos a María. Pero
hace unos días conseguí animar a un matrimonio amigo para que me llevasen a
verlo. Salimos bendiciendo a Dios y encomendándonos a María: “Santa María del
camino, ruega por nosotros”. En el viaje tuvimos un percance debido a la
imprudencia de un automovilista, y que
podía haber sido muy grave, pero gracias a Dios no nos pasó nada.
Durante el día bendije a Dios con
frecuencia, y al regreso vinimos dando gracias a Dios por haber alegrado a
nuestro amigo con nuestra presencia y obsequios, y porque nos dijo que pronto
le darían el alta médica. “Alabaré tu nombre por siempre”.…”.
4.- “…Paco,
gracias por tu constancia en enviarme la PdV: me hace recordar que tengo algo
pendiente, con Dios, conmigo misma. De estos años hacia aquí, (¡qué pena
que sean AÑOS desde la pandemia!), todo está más acelerado:
laboralmente todo es más y más; y familiarmente también, la adolescencia
esa etapa tan difícil, bonita si todo va bien, y estresante si ves que el
camino no gusta y te exige parar tu vida definitivamente para estar en
disposición de escucha cuando ellos quieran hablar, parar lo mío (estudio,
una película, un libro…) porque ese es su momento y no el mío.
Acabo tan cansada que mi reflexión conmigo misma con Dios pasa a desaparecer a pesar del profundo cariño que siento. Siento AMOR en mi corazón hacia Dios, pero no me salen las palabras. Tus correos me recuerdan: “HABLA, HABLA”. Así que, GRACIAS por tu recordatorio mensual…”.
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