VIDA DE LA PALABRA primeras semanas MARZO
Alguna de mis
EXPERIENCIAS tratando de
llevar a la práctica diaria, con la Gracia de Dios, la Palabra de Vida de marzo («Vivid como hijos de la luz; pues el fruto de la luz consiste en toda
bondad, justicia y verdad», Ef 5, 8-9) y la de febrero («Tú
eres el Dios que me ve», cf. Gn 16, 13):
1.- Hubo unos días
que me vi interiormente sobrepasado por acumulación distintas situaciones y
cansancio (y haber hecho poco ejercicio), casi me parecía que iba a colapsar
como un toro a punto del descabello sin saber a qué capote mirar.
“Vivir como hijo de la luz”
era, entonces, pararme, descubrir en todo ello distintos rostros del “Amigo que
nunca falla”, (Jesús crucificado y abandonado): mirarle y elegirle; y estar
seguro de que con Él, aunque hay esfuerzo y dolor, finaliza en Resurrección.
Una persona me hizo notar que quizá ando estresado internamente, y de
alguna manera se lo “contagiaba”. Y, en cambio, el fruto de la luz es bondad,
justicia y verdad”. Así que, “vivir como hijo de la luz” era también dedicar
más tiempo cada día a la oración, en la cual había estado flaqueando aquellos
días casi sin darme cuenta.
“Hijo de la luz” era aprovechar bien las oportunidades para tener a
“Jesús en medio” con la fraternidad con los sacerdotes de mi focolar (este
lunes y martes tuvimos un encuentro presencial sencillo y magnífico).
Con todo ello, me volvía la
paz (que dicen que siempre transmito, pero quizá llevaba “la procesión por
dentro”, el cansancio o el estrés). Algunos temas y charlas, con la Gracias del
Señor, lograba entonces prepararlos en muchísimo menos tiempo del previsto.
Algunas personas que han venido por primera vez a la parroquia o al despacho,
les he podido acoger sin prisas y tratando de desbordar esos frutos de la luz,
que quizá ellos mismos luego percibían, según me decían al ir despidiéndose.
Alguna de vuestras
EXPERIENCIAS tratando de
llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de marzo («Vivid como hijos de la luz; pues
el fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad», Ef 5, 8-9), la de febrero («Tú eres el Dios que me ve», cf. Gn 16, 13) y la de enero («Aprended a hacer el bien, buscad la justicia», Is 1, 17):
1.- “…El pasado fin de semana falleció el padre de un buen amigo nuestro.
Madrugamos al día siguiente para viajar a ese pueblo lejano y poder
acompañar a toda su familia en esos tristes momentos. Después comimos con
ellos, y a pesar de la tristeza, fue un rato agradable estando juntos,
compartiendo ese rato.
Volvimos a casa
por la tarde, y aunque cansados del viaje, teníamos el sentimiento del deber
cumplido y de "ser luz", dando muestras de cariño y apoyo…”.
2.- “…qué
alegría siempre que escribes! Te escucho en radio María, ya que se ha
convertido en mi acompañante durante la jornada diaria. ¡Qué gran bien haces a
las almas!: ¡¡para Gloria de Dios!!
Pues al leer la Palabra
de Dios de este mes, me han brotado dos lagrimillas, ya que hoy a primera hora
de la mañana me llaman para decirme que en nuestro país mi padre está mal, que
no puede respirar y apenas puede andar: que me prepare, ya que le han dado ya
dos microinfartos y del tercero no saldría.
Hice partícipe a mi
hermana de la noticia, ya que es su padre también, aunque desde que se separó
de mi madre, mi hermana no le ha perdonado, (cada uno tenemos nuestros tiempos
para sanar las heridas).
Hemos decidido entre las
dos enviar dinero para los medicamentos ya que mi padre es muy pobre y no se lo
pueden permitir. Como “hijos de la luz”, debemos mostrar bondad, aunque mi padre nunca ha
estado presente en nuestras vidas; pero la justicia ha de ir primero: es
nuestro padre y le hemos de atender en lo que podamos (es hijo de Dios).
…no
te olvides que el “cuerpo es templo del Espíritu Santo” y que hay que
cuidarlo y descansar…”.
3.- “…para mí la novedad respecto al año pasado es el avance de mi Alzheimer,
aunque con el tratamiento que llevo, creo que se ha ralentizado un poco... Con
limitaciones tanto de más despistes, como de condiciones de salidas...
siempre acompañado...tanto por mi mujer, como por los hijos... Un nuevo
ofrecer para cada día…”.
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