VIDA DE LA PALABRA primeras semanas de ENERO
Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria, con la Gracia de Dios, la Palabra de Vida de enero («Aprended a hacer el bien, buscad la justicia», Is 1, 17) y la de diciembre («Confiad en el Señor por siempre jamás, porque en el Señor tenéis una Roca eterna», Is 26, 4):
1.- En los primeros días del año
saludé a un joven empleado que se preparaba a realizar un pequeño evento
audiovisual que se repetía todas esas tardes en el parque contiguo a la
parroquia: estuve un ratillo charlando amigablemente con él y me dijo que,
aunque tenía formación cristiana, estaba alejado, y que a su madre, que unos
minutos antes le había traído en coche y era muy religiosa, le hubiera
encantado saludarme. Le di mi tarjeta de visita por si quería él o su madre
escribir o llamar alguna vez. Un par de días después ella llamó y me contó
largas historias y me pidió que si me fuera posible que hablara de nuevo con su
hijo. Lo logré varios días después, en una amigable conversación.
1b.- Uno de esos días yo había vuelto
para intentarlo, pero estaba otro compañero suyo y me puse a hablar con él.
Colombiano, protestante. Como la PdV de enero cada año nos recuerda la semana
de oración por la unidad de los cristianos, aproveché. Le estuve escuchando un
buen rato. En seguida salió el tema religioso y estuvimos compartiendo sobre la
fe y sobre Cristo que nos une. Solo al final él se dio cuenta que yo era el
sacerdote católico de la parroquia que tenía enfrente y se alegró mucho
despidiéndome con toda clase de bendiciones.
2.- Entraron a la parroquia dos
señoras en vestimenta deportiva y estuvieron rezando un buen rato. Como suelo
hacer con todo el mundo, esperé a la salida para saludarlas y solo entonces
reconocí a una de ellas que llevaba poco tiempo viviendo aquí y vino un día a
Misa.
Me presentó a su compañera, que tenía un leve acento y
por ello le pregunté de qué país era originaria. Y luego, (quizá fui un poco
indiscreto, pero… pensando en la semana de oración por la unidad…), también le
pregunté si era ortodoxa o católica. Se quedó como un poco perpleja… y me repuso
que era ortodoxa. Entonces le expliqué qué es el ecumenismo y la semana de
oración por la unidad de las distintas confesiones cristianas. Procuré tener la
mayor amabilidad y acogida. De hecho, fue un rato bonito y quedamos muy
contentos los tres, en espera de seguir charlando otro día y compartir la fe.
2.- La semana
pasada en el
aeropuerto busqué el servicio antes de embarcar, pero no encontraba el de
caballeros y estaban también otros hombres buscando, entre ellos un sacerdote
negrito. Después de estar tentados si pasar al de personas dependientes o al de
familias, descubrimos que se abría otra puerta donde antes ponía “limpieza” y
salía un hombre y entonces ya quedaba a la vista el icono de “servicio de
caballeros”: vi al fondo el carrito de la limpieza y dudé… asomó la limpiadora
y le pregunté con discreción, pero me contestó: “¿usted es ciego o no sabe
leer?”. Pensé excusarme diciendo que he visto salir a alguien y que la puerta
había quedado abierta a mitad, pero preferí decirle “¡gracias, por su trabajo y
su servicio!”; quizá no me salió un tono adecuado, y la señora debía pensar que
me estaba burlando de ella y me respondió con malos modos.
Me fui tranquilamente a otro servicio,
casi en la otra punta de la terminal, y cuando al cabo de un buen rato regresé
hacia donde estaban mis amigos, pasaba yo cerca de esa batería de servicios y
miré: la limpiadora estaba fuera indicando a los hombres que esperaban que
pasaran al servicio de minusválidos.
En ese momento el sacerdote negrito fue a entrar y
entonces la limpiadora lo paró: “¡creo que estos otros estaban antes!”, (era
imposible que ella lo supiera, pues había estado dentro limpiando).
Humildemente él no dijo nada y se retiraba, pero yo, aunque estaba un poco
lejos, recordando la PdV que habla de “justicia”, decidí intervenir, además,
porque él era de raza negra y era también sacerdote. Traté de aclararles que él
llevaba ahí ya casi un cuarto de hora esperando. En fin, la señora, de nuevo no
se tomó bien mis palabras y no sé qué me dijo, pero le dejó pasar primero a él.
Por otra parte, hay que comprenderla: pasa todo su trabajo limpiando lo que
otros quizá no cuidamos.
Alguna de vuestras
EXPERIENCIAS tratando de
llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de diciembre
(«Confiad en el Señor por siempre jamás,
porque en el Señor tenéis una Roca eterna»,
Is 26, 4) y la de noviembre («Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán
misericordia», Mt 5, 7):
1.- “…nuestra Navidad ha sido estupenda, rodeamos de
toda la familia y por poner Año con ambas familias celebrándolo en común.
Compartiendo tiempo, inquietudes y nuestro cariño. Han sido maravillosas.
Espero hayas descansado y agradecerte su labor: la palabra de vida es una
inyección de Fe. Y no sólo para mí sino para familiares con los que la comparto…”.
2.- “…DIOS TE PAGUE, PACO, POR TU
PUNTUAL AYUDA PARA SEGUIR EN EL SANTO VIAJE...: TUS ENVÍOS ME AYUDAN A
"PONERME LAS PILAS" Y PODER VER MEJOR EL CAMINO QUE DIOS ME OFRECE.
DESDE QUE SALIÓ EN LA PALABRA DE VIDA EL TEMA DE LA MISERICORDIA,
HE PEDIDO A JESÚS QUE ME DE UN CORAZÓN MISERICORDIOSO... Y HE NOTADO
SU AYUDA MOMENTO A MOMENTO.
ESTO
ME HA LLEVADO A "REVISAR MIS RELACIONES", TRATANDO DE PONER
MISERICORDIA, COMPRENSIÓN Y PERDÓN EN LO QUE NO ESTABA BIEN… LA CONCLUSIÓN
HA SIDO QUE HE NOTADO QUE MI CORAZÓN ERA MÁS GRANDE Y MI SENTIMIENTO, DE
PEQUEÑEZ, QUE ERA EL MEJOR REGALO QUE ME PODÍA HACER JESÚS. POR ESTO,
CUANDO ME ACERCABA A ÉL EN ESTAS FECHAS, ME RESULTABA MÁS FÁCIL PORQUE ME
SENTÍA MÁS PEQUEÑA, MÁS SEMEJANTE A SU NIÑEZ, A SU HUMILDAD... UNA GRACIA QUE
NO SABRÍA EXPRESAR…”.
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