VIDA DE LA PALABRA primeras semanas DICIEMBRE
Alguna de mis
EXPERIENCIAS tratando de
llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de diciembre («El
Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién he de temer?», Sal
27, 1) y la de noviembre 2020 («Bienaventurados
los que lloran, porque ellos serán consolados», Mt 5, 5):
1.- Un día metí la pata varias veces, incluso alguna de ellas
delante de compañeros sacerdotes y un obispo. En el fondo, tampoco pasaba nada,
pues conocen mi buena voluntad, pero… mi perfeccionismo… (¿orgullo, soberbia...?)
continuamente en mi interior ese día y el siguiente me traía a la mente el
sonrojo.
¡Hasta que también
a eso, mientras rezaba el rosario, me di cuenta que tenía que aplicar la PdV!: “el
Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?”, repetí un montón de veces
entre las Avemarías. ¡Y dejé de preocuparme por mi ego, mi perfeccionismo, mi
vanagloria! ¡¡Qué paz!! ¡¡Qué luz!!
2.- Estas semanas, con la situación de la pandemia, con el
panorama social de leyes no acordes con la ley natural ni con el bien común (¡y
aprobadas casi subrepticiamente!)… me surgía inquietud ante el futuro, pero el
recordar la PdV del mes y rezar con plena confianza en Quien es el único
Salvador, me devolvía la esperanza una y otra vez. Al mismo tiempo me hacía
ponerme manos a la obra, por lo menos tratando de abrir los ojos a los demás y
estimulando a todos a que también hagan su parte activamente y con la oración.
Alguna de vuestras
EXPERIENCIAS tratando de
llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de diciembre («El
Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién he de temer?», Sal
27, 1), la de noviembre 2020 («Bienaventurados los que lloran, porque ellos
serán consolados», Mt
5, 5) y la de octubre («Todo el
que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado», Lc 14,
11):
1.- “…el adviento es para mí un período de
optimismo y esperanza, lo vivo con la ilusión de compartirlo con la familia y
amigos; este año algo diferente, pero gracias a Dios con salud y con un
sentimiento interior de intentar estar en paz y poder trasladarlo a mi entorno.
Como siempre, recordando a los que ya no están aquí, pero con la certeza de
sentirles más cerca con la oración.
Respecto a la PdV de este mes, como he comentado en la
reunión del YouCat, durante los meses de confinamiento, que salía una vez en
semana a comprar, tenía sensación de enorme tristeza por el vacío en las
calles, la gente muy seria, evitándonos continuamente: daba hasta un poco de
miedo. Y en mi interior no paraba de cantar el estribillo de "el Señor es
mi luz y mi salvación", pero es que me salía sin pensarlo y me iba
sintiendo con mucha más fuerza y positividad. Ahora que tengo la letra, me la
voy a aprender…”.
2.- “…muchas gracias,
Paco! Esta mañana daba gracias por estos cuarenta años vividos, por las
experiencias, las personas que me acompañaron y por esta hermosa vida que Dios
me ha regalado.
Este último año ha sido especial, cargado de
experiencias que nos han enriquecido: la partida de mi padre y la llegada a
este mundo de nuestro hijo. Es un niño muy feliz y nos llena a todos de
alegría. Unos meses antes de nacer nos dijeron que tendría síndrome de Down.
Surgieron problemas en la gestación y de urgencia tuvieron que operarlo, todavía
dentro de su madre, para salvarle la vida. Después de nacer volvieron a salir
complicaciones que lo tuvieron dos meses en la UCI. Pero es fuerte y,
sobretodo, con unas ganas muy grandes de vivir. Y, como no hay dos sin tres,
hace unos meses lo operaron del corazón, la situación se complicó y se alargó
su estancia en el hospital. Pero ya estamos todos en casa haciendo “vida
normal”, aprendiendo del día a día y dejándonos sorprender por esta vida
hermosa que Él nos regala…”.
3.- “…de nuevo estuve en
Cáritas ayudando con la conexión on-line. Llegué un poco antes para conectarlo
todo y hacer una prueba con la persona que a distancia iba a dar el curso. En
principio parecía que todo iba bien, pero me fijé en el ordenador y vi que una
luz chiquita naranja parpadeaba. No puede ser: si ayer estuvieron revisando
todo y se supone que quedó todo listo y preparado.
A la media hora se apagó todo. ¿Y ahora qué?
Pues llamar a la persona de contacto y preguntar…: falta de poner algún cable,
pero tiene que estar ahí.
En ese instante me entró la risa porque,
cierto, había un montón de cables, pero ¿cuál de todos sería? Me sentía como en
las pelis cuando tienen que desactivar una bomba y tienen que tener cuidado
para no cortar el cable equivocado.
A todo esto, al fallar la conexión, me llamó
la que estaba impartiendo el curso y, explicada la situación, se me ocurrió
poner el altavoz al móvil para que siguiera hablando a los participantes aunque
no la viesen en pantalla en lo que yo volvía a recuperar la conexión.
Cable encontrado. Enchufado el ordenador y
siguió la conexión.
En ese instante lo entendí: no se
trataba de saber, sino de confiar.
Cuando me propusieron esto (y otras tantas
cosas en la vida) mi reacción siempre era la misma: “no sé, no estoy preparada,
mejor otro que sepa”. Ahora me daba cuenta que Dios ya sabía de mis pocos
conocimientos en la materia y que si hubiera querido a un experto se lo hubiera
pedido a otro, pero si me lo pedía a mí era porque no quería mi sabiduría, sino
mi confianza en Él. Y la verdad es que funciona…”.
4.- “…gracias por la PdV y las
experiencias que me encantan… Está claro que cuando las cosas se hacen con amor
salen mejor... Estaba pensando que, últimamente, a pesar de todo lo que está
pasando, me tomo las cosas de mejor manera, más tranquila y alegre... Esas
prisas que no nos dejan pararnos con la gente a preguntar por su salud. O
simplemente saludarlas. Nos hacen peores...
Yo la verdad es que intento ser amable y dedicarles un
tiempo. También a los familiares ahora sin visitas, pero por teléfono
dedicándole un tiempo que luego agradecen.
Este Adviento me está haciendo reflexionar y aunque está
Navidad no nos dejen juntarnos, quiero vivirla más plena, desde el corazón,
sabiendo que Jesús nace igualmente en cada uno de nosotros…”.
5.- [continuación del
nº 1 de “vuestras experiencias”, del correo del 2 de noviembre (últimas semanas
de octubre)]
“…Paco, quiero celebrar contigo la gran alegría que tengo.
Ayer fui a hablar con mi párroco y me confesé, recibí la comunión y el
Sacramento precioso de la Unción: hoy vivo como en una nube de alegría y paz y
es una gran fuerza extra para seguir adelante hasta que Dios quiera…
…aquí
sigo agarradita a mi fe; estoy bien, no tengo muchos cambios de salud, sigo
luchando con los míos, como si no pasara nada, para que sigan su vida normal;
tengo un apoyo muy grande contigo para seguir adelante…
…en PdV no me importa que lo publiques, si
quieres, pq sé que lo que yo estoy viviendo… para hacer vida normal y seguir
adelante como si no pasara nada… si algo puedo ayudar con mis palabras sé que
muchas personas están pasando por circunstancias peores que las mías y con
muchos dolores. Yo agarradita a mi fe y dando gracias a Dios cada vez que me
acuesto y me levanto por un día más, aunque sé que “El Señor es mi único Bien”,
(es lo que más quiero), esto es duro y si no fuera por la fe no podría seguir…”.
6.- “…por mi trabajo cada día tengo que
cambiarme de ropa. Por la mañana voy forrada: pantalones de caballero, con
forro por dentro, botas, dos pares de calcetines, camiseta térmica polar, etc..
Por la tarde, cambio de indumentaria… la verdad, es incómoda la ropa de la
mañana. Dudaba qué ponerme… porque, claro… la gente te ve… y me vino a la
mente: da igual como vayas por fuera, lo importante es el interior, tu actitud
interior hará que el exterior sea bello ante los demás y así saldrá tu sonrisa,
la palabra amable, la alegría con que recibas al cliente. Da igual el jersey
azul, negro o verde; el pañuelo a juego o los pendientes, las pulseras, la raya
en el ojo...: lo importante es tu disposición interior.
Sin embargo hoy mi disposición interior no estaba
“disponible”: discutí con un cliente y se marchó enojado. Después volvió a
regañarme por lo que había hecho y le tuve que explicar que no había estado
hablando o cotilleando con la señora a la que despachaba, sino que la señora
era sordomuda y me costaba mucho entenderla: por eso tardaba tanto en
atenderla. Al final, él se disculpó y yo me tuve también que disculpar por no
haber tenido la paciencia suficiente en el momento oportuno para decirle al
cliente que era sordomuda y por eso tardaba tanto en atenderla…”.
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