VIDA DE LA PALABRA primeras semanas de NOVIEMBRE
Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de noviembre 2020 («Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados», Mt 5, 5):
1.- Los lunes descanso de actividades pastorales. Ese día,
después de una caminata de algo más de 3 horas para hacer ejercicio y
despejarme, mientras me disponía a ducharme antes de preparar la comida, me
llama el párroco: “sé que es tu día libre, pero me han llamado para una
urgencia en el hospital y estoy muy lejos”.
Sin
terminar de quitarme el chándal, fui para allá, pensando en la PdV de noviembre
para olvidarme de la contrariedad.
Nada más acabar
de administrar la santa Unción a la anciana, mientras rezábamos el Padre
nuestro, veo que la máquina da un pitido breve y se pone a 0, (aunque parecía
que seguía moviendo los pulmones, luego caí en la cuenta que en realidad era el
respirador artificial). La enfermera había entrado al oírlo, (pero
respetuosamente esperó a que yo terminara la oración y les diera la bendición),
y en un susurro les dijo a las 2 hijas y a la nieta: “¡ya!”.
Ellas se
pusieron a llorar cada vez más fuerte. Después de breves segundos de respeto, les
dije: “es lógico que lloréis, pero ¡ahora no es el momento! ¡¡Ahora es el
momento de rezar más!!”. Yo estaba pensando que el cuerpo estaba allí, ¡pero su
alma se estaba presentando ante Dios!, ¡y tendría que aceptar el abrazo
luminoso y misericordioso de Amor con el que Él nos espera a cada uno! ¡Y nosotros
estábamos allí! ¡Y quizá ella necesitaba el “empujón” definitivo de nuestra
oración para acoger la Gloria eterna!
Así
que, mientras yo rezaba un responso, le dije a la nieta que me buscara en
internet en su móvil la “recomendación del alma” que luego recitamos todos. Había
ingresado 2 días antes para una operación corriente y…
Fue un rato especial.
Las hijas me dijeron: “parece que ella estaba esperando que viniera usted para
irse en paz; nosotras estábamos temiendo que no llegara a tiempo”. Se quedaron
inmensamente agradecidas y sorprendidas las tres, dentro del dolor.
Alguna de vuestras
EXPERIENCIAS tratando de
llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de noviembre 2020 («Bienaventurados los que lloran, porque ellos
serán consolados», Mt
5, 5) y la de octubre («Todo el
que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado», Lc 14,
11):
1.- “...esa noche al rezar me notaba enfadada con el
Señor, porque me estaba yendo mal.
Al día siguiente, antes de tomar el bus para
dirigirme al trabajo, fui como siempre a rezar a la Parroquia (gracias a que
últimamente abrís mucho antes de la hora señalada), pero ese día estaba aún
cerrada. Así que me sentí abandonada también por Dios y le dije: “¡pues ahora
te conformas con que rece desde fuera!”. Y me fui desilusionada a la parada que
está un poco más allá, pero, al ir llegando, como que notaba en el corazón que
regresara: menos mal que le hice caso, ¡pues estaba ya el templo abierto de par
en par y limpito! Habían pasado pocos segundos.
He comprendido que el Señor no me abandona:
requiere mi perseverancia y que sepa volver sobre mis pasos, pero confiando en
Él…”.
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