domingo, 15 de noviembre de 2020

INSTRUMENTOS DEL AMOR TIERNO DE DIOS

 VIDA DE LA PALABRA                primeras semanas de NOVIEMBRE

Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de noviembre 2020 («Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados», Mt 5, 5):

1.-        Los lunes descanso de actividades pastorales. Ese día, después de una caminata de algo más de 3 horas para hacer ejercicio y despejarme, mientras me disponía a ducharme antes de preparar la comida, me llama el párroco: “sé que es tu día libre, pero me han llamado para una urgencia en el hospital y estoy muy lejos”.

            Sin terminar de quitarme el chándal, fui para allá, pensando en la PdV de noviembre para olvidarme de la contrariedad.

Nada más acabar de administrar la santa Unción a la anciana, mientras rezábamos el Padre nuestro, veo que la máquina da un pitido breve y se pone a 0, (aunque parecía que seguía moviendo los pulmones, luego caí en la cuenta que en realidad era el respirador artificial). La enfermera había entrado al oírlo, (pero respetuosamente esperó a que yo terminara la oración y les diera la bendición), y en un susurro les dijo a las 2 hijas y a la nieta: “¡ya!”.

Ellas se pusieron a llorar cada vez más fuerte. Después de breves segundos de respeto, les dije: “es lógico que lloréis, pero ¡ahora no es el momento! ¡¡Ahora es el momento de rezar más!!”. Yo estaba pensando que el cuerpo estaba allí, ¡pero su alma se estaba presentando ante Dios!, ¡y tendría que aceptar el abrazo luminoso y misericordioso de Amor con el que Él nos espera a cada uno! ¡Y nosotros estábamos allí! ¡Y quizá ella necesitaba el “empujón” definitivo de nuestra oración para acoger la Gloria eterna!

            Así que, mientras yo rezaba un responso, le dije a la nieta que me buscara en internet en su móvil la “recomendación del alma” que luego recitamos todos. Había ingresado 2 días antes para una operación corriente y…

Fue un rato especial. Las hijas me dijeron: “parece que ella estaba esperando que viniera usted para irse en paz; nosotras estábamos temiendo que no llegara a tiempo”. Se quedaron inmensamente agradecidas y sorprendidas las tres, dentro del dolor.

 

 

Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de noviembre 2020 («Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados», Mt 5, 5) y la de octubre («Todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado», Lc 14, 11):

 

1.-        “...esa noche al rezar me notaba enfadada con el Señor, porque me estaba yendo mal.

Al día siguiente, antes de tomar el bus para dirigirme al trabajo, fui como siempre a rezar a la Parroquia (gracias a que últimamente abrís mucho antes de la hora señalada), pero ese día estaba aún cerrada. Así que me sentí abandonada también por Dios y le dije: “¡pues ahora te conformas con que rece desde fuera!”. Y me fui desilusionada a la parada que está un poco más allá, pero, al ir llegando, como que notaba en el corazón que regresara: menos mal que le hice caso, ¡pues estaba ya el templo abierto de par en par y limpito! Habían pasado pocos segundos.

He comprendido que el Señor no me abandona: requiere mi perseverancia y que sepa volver sobre mis pasos, pero confiando en Él.

 

 

 

 

 

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