VIDA DE LA PALABRA primeras semanas de JUNIO
Alguna de mis
EXPERIENCIAS tratando de
llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de junio («Quien
a vosotros recibe, a mí me recibe, y quien me recibe a mí, recibe a Aquel que
me ha enviado», Mt 10, 40) y
la de mayo («Vosotros estáis ya limpios
gracias a la Palabra que os he anunciado», Jn 15,
3):
1.- Cada día, al abrir la iglesia a las 8:00, (pensando en
acoger a Jesús en los que luego vengan), enfundado en mis guantes, extiendo las
alfombrillas de las entradas y las rocío un buen rato con pulverizador de
agua-lejía para que se puedan higienizar las suelas del calzado. Y, además, los
domingos (no trabaja la señora de la limpieza), antes de cada Misa que celebro,
voy limpiando los bancos.
2.- Uno de estos días hubo varias cosillas que me dolieron
aunque eran pequeñeces y se me quedaban en el alma, sobre todo por provenir de
personas que no me lo esperaba. Pero era resolverme descubriendo en esas
punzadas el rostro de Jesús Abandonado (que gritó “Dios mío… ¿por qué…?”) y,
como Él, continuar amando, tanto en lo que estaba yo haciendo (aunque alguno me
notó menos “vitalidad”), como en “no apuntarlo en la cuenta” de nadie y seguir
queriéndolos como siempre y más. En el fondo no era más que una verdad dicha a
medias sin la franqueza que puede denotar que quizá no hay plena confianza para
decirme las cosas abiertamente con claridad; varias personas que insinúan cierto
reparo a que entre yo porque visito el hospital, (donde ya no queda ningún
enfermo de covid y sigo todos los protocolos, más los que luego casi exageradamente
me “invento” yo).
Me ayudó también
examinarme si yo, en el fondo, no hago inconscientemente algo similar: cuando
uno ve un defecto en el otro, a veces es que el Señor te quiere corregir a ti
de eso mismo. Así que con esto y con la PdV he procurado estar todavía más
acogedor con todos (¡aunque con la mascarilla no pueda expresarlo bien con la
sonrisa y el rostro!).
Alguna de vuestras
EXPERIENCIAS tratando de
llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de junio («Quien a vosotros recibe, a mí me recibe, y
quien me recibe a mí, recibe a Aquel que me ha enviado», Mt 10, 40), la de mayo («Vosotros estáis ya limpios gracias a la
Palabra que os he anunciado», Jn 15,
3) y la de abril («Dichosos los que no han visto y han creído»,
Jn 20, 29):
1.- “…gracias, Paco, por tu
fidelidad. Este tiempo de confinamiento ha sido difícil: sola con mis padres,
muy ocupada. El trabajo, la casa, nosotros mismos...
Me ayudaron muchísimo tus palabras. Acompañar toda
acción con un “POR TI, JESÚS”. Gracias. Comencé: eran las mismas cosas, igual
de difíciles, pero ahora ¡con sentido! Esto me daba fuerza y la seguridad de
permanecer en mi rayo de la voluntad de Dios.
Así que, algunos temas que tenía aparcados, los
retomé. Escribí a mis niños de catequesis que tenía abandonados. Fue muy
bonito. Me puse de acuerdo con Jesús para todo y ¡podía atender todo! ¡Gracias!:
sentí que estaba limpia, todo perdonado, porque Jesús ya pagó por mí…”.
2.- “…muy agradecida le estoy por
tus mensajes con La Palabra de Vida. Me alegra que usted y sus familiares se
encuentren bien. Nosotros también saludables y "soportando esta
prisión"; pero no sentimos angustia, porque sabemos en Quien hemos puesto nuestra
confianza, y estamos seguros de que Él con su poder cuidará, hasta el último
día, de todos nosotros…”.
3.- “…domingo de la Misericordia: cuando
me levanté, vi el cielo oscuro y triste; hago las cosas y me pongo la Misa
trasmitida desde Roma, pero, (me pasa alguna vez), cuando oigo la Misa en otro
idioma, me quedo en blanco, no sé rezar; ya me puse nerviosa y en mi mente daba
vueltas; unos segundos; me digo: “tranquila, tienes la Misa de la parroquia, ¿qué
más quieres?”. Y sigo viendo la Misa. Me empiezo a tranquilizar; llega la
homilía del Sto. Padre: habla de Sta. Faustina, cuando el Señor le dice: “aún
no me has presentado tus miserias”. Eso me impactó y luego, luego, me
preguntaba: “es "verdad": yo me reflejo con eso que Él le ha dicho,
sin querer hago lo mismo”. En seguida me levanté el ánimo y me pareció que el
sol había salido: con un sol radiante me puse la Misa de la parroquia: fue
especial y al final expuso el Santísimo casi una hora, ¡un regalo del Señor!,
donde vi que es tan generoso. Fue el céntuplo. Cada día le doy gracias a
Dios... Al final de ese domingo, veo el whatsapp del grupo: un vídeo… sobre la
homilía del Misericordia; ¡confirmo mi alegría!…”.
Si quieres leer
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de gente de
todo el mundo,
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