lunes, 15 de junio de 2020

ACOGER A JESÚS EN CADA PRÓJIMO

VIDA DE LA PALABRA                    primeras semanas de JUNIO


Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de junio («Quien a vosotros recibe, a mí me recibe, y quien me recibe a mí, recibe a Aquel que me ha enviado», Mt 10, 40) y la de mayo («Vosotros estáis ya limpios gracias a la Palabra que os he anunciado», Jn 15, 3):

1.-        Cada día, al abrir la iglesia a las 8:00, (pensando en acoger a Jesús en los que luego vengan), enfundado en mis guantes, extiendo las alfombrillas de las entradas y las rocío un buen rato con pulverizador de agua-lejía para que se puedan higienizar las suelas del calzado. Y, además, los domingos (no trabaja la señora de la limpieza), antes de cada Misa que celebro, voy limpiando los bancos.

2.-        Uno de estos días hubo varias cosillas que me dolieron aunque eran pequeñeces y se me quedaban en el alma, sobre todo por provenir de personas que no me lo esperaba. Pero era resolverme descubriendo en esas punzadas el rostro de Jesús Abandonado (que gritó “Dios mío… ¿por qué…?”) y, como Él, continuar amando, tanto en lo que estaba yo haciendo (aunque alguno me notó menos “vitalidad”), como en “no apuntarlo en la cuenta” de nadie y seguir queriéndolos como siempre y más. En el fondo no era más que una verdad dicha a medias sin la franqueza que puede denotar que quizá no hay plena confianza para decirme las cosas abiertamente con claridad; varias personas que insinúan cierto reparo a que entre yo porque visito el hospital, (donde ya no queda ningún enfermo de covid y sigo todos los protocolos, más los que luego casi exageradamente me “invento” yo).
Me ayudó también examinarme si yo, en el fondo, no hago inconscientemente algo similar: cuando uno ve un defecto en el otro, a veces es que el Señor te quiere corregir a ti de eso mismo. Así que con esto y con la PdV he procurado estar todavía más acogedor con todos (¡aunque con la mascarilla no pueda expresarlo bien con la sonrisa y el rostro!).


Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de junio («Quien a vosotros recibe, a mí me recibe, y quien me recibe a mí, recibe a Aquel que me ha enviado», Mt 10, 40), la de mayo («Vosotros estáis ya limpios gracias a la Palabra que os he anunciado», Jn 15, 3) y la de abril («Dichosos los que no han visto y han creído», Jn 20, 29):

1.-        “gracias, Paco, por tu fidelidad. Este tiempo de confinamiento ha sido difícil: sola con mis padres, muy ocupada. El trabajo, la casa, nosotros mismos...
Me ayudaron muchísimo tus palabras. Acompañar toda acción con un “POR TI, JESÚS”. Gracias. Comencé: eran las mismas cosas, igual de difíciles, pero ahora ¡con sentido! Esto me daba fuerza y la seguridad de permanecer en mi rayo de la voluntad de Dios.
Así que, algunos temas que tenía aparcados, los retomé. Escribí a mis niños de catequesis que tenía abandonados. Fue muy bonito. Me puse de acuerdo con Jesús para todo y ¡podía atender todo! ¡Gracias!: sentí que estaba limpia, todo perdonado, porque Jesús ya pagó por mí.

2.-        “muy agradecida le estoy por tus mensajes con La Palabra de Vida. Me alegra que usted y sus familiares se encuentren bien. Nosotros también saludables y "soportando esta prisión"; pero no sentimos angustia, porque sabemos en Quien hemos puesto nuestra confianza, y estamos seguros de que Él con su poder cuidará, hasta el último día, de todos nosotros.

3.-        “domingo de la Misericordia: cuando me levanté, vi el cielo oscuro y triste; hago las cosas y me pongo la Misa trasmitida desde Roma, pero, (me pasa alguna vez), cuando oigo la Misa en otro idioma, me quedo en blanco, no sé rezar; ya me puse nerviosa y en mi mente daba vueltas; unos segundos; me digo: “tranquila, tienes la Misa de la parroquia, ¿qué más quieres?”. Y sigo viendo la Misa. Me empiezo a tranquilizar; llega la homilía del Sto. Padre: habla de Sta. Faustina, cuando el Señor le dice: “aún no me has presentado tus miserias”. Eso me impactó y luego, luego, me preguntaba: “es "verdad": yo me reflejo con eso que Él le ha dicho, sin querer hago lo mismo”. En seguida me levanté el ánimo y me pareció que el sol había salido: con un sol radiante me puse la Misa de la parroquia: fue especial y al final expuso el Santísimo casi una hora, ¡un regalo del Señor!, donde vi que es tan generoso. Fue el céntuplo. Cada día le doy gracias a Dios... Al final de ese domingo, veo el whatsapp del grupo: un vídeo… sobre la homilía del Misericordia; ¡confirmo mi alegría!.





Si quieres leer más experiencias similares, 
de gente de todo el mundo,
puedes encontrarlas “pinchando” AQUÍ o AQUÍ
 o también AQUÍ



No hay comentarios:

Publicar un comentario