VIDA DE LA PALABRA primeras semanas DICIEMBRE
Alguna de mis
EXPERIENCIAS tratando de
llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de diciembre («Velad, pues, porque
no sabéis qué día vendrá vuestro Señor», Mt 24, 42) y la de noviembre («Alegraos con los que se alegran; llorad con los que lloran», Rm 12, 15):
1.- Un día (¡pocos!) de los que
apenas había enfermos en el hospital que hubieran solicitado mi presencia en su
habitación, me dediqué especialmente no sólo a saludar y cruzar pocas palabras
con cada persona que encontraba en los pasillos, sino a detenerme un ratito con
ellos.
Entre otros, me
acerqué a un grupito de 4 y se tomaron a guasa mi saludo; “me hice el tonto” y
con una sonrisa les pregunté qué querían significar con sus palabras. Aproveché
entonces para contar la experiencia de mi madre, quien, cada vez que va al
hospital (aparte de sus 4 ó 5 operaciones, también en ingresos de varios días),
lo primero que hace es confesarse y solicitar el sacramento de la Unción para
los enfermos, -mis interlocutores, empezaron a mostrar curiosidad-, porque como
muy bien explica ella, ese sacramento produce sanación interior (a veces
también exterior) y da Gracia (paz, fortaleza, serenidad… para sobrellevar una
enfermedad, dolores u operación –o simplemente una edad avanzada y delicada- como
Dios quiere): “pues mi madre es muy
religiosa”, me contesta una. Pero al instante otro vuelve a la carga con
sorna: “prefiero un buen médico”. Con
respeto y seriedad (que él no tenía) le contesto que todo es necesario, lo
humano y lo divino. Los otros tres, entonces, me ofrecen que pase a ver a la
enferma: se alegró ella mucho, aunque, como estaba ya empezando a comer,
cruzamos solo unas frases y le dije que volvería al día siguiente, le bendije
los alimentos y se quedó feliz.
2.- En medio de los Ejercicios
Espirituales que di en el Centro Mariápolis, confesé a una persona paseando
(pero dentro del edificio, pues estaba lloviendo). En un momento dado, vi por
el suelo varias manchas de barro… me vino la tentación de distraer mi escucha,
pero ¡no!: “hay que hacerse uno”. Cuando acabamos nuestra conversación, aunque
había que empezar otra actividad, me apresuré a buscar escoba y cogedor y traté
de recordar los sitios donde había trocitos de barro y los fui limpiando
(“haciéndome uno” ahora con las focolarinas, recordando el inmenso amor que
ponen ellas en tener impoluto y resplandeciente el Centro Mariápolis).
Por un instante me vino la tentación de juzgar a quien no tuvo cuidado
en limpiarse las suelas… ¡pero tampoco!: ¡es día lluvioso, no se habrá dado
cuenta!
Al día siguiente,
volví a pasar por allí… y, ¡de nuevo trocitos de barro! Riéndome de mí mismo y
pensando en el cariño con el que la Virgen María haría estas cosas, corrí de
nuevo a por escoba y recogedor.
Alguna de vuestras
EXPERIENCIAS tratando de
llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida Palabra de Vida de diciembre («Velad, pues, porque
no sabéis qué día vendrá vuestro Señor», Mt 24, 42), la de noviembre («Alegraos con los que se alegran; llorad con
los que lloran», Rm 12, 15) y la de octubre («Conserva
el buen depósito mediante el Espíritu Santo que habita en nosotros»,
2 Tm 1, 14):
1.- “…buscar las cajas
para poner el Belén. Este año con una novedad. Siempre lo he puesto con ilusión,
pero creo que como parte de una tradición. Llega la Navidad, coloco las
figuras, las casas, busco piedras, hago el río... una vez puesto todo, ahí se
queda hasta que termine el tiempo navideño.
El año pasado fue algo diferente. No me
limité a colocar las figuras. De vez en cuando me acercaba al Belén, me quedaba
mirando alguna escena, alguna figura, pensaba en ella, en su función, en el
papel que representaba, para luego pensar en mí, en mi vida y reflexionar.
Por ello, este año… de una forma muy
especial, pues no será solo colocar las figuras sin más, sino que se ha
convertido en un lugar que me sirve de oración, de meditación, de reflexión, y
es algo que, en verdad, me hace mucha ilusión y voy a preparar con mucho
cariño.
No solo el Belén, sino las 4 velas de
Adviento que, reconozco, siempre he colocado como elemento decorativo, sin
hacerles mucho caso. Creo que este año ha sido la primera vez que he encendido
la primera vela de Adviento y, en verdad, he pensado mucho en ello, en que es
un tiempo de espera, de preparación, en esa luz que se enciende poco a poco.
Esta mañana no me he acercado a las velas,
pero, al rezar, he pensado en 4 personas en concreto que han aportado luz en mi
vida en momentos en que me sentía como las velas, apagada, y he rezado por
ellas, a la par que he agradecido a Dios su presencia en mi vida…”.
2.- “…yo solo puedo cosas
pequeñas. Hace tiempo sufro daños económicos de un ganadero vecino cuyos
animales me comen las cosechas.
Pero esto no debe afectarme en mi vida, ni
seguir su camino. Fui a comprar la cena… y cuando llegué a la caja marcaba 0.60
cm. un lenguado. Volví a la vendedora y le advertí que había un error: no era
mucho, pero me dio las gracias y me puso los euros justos del precio. Me quedé
con paz y tranquila. Es Dios mi vida, no el dinero. Y luego me lo da por tantas
cosas…”.
3.- “…inmensas gracias
por seguir enviándome las cosas sin yo dar respuesta. Los últimos cuatro años
están siendo un poco cuesta arriba a nivel de salud, pero todo irá a mejor poco
a poco.
Un día le dije le llamaría, pero nunca lo
hice. Entonces estaba animada. Ahora con el paso de los años ya no sé qué decir...
yo he dejado de comunicarme, para vivir aquí en… mi gran convento al aire
libre: opté por la vida ermitaña y posiblemente esa era mi real vocación…”.
Si quieres leer
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de gente de
todo el mundo,
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