VIDA DE LA PALABRA últimas semanas de junio
Alguna de mis
EXPERIENCIAS tratando de
llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de junio («Recibiréis la fuerza del
Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos», Hch 1, 8):
1.- Al llegar al hospital para hacer la habitual
ronda de visitas, miro en la agenda las anotaciones del día anterior que realizó
el diácono. Sobre un paciente añade que es muy mayor, persona muy violenta
sobre todo verbalmente, gritos contra la fe… Tal era la descripción que…, cuando
llegué a esa puerta…, ¡casi me daba miedo, (al menos prevención)!
“Recibiréis la fuerza… y seréis mis testigos”.
Entré con toda mi sonrisa. La hija me advierte que está un poco demenciado, a
menudo alborotado, y que no sabe qué pasará, pero que sería conveniente que recibiese
todos los sacramentos. Yo le hablo con todo cariño, le explico… Lo confieso, (de
una forma genérica, pues la hija no se atreve a dejarnos solos), pero él me
responde adecuadamente; luego revelo lo bonito y grande que es el sacramento de
la Unción para los enfermos y la paz y fortaleza que produce y le pregunto si
quiere recibirlo: “¡claro!”. Y culmino
dándole la comunión con un trocito de la sagrada forma: Cristo está todo Él en
cada partícula.
En esa casi media hora, apenas el hombre tuvo
dos ligeros desvaríos. La hija estaba más que asombrada.
Vuelvo al día siguiente y en esta
ocasión está un hijo acompañando, que me dice en seguida: “yo te conozco de algo”. Y al momento hace memoria: “¡del Retiro con los focolares!”. Y entonces
me vino de dónde era y su nombre: hizo los Ejercicios Espirituales de Adviento
2011 en el Centro Mariápolis; se acordaba con cariño también de José. Tras un
rato de conversación desahogándose, me cuenta quiénes son sus hermanas: ¡¡resulta
que conocía yo a 2 de ellas, (y al decirlo, ya “le saqué” cierto parecido en la
cara, del que solo ahora me percato)!!
Al día siguiente, lo visita un
compañero… a quien me encuentro justo en el momento que está saliendo de esa
habitación. Me dice: “la de barbaridades,
groserías e insultos…; pero está su hija la monja, que quiere saludarte”.
Había yo coincidido con ella en la misma parroquia varios de mis 7 años de
periplo andaluz. Y me dice ella: “¡ni me
lo podía creer cuando me dijeron que había recibido los 3 sacramentos!, ¡y con
cordura! Pero mi mayor asombro fue cuando me explicaron que eras tú el capellán:
¡quién lo iba a imaginar! A ratos está como está, ¡pero ya le administraste
todos los sacramentos y eso es lo que cuenta! ¿Sabes?, durante toda aquella
mañana en la adoración ante la custodia mi petición continua era: “Jesús, ¡ve
Tú a visitarle!”.
Alguna de vuestras
EXPERIENCIAS tratando de
llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de junio («Recibiréis la fuerza del
Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos», Hch 1, 8):
1.- “…aunque te escribo poco, siempre leo con atención la
Palabra de Vida que me envías.
…hace unos días en el dentista. El cirujano maxilofacial
tenía que hacerme una pequeña intervención: un injerto de encía (quitar un poco
de paladar para añadirlo a la encía). Me daba pánico. Lo comenté con una amiga
que ha superado ya dos cánceres y me dijo: “cuando
te lo estén haciendo, haz como yo cuando me daban las sesiones de quimio: me
agarraba a los brazos del sillón pensando que uno era el brazo de Jesús y el
otro el de María y así lo soporté todo el tiempo”. Ellos me dieron la
fuerza.
Así que yo hice lo mismo, y me hizo gracia cuando el
médico me decía: “¡cómo te estas
agarrando a los brazos del sillón!”. Fue doloroso, pero todo salió bien y
no he tenido ninguna complicación…”.
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