viernes, 30 de noviembre de 2018

YO CON ÉL Y ÉL CONMIGO

VIDA DE LA PALABRA                         últimas semanas de NOVIEMBRE

Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de noviembre 2018 («Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo», Ap 3, 20):

1.-        La PdV siempre es muy sugerente; y más la de este mes. En ese sentido, el Adviento incidirá…: “…el Señor se manifestará entonces lleno de gloria,

el mismo que viene ahora a nuestro encuentro
en cada hombre y en cada acontecimiento,
para que lo recibamos en la fe
y para que demos testimonio por el amor,
de la espera dichosa de su reino.
Por eso, mientras aguardamos su última venida…,

            Ha habido, pues, mil oportunidades de poner en práctica la PdV.
P.ej., el otro día al acabar la compra en el supermercado, fui a dejar el carrito y como yo llevaba mucha prisa y no le había puesto moneda, pensé simplemente dejarlo en la fila de carritos sin encajarlo… y vi además, que en la fila de carritos de al lado, había un cesto de ruedas (que no se deben sacar fuera) y, además, volcado. Aunque noté que Jesús llamaba a la “puerta” de mi conciencia en esas 2 minucias, le dije que tenía que volver corriendo a la Parroquia y que esa no era mi incumbencia. Pero esa “llamada a la puerta” para “entrar… con él y él conmigo” se hizo más insistente, así que, sin terminar de sentarme en el asiento de mi coche, volví sobre mis pasos (dialogando mientras con Jesús en el corazón, riéndome de mí mismo y pidiéndole excusas), entré al edificio y encajé bien “mi” carrito y, en la fila de al lado, recogí el cesto y lo puse en pie y colocado.
¿Te quieres creer que, de verdad Jesús cumple sus promesas hasta en esas nimiedades?: mientras regresaba yo a casa, feliz, casi que palpaba que “…entraré en su…” coche y conduciré “…con él y él conmigo”?

1b.-      Me percaté solo entonces de algo similar la semana anterior: solo me había dado cuenta de la primera parte de la PdV (“estoy a la puerta y llamo”), ¡pero no de la promesa subsiguiente (“entraré en su casa y… Yo con él y Él conmigo”!).
A mitad de la compra, vi que un producto estaba caducado y, (notando esa “llamada”, para que otro cliente no se lo llevara por error), lo saqué de la estantería y, (como no había ningún empleado por esa zona), lo dejé en un pequeño mostrador.
            Después de pagar, cuando ya salía, vi a lo lejos el producto y, a mi lado, uno de los empleados, y, (para que no quedaran mal los trabajadores ni la empresa), le expliqué todo. Muy agradecido fue corriendo a retirar aquel producto, sin parar de darme las gracias.
            Y, como te decía, viendo la satisfacción y agradecimiento, luego yo noté mucha alegría y paz dentro de mi corazón, ¡pero no me había dado cuenta que “eso” era la huella de que Jesús estaba cumpliendo “Su” parte de la Palabra de Vida! ¡¡Gracias, Jesús!! ¡¡Qué grande eres!!


Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de noviembre 2018 («Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo», Ap 3, 20), la de octubre («Pero si sois conducidos por el Espíritu, no estáis bajo la ley», Ga 5, 18) y la de septiembre («Recibid con docilidad la Palabra sembrada en vosotros, que es capaz de salvar vuestras almas», St 1, 21):

1.-        “…soy catalana y llevo muchos años fuera, por lo que mi experiencia personal es que, al convivir con personas de otras ideas y naciones, el horizonte se amplia y me siento ciudadana del mundo. Las fronteras caen... En mi familia mi madre era catalana y mi padre aragonés... En casa se hablaba castellano.
El año pasado en agosto encontré a mi hermano distinto muy… sensible en este tema y ahí se complicó la relación...
Y aquí viene mi experiencia de estos días: …llegamos ahora a casa después de haber pasado todo el día con mi hermano y mi cuñada que llegaron esta mañana… y ¡bendito psp de hoy!, (“testimoniar con la vida que la fraternidad es posible”, que ayuda a vivir hoy así la PdV del mes), porque es lo que he tratado de vivir y tener presente todo el día: decir que es posible la fraternidad, pero con el pensamiento, con las palabras y acciones... Mi hermano… ha venido con lazo amarillo, bufanda y… etc. Eso, el primer impacto en la estación... Pero todo el día ha tenido el mismo color…
Tomando el aperitivo… vi que sacaban los pinchos con una banderita española... Me levanté y pedí por favor al camarero que en los nuestros no la pusieran, que quería tener un gesto de paz y buena voluntad con mi hermano, ya que había venido a Madrid a verme, aunque se estaba pasando un poco con tanto amarillo... Y la jornada de hoy terminó en paz y armonía. Mañana un nuevo día para seguir amándoles…


2.-        “estoy en el local con pintor, albañil... y a la par preparando el envío solidario a un país de África. Ha venido una amiga con una furgoneta llena de cosas y, en ese momento, pasaba un barrendero y nos pregunta. “¿os ayudo?”. ¡Y ahí que se ha puesto el hombre a ayudarnos a desocupar el vehículo! Agradeciéndole su ayuda, nos hemos enterado que tiene una hermana en las misiones y hemos acabado formando una improvisada tertulia, de pie, a la puerta del local





Si quieres leer más experiencias similares, 
de gente de todo el mundo,
puedes encontrarlas “pinchando” AQUÍ
o AQUÍ o también AQUÍ




N.B.: tú también puedes compartir las experiencias
que, por gracia de Dios, hayas podido realizar
poniendo en práctica el Evangelio;
“pincha” aquí abajo en “comentarios” y escríbela;
o, dado que en algunos navegadores eso no funciona,
mándamela por correo-e.




miércoles, 28 de noviembre de 2018

DECÁLOGO DEL SACERDOTE

DECÁLOGO DEL SACERDOTE



1. Es más importante cómo vivo mi sacerdocio, que lo que hago en cuanto sacerdote.

2. Es más importante lo que hace Cristo a tra­vés de mí, que lo que hago yo.

3. Es más importante que yo viva la unidad en el presbiterio, que volcarme totalmente por mi cuen­ta en el ministerio.

4. Es más importante el servicio de la oración y de la Palabra, que el de los comedores.

5. Es más importante seguir espiritualmente a los colaboradores, que hacer por mi cuenta y solo la mayor cantidad posible de actividades.

6. Es más importante estar presente en pocos pero centrales sectores operativos, con una presen­cia que irradia vida, que estar presente en todas par­tes de prisa y a medias.

7. Es más importante actuar en unidad con los colaboradores, que no solo, por más capaz que me considere; es decir, es más importante la communio que la actio.

8. Es más importante, por más fecunda, la cruz, que no los resultados muchas veces aparentes, fruto de dotes o de esfuerzos humanos.

9. Es más importante tener el alma abierta so­bre todo (comunidad, diócesis, Iglesia universal), que concentrada en intereses particulares por más importantes que parezcan.

10. Es más importante que se dé testimonio a todos de la fe, que satisfacer todas las usuales preten­siones.


Conf. Episc. Alemana, a propuesta de Mons. KLAUS HEMMERLE (1929-1994), Obispo de Aquisgrán,
[“Decalogo del sacerdote”, en Revista "Gen's" 22 (1992) p. 182]
recogido también como 29º y 30º meditación en "365 pensamientos para el Año Sacerdotal"






EN LOS BRAZOS DE JESÚS

Desde los tiempos de la venida de Jesús, la his­toria de la vocación es la historia de su seguimiento. Nosotros seguimos nuestra vocación en cuanto nos ponemos a seguir a Jesús. Y tal seguimiento es algo que tiene que ver exclusivamente con nuestra libertad, nuestra respuesta, pero es también algo más que una pura y simple acción humana, realizada con nuestras fuerzas. El seguimiento de Jesús significa dejarse caer en sus brazos, dejarse llevar por él, confiar en él.
Nosotros podemos estar en él y permitir que él esté en nosotros. En él, la vocación ya no es una pre­tensión excesiva y opresiva, sino una imposibilidad transformada, redimida. El camino para dejarse transformar y redimir es sin duda el camino de la comunión con Jesús, del encomendarse a él y del vivir con él. Esto significa, al fin de cuentas, que el camino de la vocación es el camino de la cruz. El mismo Jesús no nos deja dudas al respecto:
“Si alguno quiere venir detrás de mí, que reniegue de sí mismo, que tome su cruz y me siga”.

Klaus Hemmerle
(Scelto per gli uomini. Città Nuova, Roma, 19952, p. 37)
Recogido también como 40ª meditación en I parte de “365 pensamientos para el año sacerdotal”





“MULTIPLICAR” EL TIEMPO

Una existencia contemplativa significa descu­brir en cada cosa la presencia de Dios, hacer­se tocar y mover por él, hacerse poseer y colmar por el Dios presente, por el Dios en Dios, por el Dios en el mundo, por el Dios en la Iglesia, en la comunidad.
En otras palabras: por el Dios sobre nosotros y en nosotros, por el Dios afuera y allá abajo, por el Dios en medio, en el centro.
Lo que cuenta es no dejar pasar ninguna ocasión para estar con él y
permanecer junto a él, aferrado al “absoluto en medio”.
Ciertamente, este “contemplativo” permanecer en Dios requiere tiempo. Y pareciera que nosotros no dispusiéramos de él. Pero ¿no es verdad más bien que el tiempo escapa más veloz cuando reducimos nuestros momentos dedicados a la contemplación? Cuantas más cosas tengo que hacer, tanto más nece­sidad tengo de tiempo para la oración. Entonces sucede una especie de “milagrosa multiplicación del tiempo”: gracias al tiempo dado a Dios, termino teniendo más tiempo a mi disposición, o por lo menos tiempo mejor, más disponible, más denso de amor para dar a los demás.

Klaus Hemmerle
(Scelto per gli uomini, Città Nuova, Roma, 19952, p. 108)
recogido también como 44ª meditación en I parte de "365 pensamientos para el Año Sacerdotal"






SIGNO EFICAZ DE CRISTO

El sacerdote tiene que ser alguien cercano a la comunidad, tiene que vivir con los hombres, comprenderlos y hacerse uno con ellos; pero este despojarse, esta simplicidad de ser cristiano entre los cristianos, dirá algo, representará verdaderamente el amor de Cristo, sólo si el sacerdote, aunque al lado de los hombres con modestia y simplicidad, lleva en sí toda la grandeza y altura de su mandato y del, carácter sacramental de su ministerio. Sólo así será signo eficaz y presencia de Cristo que se despojó a sí mismo.

Klaus Hemmerle
(El sacerdote hoy, Gen's 12 (1982/6))
recogido también como 70ª meditación en II parte de "365 pensamientos para el Año Sacerdotal"







ENCUENTRO CON DIOS EN LOS LÍMITES

En Navidad la Palabra se hizo carne, Dios se hizo hombre. Esto significa: Dios en mis lí­mites -en mis límites Dios, Mis limitaciones, mi fra­caso, mis inseguridades son el lugar de Dios en el mundo. Él se ha hecho cargo de todo esto, ha acep­tado todo esto. (...)
Donde toco mis límites, allí lo toco efectivamente a Él, allí no hay motivo para tener menos esperanza, sino más esperanza. Aceptar mis límites significa aceptarlo a él, aceptar a Dios en mis límites.
Y, al mismo tiempo, en mis límites: Dios. Lo que puedo dar a los demás en mis límites es infinitamente menos que lo que necesitan y lo que requieren. Sin embargo, en estos límites míos está Dios y en ellos se da con mi entrega. A través de su encarnación -bien entendida- yo me vuelvo “sacramento” para Él, signo operante en el cual Él se comunica y se extiende en nuestro mundo.

Klaus Hemmerle
(Carta de Navidad, 1993)
recogido también como 6ª meditación en III parte de "365 pensamientos para el Año Sacerdotal"







AMPLIAR EL CÍRCULO

El primer paso siempre tiene que partir de mí (...): vivir de tal manera que los otros encuentren en mí a Cristo, su amor, y se sientan atraídos.
Tengo que acercarme a los otros de modo tal que adviertan que yo no los conozco según la carne (cf. 2 Cor 5, 16), que no busco mi propio interés, ni
una ayuda o un complemento, que no me dejo llevar por la simpatía o la antipatía, sino que los recibo como al mismo Señor.
Los otros tienen que experimentar que yo vivo de Jesús, que sigo más su voz que mis ideas o las opinio­nes de los demás. Verán que mi vida se basa en su Palabra, en sus sacramentos, que lo escucho a él en lo que quiere decirme en los testigos y en los enviados de la Iglesia. Pero sobre todo lo busco allí donde más me ha amado, es decir, en las dificultades, en las tinieblas que son para mí “el sacramento” de su abandono en la cruz, de su muerte.
Tarde o temprano (...) encontraré quien se adhiera a esta vida (…), y serán personas que nosotros no hemos elegido. Se amplía el círculo y se forman nuevas células de personas reunidas en el nombre de Jesús.

Klaus Hemmerle
(Der Miel ist zwischen uns, Neue Stadt, München, 19782, pp. 64-65)
recogido también como 21ª meditación en III parte de "365 pensamientos para el Año Sacerdotal"

viernes, 16 de noviembre de 2018

ABRIR LAS PUERTAS DEL CORAZÓN A JESÚS

Unos textos para renovar el empuje en practicar la Palabra de Vida de noviembre («Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo»):




ESCUCHAR LA VOZ DEL SEÑOR, 
QUE LLAMA

Es laudable nuestro deseo de contentar a todos, pero ello no es siempre posible y nos "encadena". Es preferible escuchar la Voz que guía sabiamente nuestra conciencia. Solo contentar a Dios deja contentos.

Manolo Morales, o.s.a, Comentario al Pasapalabra diario




HAMBRE DE SANTIDAD

Pienso en aquel genio de santidad que fue Catalina de Siena: ella hacía ver -y experimentar- que la santidad es de todos; que les interesa a todos y que, en el fondo, les gusta a todos, según la invitación que hizo el Señor a sus discípulos de ser perfectos aquí en la tierra, como es perfecto el Padre del Cielo… Cuando se les propone a los profesionales y a los obreros, hombres y mujeres, emanciparse del subproletariado espiritual para elevarse a las alturas de la contemplación, la respuesta es generosa: la gente tiene hambre de santidad como tiene hambre de pan.

IGINO GIORDANI, La Iglesia de la contestación, Ciudad Nueva, Roma, 1970, pág. 102




CADA MINUTO CUENTA PARA SER SANTOS

Los santos no quieren perder tiempo: cada minuto -donde sea y como sea- es útil para la contemplación; es decir, para construir un templo absoluto (cum templo) divino y humano, espiritual y material. Cuando alguien le preguntaba a San Antonio Abad, en el desierto, lo que debía hacer para ser santo, él respondía: “¡trabaja!”.

IGINO GIORDANI, Laicado y sacerdocio, Ciudad Nueva, Roma, 1964, pág. 61





VENCER NUESTROS TEMORES 
CON EL AMOR

Existen técnicas terapéuticas que nos ayudan a vencer muchos temores que son fruto sólo de nuestra imaginación.
Existe una que es infalible: la técnica del amor.
Amar significa salir de uno y pensar en el otro. Casi sin percibirlo, vencemos muchos de nuestros temores, porque nuestra mente está ocupada con algo más importante, con el amor al prójimo.
Incluso cuando el temor es real, por alguna situación concreta, el amor nos da paz y serenidad para resolver el problema, pues quien ama ve: ve la solución y no el problema.
En cada circunstancia problemática, podemos reflexionar primeramente sobre cómo podemos amar más y mejor; después, seguramente, tendremos la luz para resolver cualquier dificultad.
El amor vence todo, vence cualquier temor.

Apolonio Carvalho Nascimento





jueves, 15 de noviembre de 2018

EL SEÑOR LLAMA A TRAVÉS DE CADA SITUACIÓN

VIDA DE LA PALABRA                primeras semanas NOVIEMBRE



No me da tiempo a escribir las de estas semanas, así que te copio (de entre las que no he mandado) alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida del mes pasado («Pero si sois conducidos por el Espíritu, no estáis bajo la ley», Ga 5, 18):

1.-        Salía yo contento de visitar a una enferma en su habitación, pues su hijo me acababa de comentar: “¿qué le hizo anoche cuando le llamamos a deshora para administrar la extremaunción?: ¡no esperábamos que durara hasta hoy!”. Les expliqué que no se llama “extremaunción”: la “unción para los enfermos”, sana interiormente y, a veces, también físicamente y que por eso hicieron muy bien en llamarme en cuanto ingresaron, (sin esperar a “que no se enterara”, como muchos hacen muy erróneamente), pues no es solo para el momento extremo, sino también para cuando hay una enfermedad importante, o una hospitalización seria o cuando ya se tiene una edad, y conviene que estén conscientes al recibirla y que participen.
Así que, con él, dimos gracias a Dios y ¡hasta pude dar la comunión (un trocito pequeño, claro) a su madre!

1b.-      Me paré entonces, como hago a menudo, en el mostrador del control de enfermería, para apuntar esos datos en la agenda. Di los “buenos días”: había una médico que, (muy ocupada), ni me vio, aunque justo se sentó (al otro lado del mostrador) ante mí. Así que, tratando de
escuchar al Espíritu Santo en mi interior, pensé: “mejor no reitero el saludo; no debo distraerlas ni un segundo”.
De hecho estaba ella azorada diciendo a la enfermera (o auxiliar, no recuerdo) que ella tenía a su espalda: “¡¡yo no puedo saberlo todo!!; ciencia infusa… [señala en ese momento con el índice de su mano derecha hacia el cielo] ¡solo El de Arriba, eh!”. Era una “frase hecha”, pero ahí noté que el Espíritu Santo me pedía intervenir, (y de forma graciosa, para desdramatizar): “¡lo has dicho clavado!”. La enfermera (que tampoco me había “visto”) entonces le dice: “¡el cura!: ¡¡has metido la pata!!”. Y yo: “¡qué va!: ¡lo has dicho perfectamente!”. Y ella, ruborizándose: “¡perdón, perdón!”. “Que no: que lo has dicho muy bien”. “¿Ah, sí?”, añade extrañándose la enfermera. Y entonces ella: “yo antes entendía de esto; y, además, esta semana he ido a Misa después de 20 años”. La enfermera ya con cara de asombro total: “¡toma!; ¿¡has ido a Misa!?”. Y se va rápida; de pronto oigo casi un grito que viene de la sala de descanso de auxiliares y enfermeras: “¡chicos!: ¡¡que la doctora ha ido a Misa después de 20 años!!”. En ese momento, (a ella siempre la veía yo tan resuelta), la noté como que no sabía dónde meterse: ¿o hubiera matado a esa enfermera o se estaba muriendo de vergüenza o…? Pero reacciona y dice: “¡pues sí!: he ido a Misa; y quiero educar en esto a mi hijo de 3 años”. Le ofrezco entonces mandarle la Palabra de Vida en viñetas para colorear y en seguida me apunta su correo-e.

1c.-      Se la envié al día siguiente y me contestó muy contenta. Desde ese día veo que hay una relación no solo de trabajo, sino de verdadera fraternidad cada vez que nos cruzamos.
            Esa misma mañana, comento todo lo anterior (sin decir nombres ni planta) con otra médico con la que ya tenía confianza y respecto a la señora anciana que había mejorado con la santa unción, me dice: “bueno, eso puede ser la mejoría pre-mortem; seguramente cuando vayas ahora a la habitación, habrá fallecido”. Pero no solo no había fallecido, sino que la tenían sentada en el sillón (con sus noventa y pico años) y les acababan de decir que por la tarde le iban a dar el alta.




Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de noviembre 2018 («Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo», Ap 3, 20), la de octubre («Pero si sois conducidos por el Espíritu, no estáis bajo la ley», Ga 5, 18) y la de septiembre («Recibid con docilidad la Palabra sembrada en vosotros, que es capaz de salvar vuestras almas», St 1, 21):

1.-        “…ayer regresamos finalmente a Madrid. Quería contarte mi pequeña experiencia de hoy. Fui al fisio y después de tanto tiempo que no iba, esta tarde he estado KO: creo que el único sitio que no tengo agujetas es en las pestañas... Así que he podido vivir a fondo el pasapalabra de hoy: está siendo un día a tope y tener la ocasión de poder hacer tantos “paquetitos” con actos de amor para mandarlos al cielo, (como dicen los gen4, los más pequeños...). Y como no he tenido muchas personas que hoy han pasado a mi lado para amar, desde casa, desde el sillón, ha nacido un 'amor creativo': si no veo a personas, las busco en la red, en el correo, teléfono, en el wsp y así puedo amar a todos... Mañana un nuevo día, pero hoy he intentado amar con un corazón de carne como María y rezar, que hoy teníamos mucha tarea…

2.-        “estoy bastante bien ,tengo algunas pruebas pendientes, pero procuro vivir el día a día y no pensar mucho en mi enfermedad: hoy estoy un poco de bajón, pero me pongo a leer tus palabras de PAZ y me consuelan mucho; hoy he estado con una amiga que estaba sufriendo por otra amiga suya, (vamos, como si fuera su hermana), y me ha dicho que estaba terminal su amiga y he visto su pena; y me ha afectado quizá porque yo estoy en el mismo barco y aunque yo soy muy positiva, tengo mucho corazón y me ha afectado

3.-        “aunque no te conteste siempre, sigo con mucho interés tus dobles envíos al mes. Seguimos aceptablemente bien, dadas las circunstancias, aunque tengo que dar muchas gracias a Dios por poderte contar esto: hace pocos días, al bajar el primero de un autobús y de haber apoyado mi pie derecho en la acera, no pude hacerlo con la pierna izquierda, ya que se cerraron de repente las puertas sin poder bajar el resto del pasaje. Caí de espaldas sobre la acera, parando el golpe con la coronilla. La consecuencia inmediata fue la sangre, mientras se bajaba el conductor y resto de pasaje que me ayudaron a incorporarme y esperar a una ambulancia que tardó más de lo deseable.
Mientras tanto hubo pasajero que me ofreció la fotografía con la matrícula para denunciar lo ocurrido. No quise hacerlo porque, aunque fuera por la causa de que accidentalmente se cerrará sola la puerta o bien porque el conductor cerrara inconscientemente, él era el que pagaría las consecuencias y la cosa no está como para quedarse sin trabajo.
Me tuvieron que dar cinco puntos en la cabeza y la cosa ha quedado ya como una anécdota a contar, gracias a Dios…
… mi mujer, peor, (le han señalado una minusvalía del 48% y yo le sigo con el 65%), pero estamos muy unidos y contentos porque sabemos que estamos cumpliendo con la voluntad de Dios


Si quieres leer más experiencias similares, 
de gente de todo el mundo,
puedes encontrarlas “pinchando” AQUÍ
o AQUÍ o también AQUÍ
  


N.B.: tú también puedes compartir las experiencias
que, por gracia de Dios, hayas podido realizar
poniendo en práctica el Evangelio;
“pincha” aquí abajo en “comentarios” y escríbela;
o, dado que en algunos navegadores eso no funciona,
mándamela por correo-e.






jueves, 1 de noviembre de 2018

DEJA ENTRAR A JESÚS

PALABRA DE VIDA                                   noviembre 2018


«Mira que estoy a la puerta y llamo;
si alguno oye mi voz y me abre la puerta,
entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo»
(Ap 3, 20)

¿Cuántas veces oímos llamar a nuestra puerta? Puede ser el cartero, el vecino o un amigo de nuestro hijo, pero también un desconocido… ¿Qué querrá? ¿Será prudente abrir y dejar entrar en casa a alguien que no conocemos bien?
Esta Palabra de Dios, sacada del libro del Apocalipsis, nos invita a acoger a un huésped inesperado.
El autor de este libro tan instructivo para los cristianos habla aquí a la antigua Iglesia de Laodicea en nombre del Señor Jesús, muerto y resucitado por amor a toda criatura humana.
Habla con la autoridad que emana de este amor; alaba, corrige, invita a acoger la ayuda potente que el Señor mismo se prepara a ofrecer a esta comunidad de creyentes, siempre que estén disponibles a reconocer su voz y «abrirle la puerta».

«Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo».

Hoy como entonces, se invita a toda la comunidad cristiana a superar miedos, divisiones y falsas certezas para acoger la venida de Jesús. Él se presenta cada día con distintos «atuendos»: los sufrimientos cotidianos, las dificultades que implica el ser coherente, los retos que nos plantean las opciones importantes de la vida, pero sobre todo el rostro del hermano o de la hermana que se cruzan en nuestro camino.
Es también una invitación personal a «pararnos» con Jesús en un rato de intimidad, como con un amigo, en el silencio del atardecer, sentados a la misma mesa: el momento más propicio para un diálogo que requiere escucha y apertura. Acallar los ruidos es la condición para reconocer y oír su voz, su Espíritu, el único capaz de desbloquear nuestros miedos y hacer que abramos la puerta del corazón.
Chiara Lubich cuenta una experiencia suya: «Hay que hacer que todo calle en nosotros para descubrir en nuestro interior la Voz del Espíritu. Y hay que extraer esta Voz como se saca un diamante del fango: pulirla, exponerla y ofrecerla en el momento oportuno, porque es amor, y el amor hay que darlo: es como el fuego que, en contacto con paja y otras cosas, arde; de lo contrario se apaga. El amor debe crecer en nosotros y propagarse».
Dice el papa Francisco: «El Espíritu Santo es un don. […] Entra en nosotros y hace fructificar para que podamos darlo a los demás. […] Es propio del Espíritu Santo, por tanto, descentrarnos de nuestro yo para abrirnos al “nosotros” de la comunidad: recibir para dar. No estamos nosotros en el centro: nosotros somos un instrumento de ese don para los demás».

«Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo».

Por el amor recíproco propio del Evangelio, los cristianos, como Él y con Él, pueden ser testigos, también en nuestros días, de esta presencia de Dios en los avatares de la historia.
En pleno flujo migratorio en zonas fronterizas, hay quienes oyen llamar a su puerta. Delia nos cuenta: «Un caluroso domingo por la tarde vi sentadas en la acera delante de mi bar a un grupo de madres con sus hijos llorando de hambre. Las invité a entrar y les expliqué que iba a dar de comer gratis a los niños. Las madres sentían vergüenza porque no tenían dinero, pero insistí y aceptaron. Se corrió la voz, y hoy se ha convertido en el bar de los migrantes, musulmanes en su mayoría. Muchos me llaman «Mamá África». Mi clientela de antes se ha ido perdiendo poco a poco, así que la zona dedicada a que jugasen los ancianos se ha convertido en la sala de los niños, donde pueden pintar y jugar, con un pequeño cambiador para mudar a los recién nacidos y aliviar un poco a las madres; o también se transforma en clase para enseñar italiano. Lo mío no ha sido una opción, sino la exigencia de no mirar para otro lado. Gracias a los migrantes he conocido a muchas personas y asociaciones que me financian y me ayudan a seguir adelante. Si me viese ahora en las mismas, volvería a hacerlo. ¡A mí lo que me importa es dar!».
Todos estamos invitados a acoger al Señor que llama, para salir junto con Él al encuentro de quienes tenemos cerca.
Será el Señor mismo quien se abra paso en nuestra vida con su presencia.


LETIZIA MAGRI