VIDA DE LA PALABRA últimas semanas de MARZO
Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando
de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de marzo («Muéstrame tus caminos, Yahvé, enséñame tus
sendas», Sal 25,
4) y la de febrero («Al
que tenga sed, yo le daré de la fuente del agua de la vida gratuitamente», Ap 21, 6):
1.- Durante el mes ha
habido muchos momentos de ponerme en manos del Señor: “¡enséñame tus sendas!”. Muchos días, el horario parecía imposible
de “estirar” o de cuadrar, pero la PdV me daba paz y me hacía recordar, casi
como si Él me dijese: “¿no te he
organizado tantas veces tu tiempo y tu agenda?, y, además, ¿no estás trabajando
por Mí y para Mí? ¡Fíate, hombre de poca fe!”.
Por ejemplo, los
viernes después de confesar y de celebrar la Misa de la mañana, tengo que llevar
la Comunión a un vecino de 94 años a su casa y luego irme rápidamente al
hospital. Llevamos casi todo el mes sin la voluntaria que nos atiende el
despacho parroquial unas horas después de la Misa de la mañana. Un viernes, al
acabar esa Misa, entra alguien que quiere confesar, a la vez otra persona se asoma requiriendo
algo del despacho, los que ayudan habitualmente a cosas de sacristía me
preguntan otra cosa… me viene el agobio sin saber a quién mirar, además,
pensando que tengo que irme rápido al hospital, para que allí me dé tiempo a atender
a todos.
Después de
organizar un poco, escucho al que viene al despacho (no en vano, sería hora de
despacho; él no tiene culpa): cuando al terminar lo acompaño a la puerta, ¡otro
más que viene al despacho! Miro mi reloj… me acuerdo de la PdV… ¡lo atiendo con
paciencia y una sonrisa! Lo acompaño a la puerta… ¡y veo a 3 esperando para
entrar! Miro el reloj… ¡no me va a dar tiempo!: “muéstrame, Señor, tus caminos”. Sus caminos son atender sin prisa a
cada uno.
Total, que salgo
tardísimo hacia casa del vecino y más tarde al hospital; en el coche dejo que me
entre la paz del Señor, ¡Él me organizará los tiempos!, (aunque, en buena
lógica simplemente humana, no voy a poder hacer casi nada); allí voy haciendo
las visitas lo más rápido que puedo en esta ocasión, claro está, (pero
procurando que cada uno se sienta escuchado, confortado y habiendo recibido
bien lo que pide). Entro en algunas habitaciones y veo que a bastantes les han
dado el alta (o han recibido “el alta definitiva” y rezo por ellos): ¡al final
me da tiempo a visitar a todos!, (en cambio, los días y semanas anteriores
había habido muchísima gente).
2.- Recogí a mi madre
para que pasara aquí la Semana Santa. Nada más vernos, alguien sugiere por qué
no se queda también la semana siguiente para luego acompañarme al aeropuerto a
esperar a Miriam, (mi hermana pequeña viene desde Chad el lunes 9 un mes a
descansar). Yo no lo había propuesto porque esta próxima semana yo la tendría a
ella con mucho ajetreo (a muchas cosas, se suele venir conmigo de “copiloto”) y
otros ratos estaría muy sola (cuando estoy en la parroquia, como la casa es
contigua, en otras ocasiones que está ella, subo y bajo decenas de veces cada
tanto a ver cómo sigue… o a ponerle las gotas de los ojos o la insulina… etc.,
pero esta vez no iba a poder): recordando la PdV… ¡se me ocurrió la posible
solución (contando con la promesa de ayuda de alguna persona)! Así que,
dispuesto a ello (confiando en el Señor). Y ella está con ilusión (a pesar de que
la semana promete movimiento), sobre todo, por esperar a Miriam toda esta
semana: “así estoy más cerca del aeropuerto, y no se me hace tan larga la
espera; ¡que ya hace un año que no la vemos!”).
También ha sido
bonito que durante esta Semana Santa distintas personas puntual ¡y eficazmente!
me han ayudado con ella para distintas cosas y en otros momentos para que no se
quedara sola demasiado rato (con todas mis múltiples ocupaciones de Semana
Santa). ¡Y aquí la tengo tan contenta!: ella disfruta con cualquier cosa
(viendo el cielo azul desde la ventana y alabando por ello a Dios; bajando a
rezar a la iglesia; participando en todos los grupos y charlas a los que voy;
etc.).
3.- Los que habitualmente
cantan cada domingo en la Misa de en la que participan los niños, no iban a
poder hoy: ¡¡precisamente el Domingo de Resurrección, el día más importante del
año!! Me viene una solución un poco loca y arriesgada…: “muéstrame, Señor, tus caminos”. Les propongo a los del “grupo de
los jueves” del Centro Mariápolis y al grupo de formación de adultos con el
YouCat, (tanto con unos como con otros, cada encuentro verdaderamente se palpa
la presencia de “Jesús en medio”), formar puntualmente un coro, dado que una entre
ellos sabe tocar la guitarra. La disponibilidad es inmediata (lo mismo que también
cada uno manifiesta las dudas de sus cualidades musicales).
Quedan dos días
antes del primer (¡y único!) ensayo “oficial”, (les había mandado audios con
las canciones). Otra persona me pregunta a qué hora es tal celebración: su cara
me sonaba de verla en Misa, pero nunca habíamos hablado. Además de informarla, de
golpe… se me ocurre…: “¿te gusta cantar?”.
“¿Que si me gusta?: ¡canto en un grupo
pop-rock!”. “Pues…, si puedes el sábado por la mañana ensayar y el domingo el
rato de la Misa, ¡quedas oficialmente integrada en el mejor coro provisional
del mundo!”. Aceptó encantada.
El ensayo (y el rato previo
en el que algunos desayunamos juntos, también los que no saben cantar) y luego
el momento del “estreno” (y la media hora previa de segundo y último ensayo) lo
principal era que viviéramos bien la Misa todos y cada uno, y que nos
quisiéramos como hermanos para que Jesús Resucitado estuviera entre nosotros
por el amor recíproco.
Después de acabar
la Misa, aunque ya algunos feligreses se habían marchado, un pequeño aplauso,
(aquí no son de aplaudir en el templo, por respeto). Felicidad en todo el coro:
lo más bonito todavía era la hermandad que reinaba entre todos nosotros durante
todos esos ratos juntos y el haber dado nuestro tiempo y nuestras pocas o
muchas cualidades musicales. Ciertamente…¡ya desde la víspera, experimentábamos
esa presencia del Resucitado, porque verdaderamente “donde dos o más… unidos… allí estoy Yo”!
Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando
de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de marzo («Muéstrame tus caminos, Yahvé, enséñame tus
sendas», Sal 25,
4):
1.- “…mil
gracias por hacernos ese resumen tan profundo de los ejercicios. Es una
maravilla…, todo lo expuesto es precioso, y me va a venir genial para lo que
queda de Cuaresma y para meditarlo durante la Semana Santa.
Tienes razón, el clima que reinó
en todo momento fue impresionante: Jesús nos regaló el cielo, y nos dio a su
Madre, por medio de ti; gracias por hacernos ese recorrido, por profundizar en
Ella, por recorrer su vida de esa manera tan bonita. Podemos hacer más
ejercicios, pero vivirlos de esa manera... es algo difícil: es que era Jesús
mismo quien se encontraba entre nosotros, ¿verdad? Por eso pudimos vivirlo así,
"donde dos o más están reunidos en mi nombre... allí estoy yo en medio de
ellos".
Chiara
tuvo que ser una mujer excepcional, total de Dios, por eso va a ser santa.
Seguro que la conociste, ¡qué suerte!
Qué bonito lo que cuentas del que le
dio el aneurisma: tiene que ser una persona muy entregada, excepcional, como
todos los que allí estabais…
…¡Ah! Cuando haya otros
ejercicios... avísame…”
Si quieres leer más experiencias
similares,
de gente de todo el
mundo,
N.B.: tú también
puedes compartir las experiencias
que, por gracia de
Dios, hayas podido realizar
poniendo en práctica
el Evangelio;
“pincha” aquí abajo
en “comentarios” y escríbela;
o, dado que en
algunos navegadores eso no funciona,
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