VIDA DE LA PALABRA últimas semanas de NOVIEMBRE
Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando
de llevar a la práctica diaria la Palabra de noviembre («El mayor entre vosotros será vuestro
servidor», Mt 23,
11) y la de octubre («Tened entre vosotros los mismos sentimientos
que Cristo», Flp 2, 5):
1.- Este mes ha habido muchas
pequeñas oportunidades de practicar la PdV (siempre sostenidos por la Gracia;
si no…). P.ej. el día que estuve en mi pueblo, fue pasar toda (casi literalmente)
la jornada con mi madre, acompañándola (o llevándola) donde tuviera que ir,
escuchándola, saliendo a pasear, leyendo en voz alta lo que a ella le apetecía,
rezando, la Misa, etc. Ya iba predispuesto a dedicarle bastante tiempo: al
final del día, yo no había hecho ninguna de las cosas para las que pensaba
haber sacado tiempo, pero contento de habérselo dedicado al Señor en ella, haciéndome
uno en todo.
Y así
también, a la mañana siguiente, (aunque yo debía regresar pronto a la
parroquia), acompañándola al médico (¡más de hora y media de espera!) para así
tomar bien nota de todo lo que le dijeran, (ha empezado con problemas en las
rodillas).
Inmediatamente
después, todavía antes de emprender regreso hacia acá, (también con mi madre) pasé
allí por el tanatorio: una amiga y vecina de infancia me había escrito de
madrugada que su marido acababa de fallecer (él llevaba 15 años y 7 meses en
coma: ¡eso sí que es servir por amor, atendiéndolo día a día!); fue un rato de
mucha serenidad, fraternalmente en Dios: sencillo, con plena paz y fe; con el
dolor añadido de no poder quedarme para el día siguiente oficiar la Misa “corpore insepulto” tal como ella
me había solicitado si yo pudiera.
Además, me
habían acabado de llamar de aquí, del hospital (aunque los martes no es día que
yo tenga que ir, ni siquiera ocuparme de urgencias), para atender a una persona
que llevaba unos 10 días ingresada por intento de suicidio y, ahora, arrepentida,
quería hablar conmigo y confesarse. Así que, traté de vivir con paz las casi 3
horas de viaje, rezando por todos (sobre todo por los que había encontrado o
iba a ver ese día), escuchando en el coche varias meditaciones de Chiara Lubich
sobre María, y, sin pasar por casa, me dirigí directamente al hospital: aunque
era la hora de la siesta, me encontré sorprendentemente “ágil” (gracias a Dios)
para poder escuchar más de una hora seguida, comprender, consolar, animar… ¡y
compartir la alegría de la misericordia de Dios! Y me dio tiempo justo luego
para llegar a la parroquia, para abrir a los niños de catequesis cuando se
disponían a entrar.
Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando
de llevar a la práctica diaria la Palabra de noviembre («El mayor entre vosotros será vuestro
servidor», Mt 23,
11), la de octubre («Tened entre vosotros los mismos sentimientos
que Cristo», Flp 2, 5) y la de septiembre («Si alguno quiere venir
en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame», Mt
16, 24):
1.- “Gracias
de nuevo, Paco, por tu fidelidad en darnos a mitad de mes un nuevo empuje
en hacer vida en nosotros la Palabra. La verdad es que no faltan ocasiones de
estar al servicio de los demás y poder vivir la de este mes. La he intentado
poner en práctica preparando la comida, acercando a una persona a su casa en el
coche después de una reunión, realizando diversos servicios en la Residencia de
Mayores a la que voy a ayudar los sábados por la mañana,... 1b.- Pero cuando más me ha ayudado a no replegarme en mí misma ha sido en circunstancias imprevistas: por ejemplo, el miércoles pasado que salía de viaje a otra ciudad y, cuando iba a salir, no pude abrir la cerradura del piso por más intentos que realicé. Llamé enseguida al cerrajero, pero no fue fácil y perdí el billete del tren. Solo porque Jesús dentro me recordaba: "lo que importa es amar en el presente", logré mantener la calma, tratar de ayudarle desde dentro del piso y preocuparme por sus cosas en el buen rato que tardó en poner una cerradura nueva.
1c.- También, en los dos días que he tenido que hacer un poco de reposo por el dolor en un pierna, me daba la paz -aunque me costaba dejar de hacer lo que tenía programado- la seguridad de la potencia de la oración cuando fallan las fuerzas físicas, como dice el comentario de esta PdV…”
2.- “…Mi querido amigo: como de
costumbre te escribo tarde y, aunque no quiera buscar excusas, la verdad es que
la vida nos ha cambiado bastante…: nuestro hijo mayor y sus tres hijos, que
siempre han vivido en otra provincia, lleva casi tres años en el paro y como
tiene una “enfermedad” muy grave, como es la de tener 51 años, se han venido
aquí. Como no tienen otra posibilidad, se han venido a vivir a casa y, aunque
son prudentes, nuestra vida se ha complicado algo, ya que nos habíamos
acostumbrado a vivir solos.
Creo que no hemos hecho nada más
que lo que teníamos que hacer, pero nos supone un sacrificio grande que le
ofrecemos a Dios de corazón.
Esto lleva consigo que, en vez de
preparar comida para dos, tengo que hacerlo para siete y la verdad es que suelo
estar bastante cansado, pues mi salud se va debilitando por mis problemas
circulatorios. Todo sea para mayor gloria de Dios.
La salud… de mi mujer
también se va resintiendo con bastante rapidez, pero estamos muy unidos
los dos y tengo que volver a decirte que, a pesar de todo, le doy gracias a
Dios porque estoy viviendo de los mejores años de mi vida, sintiéndome útil,
olvidándome de mí mismo y entregado a servir a los miembros de la "nueva
familia" que se nos ha formado en casa…
Gracias una vez más por tus envíos
que son para mí como viento fresco que entra por la ventana... Como siempre,
recibe un fuerte abrazo”
3.- “…Paco buenos días: quiero darte las gracias por tantas invitaciones que
recibo a tus encuentros...
Bueno, poco
a poco y paso a paso, me voy llenando con tu palabra de vida y con las
experiencias que compartes con nosotros…
Te mando un
dibujito de mi hija: ha coloreado todas las viñetas de la palabra de vida para
niños. Por cierto, lo que te conté de la mayor, ya está en el instituto
integrada y feliz, compartiendo su tiempo con las que en su día la rechazaban y
dándonos ejemplo de que a uno no le hace daño quien quiere sino quien puede.
El
evangelio de hoy dice que la verdadera limosna es quien da, no lo que le sobre,
si no lo que tiene como imprescindible: qué difícil, ¿verdad? Hace tiempo que
me comprometí a que, si veo una persona pidiendo en la calle, sin cuestionarme
si es necesitado para comer o no, (es ya bastante humillante pedir, aunque lo gaste
en lo que quiera), yo daría algo suelto que tuviese; y lo hago. Pero es solo
eso, limosna; quizás ese gesto en el que yo me creo hacer algo bueno, sea poco
muy poco a ojos de Dios…”
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similares,
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