VIDA DE LA PALABRA primeras semanas de FEBRERO
Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando
de llevar a la práctica diaria la Palabra de febrero («Os daré un corazón nuevo; infundiré en vosotros un espíritu nuevo», Ez 36, 26) y la de enero
(«Porque el
amor de Cristo nos apremia»,
2 Co 14):
1.- Tuve que ir dos
veces al hospital en día que no me toca, (ni siquiera era día que yo tenía el móvil
24h para urgencias). Eso me descabalaba todos los planes (entre ellos, preparar
este correo…). Los 10 ó 12 minutos de coche yendo hacia allá, cada una de las
veces me venía la tentación de quejarme interiormente, pero traté que se convirtieran
en oportunidad para dialogar con el Señor en el corazón; luego, la búsqueda de
estacionamiento, más difícil que otras veces, (ayer ya hasta me pusieron multa
por no aparcar bien: malestar interior,
pero ofrecer al Señor el “perder la buena
fama” y desapegarme del dinero; eso no me puede impedir seguir sonriendo a la
gente que, además, no tienen ninguna culpa).
“Corazón
de carne”. Ya atendiendo a la gente, me olvidaba de todo y me centraba en cada
paciente y su familia. Uno de estos viajes, luego incluso supuso estar allí más
de dos horas pues iban surgiendo más avisos de enfermos: seis en total (y eso
que el otro capellán había hecho la ronda completa de las habitaciones por la
mañana). Como dice la PdV: sin prisas y centrándome en la persona que tenía
delante (y los que le acompañaban).
El
primero de esos enfermos, falleció 2 minutos después de atenderlo yo; luego me
esperaba la familia agradecidísima dentro de su dolor por el desplazamiento y
la amabilidad: “parece que estaba
esperando el sacramento para quedarse en paz”.
Por
una cosa u otra, fueron todos momentos bonitos, con cada uno.
2.- Todas estas semanas
corro el riesgo de dejarme distraer por un doble motivo: en primer lugar, mi
madre, desde abril tiene recomendada una operación de 2 hernias, (aunque ella
ya entonces llevaba más de un año diciendo a los médicos que era eso lo que
provocaba sus dolores y pinchazos abdominales), le hicieron incluso el
preoperatorio el 10 de noviembre… y todavía no la han citado. Y, en segundo
lugar, mi hermana pequeña, consagrada a Dios en el movimiento MI.ES., vive con
mi madre en el pueblo; a primeros de mayo, marchará 3 años como misionera a
África, al Chad; y ahora a primeros de marzo va 5 semanas a Francia a aprender
el idioma.
Todos tratamos de discernir bien la voluntad de Dios para mi
madre y para cada uno de la familia: ¿se viene conmigo a la Parroquia…?, ¿pido
yo traslado
hacia allá…?, ¿otras posibles soluciones…?
Quisiera yo encontrar más momentos de oración o para pasear
tranquilamente… y dejarme iluminar por el Señor. Mis pocos ratos “libres”,
están a disposición de la gente. Algunos vienen con problemas irresolubles…,
pero, por lo menos, les escucho atentamente (¡no quiero un corazón de piedra!)
y pido para que Dios les ilumine y fortalezca. A muchos, simplemente el haber
estado con ellos con “un corazón de carne” les aporta luz o al menos les da
esperanza.
Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando
de llevar a la práctica diaria la Palabra de febrero («Os daré un corazón nuevo; infundiré en vosotros un espíritu nuevo», Ez 36, 26), la de enero
(«Porque el
amor de Cristo nos apremia»,
2 Co 14) y la de
diciembre («Dios viene… y os salvará», Is 35,
4):
1.-
“…en la palabra del mes pasado, tan bella, porque el amor de Cristo nos apremia. Algo
muy breve: yo me he sentido interpelada al enviar por watssapp a algunos de mis
contactos textos que son una luz para nuestras vidas. Alguien me reprocha ser
demasiado religiosa, y otros no me lo dicen, pero lo piensan. Algunos días me
parece no ser justa con Dios-amor si no los publico. Así pues, pongo a Dios
primero y su amor, y digo: “ilumínalos Tú”.
Y acontece que ese día muchos me dan las gracias…”
2.-
“…asistía
a unas conferencias muy interesantes. Al mediodía, sin embargo, pensé que
debería volver a casa para ir por la tarde a una fiesta programada en el centro
social para ayudar a los niños de entornos sociales desfavorecidos y sus
familias. Yo querría permanecer en la conferencia, pero -a la luz de la
palabra- creí entender claramente que el amor me obligaba a renunciar a favor
de las personas del centro social a las que tanto les gusta celebrar. Y
confieso que el buen Dios me llenó el corazón de alegría la tarde…”
3.-
“…una
familia joven se presentó en la parroquia porque quería bautizar al niño. No
sabían cómo encontrar a una persona católica como madrina. Cómo ese día estaba
yo de voluntariado en la secretaría, el padre me preguntó si yo aceptaría,
(siempre y cuando los padres del
niño también así lo quisieran). Así, me he convertido
en la madrina de ese niño, sabiendo que, como madrina, debo ayudar a los padres
en la educación cristiana de sus hijos.
Pensé que estos jóvenes padres podrían hacerlo muy bien invitando a la
reunión de familias jóvenes en la casa parroquial. Varias veces ellos no han logrado
llegar a la reunión. Llamé cada vez para preguntar qué pasó y si podía ayudar
en algo. Me preguntaba yo si no les molestaría con mis llamadas, pero entiendo que
hay que saber amar más allá del respeto humano, insistiendo sólo como buenos
vecinos…”
Si quieres leer más
experiencias similares,
de gente de todo el mundo,
N.B.: tú también
puedes compartir las experiencias
que, por gracia de
Dios, hayas podido realizar
poniendo en práctica
el Evangelio;
“pincha” aquí abajo en
“comentarios” y escríbela;
o, dado que en algunos
navegadores eso no funciona,
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