PONERSE AL SERVICIO DE TODOS
“Se puede sólo amar.
Y amar es ponerse al servicio del otro.
Palabra incómoda.
Es ser el otro.
Es ser el primero en amar.
Es ver siempre al otro con ojos nuevos.
¿Difícil?
Sólo así la vida tiene sentido.”
EL AMOR DE CRISTO NOS APREMIA,
NOS POSEE
…educar en la fe es hermoso. Es, quizás, la mejor herencia que podemos dejar:
la fe. Educar en la fe, para hacerla crecer. Ayudar a niños, muchachos, jóvenes
y adultos a conocer y amar cada vez más al Señor, es una de las más bellas
aventuras educativas: se construye la Iglesia…
…Se guía al encuentro con Jesús con las
palabras y con la vida, con el testimonio. Recuerden lo que nos dijo
Benedicto XVI: “La Iglesia no crece por proselitismo. Crece
por atracción”. Y lo que atrae es el testimonio… ser coherente
en la propia vida. Y esto no es fácil.
…San Francisco de Asís decía a sus frailes: “Predicad siempre el Evangelio y, si fuese
necesario, también con las palabras”. Las palabras vienen… pero antes el
testimonio: que
la gente vea en vuestra vida el Evangelio, que pueda leer el Evangelio.
Y «ser»… requiere amor, amor cada vez más intenso a Cristo, amor a su pueblo
santo. Y este amor no se compra en las tiendas…
…caminar desde Cristo significa tener
familiaridad con Él… Si estamos unidos a Él, podemos dar fruto, y
ésta es la familiaridad con Cristo. ¡Permanecer en Jesús! Se trata de
permanecer unidos a Él, dentro de Él, con Él, hablando con Él: permanecer en
Jesús. Para un discípulo, lo primero es estar con el Maestro, escucharle,
aprender de Él. Y esto vale siempre, es un camino que dura toda la vida…
…Caminar desde Cristo significa imitarlo en
el salir de sí e ir al encuentro del otro. Ésta es una experiencia
hermosa y un poco paradójica. ¿Por qué? Porque quien pone a Cristo en el centro
de su vida, se ‘descentra’: Cuanto más te unes a Jesús y Él se convierte en el
centro de tu vida, tanto más te hace Él salir de ti mismo, te descentra y te
abre a los demás. Éste es el verdadero dinamismo del amor, éste es el
movimiento de Dios mismo. Dios es el centro, pero siempre es don de sí, relación,
vida que se comunica… Así nos hacemos también nosotros si
permanecemos unidos a Cristo; Él nos hace entrar en esta dinámica del amor. Donde hay
verdadera vida en Cristo, hay apertura al otro, hay salida de sí mismo para ir al encuentro del otro en nombre de
Cristo.
…salir continuamente de sí por amor, para dar testimonio de
Jesús y hablar de Jesús, predicar a Jesús. Esto es importante porque lo hace el
Señor: es el mismo Señor quien nos apremia a salir.
…vive siempre este movimiento de «sístole y diástole»: unión con
Jesús y encuentro con el otro. Son las dos cosas: me uno a Jesús y salgo al
encuentro con los otros. Si falta uno de estos dos movimientos, ya no late, no
puede vivir.
…consciente de haber recibido un don, el don de la fe, y lo
da como don a los otros.…
…La naturaleza misma del kerigma
es así: es un don que genera la misión, que empuja siempre más allá de uno
mismo. San Pablo decía: «El amor de
Cristo nos apremia», pero este «nos apremia» también puede traducirse como
«nos posee». Así es: el amor te atrae y te envía, te atrapa y te entrega a los
demás. En esta tensión se mueve el corazón del cristiano….
Preguntémonos todos: ¿Late así mi corazón…: unión con Jesús y encuentro con el
otro? ¿Con este movimiento de “sístole y diástole”? ¿Se alimenta en la relación
con Él, pero para llevarlo a los demás y no para quedárselo él?
DISCURSO
DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LOS PARTICIPANTES EN EL CONGRESO INTERNACIONAL
SOBRE LA CATEQUESIS Sala Pablo VI Viernes 27 de septiembre de 2013
TESTIMONIO CONCRETO DE
UNIDAD
…el
Concilio Vaticano II afirma que «el
Bautismo, por tanto, constituye un poderoso vínculo sacramental de unidad
entre todos los que con él se han regenerado» (UR, 22). … También nosotros, en esta
Semana de oración, estamos invitados a redescubrir todo esto, y a
hacerlo juntos, yendo más allá de nuestras divisiones.
En primer lugar, compartir el Bautismo significa que todos
somos pecadores y tenemos necesidad de ser salvados, redimidos, liberados del mal… Esta es la
experiencia de la muerte, que Cristo ha hecho propia, y que es simbolizada en
el Bautismo al ser sumergidos en el agua, y a la cual sigue el resurgir,
símbolo de la resurrección a la nueva vida en Cristo. Cuando nosotros
cristianos decimos que compartimos un solo Bautismo, afirmamos que todos
nosotros —católicos, protestantes y ortodoxos— compartimos la experiencia de
estar llamados de las despiadadas y alienantes tinieblas
al encuentro con el Dios vivo, lleno de misericordia. Todos, de hecho, desgraciadamente,
experimentamos el egoísmo, que genera división, cerrazón, desprecio. Volver a
partir del Bautismo quiere decir reencontrar la fuente de la misericordia, fuente
de esperanza para todos,
porque ninguno está excluido de la misericordia de Dios.
Compartir esta gracia crea
un vínculo indisoluble
entre nosotros los cristianos, así que, en virtud del Bautismo, podemos
considerarnos todos realmente hermanos. Somos realmente pueblo santo de Dios,
aun si, a causa de nuestros pecados, no somos todavía un pueblo plenamente
unido. La misericordia de Dios, que actúa en el Bautismo, es más fuerte que
nuestras divisiones. En la medida en que acogemos la gracia
de la misericordia, nos volvemos cada vez más plenamente pueblo de Dios, y
también llegamos a ser capaces de anunciar a todos sus obras maravillosas, precisamente a partir de un sencillo y
fraterno testimonio de unidad. Nosotros cristianos podemos anunciar a todos la fuerza del
Evangelio comprometiéndonos a compartir las obras de misericordia
corporales y espirituales.
Este es un testimonio concreto de unidad entre nosotros cristianos: protestantes, ortodoxos y católicos.
PAPA
FRANCISCO, AUDIENCIA GENERAL, Miércoles 20 de enero de 2016
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