martes, 17 de enero de 2017

EL AMOR DE CRISTO NOS APREMIA

VIDA DE LA PALABRA                primeras semanas Enero

Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de enero («Porque el amor de Cristo nos apremia», 2 Co 14) y de diciembre («Dios viene… y os salvará», Is 35, 4):
1.-        En ocasiones uno se da cuenta que, sin pretenderlo, hace daño (¡y mucho!), a las personas que más quieres. Tener en mente la Palabra de estos meses me ha ayudado a no apesadumbrarme: a veces Dios viene a salvarnos, a ayudarnos a desapegarnos hasta de las cosas más bonitas, pero que no son Él, para que tanto uno como los demás, alcancemos libertad y sabiduría. Y combinando con la PdV de este mes, (“caritas Christi urget nos”, en latín, he repetido hasta la saciedad, y he enseñado a decir a todos los que venían a confesarse), me hacía recobrar impulso para, (además de rezar), vivir con mayor perfección y amor el momento presente sabiendo que eso era una de las mejores cosas que podía hacer para que Dios restañe con su Gracia lo que yo con ingenuidad quizá he estropeado.

2.-        Hace dos meses, me aborda en el pasillo del hospital una señora, para pedirme muy preocupada que hablara yo con su hijo, aunque son ortodoxos. Semanas después la volví a ver y le reiteré mi disponibilidad.
         Hace pocos días, a mitad de la Misa en el hospital, entra esta señora con un joven. Recordando la Palabra del mes, (¡el amor de Cristo nos apremia!, hacia la unidad, hacia el prójimo), sin interrumpir mucho la celebración, los invité a que no se quedaran en la puerta y les di la bienvenida para que se sintieran acogidos y, a la vez, para que la gente entendiera discretamente si ellos no sabían luego las oraciones y posturas. Al finalizar, la circunstancia (me pareció providencial) me valió para anunciar a todos que el miércoles empieza el octavario por la unidad de los cristianos.
         Como imaginaba que ella traía a su hijo de 18 años para presentármelo y para que yo hablara detenidamente con él, me atreví, (me cuesta horrores pedir un favor), a insinuar a un feligrés que llevara de regreso al guitarrista que había venido en mi coche para tocar las canciones de la Misa.
         La conversación con el joven se alargó bastante más de una hora, (providencialmente tenía yo esa oportunidad, pues casi nunca dispongo de tanto hueco).
Ese día no se usaba apenas esa zona del hospital y, por tanto, no estaba  encendida la calefacción de la sacristía, así que (estando yo medio constipado), ya anochecido, iba notando el frío, pero procuraba no se me notara, para que el chico pudiera seguir preguntando y expresándose, (dudas e inquietudes típicas de su edad); a la vez, iba yo ofreciendo por él esas molestias.
Fue un rato precioso, que, además, a mí también me valió para conocer algunos aspectos que ignoraba sobre los ortodoxos. Al salir, su madre le pregunta: “¿bien?; ¿dispuesto a venir otro día a charlar más?”. A lo que él rn seguida asintió con una sonrisa.


Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de enero («Porque el amor de Cristo nos apremia», 2 Co 14), de diciembre («Dios viene… y os salvará», Is 35, 4) y la de noviembre («Todo lo puedo en Aquel que me conforta», Flp 4, 13):
1.-        “por fin encuentro un ratito para agradecerte la fidelidad en ayudarnos a vivir juntos el Evangelio y compartir también yo alguna vivencia.
Como bien dice el comentario de este mes, independientemente de la Palabra que nos propongamos vivir, todas hacen que nos pongamos al servicio de los demás porque Jesús en nosotros nos empuja a actuar como Él. Esta es mi experiencia tanto en el Adviento como en los días de las fiestas de Navidad: si hay que ir a un sitio, poner el coche a disposición; si hay que recoger la mesa en familia, ser la primera en hacerlo; si llega un whatsApp pidiéndome un dato, buscarlo y contestar enseguida aunque sea en el único momento de descanso,…

1b.-     “También ha sido una experiencia repetida participar en las Campañas organizadas en estas fechas.
Empezó a primeros de diciembre cuando una amiga me pidió algo para el mercadillo en su Parroquia: busqué por casa y encontré cosas en buen estado para llevarle. Poco después me sugieren participar en la acción que realiza la Iglesia Episcopal Reformada cercana a casa, con la que hay buena relación; ese día voy a Misa a mi Parroquia y hay otro mercadillo: aproveché para comprar allí varias cosas para esta acción. Voy al supermercado y en la puerta recogen alimentos: siento que no puedo salir sin aportar algo. Otra amiga recoge juguetes para familias necesitadas; no tengo nietos y en casa no hay juguetes, pero siento que Jesús me dice “esas niñas son tus nietas” y compro dos preciosos muñecos. Y así en otras ocasiones parecidas.
En un momento pensé que ya eran muchos gastos, pero enseguida sentí que Jesús me decía: “¿no has tenido la extraordinaria?: ese dinero no es sólo para ti”. Y daba gracias a Dios que una vez más venía a salvarme de mi egoísmo.
Espero que tu madre siga mejorando, sigo rezando por ella

2.-        “quiero agradecer en primer lugar al Señor porque le he visto estos días cerca de mí, como indicabas […], y a ti Paco, por ofrecerme la oportunidad… “ÉL viene para salvarnos”. Le he visto en medio del duelo, en un hermano “abandonado”: un compañero de 24 años, huérfano de padre desde los 9 años y que estas semanas ha perdido a su madre, (de 58 años).
         … no he podido hacer cosa distinta que ver a Jesús Crucificado en él. En su burocracia, en su preocupación, en las deudas…; y no puedo evitar recordar la deuda que tenemos con Jesús que se abandonó hasta tener una deuda con nosotros (una deuda de amor)...
Pero en el instante en que me reúno en un café con él y hablamos, y hablamos, y se desahoga, me doy cuenta, de que también yo me he desahogado; porque en mi preocupación, el Señor nos reunió y nos consoló a ambos: él mantenía su vocación, su fe, aunque herido; y yo, en su herida, amé a mi hermano como nunca. Por eso he visto al Señor salvándonos y a la vez me doy cuenta que como se siente él (abandonado) así he sentido yo que he abandonado al Señor en ocasiones […]. Esto pasa cuando no me uno con mis hermanos, como el Señor nos pide “¡qué todos sean uno!”…
         Me consuela que estos días me he vaciado… en favor de él (preocupado, orando, escuchando…) y creo que El Señor estos días -caminando a mi lado muy cerca- nos ha salvado a los dos

3.-        “La Navidad para mí ha sido especial: hacía mucho tiempo que no era tan bonita, pues pensaba irme de voluntariado a Paraguay, pero me dijeron que mejor en Febrero, (la vida es más  barata y para ir a la selva a ver a los niños, todo están en el colegio). Entonces dije: “pues me voy a las hospedería de un Monasterio”; pero esperé y llegó el adviento. Y dos semanas antes de Navidad me dijeron que era muy tarde: estaba ya todo ocupado. Dije a la madre abadesa: “¿puedo dejar mi teléfono por si alguna se borra?”. Me contestó que no se suele borrar nadie. Le dije al Señor: “si Tú quieres que venga, vendré; si no que se haga Tu voluntad”. A la semana siguiente me llama la abadesa: “¿te sigue interesando venir?”. Me quedé tan impactada que no sabía qué responder. No me lo podía creer, pero los prejuicios a los cinco minutos me venían: “qué voy hacer, no conozco a nadie; cómo le explico a mi hermana que la Navidad la voy a pasar en un monasterio”. Pero en seguida dije: “¿por qué me preocupo si Tú me lo has puesto?”. Mi hermana lo entendió, porque el Señor me puso las palabras adecuadas. A las doce de la mañana estaba allí… no me acordaba del mundo para nada. Una venía muy triste: su marido acababa de fallecer y era el primer viaje sola. Al día siguiente después de Misa le ofrecí dar juntas luego me dio las gracias: el paseo y hablar le había venido muy bien. Así, fui teniendo oportunidad de servir, acompañar y guiar dando un paseo por la ciudad, aconsejar… a muchas. Acabé feliz porque el Señor me había puesto a personas maravillosas y fueron días increíbles de Paz y felicidad; todo mi mal moral se fue. Le doy gracias a Dios por haberme dado la oportunidad


4.-        “Feliz año, Padre Paco: aquí de nuevo. He estado dejando pasar mi etapa de silencios interiores hasta que Dios me ha dicho algo bajito: "hasta que no seas consciente de que te quiero, no vas a levantar cabeza". Y se me enciende una lucecita y veo que Dios se ha dado cuenta de que desconfío de todos en cuanto al amor generoso que siempre está allí y... es cierto, pero no me daba cuenta de que también he incluido a Dios en mi desconfianza. Cada vez que he fallado como persona, he actuado como si Dios se tomara la revancha por no amar al prójimo como Él me ha dicho y me siento como si hubiera estado mucho tiempo con el corazón y el cerebro oxidado.
Padre, creo que ésta es una muy buena noticia, sobre todo para andar por la vida y pensar que no camino sola, espero no olvidarlo día a día.
Padre Paco, gracias. Soy consciente de que necesito despertar, pensar y, ser consciente de la generosidad de Dios…



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