VIDA DE LA PALABRA primeras semanas Enero
Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando
de llevar a la práctica diaria la Palabra de enero («Porque el amor de Cristo nos apremia», 2 Co 14)
y de diciembre («Dios viene… y os salvará», Is 35,
4):
1.- En ocasiones uno se
da cuenta que, sin pretenderlo, hace daño (¡y mucho!), a las personas que más
quieres. Tener en mente la Palabra de estos meses me ha ayudado a no
apesadumbrarme: a veces Dios viene a salvarnos, a ayudarnos a desapegarnos
hasta de las cosas más bonitas, pero que no son Él, para que tanto uno como los
demás, alcancemos libertad y sabiduría. Y combinando con la PdV de este mes, (“caritas Christi urget nos”, en latín, he
repetido hasta la saciedad, y he enseñado a decir a todos los que venían a
confesarse), me hacía recobrar impulso para, (además de rezar), vivir con mayor
perfección y amor el momento presente sabiendo que eso era una de las mejores
cosas que podía hacer para que Dios restañe con su Gracia lo que yo con
ingenuidad quizá he estropeado.
2.- Hace dos meses, me aborda
en el pasillo del hospital una señora, para pedirme muy preocupada que hablara
yo con su hijo, aunque son ortodoxos. Semanas después la volví a ver y le
reiteré mi disponibilidad.
Hace pocos días, a mitad de la Misa en el hospital, entra
esta señora con un joven. Recordando la Palabra del mes, (¡el amor de Cristo
nos apremia!, hacia la unidad, hacia el prójimo), sin interrumpir mucho la celebración,
los invité a que no se quedaran en la puerta y les di la bienvenida para que se
sintieran acogidos y, a la vez, para que la gente entendiera discretamente si
ellos no sabían luego las oraciones y posturas. Al finalizar, la circunstancia (me
pareció providencial) me valió para anunciar a todos que el miércoles empieza
el octavario por la unidad de los cristianos.
Como imaginaba que ella traía a su hijo de 18 años para
presentármelo y para que yo hablara detenidamente con él, me atreví, (me cuesta
horrores pedir un favor), a insinuar a un feligrés que llevara de regreso al
guitarrista que había venido en mi coche para tocar las canciones de la Misa.
La conversación con el joven se alargó bastante más de una
hora, (providencialmente tenía yo esa oportunidad, pues casi nunca dispongo de
tanto hueco).
Ese
día no se usaba apenas esa zona del hospital y, por tanto, no estaba encendida la calefacción de la sacristía, así
que (estando yo medio constipado), ya anochecido, iba notando el frío, pero
procuraba no se me notara, para que el chico pudiera seguir preguntando y
expresándose, (dudas e inquietudes típicas de su edad); a la vez, iba yo
ofreciendo por él esas molestias.
Fue
un rato precioso, que, además, a mí también me valió para conocer algunos
aspectos que ignoraba sobre los ortodoxos. Al salir, su madre le pregunta: “¿bien?; ¿dispuesto a venir otro día a
charlar más?”. A lo que él rn seguida asintió con una sonrisa.
Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando
de llevar a la práctica diaria la Palabra de enero («Porque el amor de Cristo nos apremia», 2 Co 14),
de diciembre («Dios viene… y os salvará», Is 35,
4) y la de noviembre («Todo lo puedo
en Aquel que me conforta», Flp
4, 13):
1.-
“…por fin
encuentro un ratito para agradecerte la fidelidad en ayudarnos a vivir juntos
el Evangelio y compartir también yo alguna vivencia.
Como bien dice
el comentario de este mes, independientemente de la Palabra que nos propongamos
vivir, todas hacen que nos pongamos al servicio de los demás porque Jesús en
nosotros nos empuja a actuar como Él. Esta es mi experiencia tanto en el
Adviento como en los días de las fiestas de Navidad: si hay que ir a un sitio,
poner el coche a disposición; si hay que recoger la mesa en familia, ser la
primera en hacerlo; si llega un whatsApp pidiéndome un dato, buscarlo y
contestar enseguida aunque sea en el único momento de descanso,… ”
1b.- “También ha sido una experiencia repetida participar en las Campañas
organizadas en estas fechas.
Empezó a
primeros de diciembre cuando una amiga me pidió algo para el mercadillo en su
Parroquia: busqué por casa y encontré cosas en buen estado para llevarle. Poco
después me sugieren participar en la acción que realiza la Iglesia Episcopal
Reformada cercana a casa, con la que hay buena relación; ese día voy a Misa a
mi Parroquia y hay otro mercadillo: aproveché para comprar allí varias cosas
para esta acción. Voy al supermercado y en la puerta recogen alimentos: siento
que no puedo salir sin aportar algo. Otra amiga recoge juguetes para familias
necesitadas; no tengo nietos y en casa no hay juguetes, pero siento que Jesús
me dice “esas niñas son tus nietas” y
compro dos preciosos muñecos. Y así en otras ocasiones parecidas.
En un momento pensé
que ya eran muchos gastos, pero enseguida sentí que Jesús me decía: “¿no has tenido la extraordinaria?: ese
dinero no es sólo para ti”. Y daba gracias a Dios que una vez más venía a salvarme de mi egoísmo.
Espero que tu
madre siga mejorando, sigo rezando por ella…”
2.- “…quiero
agradecer en primer lugar al Señor porque le he visto estos días cerca de mí,
como indicabas […], y a ti Paco, por ofrecerme la oportunidad… “ÉL viene para
salvarnos”. Le he visto en medio del duelo, en un hermano “abandonado”: un
compañero de 24 años, huérfano de padre desde los 9 años y que estas semanas ha
perdido a su madre, (de 58 años).
… no he podido hacer cosa distinta que ver a Jesús
Crucificado en él. En su burocracia, en su preocupación, en las deudas…; y no
puedo evitar recordar la deuda que tenemos con Jesús que se abandonó hasta
tener una deuda con nosotros (una deuda de amor)...
Pero
en el instante en que me reúno en un café con él y hablamos, y hablamos, y se
desahoga, me doy cuenta, de que también yo me he desahogado; porque en mi
preocupación, el Señor nos reunió y nos consoló a ambos: él mantenía su
vocación, su fe, aunque herido; y yo, en su herida, amé a mi hermano como
nunca. Por eso he visto al Señor salvándonos y a la vez me doy cuenta que como
se siente él (abandonado) así he sentido yo que he abandonado al Señor en
ocasiones […]. Esto pasa cuando no me uno con mis hermanos, como el Señor
nos pide “¡qué todos sean uno!”…
Me consuela que estos días me he vaciado… en favor de él
(preocupado, orando, escuchando…) y creo que El Señor estos días -caminando a
mi lado muy cerca- nos ha salvado a los dos…”
4.-
“Feliz
año, Padre Paco: aquí de nuevo. He estado dejando pasar mi etapa de silencios
interiores hasta que Dios me ha dicho algo bajito: "hasta que no seas consciente de que te quiero, no vas a levantar cabeza".
Y se me enciende una lucecita y veo que Dios se ha dado cuenta de que desconfío
de todos en cuanto al amor generoso que siempre está allí y... es cierto, pero
no me daba cuenta de que también he incluido a Dios en mi desconfianza. Cada
vez que he fallado como persona, he actuado como si Dios se tomara la
revancha por no amar al prójimo como Él me ha dicho y me siento como si hubiera
estado mucho tiempo con el corazón y el cerebro oxidado.
Padre, creo que ésta es una muy buena noticia, sobre todo para
andar por la vida y pensar que no camino sola, espero no olvidarlo día a
día.
Padre Paco, gracias. Soy consciente de que necesito despertar, pensar
y, ser consciente de la generosidad de Dios…”
Si quieres leer más
experiencias similares,
de gente de todo el mundo,
N.B.: tú también
puedes compartir las experiencias
que, por gracia de
Dios, hayas podido realizar
poniendo en práctica
el Evangelio;
“pincha” aquí abajo en
“comentarios” y escríbela;
o, dado que en algunos
navegadores eso no funciona,
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