VIDA DE LA PALABRA últimas semanas de enero
Algunas de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la vida diaria la Palabra de enero («Llamados a anunciar las proezas del Señor”», cf. 1 P 2, 9) y la de diciembre («Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos», Mc 1, 3):
1.- Hace unos días,
recibí el siguiente correo-e.: “…no sé si te acordarás de mí. Soy una chica que fue a
Fátima en verano y te dije que te escribiría mis vivencias y así lo hice. El hecho es que tengo preguntas y dudas que sólo un sacerdote podría contestarme
y era para saber si no te importaría ayudarme…”.
Resulta que
en junio fui a celebrar en Madrid el funeral por d. Pasquale Foresi y en la
puerta de la parroquia había jóvenes vendiendo magdalenas para su viaje de
verano. Al principio pensé no comprar: iba a ser un engorro estar 2 días con
las magdalenas, (pues yo me quedaba a dormir ese día en Madrid), y, además, al
día siguiente me tenía que mover en metro y tren. Pero le dije, dándole mi
tarjeta: “te las compro con una
condición: si quieres, a la vuelta de vuestro viaje, me escribes y me cuentas
tus impresiones”. Eso hizo en septiembre y, ahora, por sorpresa recibo ese
nuevo mensaje, a raíz del cual estos días ha empezado un bonito cruce de correos-e.
1b.- Esto me hizo recordar también a otra chica:
¡y justo me escribe al día siguiente! Esta trabajaba en la estación y la conocí
por aquellos mismos días: me paré a saludar a una compañera suya en su “stand” y al notar que esta miraba de
reojo… me puse a hablar también con ella, que al final me dijo: “reza por mí…”. “¡Encantado!” y le di la bendición en la frente: se sorprendió mucho
y sonrió. Varias semanas después, lo mismo, y también a su compañera. Pero
desde septiembre ambas cambiaron de trabajo y les perdí la pista.
Cuál no
sería mi sorpresa cuando a primeros de diciembre me suena el móvil y veo un
número para mí
desconocido. Era esa chica: “hace
muchísimo que no lo practico, pero se me ha ocurrido que podría confesarme, ¿y
quién mejor que tú?”. Aunque vive en la otra punta de la ciudad, pocas
horas después vino: fue una alegría mutua.
Empecé a
mandarle la PdV mensual y justo estos días me contesta: “Hola Paco: ¿cómo estás? Perdona por estar “ausente”: este mes vinieron
muchas noticias que ya te contaré más tranquilamente; me acuerdo mucho de ti y
leo lo que me mandas. Hoy, por ejemplo, volví a quedar con mi gran Amigo Jesús 😊: me sienta muy bien ir a Misa, me da mucha paz…”.
¡¡Anunciad las proezas del Señor!!
2.- La PdV de enero
nos recordaba el ecumenismo, al caer en enero la Semana de Oración por la unidad de los cristianos. Hay que orar; y
en las grandes y pequeñas ocasiones recordar y vivir lo que nos une:
“ecumenismo de pueblo”. En la estima recíproca, caminar poco a poco hacia el
“que todos sean uno” anhelado por Jesús.
Uno de los días de esta semana me llamó la esposa del
sacerdote ortodoxo rumano (él no se expresa todavía bien del todo
en español): están pensando en realizar algo a favor de la vida, para paliar el
drama del aborto, y habían pensado que yo podía aconsejarles. Me agradó la
confianza (fruto de nuestra buena amistad) y que
en estos “campos” comunes
podamos colaborar y unir fuerzas. Tal como me pedía, le aconsejé con quién
ponerse en contacto con católicos que colaboran en ello y le recomendé algunas
asociaciones.
La señora
que a veces nos ayuda a limpiar es también ortodoxa. Viendo que su marido y su
hijo llevan mucho en paro, procuro darle algo más: muy honrada, digna y
supertrabajadora, no quiere aceptar; siempre le tengo que insistir 5 ó 6 veces
(y a veces ella se queda un rato más). También cuando le doy alguna cosa en
alimentos: “pero si ya me diste el
aguinaldo de Navidad”.
Algunos
ortodoxos (rusos y algunos otros) celebran la Navidad el 7 de enero
(Nochebuena, el 6). Un año más, me he entretenido en mandarles por correo-e.
con todo cariño (aunque esta vez ha sido muy escueta) una felicitación
navideña.
En el
supermercado dejó de trabajar una chica que era cristiana protestante para irse
a otro de la misma cadena recién abierto en el pueblo donde vivía ella.
Habíamos hablado varias veces y nos llevábamos bien. Un día en el tren empecé a
encontrarme a una señora que es de ese pueblo. Se me ocurrió preguntarle… y…
sí, va a ese supermercado y por la descripción sabía quién es esa chica. Así
que, además de darle mi tarjeta, le di otra para ella. Semanas después, poco
después de Nochebuena, me llega un WhatsApp: “Buenas tardes, feliz Navidad!!!!!,soy… la q estaba en el súper... Q Dios
te bendiga !!!!”.
Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la vida diaria la Palabra de enero («Llamados a anunciar las proezas del Señor”», cf. 1 P 2, 9), la de diciembre («Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos», Mc 1, 3) y la de noviembre («…para que todos sean uno»,Jn 17, 21):
1.- “…en mi
voluntariado en un colegio en la zona norte de la ciudad, con niños más
desfavorecidos y con menos oportunidades. Estoy encantada con el proyecto y con
ellos. Veo en cada uno de ellos a un hijo de Dios, a un hermano: desde ese
lugar trabajo con ellos. Los quiero, y me pongo en manos de Dios para hacerlo
lo mejor posible y aportar mi
granito de arena para construir un mundo algo más
justo y hermoso.
Por otra parte, cada día más
feliz en mi matrimonio. Creciendo con mi marido, mis hermanas, mis amigos, la
familia. Estoy muy agradecida con Dios por tantas bendiciones que recibo de Él
cada día...
Gracias de nuevo por compartir la Palabra y estos testimonios. "Ser el amor para
encontrar ese hilo de oro". Ese es mi deseo, mi oración y mi trabajo…”
2.- “…acabo de perder a una
tía, era religiosa... Hemos estado varias sobrinas con su Comunidad y ha sido
maravilloso notar la presencia de Jesús entre todas nosotras, en el velatorio,
en el funeral y en el entierro, reinaba la Paz, el Amor y la Tranquilidad...
Dedicó su vida a atender a enfermos. En la homilía del funeral, el
sacerdote reflejó la alegría y disponibilidad que la caracterizaba: fue muy
emotiva. Doy gracias a todas las hermanas de su Comunidad, que no la han dejado
sola y nos han transmitido la Paz con la que descansó en el Señor…”
3.- “…los viernes nuestro párroco
lleva la Comunión a los ancianos de la residencia de mayores del pueblo. Este
viernes se encontraba una anciana a la cual llevaron a la salita a solicitud de
su hijo, (ella por su discapacidad no puede hablar y tampoco puede recibir la
Comunión por su gran dificultad para tragar). Cuando el párroco terminó y dio
la bendición, con gran dolor y con gestos ella le pedía el crucifijo. Se lo
acercó. Fue impresionante ver cómo abrazaba y besaba llorando el crucifijo,
cayéndosela la baba y con mucosidad; cómo lloraba por no poder recibir el
Sacramento. Te lo puedes imaginar: abrazada al crucifijo y a la vez el párroco
abrazándola y besándola a ella. No he podido borrarlo de mi mente: llora mi
corazón en la Santa Misa cuando voy a recibirle, al pensar con la poca profundidad
que vamos a Él y en el amor y el dolor de esta ancianita.
Lección bien aprendida de amor y caridad: ahora hay que llevarla todos los
viernes un poquito más de Él. En alguna ocasión le había leído alguna lectura, algún
evangelio o la he leído la Comunión espiritual; pero ya no puede ser alguna
vez, ahora hay que hacerlo todas las semanas.
Paco, cuando el párroco se fue, la llevé a otra sala, pues esa es la de la
televisión, para poderla leer la lectura del día
y el Evangelio; la llevaron un
vaso de zumo y por respeto no consintió que se lo dieran. Cuando terminé las
lecturas, se lo acerqué a la boca, pidiendo a Dios ayuda para que no la pasara
nada mientras; sólo conseguí refrescarla, pues el zumo se caía a los pañuelos
de papel que saqué de mi bolso para no mojarla. ¡Con qué cariño me miraba!
Estos detalles nos hablan de que Dios existe…
…muchas gracias nuevamente por acercarnos con la Palabra de vida un
poquito más a Dios…”
4.- “…este
mes estamos llamados a "anunciar las proezas del Señor". ¡Y de qué
manera! En el Cursillo he visto una vez más como, con la oración y sacrificio
de tantos, el Señor ha movido los corazones a la conversión: gente no creyente
que comienza a tener fe, a rezar. Otros que llevaban muuuuuchos años sin pisar
una iglesia, se confiesan y comulgan entre lágrimas. Una primera confesión y
comunión, después de que dejara de practicar de niño. Otros que no querían
saber nada de la Iglesia, tenían alguna mala experiencia, y descubren otra
Iglesia diferente.
Todo esto no porque seamos muy majos, sino porque le
hemos ofrecido nuestra nada, y el Señor ha hecho esas proezas. Un regalo
especial fue la presencia del arzobispo al final, que estaba encantado. Todo
muy marcado por la palabra "misericordia" en este año santo.
Así que, aunque… los
chavales están bastante revolucionados, me siento renovado por este vivir la
Palabra y habiendo visto tantas maravillas…”
Si quieres leer más experiencias
similares,
de gente de todo el mundo,
N.B.: tú también
puedes compartir las experiencias
que, por gracia de
Dios, hayas podido realizar
poniendo en práctica
el Evangelio;
“pincha” aquí abajo en
“comentarios” y escríbela;
o, (dado que en algunos
navegadores eso no funciona),
mándamela por correo-e.