UNA AVENTURA DIVINA
Después de una noche infructuosa, Pedro, experto en
la pesca, habría podido sonreírse y negarse a aceptar la invitación de Jesús a
echar las redes de día, momento menos propicio. En cambio, más allá de su razonamiento, se fió de
Jesús.
Esta es una situación típica por la cual, hoy
también, está llamado a pasar todo creyente, precisamente porque es creyente.
De hecho su fe
se pone a prueba de mil maneras.
Seguir
a Cristo significa decisión, compromiso y perseverancia, mientras que en este mundo en el que vivimos todo
parece invitar a la relajación, a la mediocridad, al "dejar pasar".
La
tarea parece demasiado grande, imposible de alcanzar y fracasada
anticipadamente.
Se necesita entonces fuerza para ir adelante, para resistir al
ambiente, al contexto social, a los amigos, a los medios de
comunicación.
Es
una prueba dura de combatir día tras día,
o mejor, hora
tras hora.
Pero si la afrontamos y la aceptamos, servirá para
hacernos madurar como cristianos, para hacernos experimentar
que las extraordinarias palabras de Jesús son verdaderas, que sus promesas se
cumplen, que se puede emprender en la vida una aventura divina mil
veces más fascinante que cuantas podamos imaginar, en la que podemos ser
testigos, por ejemplo, de que mientras en el mundo, a menudo la vida es tan
desganada, monótona e infructuosa, Dios colma de bienes a quien le sigue: da el céntuplo en
esta vida, además de la vida eterna. Esta es la pesca milagrosa que
se renueva.
"En tu
palabra echaré las redes". ¿Cómo? Haciendo nosotros también la elección de Pedro: "En tu palabra...". Tener confianza
en su palabra; no poner en duda lo que Él pide. Más aún: apoyar nuestro
comportamiento, nuestra actividad, nuestra vida en Su Palabra.
Así basaremos nuestra existencia en lo más sólido y seguro
que hay, y contemplaremos
con asombro que, precisamente allí donde cualquier recurso humano mengua, Él
interviene, y que allí donde es humanamente imposible, nace la vida.
VER LAS DIFERENCIAS COMO OPORTUNIDAD DE CRECIMIENTO
“Tenemos necesidad de comunicarnos, de descubrir las riquezas de cada uno, de valorar lo que nos une y ver las diferencias como oportunidades de
crecimiento en el respeto de
todos. Se necesita un diálogo paciente y confiado, para que las personas, las familias y las comunidades puedan transmitir los valores de su propia cultura y acoger lo que hay de bueno en la experiencia de los demás”.
todos. Se necesita un diálogo paciente y confiado, para que las personas, las familias y las comunidades puedan transmitir los valores de su propia cultura y acoger lo que hay de bueno en la experiencia de los demás”.
PAPA FRANCISCO en Sarajevo 6 junio 2015
SABER EXCUSAR
Conozcámonos como nos conoce Dios, no para condenarnos y desesperar, sino para tener Misericordia los unos
de los otros, y
ayudarnos.
ayudarnos.
¡Amémonos! Un día nos
encontraremos todos unidos allá arriba, para toda la Eternidad, si aquí abajo
hemos tenido el valor de amarnos sin excusas…
JESÚS ES LA VIDA, Y NOS LA PUEDE DAR
…¿por qué Jesús puede decir de él: "Yo soy... la vida"?
Porque Él es distinto a nosotros: nosotros
recibimos la vida de otros, mientras Jesús la posee en sí mismo. De
hecho, Cristo es Dios; está eternamente en el Padre y el Padre está en El.
Y
su vida no es como la nuestra, biológica, destinada a
envejecer y a perecer: la suya escapa al destino implacable de la muerte. Es siempre
vida: es vida eterna.
Porque Jesús posee la vida, es la vida, nos la puede
dar: puede hacernos partícipes de esa vida que no disminuirá ni siquiera cuando
nos llegue la muerte física.
El
hombre, que por naturaleza aspira a algo que es más
grande que él, porque está hecho a imagen de Dios y por tanto, está llamado a la comunión con Él, encuentra en esta vida que Jesús le da, su plenitud, el cumplimiento inefable de su ser, su felicidad total.
grande que él, porque está hecho a imagen de Dios y por tanto, está llamado a la comunión con Él, encuentra en esta vida que Jesús le da, su plenitud, el cumplimiento inefable de su ser, su felicidad total.
"Yo
soy... la vida". La vida que Jesús da al cristiano no
es un don sólo para el futuro, para el más allá, sino también para el presente. Por ella desde ahora, hay en el cristiano algo que
no muere.
El cristiano puede acoger esta vida en sí mediante la fe,
entendida como adhesión
total de su ser a Cristo. Jesús de hecho dijo: "El que cree en el Hijo tiene la vida eterna"
(Jn 3, 36).
Esta vida se le comunica mediante las palabras
de Cristo, aceptadas
y vividas con amor: "En
verdad, en verdad os digo ‑dijo El‑ el
que escucha mi palabra... tiene la vida eterna" (Jn 5, 24).
Jesús además nos ofrece esta vida con la Eucaristía. Es
"pan de vida', y recibida dignamente, es capaz de saciar el infinito
hambre de vida que hay en el hombre.
ALEGRARSE POR EL REGRESO DEL HERMANO
«Pero ahora tenemos que hacer fiesta y
alegrarnos, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida; se había
perdido y lo hemos encontrado». Estas palabras son una invitación que Dios
te dirige a ti y a todos los cristianos para gozar junto con Él, para celebrar y
participar de su alegría por el regreso del hombre pecador, antes perdido y
luego hallado. Y estas palabras, en la parábola, se las dirige el
padre al hijo
mayor, que había compartido toda su vida pero que, después de un día de duro
trabajo, se niega a entrar en casa, donde se está festejando el
regreso de su hermano.
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