VIDA DE LA PALABRA primeras semanas de JULIO
Algunas de mis EXPERIENCIAS tratando
de practicar la
Palabra de vida de julio («Tened valor:
yo he vencido al mundo»,
Jn 16, 33) y la de junio («Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es
necesaria», Lc 10, 41-42):
1.- Mi padre lleva dos meses pasándolo cada vez peor con su parkinson y sobre
todo estas dos últimas semanas diciendo un “¡ay!” a cada respiración buena parte
de las 24 horas, cosa que a los que están al lado casi les desquicia, y más por
no saber qué hacerle o decirle y la impotencia.
El viernes iré a
atenderlo 9 días y todas estas semanas me resuena la PdV: “tened valor, Yo he vencido…”.
También cuando por tlf. o
whatsApp notaba a mis hermanos casi perdiendo la paciencia o a mi madre con
lagrimillas, le pedía al Señor nuevamente que no se pierda ni una “gota” de ese
sufrimiento del uno y de los otros, y que todo en Su Cáliz, (amor a Jesús
Abandonado), sirva de redención para todos, sirva para esa victoria Suya.
También en esa fe nos hemos vuelto a poner de acuerdo cada día los hermanos (y
algunos más que se han querido sumar) a pedir por él al Señor, esta vez por
intercesión de San José, (estamos en año de Sta. Teresa y ella decía que Jesús
no niega nada a su padre adoptivo).
2.- Al llegar diariamente en tren, luego continúo caminando 15
minutos hasta el trabajo. Llevaba viendo unos días a una señora acompañando a
sus dos hijos al colegio y nos quedábamos mirando de reojillo. Uno de los días,
al cruzarnos, (ya sabes que me propuse parar y saludar a quien me encontrara
por cuarta vez), me acerco para dirigirme a ella, pero ella se adelanta: “¿te acuerdas?; hace 12 años empezaste a
saludarme todos los días cuando yo salía del metro y tú venías hacia aquí desde
otra parte de la ciudad; por aquel entonces tú empezaste a saludar, ¡ahora me
toca a mí! Veníamos en transporte público, pero desde hace unos días, andando”.
Fue bonito reencontrarnos. La verdad, me “sonaba” vagamente la cara, pero
realmente, hasta ese momento, no me vinieron los recuerdos. Me presentó a sus
dos hijos, (por aquel entonces ella estaba embarazada).
Cuando de nuevo vamos
coincidiendo en días posteriores, es una alegría para los 4, aunque no nos
paremos y mientras nos vamos cruzando sólo intercambiemos unas palabras y una
sonrisa que sale del alma, (hasta sus niños, que parece que me conocieran “de
toda la vida”). La víspera de las vacaciones del cole se me ocurrió pedirle el
correo-e. ¡Menos mal! Me contestó al mío: “Gracias por tu correo, nos ha hecho mucha ilusión. Hemos
disfrutado mucho de la lectura del artículo que nos envías. Yo, personalmente,
me siento un poquito parte de esa historia: hace ya casi 12 años desde nuestro
primer encuentro en la Av. Pío XII en dirección al metro por las mañanas; al
poco tiempo de empezar a saludarnos, la empresa en la que trabajaba me concedió
una plaza de garaje y comencé a ir en coche: gané en comodidad y tiempo, pero
perdí en relaciones sociales... Casi 12 años después, nos hemos vuelto a
encontrar en la misma Avenida, pero en sentido contrario. La primera vez que te
vi, en esa ocasión llevando a mis hijos al colegio, inmediatamente te reconocí
y les conté a mis hijos la historia de nuestro primer encuentro, aunque pensé
que no te acordarías. Aun así, en esta ocasión fui yo la que te paré para
volver a presentarnos. Sin embargo, parece que nuestros encuentros están
destinados a no durar mucho. En esta semana hemos decidido trasladarnos a vivir
a otra ciudad: mi marido tiene que estar trabajando allí una temporada y
consideramos que, sea el tiempo que sea, debemos estar juntos. Pero no me cabe
ninguna duda que nuestros caminos volverán a encontrase y, en cualquier momento,
diremos "¡Buenos días, Paco!"…”.
Algunas de vuestras EXPERIENCIAS tratando
de llevar a la vida diaria la
Palabra de vida de julio («Tened valor:
yo he vencido al mundo»,
Jn 16, 33), la de junio («Marta,
Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria», Lc
10, 41-42) y la de mayo («Pero
Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros
muertos por los pecados, nos ha hecho revivir con Cristo», Ef 2, 4-5):
1.- “…calor insoportable, con mucha humedad y altas temperaturas. El trabajo
empezando fuerte… Yo estoy con turno de tarde porque me encargo de las cenas y
la limpieza, como antes. Siempre agotador, pero con ayuda de nuestro Señor, que
siempre me da la mano para ayudarme en los momentos de agotamiento. Esa fuerza
espiritual me alienta para dar buena cara y alegría a tantas buenas personas
que van pasando… y tener la suerte de conocer (en especial a ti) para
adentrarme más en este camino que todo el mundo debería experimentar: el camino
de la fe, la esperanza y el amor al prójimo... He pasado unos días con
bronquitis y ya después de dos semanas y un fuerte tratamiento estoy mejor… Me
alegra leer todo lo que recibo: es gratificante... y siempre ¡¡¡¡GRACIAS, PACO!!!!!…”
2.- “…ahora me toca trabajar: la trabajadora social se va de vacaciones y esto no
se puede cerrar los pobres hay que atenderles. “Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas, solo una es
necesaria”. Un día suena el teléfono y veo que es una sobrina que no me
llama casi nunca, pero en ese momento no podía cogerlo; a los diez minutos la
llamo varias veces y no responde, pongo whatsapp y tarda en contestar. Tantas cosas
me venían a la mente, pero en seguida pensé en la PdV, y dije “voy a coger la parte de Marta”… Llamo
donde sus padres por la noche; mi cuñada está tan enfadada que me dijo: “casi te llevo a tu hermano y te lo dejo en
la puerta, pues no le aguanto más”. La escuché a fondo; cuando terminó, le
dije: “te entiendo, pero ese problema ya
lo he hablado con él”; ella dice: “a
ti te respeta; a nosotras, no”. Traté de calmarla un poco, nos despedimos
y yo le ofrecía al Señor: "lo que Tú
quieras, Tú lo sabes todo". Estuve un rato hablando con Él y le
decía: “nunca acierto; siempre tengo la
culpa; pero si tiene que ser así, lo acepto”; añadí: “por qué me tengo que preocupar ,si ya lo haces por mí”, y a los
cinco minutos me dormí. Al día siguiente pongo whatsapp a la sobrina y pregunto
cómo está; me dice: “mejor; es que papa
se ha vuelto muy caprichoso”. Le di ánimos y me dio las gracias.
Luego estoy con mi hermana y me dice que había hablado con nuestra
cuñada: le dijo que sentía que el otro día se había pasado conmigo. Yo, a pesar
de todo, le di las gracias al Señor. En todos estos momentos lo que hago es
fiarme de "ÉL". Cada día me va mejor…
Trato de ayudar casi siempre a la gente que no puede: les
llevo las bolsas, les doy mi brazo… Hay una en mi parroquia que voy a buscarla para
acompañarla
a comulgar y no sabe
cómo darme las gracias, yo le digo: “no
me importa, pues yo voy también”. Pero uno de los días, salimos varias
personas y ella les dice: “esta buena
mujer está siempre pendiente de ayudar a todo el mundo”; me da vergüenza
que me lo digan. Le quito importancia…”
3.- “…he vivido unos meses… muy liada, en un montón de cosas que creía más importantes
que abrir tu correo ¡y qué gran error! Después de leer tu palabra de vida, me
doy cuenta de lo que me he perdido: me voy a repetir tus mensajes para este mes
y lo quiero practicar en mi día a día, porque me hace falta mucho valor para
superar algunos aspectos de mi vida. Gracias de todo corazón…
…En nuestra Parroquia te recuerdan con gran cariño. Quiero ir a
visitarte algún día al Centro Mariápolis, espero pronto. Trabajo en una
residencia de ancianos y los turnos te absorben un poco, pero lo vivo muy
intensamente: los abuelos son mi locura, jeje. Ayer una abuelita que llevaba
unos días tristes, cuando la levanté, le di un beso y ella me miró y solo me
dijo “gracias”; y me quedé pensando: “¡Dios
mío, si solo le he dado un beso…!…”
Si quieres leer más experiencias
similares,
de gente de todo el mundo,
N.B.: tú también
puedes compartir las experiencias que, por gracia de Dios, hayas podido
realizar poniendo en práctica el Evangelio; “pincha” aquí abajo en
“comentarios” y escríbela; o, dado que en algunos navegadores eso no funciona,
mándamela por correo-e.
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