VIDA DE LA PALABRA últimas semanas de julio
Algunas de mis
EXPERIENCIAS tratando de llevar a la vida diaria la Palabra de vida de julio («Tened valor: yo he vencido al mundo», Jn 16, 33), la de junio («Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria», Lc 10, 41-42) y la de mayo («Pero Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho revivir con Cristo», Ef 2, 4-5):
1.- Multitud de pequeñas y grandes ocasiones
me han permitido acordarme y vivir la Palabra de vida de este mes (y también la
del pasado).
La semana pasada cuidando a mi padre… a veces era complicado, (más bien,
cansado; ¡a veces agotador, sobre todo si era de noche!), pero gratificante:
poder darme. Además, cuando humanamente no se ve cómo poder ayudarlo o hacer
que él no lo pase tan mal, la perspectiva de “tened valor: Yo he vencido…”
me hacía fiarme plenamente de su promesa y mantener la paz. Esperanza en Su promesa.
También el “contemplar” en mi padre a Jesús, (cada vez que hacemos algo a
nuestro prójimo, ¡y más prójimo que este…!, se lo estamos haciendo a Él); como
otras veces, “ver” a Jesús en él y, por la ventana de mi cuarto, ver la torre
de la parroquia que indica que Jesús Eucaristía (resucitado y vencedor) está
ahí. Todo ello me hacía también disfrutar con mis padres las poquitas horas
medianamente buenas que él tiene a lo largo del día.
1b.-
Ver que mis limitaciones, o cosas que ya creía superadas, en algún momento me
pueden… En vez de desanimarme, recordando la PdV, me hacía recobrar la
esperanza y volver a empezar, pidiendo al Señor, a la vez, la “determinada
determinación” que diría Sta. Teresa. Desde la
humildad-humillación, mirarle a
Él y no tanto a mí, y reemprender con más ahínco el vivir Su Voluntad del
momento presente que Él me regala. “Tened valor: Yo he vencido…”. Y
desde ahí, ver como positivo que así también puedo aconsejar a otros desde la
propia experiencia.
1c.-
Después de estar fuera unos días, y los otros compañeros con ocupaciones, había
muchas cosas pendientes en la casa, junto con cosas que no aparecían o de
pronto las encontraba estropeadas, además de multitud de tareas que había que
dejar previstas para poder salir la semana próxima. Todo se iba sumando y el
miércoles por la mañana estaba yo especialmente nervioso y no lograba
serenarme: ¡justo era el día de Sta. Marta! Al leer en el tren un par de cosas
en referencia a ello (junto con una posterior conversación al móvil), me hizo
recordar mucho y bien la PdV de junio. Era la providencia que me salía al
encuentro en todo ello para pacificarme el día y poder ir realizando con
alegría bien en todo lo mucho programado (y lo que luego, además, iba
viniendo).
Esta vez sólo una de vuestras
EXPERIENCIAS tratando de llevar a la vida diaria la Palabra de vida de julio («Tened valor: yo he vencido al mundo», Jn 16, 33) y la de junio («Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria», Lc 10, 41-42):
1.- “…aunque procuro relajarme
y pido a Dios por los que lo tienen que vivir, obligatoriamente, en
circunstancias mucho más desfavorables que las mías... En fin, son tantas cosas
en las que no puedo influir, que la "eficaz" “Marta” que hay en mí,
se desanima un poco... Por otro lado, la verdad es que estoy bien, por no decir
muy bien...
¡Que … puedas cuidar de tu padre lo mejor
posible! Merece la pena; a mí me encantó poder hacerlo con mi madre también
enferma de parkinson y que estuvo muchos años sin poder valerse por sí misma.
Ahora que han pasado tres años de su muerte, vivo agradecida por haberle podido
dedicar mi cariño y mi compañía, aunque al final no sé si ella era consciente…”