martes, 17 de marzo de 2015

SIN CANSARSE..., LA CRUZ CON JESÚS

VIDA DE LA PALABRA                   primeros días de MARZO

Algunas de mis EXPERIENCIAS tratando de practicar la Palabra de Vida del mes de marzo («El que quiera venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga», Mc 8, 34) y la de febrero («Por eso, acogeos mutuamente, como Cristo os acogió para gloria de Dios», Rm 15, 7):
1.-        Ha habido múltiples oportunidades, (personales y comunitarias), de encuentro con Jesús que se nos presenta sobre diferentes cruces: ha fallecido otra hermana de José (2 en 18 días), Christian no se acaba de recuperar de los brotes de su enfermedad (en diversas ocasiones ha debido ir a urgencias o al hospital), el coche robado a mi hermano no aparece, Endi continúa viajando mucho apostólicamente… Todas son oportunidades de ofrecerse a estar con unos y otros, llevarlos y traerlos (a veces a deshora), estar atento a preparar comida o recoger la mesa (con todas estas
circunstancias, está claro, los "turnos" saltan). Se trata, para "llevar la cruz de cada día", de descubrir sobre ella a Jesús, a Jesús  Abandonado (" ¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué…?") y "remangarse" uno sin cansarse de seguir amando.

2.-        Estaba yo invitado a una pequeña celebración. Aunque no conocía prácticamente a nadie, después de saludarlos, procuré en cambio acercarme a charlar con los que veía más solos.
            Un compañero me dijo que si nos íbamos ya. Saliendo, me di cuenta que había un matrimonio atrás, pegados a la pared, serios y sin ni siquiera hablar entre ellos. Me abrí paso entre los grupitos y, con una sonrisa, los invité, (aunque yo no era organizador), a que se acercaran a las mesas a pinchar algo o tomar un refresco; me presenté, les pregunté si eran de por ahí cerca, etc. Ya empezaron a sonreír. Declinaron el ofrecimiento, (¿quizá no sabían que cada uno traía algo para ese momento de fiestecilla… y con ello les daba más "corte"…?), así que seguí con ellos y, ya después de unos minutos, casi a la par de decirles que ya me estaba yendo y me estaban esperando, se miran entre sí con una sonrisa y los dos se dicen casi a la vez: "¿vamos a tomar algo?".

2.-        En la primera parada del tren-cercanías sube una mujer y se sienta frente a mí; con una sonrisa, aparto mi abrigo y mi cartera para que tenga todo el espacio libre y, con ese gesto, la saludo, le pregunto… Me llaman por teléfono y le pido disculpas y, si no le importa, contesto (esperaba yo varias llamadas porque habían dado mi móvil como referencia para una actividad).
            Al colgar, seguimos charlando y me dice: "no sabes lo que estaba haciendo…". Y continúa: "pues estaba rezando los salmos en el móvil". Contesto yo: "¿sabes lo que estaba haciendo cuando has subido tú?". Y ante su cara de extrañeza, sigo rápidamente: "¡pues lo mismo que tú; si quieres, seguimos juntos!". Ante su afirmación, me pongo a su lado quitando mi abrigo y mi cartera. "¿Por dónde ibas tú rezando?". En voz queda, continuamos juntos alternando las estrofas de los salmos. Fue un rato realmente precioso.
Luego le contó entusiasmada a todo el mundo.
            Pocos días después, me escribe: "Ayer… el sacerdote comentó que a los cristianos nos da corte mostrarnos, y le dije que de eso nada, que a algunos no: y le conté cómo habíamos rezado nona en el tren. Le pareció alucinante, y me estuvo preguntando por ti. Había oído hablar de tu centro y me dijo que eres de los focolares. Espero que me cuentes, porque nunca había oído hablar...".
            Días después, vino a visitarme. Y me contó su historia: ¡preciosa historia de conversión, desde un agnosticismo beligerante hasta hace 3 años, gracias a su hijo, a un cristianismo sentido y testimonial!
2b.-     Al día siguiente en el tren, hablando con otra persona (cuya vida religiosa estaba apartada), aproveché para narrarle ese encuentro, la visita, la historia de conversión… Cuando comenté que a final de marzo tendremos una jornada para niños en el Centro Mariápolis, para mi sorpresa
me dijo que intentará llevar a su hija.
            Se lo conté a la amiga anterior y me contestó: "…le doy gracias a Dios por haberme puesto en tu camino. Es alucinante cómo nos cuida y nos da en cada momento lo que necesitamos... Es genial que hayas compartido mi testimonio... Lamentablemente hay muchísima gente en España en esa situación: pasamos muchísimos años en colegios católicos, pero nunca llegamos a conocer a Cristo, y el problema es que crees que sabes lo que es el cristianismo, y llegas a la conclusión de que no tiene nada que aportar en tu vida. Hay que sacarles de su error!!!! Rezo por esa persona, para que pueda encontrarse con Él.
Qué bien que podamos coincidir mañana de nuevo, aunque sea unos minutos!!!..."

3.-        Naturalmente, no siempre son fáciles las cosas. Uno de esos días, estaba sentado yo en el tren y la persona con la que hablaba contesta a su teléfono. En ese momento, pasa ante mí un hombre y me pregunta: "¿Tú eres sacerdote?". Ante mi respuesta afirmativa, empieza a "meterse" conmigo, (al principio pensé que quizá me estaba pidiendo dinero…), con los sacerdotes en general, con la
Iglesia… elevando cada vez más el tono y el desprecio, mientras va regresando a su sitio. Al principio, sacando toda amabilidad, le repuse suavemente, pero viendo que eso a él le enervaba más, y que quizá jamás se habría atenido a razones, le saludé con sencillez y una sonrisa y preferí callar recordando "la cruz de cada día" de la Palabra del mes. Mientras la persona con la que yo iba terminaba su llamada de teléfono, aproveché para rezar por él.


Algunas de vuestras EXPERIENCIAS tratando de practicar la Palabra de Vida del mes de marzo («El que quiera venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga», Mc 8, 34), la de febrero («Por eso, acogeos mutuamente, como Cristo os acogió para gloria de Dios», (Rm 15, 7), la de enero («Jesús le dijo: ‘Dame de beber’», Jn 4,7) y la de diciembre («El que tenga dos túnicas, que comparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo», Lc 3, 11):
1.-        “cuando voy a la acogida en la parroquia, tengo llave para entrar. Y antes de empezar, unos segundos visito al Señor en la Capilla y le pido que me ayude a vivir la PdV. Y la verdad, casi siempre lo consigo: trato de escuchar como si fuera la primera vez y hacer pequeñas cosas como levantarme a abriles la puerta, darles la luz de las escaleras,
etc. Cuando los lunes voy a repartirles las cosas, tengo más tiempo: les escucho a fondo, les ayudo, les animo para que no dejen de hacer los cursos de idioma. Ellos me dan las gracias, me saludan por la calle y algunos que no se han portado muy bien, luego me piden perdón.
 Suelo estar pendientes si el miércoles me han dicho que el lunes no van a poder ir puntuales, porque tienen médico u otra cosa, y me lo apunto para que no se me olvide.
Al finan salgo feliz porque he estado haciéndolo por Jesús; le doy las gracias por darme la oportunidad de AMARLE

2.-        “muchas gracias por acordarte de mí. Se ha notado: he vuelto hoy de mi país [(uno de oriente medio)], gracias a Dios y sin ninguna incidencia. Gracias a Dios. Mi padre se encuentra mejor. Y los problemas de trabajo parece ser que también se van solucionando, ¡Bendito sea Dios! Ha habido momentos en los que por mi debilidad, me entraba algo de angustia, pero con Él y apoyándome en Él, me hacía fuerte. Y al final, ha sido todo sobre las alas de águila (cfr. Ex 19, 4-5)

3.-        “mil gracias por tus correos que leo siempre y que tanto bien me hacen, con esos testimonios tan bonitos y que me encanta leerlos.
            Llevo queriéndote escribir desde hace un mes y no encuentro el momento...
            El día 5 de enero tuvimos el mejor regalo de Reyes: a mi marido le confirmaron que tenía trabajo, después de un proceso de selección bastante largo.
            Así que estos 15 meses que hemos pasado tan
preocupados, por fin, han llegado a su fin. Se incorporó y, gracias a Dios, está muy contento.
            ¡Cómo valoras más todavía las cosas cuando te han faltado! No sabes las gracias que le doy al Señor cuando por las mañanas lo veo que se marcha a trabajar. Por eso me ha encantado la parte en la que hablas de cargar la cruz de cada día, y cómo se le puede encontrar cada día a través de esa cruz que te toca vivir. Creo que así lo hemos vivido nosotros juntos, y esta experiencia, aunque te suene raro, (y no lo digo a posteriori, pues también lo hemos comentado muchas veces durante estos meses), ha sido una bendición, pues nos ha fortalecido aún más si cabe, como matrimonio y todavía admiro más a mi marido: cómo lo ha llevado, todo lo que ha peleado, se ha movido... etc.
            Y la cantidad de gente que ha rezado por nosotros: te sientes tan acompañado. Y entre ellos sé que has estado tú, Paco, y no sabes cómo se han notado las oraciones

4.-        “siempre tan puntual en medio de tantos quehaceres: gracias por todo lo que te das y nos das... Te cuento unas experiencias de estos días.
Hemos tenido "la semana blanca" aquí (una semana sin clases)... Aunque estoy jubilada, pensaba hacer muchas cosas en estos días... y se presentaron otras oportunidades de "hacer":
Una familia que había llegado de fuera hace poco y le viene bien todo lo que le puedas ofrecer de casa, de ropa, etc. Me he dedicado a ir abriendo maletas y, en otras maletas que tenía y que quería regalarles, iba poniendo cosas... Me decía: "Tengo que compartir con Jesús". Así, una cosa para la maleta que iba a guardar y otra para la que se iban a llevar ellos... Esto me ha llevado tiempo, pero sentía una gran alegría por dentro y una gran "libertad interior".
 Tengo contacto con antiguas alumnas. Una de ellas, que no terminó los estudios, me envió un largo escrito, un cuento que ha hecho para sus niños (tiene tres). No había ni un acento...: dediqué unas cuantas horas a corregirlo, puntuarlo y enviárselo...
Otra antigua alumna, que está muy agobiada por problemas familiares y no tiene tiempo, me pide que le prepare un tema para hablar sobre "La mujer trabajadora", como es pronto y lo tendrá que ensayar... ordenador, internet, recortes, ya sabes… cuando quieres hacer una cosa y hacerla bien… También me ha llevado mis horas. Pero es Jesús quien va a hablar.
          Por mi diabetes y los huesos, el médico me tiene
recomendado que al menos debo caminar una hora. A veces rezo rosarios mientras camino... pero el lugar hacía que me distrajera. Me he llevado el móvil con auriculares y, sin saber cómo, y sin que tenga internet el móvil fuera de casa, todo el tiempo he podido ir oyendo reflexiones y canciones religiosas que me ayudaban a orar mientras veía la belleza del mar y alababa a Dios por su grandeza. Yo misma me extrañaba de que las cosas hubieran salido así, pero me he dicho: “si tú has querido hacerle regalos a Jesús, Él te regala en este momento con estas grabaciones que te gustan...”. Y, la verdad, que me he sentido muy cerca de "mi Esposo", que me mima más que todos los del mundo

5.-        “cuido a C., que tiene Parkinson. A mi hermana la tenían que operar de la columna: era operación complicada. Hablando con mi sobrina, me ofrecí para ir y ayudar: viaje de 5 horas de bus más 6 de tren. Fue bonito estar con mi familia en esos momentos difíciles, y como estoy acostumbrada a cuidar enfermos, también de ayuda. Mi sobrina se quedaba tranquila cuando tenía que hablar con los médicos y todas esas situaciones inesperadas que se presentan en los hospitales y yo estaba con ella. Una noche mi hermana… se quería ir a casa: estuve toda la noche pendiente de que no se tirara la sonda, ni se arrancara la vía; después, momentos de nervios, procurando que mi cuñado se sintiese útil y no invadir mucho su espacio.
Ya estoy de vuelta, encontré a C. algo desmejorada,
pero muy bien atendida por una persona que no tenía trabajo y le vino muy bien sustituirme a mí: C. también estaba feliz de poder ayudar de esa manera a esta persona. Hoy rezamos por las intenciones del Papa y ofrecimos todos sus dolores y limitaciones, y mis dificultades, pues pesa y cada vez colabora menos.
Mira, me levanto muy temprano, llego a la ciudad para entrar justo a trabajar, vengo de vuelta a las 4, solo hay misa dos días a la semana: echo mucho de menos mi encuentro con Jesús Eucaristía. Pero soy consciente de que es a Jesús a quien cuido en C.
Con mi marido es difícil. Este mes como no trabajé, (cuidando a mi hermana en la otra punta de España), no cobro: tengo 400 € para gastos de la casa, comer, medicinas, etc. y le dije a mi marido que este mes me tendría que dar algo más. Montó en cólera y dijo muchas cosas injustas, entre ellas que soy una caprichosa. Bueno, me enfadé mucho…, pero con Jesús en mi corazón, escuché dentro y di mi “sí” a querer a mi marido tal cual es. Me sentí unida a tanta gente que tiene menos que yo. Y le dije: “si Tú lo quieres, Jesús, yo lo quiero


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