RECIPROCIDAD DEL AMOR ENTRE LOS DISCÍPULOS
…este año el tema es «La reciprocidad
del amor entre los discípulos de Cristo», tema que se hace eco del
mandamiento nuevo que Cristo dio a sus discípulos. Es algo bueno la oportunidad de una convivencia fraterna, en la
que se comparten las experiencias espirituales y pastorales en la
encuentros el amplio alcance de la Iglesia y lograr que lo que recibís aquí redunde en beneficio de toda la Iglesia.
La sociedad de hoy tiene gran necesidad del testimonio de un estilo de vida que refleje
la novedad que nos trajo el Señor Jesús: hermanos
que se quieren a pesar de sus diferencias de carácter, proveniencia,
edad… Este testimonio suscita el deseo de sentirse
implicados en la gran parábola de comunión que es la Iglesia. Cuando
una
persona nota que «la reciprocidad del amor
entre los discípulos de Cristo» es posible y capaz de transformar la
calidad de las relaciones interpersonales, se siente llamada a descubrir o
redescubrir a Cristo, se abre al encuentro con
Él vivo y operante, experimenta el impulso de salir de sí misma para
ir al encuentro de los demás y difundir la
esperanza que ha recibido como don.
En la carta apostólica “Novo
millennio ineunte”, el beato
Juan Pablo II escribió: «Hacer de la Iglesia la casa y la escuela de la
comunión: éste es el gran desafío que tenemos ante nosotros en
el milenio que comienza, si queremos ser fieles
al designio de Dios y responder también a las profundas esperanzas del mundo».
Y añadió: «Antes de programar iniciativas concretas, hace falta promover una espiritualidad de la comunión, proponiéndola
como principio educativo en todos los lugares donde se forma el
hombre y el cristiano, donde se educan los ministros del altar, las personas
consagradas y los agentes pastorales, donde se construyen las familias y las
comunidades» (n. 43).
«Hacer de la Iglesia la casa y la
escuela de la comunión» es en verdad fundamental
para la eficacia de todo compromiso en
favor de la evangelización,
porque revela el deseo profundo del Padre: que
todos sus hijos vivan como hermanos; revela la voluntad del corazón de Cristo:
que «todos sean uno» (Jn 17, 21); revela el dinamismo
del Espíritu Santo, su fuerza de atracción libre y liberadora. Cultivar la
espiritualidad de comunión contribuye, además, a que seamos más capaces de
vivir el camino ecuménico y el diálogo interreligioso.
…ocasión propicia para crecer en el espíritu de colegialidad y obtener del amor
recíproco un motivo de aliento y esperanza renovada…
PAPA
FRANCISCO, Discurso a los Obispos amigos del Movimiento de los Focolares,
Sala Clementina, jueves 27 febrero 2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario